Caitanya Mahaprabhu nació en Mayapur, en el pueblo de Nadia, justo después de ponerse el Sol en el atardecer del 23 de Phalguna, 1407 Sakabda, que corresponde al 18 de febrero de 1486 de la era cristiana. En el momento en que nació había eclipse de Luna, y la gente de Nadia estaba entonces dedicada --como se acostumbra en esas ocasiones-- a bañarse en el Bhagirathi, profiriendo exclamaciones de ¡Haribol! en voz alta. Su padre, Jagannatha Misra, un brahmana pobre de la orden védica, y Su madre, Saci-devi, una buena y ejemplar mujer, descendían ambos de familias brahmanas que residían originalmente en Sylhet. Mahaprabhu era un niño hermoso, y las damas del pueblo iban a verlo con regalos. El padre de Su madre, Pandita Nilambara Cakravarti, un astrólogo de renombre, predijo que el niño sería con el tiempo una gran personalidad y, por consiguiente, le dio el nombre de Visvambhara. Las damas del vecindario le dieron el nombre de Gaurahari debido a Su tez dorada, y Su madre lo llamaba Nimai debido al árbol nimba cerca del cual había nacido. Como el niño era muy hermoso, a todo el mundo le encantaba sobremanera ir a verlo todos los días. A medida que crecía, se convertía en un niño caprichoso y juguetón. A los cinco años fue admitido en un pathasala, donde aprendió bengalí en muy poco tiempo.
La mayoría de los biógrafos contemporáneos de Caitanya han mencionado ciertas anécdotas en relación con Él, que son registros sencillos de Sus primeros milagros. Se dice que cuando era aún un niño de brazos lloraba continuamente, y cuando las damas del vecindario exclamaban ¡Haribol! solía dejar de llorar. Así pues, en la casa había un continuo canto de !Haribol! que presagiaba la futura misión del héroe. También se afirma que una vez, cuando Su madre le dio a comer algunos dulces, en lugar de éstos comió barro.
Cuando Su madre le preguntó la razón de ello, Él le dijo que como cada dulce no era sino barro transformado, también podía comer barro. Su madre, que además era la esposa de un pandita, explicó que cada artículo en un estado especial se destinaba a un uso especial. La tierra, mientras se encuentra en el estado de una jarra, podía ser empleada como un recipiente de agua, pero en el estado de un ladrillo, semejante uso no sería posible. Por consiguiente, el barro en la forma de dulces se podía emplear como comida, mas no así el barro que se encuentra en sus otros estados. El niño se convenció y, admitiendo lo necio que había sido al comer barro, accedió a no volver a cometer el mismo error en el futuro. También se ha relatado otro acto milagroso. Se dice que un brahmana que estaba de peregrinaje se volvió huésped de la casa del Señor; estando allí, cocinó alimentos y oró dando gracias meditando en Krishna. Mientras tanto, el niño se acercó y se comió el arroz cocido. El brahmana, sorprendido ante el acto del niño, cocinó de nuevo a solicitud de Jagannatha Misra. De nuevo el niño se comió el arroz cocido mientras el brahmana se lo estaba ofreciendo a Krishna por medio de la meditación. El brahmana fue persuadido para que cocinara por tercera vez. En esta ocasión, todos los residentes de la casa se encontraban dormidos, y el niño se le manifestó al viajero como Krishna y lo bendijo. El brahmana se llenó de éxtasis ante la aparición del objeto de su adoración. También se ha referido que dos ladrones se robaron al niño de la puerta de la casa de Su padre con la intención de robarle Sus joyas, y le dieron unos dulces en el camino. El niño hizo uso de Su energía ilusoria y engañó a los ladrones haciendo que se dirigieran de nuevo hacia Su propia casa. Los ladrones, temiendo ser descubiertos, dejaron al niño ahí y huyeron. Otro acto milagroso que se ha descrito es aquel en que el niño pidió y consiguió que Hiranya y Jagadisa le dieran todas las ofrendas que habían reunido para adorar a Krishna en el día de Ekadasi. Cuando tenía sólo cuatro años de edad se sentó sobre unas ollas desechadas por Su madre por ella haberlas considerado profanas. Él le explicó a Su madre que no tenía sentido hablar del carácter sagrado o profano de unas ollas de barro que se habían desechado después de que se terminó de cocinar en ellas. Estas anécdotas abarcan desde Su tierna infancia hasta los cinco años.
Al cumplir ocho años, fue admitido en el tola de Gangadasa Pandita en Ganganagara, cerca de la aldea de Mayapur. En dos años se volvió bien versado en retórica y gramática sánscrita. Las lecturas que hizo después de eso fueron de naturaleza autodidacta, y las llevó a cabo en Su propia casa, donde había encontrado libros de gran importancia que pertenecían a Su padre, quien era de por sí un pandita. Parece ser que Él leyó el smrti por Su propia cuenta, así como también el nyaya, en competencia con Sus amigos, que en ese entonces estaban estudiando con el célebre Pandita Raghunatha Siromani. Entonces, a los diez años de edad, Caitanya se convirtió en un erudito aceptable en gramática, retórica, el smrti y el nyaya. Fue después de esto cuando Su hermano mayor, Visvarupa, se fue de la casa y aceptó el asrama (el estado) de un sannyasi (un asceta). Aunque Caitanya era un muchacho muy joven, consoló a Sus parientes diciéndoles que Él los serviría con el objeto de complacer a Dios. Poco tiempo después de eso, Su padre se fue de este mundo. Su madre se puso sumamente triste y Mahaprabhu, con Su alegre carácter habitual, consoló a Su madre viuda.
A la edad de 14 o 15 años, Mahaprabhu se casó con Laksmidevi, la hija de Vallabhacarya, también originaria de Nadia. A esta edad se le consideraba uno de los mejores eruditos de Nadia, la renombrada sede de la filosofía nyaya y la erudición sánscrita. Para no hablar de los panditas smarta, todos los naiyayikas temían a enfrentársele en discusiones literarias. Como era un hombre casado, fue a Bengala Oriental, en las riberas del Padma, en busca de riqueza. Allí hizo gala de Su conocimiento y obtuvo una buena suma de dinero. Fue en esta época que predicó el vaisnavismo a intervalos. Después de enseñarle a Tapana Misra los principios del vaisnavismo, le ordenó que se fuera a vivir a Benares. Durante el tiempo en que residió en Bengala Oriental, Su esposa Laksmidevi dejó este mundo a consecuencia de la picadura de una serpiente. Al regresar al hogar, encontró a Su madre en un estado afligido. Él la consoló con una disertación acerca de la incertidumbre de los asuntos humanos. Fue a petición de Su madre que se casó con Visnupriya, la hija de Raja Pandita Sanatana Misra. Sus camaradas se le unieron al regreso de Su pravasa, o estadía en otro lugar. Ahora era tan célebre que se le consideraba el mejor pandita de Nadia. Kesava Misra de Cachemira, que se había dado a sí mismo el nombre de “el gran Digvijayi (el invencible)”, fue a Nadia con el propósito de entablar debates con los panditas de ese lugar. Temerosos del presunto pandita conquistador, los profesores del tola de Nadia se fueron del pueblo con la excusa de haber sido invitados a otros lugares. Kesava se encontró a Mahaprabhu en Mayapur, en el Barokona-ghata (un balneario), y después de un breve debate fue derrotado por el niño, y la humillación lo obligó a salir súbitamente del pueblo. Nimai Pandita era ahora el pandita más importante de Su época.
A la edad de 16 o 17 años viajó a Gaya con una multitud de Sus alumnos, y allí recibió iniciación espiritual de Isvara Puri, un sannyasi vaisnava y discípulo del célebre Madhavendra Puri. A Su regreso a Nadia, Nimai Pandita se convirtió en un predicador religioso, y Su naturaleza religiosa era entonces tan marcadamente manifiesta que Advaita Prabhu, Srivasa y otros que ya habían aceptado la fe vaisnava antes del nacimiento de Caitanya, se maravillaron ante el cambio del joven. Para entonces ya había dejado de ser un naiyayika contendiente, un smarta pendenciero y un retórico crítico. Él se desmayaba al escuchar el nombre de Krishna y se comportaba como un hombre inspirado bajo la influencia de Sus sentimientos religiosos. Murari Gupta, un testigo ocular, ha descrito que Él mostró Sus poderes celestiales en la casa de Srivasa Pandita, en presencia de cientos de Sus seguidores, que eran en su mayoría cultos eruditos. En esta época, Él abrió una escuela nocturna de kirtana con Sus sinceros seguidores en la estancia de Srivasa Pandita. Allí predicó, cantó, bailó y expresó toda clase de sentimientos religiosos. Nityananda Prabhu, que era entonces un predicador del vaisnavismo y quien para ese entonces recién había terminado Sus viajes por toda la India, se unió a Él. De hecho, una multitud de panditas predicadores del vaisnavismo, todos sumamente sinceros, fueron a unirse a Él procedentes de diferentes partes de Bengala. Nadia se volvió así la sede regular de una multitud de acaryas vaisnavas cuya misión era la de espiritualizar a la humanidad con la suprema influencia del credo vaisnava.
El primer mandato que les dio a Prabhu Nityananda y a Haridasa fue el siguiente: “Amigos, vayan por las calles del pueblo, visiten a cada hombre en su casa y pídanle que cante el nombre de Hari y lleve una vida santa; luego vengan a verme todas las noches para informarme del resultado de vuestra prédica”. Habiendo recibido esa orden, los dos predicadores salieron y se encontraron con Jagai y Madhai, dos personajes de lo más abominables. Ellos insultaron a los predicadores en cuanto oyeron el mandato de Mahaprabhu, pero muy pronto se convirtieron por la influencia del bhakti (la devoción) que les inculcó su Señor. La gente de Nadia estaba ahora asombrada. Ellos decían: “Nimai Pandita no sólo es un grandioso genio, sino que además es sin duda un misionero enviado por Dios todo poderoso”. Desde esta época y hasta Sus veintitrés años, Mahaprabhu predicó Sus principios no sólo en Nadia, sino también en todos los pueblos y aldeas importantes que se encontraban en los alrededores de Su ciudad. En las casas de Sus seguidores, Él hizo milagros, enseñó los principios esotéricos del bhakti y cantó Su sankirtana con otros bhaktas. Sus seguidores del pueblo de Nadia comenzaron a cantar el santo nombre de Hari por las calles y mercados; esto causó sensación y despertó sentimientos disímiles en diferentes lugares. Los bhaktas estaban sumamente complacidos. Los brahmanas smarta se pusieron envidiosos del éxito de Nimai Pandita y se quejaron ante el Chand Kazi, diciendo que el comportamiento de Caitanya no era propio de un hindú. El Kazi fue a la casa de Srivasa Pandita y ahí rompió una mrdanga (un tambor de barro) y declaró que, a menos que Nimai Pandita dejara de hacer tanto escándalo con Su extraña religión, se vería obligado a imponerles a Él y a Sus seguidores la religión mahometana. Esto fue puesto a conocimiento de Mahaprabhu. Él le ordenó a la gente del pueblo que se presentara al atardecer portando antorchas, y entonces Nimai salió en procesión con Su sankirtana dividido en catorce grupos; al llegar a la casa del Kazi, sostuvo una larga conversación con él, y al final le transmitió en el corazón Su influencia vaisnava al tocarle el cuerpo. El Kazi se puso a llorar y admitió que había sentido una fuerte influencia espiritual que le había aclarado todas sus dudas y le había provocado un sentimiento religioso que le causaba el mayor de los éxtasis. El Kazi se unió entonces al grupo del sankirtana. El mundo estaba asombrado ante el poder espiritual del gran Señor y, después de este incidente, cientos y cientos de herejes se convirtieron y se unieron a la bandera de Visvambhara.
Fue justo después de esto que algunos de los brahmanas envidiosos y de baja categoría de Kulia buscaron pleito con Mahaprabhu formando un grupo para oponérsele. Nimai Pandita era por naturaleza una persona bondadosa, aunque estricta en Sus principios. Él declaró que los sentimientos partidistas y el sectarismo eran los dos grandes enemigos del progreso, y que mientras Él permaneciera como un habitante de Nadia perteneciente a una cierta familia, Su misión no tendrá un éxito total. Él resolvió entonces convertirse en un ciudadano del mundo cortando Su vínculo familiar, casta y credo en particular, y con esa resolución abrazó la posición de sannyasi a los 24 años de edad, en Katwa, bajo la guía de Kesava Bharati. Su madre y Su esposa lloraron amargamente al separarse de Él, pero nuestro héroe, aunque de gran corazón, era una persona estricta en Sus principios. Él dejó el pequeño mundo de Su casa a cambio del ilimitado mundo espiritual de Krishna, para beneficio de la humanidad en general.
Después de Su sannyasa, fue persuadido a visitar la casa de Advaita Prabhu, en Santipura. Advaita invitó a todos Sus amigos y admiradores de Nadia y llevó a Sacidevi para que viera a su hijo. Tanto el placer como el dolor invadieron el corazón de ella cuando vio a su hijo con el atuendo de un sannyasi. Como sannyasi, Krishna Caitanya usaba solamente una kaupina y una bahirvasa (una tela con la que se cubría). Se había rapado la cabeza, y en Sus manos llevaba un danda (un báculo) y un kamandalu (una vasija de ermitaño para transportar agua). El santo hijo cayó a los pies de Su amada madre y le dijo: “Madre, este cuerpo es tuyo, debo obedecer tus órdenes. Permíteme ir a Vrndavana en pos de Mis logros espirituales”. Después de consultarlo con Advaita y otros, Su madre le pidió que residiera en Puri (el pueblo de Jagannatha) para poder recibir información acerca de Él de vez en cuando. Mahaprabhu accedió a esa proposición y, unos cuantos días después, partió de Santipura hacia Orissa. El viaje de Krishna Caitanya (ese fue el nombre que recibió después de tomar sannyasa) de Santipura a Puri ha sido descrito con lujo de detalles por Sus biógrafos. Él viajó a lo largo del Bhagirathi hasta llegar a Chatrabhoga, situado ahora en Thana Mathurapura, Muelle del Diamante, 24 Parganas. Ahí tomó un bote y fue hasta Prayaga-ghata, en el distrito de Midnapura. Luego caminó a través de Balasore y Cuttack hasta llegar a Puri, visitando el templo de Bhuvanesvara entremedio. A Su arribo a Puri, vio a Jagannatha en el templo y residió con Sarvabhauma a pedido de éste. Sarvabhauma era un grandioso pandita de su tiempo. Sus estudios no tenían límites. Era el mejor naiyayika de la época y era conocido como el erudito más entendido que había en la filosofía vedanta de la escuela de Sankaracarya. Nació en Nadia (Vidyanagara) y en el tola que ahí tenía enseñó la filosofía nyaya a infinidad de alumnos. Él había partido para Puri poco antes del nacimiento de Nimai Pandita. Su cuñado, Gopinatha Misra, le presentó el nuevo sannyasi a Sarvabhauma, quien se maravilló de Su belleza personal y temió que al joven le resultara difícil mantener el sannyasa-dharma durante el largo recorrido de Su vida. Gopinatha, quien conocía a Mahaprabhu desde Nadia, sentía una gran reverencia por Él, y declaró que el sannyasi no era un ser humano ordinario. Gopinatha y Sarvabhauma tuvieron una acalorada discusión acerca de esto. Sarvabhauma pidió entonces a Mahaprabhu que oyera su recitación de los Vedanta-sutras, y el Señor accedió tácitamente. Caitanya escuchó en silencio lo que el gran Sarvabhauma expuso con gravedad durante siete días, al cabo de los cuales este último dijo: “Krishna Caitanya, creo que no entiendes El Vedanta, ya que no dices nada después de haber escuchado mi recitación y mis explicaciones”. La respuesta de Caitanya fue que Él entendía los sutras muy bien, pero que no podía descifrar lo que Sankaracarya quería decir con sus comentarios.
Sorprendido ante esto, Sarvabhauma dijo: “¿Cómo es posible que entiendas los significados de los sutras y no entiendas los comentarios que explican los sutras? ¡Muy bien! Si entiendes los sutras, por favor, dame a conocer Tus interpretaciones”. Mahaprabhu explicó entonces todos los sutras a Su manera sin tocar el comentario panteísta de Sankara. La aguda inteligencia de Sarvabhauma vio la verdad, belleza y armonía de los argumentos que había en las explicaciones dadas por Caitanya, y se vio obligado a decir que era la primera vez que encontraba a alguien capaz de explicar los Brahma-sutras de una manera tan sencilla. Él admitió además que los comentarios de Sankara nunca daban explicaciones tan naturales acerca de los Vedanta-sutras como las que él había obtenido de Mahaprabhu. Entonces se rindió a Él y se volvió uno de Sus defensores y seguidores. En unos cuantos días, Sarvabhauma llegó a convertirse en uno de los mejores vaisnavas de la época. Cuando esta noticia se dio a conocer, todo Orissa cantó en alabanza de Krishna Caitanya, y cientos y cientos de personas fueron a verlo y se volvieron Sus seguidores. Mientras tanto, Mahaprabhu pensó en visitar el Sur de la India, y emprendió el viaje con un devoto de nombre Krsnadasa Brahmana.
Sus biógrafos nos han dado una descripción detallada del viaje. En primer lugar, fue a Kurmaksetra, donde realizó un milagro al curar a un leproso de nombre Vasudeva. Él se encontró con Ramananda Raya, el gobernador de Vidyanagara, en las riberas del Godavari, y tuvo una conversación filosófica con él sobre el tema del prema-bhakti. Él hizo otro milagro al tocar (haciéndolos desaparecer de inmediato) los siete árboles tala a través de los cuales Ramacandra, el hijo de Dasaratha, había lanzado Su flecha y matado al gran Bali Raja. Él predicó el vaisnavismo y el nama-sankirtana durante todo el viaje. En Rangaksetra permaneció durante cuatro meses en la casa de una persona de nombre Venkata Bhatta, a fin de pasar la temporada lluviosa. Allí convirtió a toda la familia de Venkata, que seguía el vaisnavismo de Ramanuja, al krsna-bhakti, incluido el hijo de Venkata, un muchacho de diez años llamado Gopala, que luego fue a Vrndavana y se convirtió en uno de los seis Gosvamis o profetas que sirvieron bajo las órdenes de su guía, Sri Krishna Caitanya. Gopala, quien aprendiera sánscrito con su tío Prabodhananda Sarasvati, escribió varios libros acerca del vaisnavismo.
Caitanya visitó numerosos lugares del Sur de la India, tan distantes como Cabo Comorín, y regresó a Puri dos años después por Pandepura, situado en el Bhima. En este último lugar espiritualizó a una persona llamada Tukarama, que desde ese entonces se convirtió en un predicador religioso. Este hecho lo ha admitido Tukarama en sus abhangas, que han sido reunidos en un volumen por el señor Satyendra Nath Tagore, del servicio civil de Bombay. Durante Sus viajes, sostuvo discusiones con budistas, jainistas y mayavadis en diversos lugares, y convirtió a Sus oponentes al vaisnavismo. A Su regreso a Puri, Raja Prataparudra-deva y diversos panditas brahmanas se unieron bajo la bandera de Caitanya Mahaprabhu. Él tenía ahora veintisiete años de edad. A los veintiocho años fue a Bengala hasta Gauda, en Malda. Allí hizo amistad con dos grandes personalidades, llamadas Rupa y Sanatana. Aunque estos dos hermanos descendían de las líneas de los brahmanas karnaticos, se habían vuelto casi musulmanes por su continuo contacto con Hussain Shah, el entonces emperador de Gauda. El emperador les había cambiado los nombres por los de Dabir Khas y Sakara Mallik; él los amaba de todo corazón, ya que ambos eran eruditos en persa, árabe y sánscrito, y además eran fieles sirvientes del Estado. Los dos caballeros no habían encontrado ninguna manera de volver a su condición de hindúes regulares, y le habían escrito a Mahaprabhu mientras se hallaba en Puri, solicitándole ayuda espiritual. Mahaprabhu les contestó que iría a sacarlos de sus dificultades espirituales. Ahora que había llegado a Gauda, los dos hermanos se aparecieron ante Él con la súplica que le habían hecho durante años. Mahaprabhu les ordenó que fueran a Vrndavana y que se reunieran con Él allí. Caitanya regresó a Puri a través de Santipura, donde de nuevo se reunió con Su querida madre. Después de una corta estadía en Puri, partió para Vrndavana. Esta vez iba acompañado por Balabhadra Bhattacarya. Él visitó Vrndavana y descendió hasta Prayag (Allahabad), convirtiendo a un gran número de mahometanos al vaisnavismo mediante el uso de argumentos del Corán. Los descendientes de esos conversos aún son conocidos como Pathanas vaisnavas. Rupa Gosvami se reunió con Él en Allahabad. Caitanya lo instruyó durante diez días sobre la espiritualidad, y le indicó que fuera a Vrndavana a cumplir algunas misiones. Su primera misión fue la de escribir obras teológicas en las que explicara de un modo científico el bhakti puro y el prema. La segunda misión fue restaurar los lugares en los que Krsnacandra había exhibido Su lila (pasatiempo) espiritual para beneficio del mundo religioso al final de Dvapara-yuga. Rupa Gosvami partió de Allahabad a Vrndavana y Mahaprabhu descendió a Benares. Allí residió en la casa de Candrasekara y tomaba Su bhiksa (comida) diaria en la casa de Tapana Misra. Fue aquí que Sanatana Gosvami se unió a Él y durante dos meses recibió instrucciones acerca de temas espirituales. Los biógrafos, en especial Krsnadasa Kaviraja, nos han dado detalles de las enseñanzas que Caitanya les impartió a Rupa y Sanatana. Krsnadasa no fue un escritor contemporáneo, pero recabó información de los propios Gosvamis, los discípulos directos de Mahaprabhu. Jiva Gosvami, que era sobrino de Sanatana y Rupa, y quien nos ha dejado su invaluable obra El Sat-sandarbha, ha filosofado acerca de los preceptos de su gran guía. Nosotros hemos recogido los preceptos de Caitanya de los libros de esos grandes escritores.
Mientras se encontraba en Benares, Caitanya sostuvo una entrevista con los sannyasis eruditos de ese pueblo en la casa de un brahmana maratha que había invitado a todos los sannyasis a fin de atenderlos. En esta entrevista, Caitanya hizo un milagro que cautivó a todos los sannyasis y posteriormente tuvo una conversación con ellos. Los sannyasis estaban encabezados por su muy erudito líder, Prakasananda Sarasvati. Después de una corta controversia, ellos se entregaron a Mahaprabhu y admitieron que habían sido desencaminados por los comentarios de Sankaracarya. Incluso a eruditos entendidos les resultaba imposible oponerse a Caitanya por mucho tiempo, ya que había cierto encanto en Él que les tocaba el corazón y los hacía llorar debido al perfeccionamiento espiritual que experimentaban ante Su presencia. Los sannyasis de Benares pronto cayeron a los pies de Caitanya y le pidieron Su gracia (krpa). Caitanya les predicó entonces el bhakti puro e infundió en sus corazones el amor espiritual por Krishna, lo cual los obligó a abandonar sus sentimientos sectarios. Al oír de esta maravillosa conversión de los sannyasis, toda la población de Benares se volvió vaisnava y ejecutaron un sankirtana excelente con su nuevo Señor. Después de enviar a Sanatana a Vrndavana, Mahaprabhu fue a Puri de nuevo, a través de la jungla, con Su compañero Balabhadra. Balabhadra informó que Mahaprabhu había hecho una gran cantidad de milagros en camino a Puri, tales como el de hacer que los tigres y los elefantes bailaran al oír el nombre de Krishna.
A partir de entonces, es decir desde Sus 31 años, Mahaprabhu vivió continuamente en Puri, en la casa de Kasi Misra, hasta Su desaparición a los cuarenta y ocho años, en el momento en que se realizaba sankirtana en el templo de Tota-gopinatha. Durante estos 18 años, Su vida fue de amor profundo y devoción. Él estaba rodeado por numerosos seguidores, todos los cuales eran vaisnavas del más alto orden, que se distinguían de la gente común por su carácter inmaculado, su conocimiento, firme adherencia a los principios religiosos y amor espiritual por Radha-Krishna.
Svarupa Damodara, que había sido conocido con el nombre de Purusottamacarya durante el tiempo en que Mahaprabhu estaba en Nadia, se unió a Él procedente de Benares y aceptó prestar servicio como Su secretario. Ninguna obra de poeta o filósofo alguno podía presentarse ante Mahaprabhu a menos que Svarupa la hubiera aprobado como pura y útil. Raya Ramananda era su segundo compañero, y tanto él como Svarupa cantaban mientras Mahaprabhu expresaba Sus sentimientos acerca de un cierto punto de la adoración. Paramananda Puri era Su ministro en asuntos religiosos. Existen cientos de anécdotas que Sus biógrafos relatan, pero que no consideramos oportuno reproducir aquí. Mahaprabhu dormía poco. Sus sentimientos lo llevaron por todas partes del firmamento de la espiritualidad cada día y cada noche, y todos sus admiradores y seguidores lo observaban durante todo ese tiempo. Él adoraba, se comunicaba con Sus misioneros en Vrndavana y conversaba con aquellos hombres religiosos que llegaban a visitarlo. Cantaba y bailaba y no se preocupaba de Sí Mismo, y a menudo Se perdía en la beatitud religiosa. Todo el que iba a Él lo consideraba el supremamente hermoso Dios que había aparecido en el infierno para beneficio de la humanidad. Él siempre amó a Su madre, y de vez en cuando le enviaba maha-prasada con aquellos que iban a Nadia. Él era sumamente afable por naturaleza y era la humildad personificada. Su dulce aspecto animaba a todo el que se ponía en contacto con Él. Él designó a Prabhu Nityananda como el misionero encargado de Bengal, y envió a seis discípulos (Gosvamis) a Vrndavana a predicar. Él castigó a todos Sus discípulos que se apartaron de una vida santa. Esto lo hizo muy marcadamente en el caso de Haridasa el menor. Él nunca dejó de darles las instrucciones apropiadas para sus vidas a aquellos que lo solicitaban, esto se verá en Sus enseñanzas a Raghunatha Dasa Gosvami. Su trato hacia Haridasa (el mayor) muestra cómo amaba a los hombres espirituales y Su abierto desafío a la distinción de castas.
La mayoría de los biógrafos contemporáneos de Caitanya han mencionado ciertas anécdotas en relación con Él, que son registros sencillos de Sus primeros milagros. Se dice que cuando era aún un niño de brazos lloraba continuamente, y cuando las damas del vecindario exclamaban ¡Haribol! solía dejar de llorar. Así pues, en la casa había un continuo canto de !Haribol! que presagiaba la futura misión del héroe. También se afirma que una vez, cuando Su madre le dio a comer algunos dulces, en lugar de éstos comió barro.
Cuando Su madre le preguntó la razón de ello, Él le dijo que como cada dulce no era sino barro transformado, también podía comer barro. Su madre, que además era la esposa de un pandita, explicó que cada artículo en un estado especial se destinaba a un uso especial. La tierra, mientras se encuentra en el estado de una jarra, podía ser empleada como un recipiente de agua, pero en el estado de un ladrillo, semejante uso no sería posible. Por consiguiente, el barro en la forma de dulces se podía emplear como comida, mas no así el barro que se encuentra en sus otros estados. El niño se convenció y, admitiendo lo necio que había sido al comer barro, accedió a no volver a cometer el mismo error en el futuro. También se ha relatado otro acto milagroso. Se dice que un brahmana que estaba de peregrinaje se volvió huésped de la casa del Señor; estando allí, cocinó alimentos y oró dando gracias meditando en Krishna. Mientras tanto, el niño se acercó y se comió el arroz cocido. El brahmana, sorprendido ante el acto del niño, cocinó de nuevo a solicitud de Jagannatha Misra. De nuevo el niño se comió el arroz cocido mientras el brahmana se lo estaba ofreciendo a Krishna por medio de la meditación. El brahmana fue persuadido para que cocinara por tercera vez. En esta ocasión, todos los residentes de la casa se encontraban dormidos, y el niño se le manifestó al viajero como Krishna y lo bendijo. El brahmana se llenó de éxtasis ante la aparición del objeto de su adoración. También se ha referido que dos ladrones se robaron al niño de la puerta de la casa de Su padre con la intención de robarle Sus joyas, y le dieron unos dulces en el camino. El niño hizo uso de Su energía ilusoria y engañó a los ladrones haciendo que se dirigieran de nuevo hacia Su propia casa. Los ladrones, temiendo ser descubiertos, dejaron al niño ahí y huyeron. Otro acto milagroso que se ha descrito es aquel en que el niño pidió y consiguió que Hiranya y Jagadisa le dieran todas las ofrendas que habían reunido para adorar a Krishna en el día de Ekadasi. Cuando tenía sólo cuatro años de edad se sentó sobre unas ollas desechadas por Su madre por ella haberlas considerado profanas. Él le explicó a Su madre que no tenía sentido hablar del carácter sagrado o profano de unas ollas de barro que se habían desechado después de que se terminó de cocinar en ellas. Estas anécdotas abarcan desde Su tierna infancia hasta los cinco años.
Al cumplir ocho años, fue admitido en el tola de Gangadasa Pandita en Ganganagara, cerca de la aldea de Mayapur. En dos años se volvió bien versado en retórica y gramática sánscrita. Las lecturas que hizo después de eso fueron de naturaleza autodidacta, y las llevó a cabo en Su propia casa, donde había encontrado libros de gran importancia que pertenecían a Su padre, quien era de por sí un pandita. Parece ser que Él leyó el smrti por Su propia cuenta, así como también el nyaya, en competencia con Sus amigos, que en ese entonces estaban estudiando con el célebre Pandita Raghunatha Siromani. Entonces, a los diez años de edad, Caitanya se convirtió en un erudito aceptable en gramática, retórica, el smrti y el nyaya. Fue después de esto cuando Su hermano mayor, Visvarupa, se fue de la casa y aceptó el asrama (el estado) de un sannyasi (un asceta). Aunque Caitanya era un muchacho muy joven, consoló a Sus parientes diciéndoles que Él los serviría con el objeto de complacer a Dios. Poco tiempo después de eso, Su padre se fue de este mundo. Su madre se puso sumamente triste y Mahaprabhu, con Su alegre carácter habitual, consoló a Su madre viuda.
A la edad de 14 o 15 años, Mahaprabhu se casó con Laksmidevi, la hija de Vallabhacarya, también originaria de Nadia. A esta edad se le consideraba uno de los mejores eruditos de Nadia, la renombrada sede de la filosofía nyaya y la erudición sánscrita. Para no hablar de los panditas smarta, todos los naiyayikas temían a enfrentársele en discusiones literarias. Como era un hombre casado, fue a Bengala Oriental, en las riberas del Padma, en busca de riqueza. Allí hizo gala de Su conocimiento y obtuvo una buena suma de dinero. Fue en esta época que predicó el vaisnavismo a intervalos. Después de enseñarle a Tapana Misra los principios del vaisnavismo, le ordenó que se fuera a vivir a Benares. Durante el tiempo en que residió en Bengala Oriental, Su esposa Laksmidevi dejó este mundo a consecuencia de la picadura de una serpiente. Al regresar al hogar, encontró a Su madre en un estado afligido. Él la consoló con una disertación acerca de la incertidumbre de los asuntos humanos. Fue a petición de Su madre que se casó con Visnupriya, la hija de Raja Pandita Sanatana Misra. Sus camaradas se le unieron al regreso de Su pravasa, o estadía en otro lugar. Ahora era tan célebre que se le consideraba el mejor pandita de Nadia. Kesava Misra de Cachemira, que se había dado a sí mismo el nombre de “el gran Digvijayi (el invencible)”, fue a Nadia con el propósito de entablar debates con los panditas de ese lugar. Temerosos del presunto pandita conquistador, los profesores del tola de Nadia se fueron del pueblo con la excusa de haber sido invitados a otros lugares. Kesava se encontró a Mahaprabhu en Mayapur, en el Barokona-ghata (un balneario), y después de un breve debate fue derrotado por el niño, y la humillación lo obligó a salir súbitamente del pueblo. Nimai Pandita era ahora el pandita más importante de Su época.
A la edad de 16 o 17 años viajó a Gaya con una multitud de Sus alumnos, y allí recibió iniciación espiritual de Isvara Puri, un sannyasi vaisnava y discípulo del célebre Madhavendra Puri. A Su regreso a Nadia, Nimai Pandita se convirtió en un predicador religioso, y Su naturaleza religiosa era entonces tan marcadamente manifiesta que Advaita Prabhu, Srivasa y otros que ya habían aceptado la fe vaisnava antes del nacimiento de Caitanya, se maravillaron ante el cambio del joven. Para entonces ya había dejado de ser un naiyayika contendiente, un smarta pendenciero y un retórico crítico. Él se desmayaba al escuchar el nombre de Krishna y se comportaba como un hombre inspirado bajo la influencia de Sus sentimientos religiosos. Murari Gupta, un testigo ocular, ha descrito que Él mostró Sus poderes celestiales en la casa de Srivasa Pandita, en presencia de cientos de Sus seguidores, que eran en su mayoría cultos eruditos. En esta época, Él abrió una escuela nocturna de kirtana con Sus sinceros seguidores en la estancia de Srivasa Pandita. Allí predicó, cantó, bailó y expresó toda clase de sentimientos religiosos. Nityananda Prabhu, que era entonces un predicador del vaisnavismo y quien para ese entonces recién había terminado Sus viajes por toda la India, se unió a Él. De hecho, una multitud de panditas predicadores del vaisnavismo, todos sumamente sinceros, fueron a unirse a Él procedentes de diferentes partes de Bengala. Nadia se volvió así la sede regular de una multitud de acaryas vaisnavas cuya misión era la de espiritualizar a la humanidad con la suprema influencia del credo vaisnava.
El primer mandato que les dio a Prabhu Nityananda y a Haridasa fue el siguiente: “Amigos, vayan por las calles del pueblo, visiten a cada hombre en su casa y pídanle que cante el nombre de Hari y lleve una vida santa; luego vengan a verme todas las noches para informarme del resultado de vuestra prédica”. Habiendo recibido esa orden, los dos predicadores salieron y se encontraron con Jagai y Madhai, dos personajes de lo más abominables. Ellos insultaron a los predicadores en cuanto oyeron el mandato de Mahaprabhu, pero muy pronto se convirtieron por la influencia del bhakti (la devoción) que les inculcó su Señor. La gente de Nadia estaba ahora asombrada. Ellos decían: “Nimai Pandita no sólo es un grandioso genio, sino que además es sin duda un misionero enviado por Dios todo poderoso”. Desde esta época y hasta Sus veintitrés años, Mahaprabhu predicó Sus principios no sólo en Nadia, sino también en todos los pueblos y aldeas importantes que se encontraban en los alrededores de Su ciudad. En las casas de Sus seguidores, Él hizo milagros, enseñó los principios esotéricos del bhakti y cantó Su sankirtana con otros bhaktas. Sus seguidores del pueblo de Nadia comenzaron a cantar el santo nombre de Hari por las calles y mercados; esto causó sensación y despertó sentimientos disímiles en diferentes lugares. Los bhaktas estaban sumamente complacidos. Los brahmanas smarta se pusieron envidiosos del éxito de Nimai Pandita y se quejaron ante el Chand Kazi, diciendo que el comportamiento de Caitanya no era propio de un hindú. El Kazi fue a la casa de Srivasa Pandita y ahí rompió una mrdanga (un tambor de barro) y declaró que, a menos que Nimai Pandita dejara de hacer tanto escándalo con Su extraña religión, se vería obligado a imponerles a Él y a Sus seguidores la religión mahometana. Esto fue puesto a conocimiento de Mahaprabhu. Él le ordenó a la gente del pueblo que se presentara al atardecer portando antorchas, y entonces Nimai salió en procesión con Su sankirtana dividido en catorce grupos; al llegar a la casa del Kazi, sostuvo una larga conversación con él, y al final le transmitió en el corazón Su influencia vaisnava al tocarle el cuerpo. El Kazi se puso a llorar y admitió que había sentido una fuerte influencia espiritual que le había aclarado todas sus dudas y le había provocado un sentimiento religioso que le causaba el mayor de los éxtasis. El Kazi se unió entonces al grupo del sankirtana. El mundo estaba asombrado ante el poder espiritual del gran Señor y, después de este incidente, cientos y cientos de herejes se convirtieron y se unieron a la bandera de Visvambhara.
Fue justo después de esto que algunos de los brahmanas envidiosos y de baja categoría de Kulia buscaron pleito con Mahaprabhu formando un grupo para oponérsele. Nimai Pandita era por naturaleza una persona bondadosa, aunque estricta en Sus principios. Él declaró que los sentimientos partidistas y el sectarismo eran los dos grandes enemigos del progreso, y que mientras Él permaneciera como un habitante de Nadia perteneciente a una cierta familia, Su misión no tendrá un éxito total. Él resolvió entonces convertirse en un ciudadano del mundo cortando Su vínculo familiar, casta y credo en particular, y con esa resolución abrazó la posición de sannyasi a los 24 años de edad, en Katwa, bajo la guía de Kesava Bharati. Su madre y Su esposa lloraron amargamente al separarse de Él, pero nuestro héroe, aunque de gran corazón, era una persona estricta en Sus principios. Él dejó el pequeño mundo de Su casa a cambio del ilimitado mundo espiritual de Krishna, para beneficio de la humanidad en general.
Después de Su sannyasa, fue persuadido a visitar la casa de Advaita Prabhu, en Santipura. Advaita invitó a todos Sus amigos y admiradores de Nadia y llevó a Sacidevi para que viera a su hijo. Tanto el placer como el dolor invadieron el corazón de ella cuando vio a su hijo con el atuendo de un sannyasi. Como sannyasi, Krishna Caitanya usaba solamente una kaupina y una bahirvasa (una tela con la que se cubría). Se había rapado la cabeza, y en Sus manos llevaba un danda (un báculo) y un kamandalu (una vasija de ermitaño para transportar agua). El santo hijo cayó a los pies de Su amada madre y le dijo: “Madre, este cuerpo es tuyo, debo obedecer tus órdenes. Permíteme ir a Vrndavana en pos de Mis logros espirituales”. Después de consultarlo con Advaita y otros, Su madre le pidió que residiera en Puri (el pueblo de Jagannatha) para poder recibir información acerca de Él de vez en cuando. Mahaprabhu accedió a esa proposición y, unos cuantos días después, partió de Santipura hacia Orissa. El viaje de Krishna Caitanya (ese fue el nombre que recibió después de tomar sannyasa) de Santipura a Puri ha sido descrito con lujo de detalles por Sus biógrafos. Él viajó a lo largo del Bhagirathi hasta llegar a Chatrabhoga, situado ahora en Thana Mathurapura, Muelle del Diamante, 24 Parganas. Ahí tomó un bote y fue hasta Prayaga-ghata, en el distrito de Midnapura. Luego caminó a través de Balasore y Cuttack hasta llegar a Puri, visitando el templo de Bhuvanesvara entremedio. A Su arribo a Puri, vio a Jagannatha en el templo y residió con Sarvabhauma a pedido de éste. Sarvabhauma era un grandioso pandita de su tiempo. Sus estudios no tenían límites. Era el mejor naiyayika de la época y era conocido como el erudito más entendido que había en la filosofía vedanta de la escuela de Sankaracarya. Nació en Nadia (Vidyanagara) y en el tola que ahí tenía enseñó la filosofía nyaya a infinidad de alumnos. Él había partido para Puri poco antes del nacimiento de Nimai Pandita. Su cuñado, Gopinatha Misra, le presentó el nuevo sannyasi a Sarvabhauma, quien se maravilló de Su belleza personal y temió que al joven le resultara difícil mantener el sannyasa-dharma durante el largo recorrido de Su vida. Gopinatha, quien conocía a Mahaprabhu desde Nadia, sentía una gran reverencia por Él, y declaró que el sannyasi no era un ser humano ordinario. Gopinatha y Sarvabhauma tuvieron una acalorada discusión acerca de esto. Sarvabhauma pidió entonces a Mahaprabhu que oyera su recitación de los Vedanta-sutras, y el Señor accedió tácitamente. Caitanya escuchó en silencio lo que el gran Sarvabhauma expuso con gravedad durante siete días, al cabo de los cuales este último dijo: “Krishna Caitanya, creo que no entiendes El Vedanta, ya que no dices nada después de haber escuchado mi recitación y mis explicaciones”. La respuesta de Caitanya fue que Él entendía los sutras muy bien, pero que no podía descifrar lo que Sankaracarya quería decir con sus comentarios.
Sorprendido ante esto, Sarvabhauma dijo: “¿Cómo es posible que entiendas los significados de los sutras y no entiendas los comentarios que explican los sutras? ¡Muy bien! Si entiendes los sutras, por favor, dame a conocer Tus interpretaciones”. Mahaprabhu explicó entonces todos los sutras a Su manera sin tocar el comentario panteísta de Sankara. La aguda inteligencia de Sarvabhauma vio la verdad, belleza y armonía de los argumentos que había en las explicaciones dadas por Caitanya, y se vio obligado a decir que era la primera vez que encontraba a alguien capaz de explicar los Brahma-sutras de una manera tan sencilla. Él admitió además que los comentarios de Sankara nunca daban explicaciones tan naturales acerca de los Vedanta-sutras como las que él había obtenido de Mahaprabhu. Entonces se rindió a Él y se volvió uno de Sus defensores y seguidores. En unos cuantos días, Sarvabhauma llegó a convertirse en uno de los mejores vaisnavas de la época. Cuando esta noticia se dio a conocer, todo Orissa cantó en alabanza de Krishna Caitanya, y cientos y cientos de personas fueron a verlo y se volvieron Sus seguidores. Mientras tanto, Mahaprabhu pensó en visitar el Sur de la India, y emprendió el viaje con un devoto de nombre Krsnadasa Brahmana.
Sus biógrafos nos han dado una descripción detallada del viaje. En primer lugar, fue a Kurmaksetra, donde realizó un milagro al curar a un leproso de nombre Vasudeva. Él se encontró con Ramananda Raya, el gobernador de Vidyanagara, en las riberas del Godavari, y tuvo una conversación filosófica con él sobre el tema del prema-bhakti. Él hizo otro milagro al tocar (haciéndolos desaparecer de inmediato) los siete árboles tala a través de los cuales Ramacandra, el hijo de Dasaratha, había lanzado Su flecha y matado al gran Bali Raja. Él predicó el vaisnavismo y el nama-sankirtana durante todo el viaje. En Rangaksetra permaneció durante cuatro meses en la casa de una persona de nombre Venkata Bhatta, a fin de pasar la temporada lluviosa. Allí convirtió a toda la familia de Venkata, que seguía el vaisnavismo de Ramanuja, al krsna-bhakti, incluido el hijo de Venkata, un muchacho de diez años llamado Gopala, que luego fue a Vrndavana y se convirtió en uno de los seis Gosvamis o profetas que sirvieron bajo las órdenes de su guía, Sri Krishna Caitanya. Gopala, quien aprendiera sánscrito con su tío Prabodhananda Sarasvati, escribió varios libros acerca del vaisnavismo.
Caitanya visitó numerosos lugares del Sur de la India, tan distantes como Cabo Comorín, y regresó a Puri dos años después por Pandepura, situado en el Bhima. En este último lugar espiritualizó a una persona llamada Tukarama, que desde ese entonces se convirtió en un predicador religioso. Este hecho lo ha admitido Tukarama en sus abhangas, que han sido reunidos en un volumen por el señor Satyendra Nath Tagore, del servicio civil de Bombay. Durante Sus viajes, sostuvo discusiones con budistas, jainistas y mayavadis en diversos lugares, y convirtió a Sus oponentes al vaisnavismo. A Su regreso a Puri, Raja Prataparudra-deva y diversos panditas brahmanas se unieron bajo la bandera de Caitanya Mahaprabhu. Él tenía ahora veintisiete años de edad. A los veintiocho años fue a Bengala hasta Gauda, en Malda. Allí hizo amistad con dos grandes personalidades, llamadas Rupa y Sanatana. Aunque estos dos hermanos descendían de las líneas de los brahmanas karnaticos, se habían vuelto casi musulmanes por su continuo contacto con Hussain Shah, el entonces emperador de Gauda. El emperador les había cambiado los nombres por los de Dabir Khas y Sakara Mallik; él los amaba de todo corazón, ya que ambos eran eruditos en persa, árabe y sánscrito, y además eran fieles sirvientes del Estado. Los dos caballeros no habían encontrado ninguna manera de volver a su condición de hindúes regulares, y le habían escrito a Mahaprabhu mientras se hallaba en Puri, solicitándole ayuda espiritual. Mahaprabhu les contestó que iría a sacarlos de sus dificultades espirituales. Ahora que había llegado a Gauda, los dos hermanos se aparecieron ante Él con la súplica que le habían hecho durante años. Mahaprabhu les ordenó que fueran a Vrndavana y que se reunieran con Él allí. Caitanya regresó a Puri a través de Santipura, donde de nuevo se reunió con Su querida madre. Después de una corta estadía en Puri, partió para Vrndavana. Esta vez iba acompañado por Balabhadra Bhattacarya. Él visitó Vrndavana y descendió hasta Prayag (Allahabad), convirtiendo a un gran número de mahometanos al vaisnavismo mediante el uso de argumentos del Corán. Los descendientes de esos conversos aún son conocidos como Pathanas vaisnavas. Rupa Gosvami se reunió con Él en Allahabad. Caitanya lo instruyó durante diez días sobre la espiritualidad, y le indicó que fuera a Vrndavana a cumplir algunas misiones. Su primera misión fue la de escribir obras teológicas en las que explicara de un modo científico el bhakti puro y el prema. La segunda misión fue restaurar los lugares en los que Krsnacandra había exhibido Su lila (pasatiempo) espiritual para beneficio del mundo religioso al final de Dvapara-yuga. Rupa Gosvami partió de Allahabad a Vrndavana y Mahaprabhu descendió a Benares. Allí residió en la casa de Candrasekara y tomaba Su bhiksa (comida) diaria en la casa de Tapana Misra. Fue aquí que Sanatana Gosvami se unió a Él y durante dos meses recibió instrucciones acerca de temas espirituales. Los biógrafos, en especial Krsnadasa Kaviraja, nos han dado detalles de las enseñanzas que Caitanya les impartió a Rupa y Sanatana. Krsnadasa no fue un escritor contemporáneo, pero recabó información de los propios Gosvamis, los discípulos directos de Mahaprabhu. Jiva Gosvami, que era sobrino de Sanatana y Rupa, y quien nos ha dejado su invaluable obra El Sat-sandarbha, ha filosofado acerca de los preceptos de su gran guía. Nosotros hemos recogido los preceptos de Caitanya de los libros de esos grandes escritores.
Mientras se encontraba en Benares, Caitanya sostuvo una entrevista con los sannyasis eruditos de ese pueblo en la casa de un brahmana maratha que había invitado a todos los sannyasis a fin de atenderlos. En esta entrevista, Caitanya hizo un milagro que cautivó a todos los sannyasis y posteriormente tuvo una conversación con ellos. Los sannyasis estaban encabezados por su muy erudito líder, Prakasananda Sarasvati. Después de una corta controversia, ellos se entregaron a Mahaprabhu y admitieron que habían sido desencaminados por los comentarios de Sankaracarya. Incluso a eruditos entendidos les resultaba imposible oponerse a Caitanya por mucho tiempo, ya que había cierto encanto en Él que les tocaba el corazón y los hacía llorar debido al perfeccionamiento espiritual que experimentaban ante Su presencia. Los sannyasis de Benares pronto cayeron a los pies de Caitanya y le pidieron Su gracia (krpa). Caitanya les predicó entonces el bhakti puro e infundió en sus corazones el amor espiritual por Krishna, lo cual los obligó a abandonar sus sentimientos sectarios. Al oír de esta maravillosa conversión de los sannyasis, toda la población de Benares se volvió vaisnava y ejecutaron un sankirtana excelente con su nuevo Señor. Después de enviar a Sanatana a Vrndavana, Mahaprabhu fue a Puri de nuevo, a través de la jungla, con Su compañero Balabhadra. Balabhadra informó que Mahaprabhu había hecho una gran cantidad de milagros en camino a Puri, tales como el de hacer que los tigres y los elefantes bailaran al oír el nombre de Krishna.
A partir de entonces, es decir desde Sus 31 años, Mahaprabhu vivió continuamente en Puri, en la casa de Kasi Misra, hasta Su desaparición a los cuarenta y ocho años, en el momento en que se realizaba sankirtana en el templo de Tota-gopinatha. Durante estos 18 años, Su vida fue de amor profundo y devoción. Él estaba rodeado por numerosos seguidores, todos los cuales eran vaisnavas del más alto orden, que se distinguían de la gente común por su carácter inmaculado, su conocimiento, firme adherencia a los principios religiosos y amor espiritual por Radha-Krishna.
Svarupa Damodara, que había sido conocido con el nombre de Purusottamacarya durante el tiempo en que Mahaprabhu estaba en Nadia, se unió a Él procedente de Benares y aceptó prestar servicio como Su secretario. Ninguna obra de poeta o filósofo alguno podía presentarse ante Mahaprabhu a menos que Svarupa la hubiera aprobado como pura y útil. Raya Ramananda era su segundo compañero, y tanto él como Svarupa cantaban mientras Mahaprabhu expresaba Sus sentimientos acerca de un cierto punto de la adoración. Paramananda Puri era Su ministro en asuntos religiosos. Existen cientos de anécdotas que Sus biógrafos relatan, pero que no consideramos oportuno reproducir aquí. Mahaprabhu dormía poco. Sus sentimientos lo llevaron por todas partes del firmamento de la espiritualidad cada día y cada noche, y todos sus admiradores y seguidores lo observaban durante todo ese tiempo. Él adoraba, se comunicaba con Sus misioneros en Vrndavana y conversaba con aquellos hombres religiosos que llegaban a visitarlo. Cantaba y bailaba y no se preocupaba de Sí Mismo, y a menudo Se perdía en la beatitud religiosa. Todo el que iba a Él lo consideraba el supremamente hermoso Dios que había aparecido en el infierno para beneficio de la humanidad. Él siempre amó a Su madre, y de vez en cuando le enviaba maha-prasada con aquellos que iban a Nadia. Él era sumamente afable por naturaleza y era la humildad personificada. Su dulce aspecto animaba a todo el que se ponía en contacto con Él. Él designó a Prabhu Nityananda como el misionero encargado de Bengal, y envió a seis discípulos (Gosvamis) a Vrndavana a predicar. Él castigó a todos Sus discípulos que se apartaron de una vida santa. Esto lo hizo muy marcadamente en el caso de Haridasa el menor. Él nunca dejó de darles las instrucciones apropiadas para sus vidas a aquellos que lo solicitaban, esto se verá en Sus enseñanzas a Raghunatha Dasa Gosvami. Su trato hacia Haridasa (el mayor) muestra cómo amaba a los hombres espirituales y Su abierto desafío a la distinción de castas.
LAS ENSEÑANZAS DEL SEÑOR CHAITANYA
Entre las enseñanzas del Señor Caitanya que se presentan aquí y las que el Señor Krishna da en El Bhagavad-gita, no hay ninguna diferencia. Las enseñanzas del Señor Caitanya son demostraciones prácticas de las enseñanzas del Señor Krishna. La instrucción final que el Señor Krishna da en El Bhagavad-gita es que todo el mundo debe entregarse a Él, Sri Krishna. Krishna promete hacerse cargo de inmediato del alma que así se le entregue.
El Señor, la Suprema Personalidad de Dios, ya está a cargo del mantenimiento de esta creación mediante Su expansión plenaria, Ksirodakasayi Visnu, pero ese mantenimiento no es directo. Sin embargo, cuando el Señor dice que se hace cargo de Su devoto puro, lo hace en verdad de un modo directo. Un devoto puro es un alma que siempre está entregada al Señor, tal como un niño está entregado a sus padres o un animal a su amo. En el proceso de entrega uno debe: (1) aceptar todo lo que sea favorable para el desempeño del servicio devocional, (2) rechazar todo lo que sea desfavorable para ello, (3) creer firmemente en la protección el Señor, (4) sentir que depende exclusivamente de la misericordia del Señor, (5) no tener ningún interés aparte del interés del Señor, y (6) ser siempre manso y humilde.
El Señor exige que uno se entregue a Él siguiendo esos seis principios, pero los supuestos eruditos del mundo, que son poco inteligentes, malinterpretan esas exigencias y exhortan a la generalidad de la gente a rechazarlas. En la conclusión del Noveno Capítulo de El Bhagavad-gita (9.34), el Señor Krishna dice de manera directa: “Siempre ocupa tu mente en pensar en Mí, vuélvete devoto Mío, ofréceme reverencias y adórame a Mí. Estando completamente absorto en Mí, es seguro que vendrás a Mí”. Sin embargo, los demonios eruditos desencaminan a las masas dirigiéndolas hacia la verdad impersonal, no manifiesta, eterna e innaciente, en lugar de dirigirlas hacia la Suprema Personalidad de Dios. Los filósofos impersonalistas mayavadis no aceptan que la Suprema Personalidad de Dios es el aspecto máximo de la Verdad Absoluta. Si uno desea entender al Sol tal como es, debe acercarse primero a la luz del Sol, luego al globo solar, y después de entrar en el globo, ir a ver cara a cara a la deidad regente del Sol. Debido a un escaso conocimiento, los filósofos mayavadis no pueden ir más allá de la refulgencia Brahman, que se dice que es como la luz del Sol. Los Upanisads confirman que uno tiene que atravesar la deslumbrante refulgencia del Brahman antes de poder ver la verdadera cara de la Personalidad de Dios.
El Señor Caitanya enseña, por consiguiente, la adoración directa del Señor Krishna, quien apareció como hijo adoptivo del rey de Vraja. Él también señala que el lugar conocido como Vrndavana es igual que el Señor Krishna, porque no hay diferencia entre el propio Señor Krishna y el nombre, la
naturaleza, la forma, los pasatiempos, el séquito y los enseres del Señor Krishna. Ésa es la naturaleza absoluta de la Verdad Absoluta.
El Señor Caitanya recomendó, además, el método de adoración practicado por las doncellas de Vraja, diciendo que era la forma más elevada de adorar en la máxima etapa de la perfección. Esas doncellas (las gopis, o pastorcillas de vacas) simplemente amaban a Krishna sin que las motivara una ganancia material o espiritual. Caitanya también recomendó El Srimad-Bhagavatam como la exposición inmaculada del conocimiento trascendental, y señaló que la máxima meta de la vida humana es la de llegar a manifestar amor puro por Krishna, la Suprema Personalidad de Dios.
Las enseñanzas del Señor Caitanya son idénticas a las que impartió el Señor Kapila, el expositor original del sankya-yoga, el sistema sankhya de filosofía. Este sistema autorizado de yoga recomienda meditar en la forma trascendental del Señor. No hay ninguna posibilidad de meditar en algo vacío o impersonal. Uno puede meditar en la forma trascendental del Señor Visnu incluso sin tener que practicar complicadas posturas del cuerpo. Esa clase de meditación se denomina samadhi perfecto. Este samadhi perfecto se confirma al final del Sexto Capítulo de El Bhagavad-gita (6.47), en donde el Señor Krishna dice: “Y de todos los yogis, aquel que tiene una gran fe y que siempre se refugia en Mí, piensa en Mí y me presta un amoroso servicio trascendental, es el que está más íntimamente unido a Mí por medio del yoga, y es el más elevado de todos. Ésa es Mi opinión”.
El Señor Caitanya instruyó a las masas en la filosofía sankhya de acintya-bhedabheda-tattva, que sostiene que el Señor Supremo es idéntico a Su creación y simultáneamente diferente de ella. El Señor Caitanya enseñó esta filosofía a través del canto del santo nombre del Señor. Él enseñó que el santo nombre del Señor es la encarnación sonora del Señor, y que, como el Señor es el todo absoluto, no hay diferencia entre Su santo nombre y Su forma trascendental. Así pues, mediante el canto del santo nombre del Señor, uno puede relacionarse directamente con el Señor Supremo por medio del sonido. A medida que uno practica ese canto, pasa por tres etapas de desarrollo: la etapa ofensiva, la etapa de aclaración y la etapa trascendental. En la etapa ofensiva, puede que uno desee toda clase de felicidad material, pero en la segunda etapa uno se limpia de toda contaminación material. Cuando uno se sitúa en la etapa trascendental, alcanza la posición más elevada de todas: la etapa en la que se ama a Dios. El Señor Caitanya enseñó que ésa es la máxima etapa de la perfección para los seres humanos.
La práctica del yoga tiene esencialmente por objeto el controlar los sentidos. El principal factor controlador de todos los sentidos lo constituye la mente; por lo tanto, en primer lugar uno tiene que practicar el controlar la mente ocupándola en el proceso de conciencia de Krishna. Las actividades burdas de la mente se expresan a través de los sentidos externos, ya sea para la adquisición de conocimiento, o para que los sentidos funcionen de conformidad con la voluntad. Las actividades sutiles de la mente son pensar, sentir y desear. Según el estado de conciencia que tenga el individuo, o bien se encuentra contaminado, o bien está limpio. Si la mente está fija en Krishna (en Su nombre, naturaleza, forma, pasatiempos, séquito y enseres), todas las actividades de uno —tanto las sutiles como las burdas— se vuelven favorables.
El proceso de El Bhagavad-gita para purificar la conciencia consiste en fijar la mente en Krishna de la siguiente manera: hablando de Sus actividades trascendentales, limpiando Su templo, yendo a Su templo, viendo Su hermosa y trascendental forma bellamente adornada, escuchando hablar de Sus glorias trascendentales, saboreando la comida que se le ha ofrecido, relacionándose con sus devotos, oliendo las flores y las hojas de tulasi que se le han ofrecido, ocupándose en actividades que vayan en provecho de Él, etc.. Nadie puede detener las actividades de la mente y de los sentidos, pero uno las puede purificar por medio de un cambio de conciencia. Ese cambio se indica en El Bhagavad-gita (2.39), cuando Krishna le habla a Arjuna acerca del conocimiento del yoga mediante el cual uno puede trabajar sin resultados fruitivos. “¡Oh, hijo de Prtha!, cuando actúes con esa clase de conocimiento, podrás liberarte del cautiverio de las obras”. Al ser humano se le restringe a veces la complacencia de los sentidos debido a ciertas circunstancias, tales como enfermedades, etc., pero eso no es lo que se prescribe. Como los hombres poco inteligentes no conocen el verdadero proceso mediante el cual la mente y los sentidos pueden llegar a controlarse, o bien tratan a la fuerza de detener la mente y los sentidos, o bien ceden a ellos y se dejan llevar por las olas de la complacencia sensual.
Los principios regulativos, las reglas del yoga, las diversas posturas del cuerpo y los diversos ejercicios respiratorios que se realizan en un intento de apartar los sentidos de sus objetos, son métodos dirigidos a aquellos que están demasiado sumidos en el concepto corporal de la vida. El hombre inteligente que tiene conciencia de Krishna no trata de impedir a la fuerza que sus sentidos actúen, sino que más bien los ocupa en el servicio de Krishna. Con dejar inactivo a un niño, nadie puede hacer que no juegue; se puede lograr que el niño deje de hacer tonterías si se lo ocupa en actividades superiores. La restricción forzada de las actividades de los sentidos mediante los ocho principios del yoga, es algo que se recomienda para hombres inferiores. Cuando los hombres inferiores se dedican a las actividades superiores del proceso de conciencia de Krishna, se apartan naturalmente de las actividades inferiores de la existencia material.
El Señor Caitanya enseña de esa manera la ciencia de conciencia de Krishna. Esa ciencia es absoluta. Los áridos especuladores mentales tratan de no caer en el apego material, pero por lo general se observa que la mente es demasiado fuerte como para ser controlada, y los arrastra hacia las actividades sensuales. La persona que tiene conciencia de Krishna no corre ese riesgo. Uno tiene que ocupar la mente y los sentidos en actividades en conciencia de Krishna, y el Señor Caitanya nos enseña la manera de hacer eso en la práctica. Antes de que el Señor Caitanya adoptara sannyasa (la orden de renuncia), se lo conocía como Visvambhara. La palabra visvambhara se refiere a aquel que mantiene el universo entero y que dirige a todas las entidades vivientes. Ese sustentador y líder apareció como el Señor Sri Krishna Caitanya para darle a la humanidad estas sublimes enseñanzas. El Señor Caitanya es el maestro ideal de las necesidades primordiales de la vida. Él es el más munífico en otorgar el amor de Krishna, y es el depósito completo de toda misericordia y buena fortuna. Como se confirma en El Srimad-Bhagavatam y en los Upanisads, Él es la Suprema Personalidad de Dios, el propio Krishna, y es digno de la adoración de todos en esta era de desavenencia. Todo el mundo puede unirse a Su movimiento de sankirtana. No se requiere de ninguna capacitación previa. Por el solo hecho de seguir Sus enseñanzas, cualquiera puede convertirse en un ser humano perfecto. Si uno tiene la gran fortuna de verse atraído por Sus cualidades, es seguro que tendrá éxito en la misión de la vida. En otras palabras, aquellos que están interesados en alcanzar la existencia espiritual, pueden liberarse fácilmente de las garras de maya por la gracia de Señor Caitanya. Las enseñanzas que se presentan en este libro no son diferentes del Señor.
Como el alma condicionada está absorta en el cuerpo material, aumenta las páginas de la historia con toda clase de actividades materiales. Las enseñanzas del Señor Caitanya pueden ayudar a la sociedad humana a detener todas esas actividades innecesarias y temporales. Mediante estas enseñanzas, la humanidad puede ser elevada al plano más alto de la actividad espiritual. Esas actividades espirituales comienzan de hecho después de uno liberarse del cautiverio material. Esa clase de actividades liberadas que se realizan con conciencia de Krishna, constituyen la meta de la perfección humana. El prestigio falso que uno adquiere al intentar dominar la naturaleza material es ilusorio. Con las enseñanzas del Señor Caitanya se puede adquirir un conocimiento iluminador y, mediante ese conocimiento, uno puede adelantar en la existencia espiritual. Todo el mundo tiene que sufrir o gozar con los frutos de su actividad; nadie puede detener las leyes de la naturaleza material que gobiernan esas cosas. Mientras uno se dedique a la actividad fruitiva, es seguro que verá frustrado su intento de alcanzar la máxima meta de la vida. Espero sinceramente que con el estudio de las enseñanzas del Señor Caitanya, la sociedad humana perciba una nueva luz de vida espiritual que le abra el campo de la actividad al alma pura. om tat sat
A.C. Bhaktivedanta Swami
14 de Marzo de 1968
Entre las enseñanzas del Señor Caitanya que se presentan aquí y las que el Señor Krishna da en El Bhagavad-gita, no hay ninguna diferencia. Las enseñanzas del Señor Caitanya son demostraciones prácticas de las enseñanzas del Señor Krishna. La instrucción final que el Señor Krishna da en El Bhagavad-gita es que todo el mundo debe entregarse a Él, Sri Krishna. Krishna promete hacerse cargo de inmediato del alma que así se le entregue.
El Señor, la Suprema Personalidad de Dios, ya está a cargo del mantenimiento de esta creación mediante Su expansión plenaria, Ksirodakasayi Visnu, pero ese mantenimiento no es directo. Sin embargo, cuando el Señor dice que se hace cargo de Su devoto puro, lo hace en verdad de un modo directo. Un devoto puro es un alma que siempre está entregada al Señor, tal como un niño está entregado a sus padres o un animal a su amo. En el proceso de entrega uno debe: (1) aceptar todo lo que sea favorable para el desempeño del servicio devocional, (2) rechazar todo lo que sea desfavorable para ello, (3) creer firmemente en la protección el Señor, (4) sentir que depende exclusivamente de la misericordia del Señor, (5) no tener ningún interés aparte del interés del Señor, y (6) ser siempre manso y humilde.
El Señor exige que uno se entregue a Él siguiendo esos seis principios, pero los supuestos eruditos del mundo, que son poco inteligentes, malinterpretan esas exigencias y exhortan a la generalidad de la gente a rechazarlas. En la conclusión del Noveno Capítulo de El Bhagavad-gita (9.34), el Señor Krishna dice de manera directa: “Siempre ocupa tu mente en pensar en Mí, vuélvete devoto Mío, ofréceme reverencias y adórame a Mí. Estando completamente absorto en Mí, es seguro que vendrás a Mí”. Sin embargo, los demonios eruditos desencaminan a las masas dirigiéndolas hacia la verdad impersonal, no manifiesta, eterna e innaciente, en lugar de dirigirlas hacia la Suprema Personalidad de Dios. Los filósofos impersonalistas mayavadis no aceptan que la Suprema Personalidad de Dios es el aspecto máximo de la Verdad Absoluta. Si uno desea entender al Sol tal como es, debe acercarse primero a la luz del Sol, luego al globo solar, y después de entrar en el globo, ir a ver cara a cara a la deidad regente del Sol. Debido a un escaso conocimiento, los filósofos mayavadis no pueden ir más allá de la refulgencia Brahman, que se dice que es como la luz del Sol. Los Upanisads confirman que uno tiene que atravesar la deslumbrante refulgencia del Brahman antes de poder ver la verdadera cara de la Personalidad de Dios.
El Señor Caitanya enseña, por consiguiente, la adoración directa del Señor Krishna, quien apareció como hijo adoptivo del rey de Vraja. Él también señala que el lugar conocido como Vrndavana es igual que el Señor Krishna, porque no hay diferencia entre el propio Señor Krishna y el nombre, la
naturaleza, la forma, los pasatiempos, el séquito y los enseres del Señor Krishna. Ésa es la naturaleza absoluta de la Verdad Absoluta.
El Señor Caitanya recomendó, además, el método de adoración practicado por las doncellas de Vraja, diciendo que era la forma más elevada de adorar en la máxima etapa de la perfección. Esas doncellas (las gopis, o pastorcillas de vacas) simplemente amaban a Krishna sin que las motivara una ganancia material o espiritual. Caitanya también recomendó El Srimad-Bhagavatam como la exposición inmaculada del conocimiento trascendental, y señaló que la máxima meta de la vida humana es la de llegar a manifestar amor puro por Krishna, la Suprema Personalidad de Dios.
Las enseñanzas del Señor Caitanya son idénticas a las que impartió el Señor Kapila, el expositor original del sankya-yoga, el sistema sankhya de filosofía. Este sistema autorizado de yoga recomienda meditar en la forma trascendental del Señor. No hay ninguna posibilidad de meditar en algo vacío o impersonal. Uno puede meditar en la forma trascendental del Señor Visnu incluso sin tener que practicar complicadas posturas del cuerpo. Esa clase de meditación se denomina samadhi perfecto. Este samadhi perfecto se confirma al final del Sexto Capítulo de El Bhagavad-gita (6.47), en donde el Señor Krishna dice: “Y de todos los yogis, aquel que tiene una gran fe y que siempre se refugia en Mí, piensa en Mí y me presta un amoroso servicio trascendental, es el que está más íntimamente unido a Mí por medio del yoga, y es el más elevado de todos. Ésa es Mi opinión”.
El Señor Caitanya instruyó a las masas en la filosofía sankhya de acintya-bhedabheda-tattva, que sostiene que el Señor Supremo es idéntico a Su creación y simultáneamente diferente de ella. El Señor Caitanya enseñó esta filosofía a través del canto del santo nombre del Señor. Él enseñó que el santo nombre del Señor es la encarnación sonora del Señor, y que, como el Señor es el todo absoluto, no hay diferencia entre Su santo nombre y Su forma trascendental. Así pues, mediante el canto del santo nombre del Señor, uno puede relacionarse directamente con el Señor Supremo por medio del sonido. A medida que uno practica ese canto, pasa por tres etapas de desarrollo: la etapa ofensiva, la etapa de aclaración y la etapa trascendental. En la etapa ofensiva, puede que uno desee toda clase de felicidad material, pero en la segunda etapa uno se limpia de toda contaminación material. Cuando uno se sitúa en la etapa trascendental, alcanza la posición más elevada de todas: la etapa en la que se ama a Dios. El Señor Caitanya enseñó que ésa es la máxima etapa de la perfección para los seres humanos.
La práctica del yoga tiene esencialmente por objeto el controlar los sentidos. El principal factor controlador de todos los sentidos lo constituye la mente; por lo tanto, en primer lugar uno tiene que practicar el controlar la mente ocupándola en el proceso de conciencia de Krishna. Las actividades burdas de la mente se expresan a través de los sentidos externos, ya sea para la adquisición de conocimiento, o para que los sentidos funcionen de conformidad con la voluntad. Las actividades sutiles de la mente son pensar, sentir y desear. Según el estado de conciencia que tenga el individuo, o bien se encuentra contaminado, o bien está limpio. Si la mente está fija en Krishna (en Su nombre, naturaleza, forma, pasatiempos, séquito y enseres), todas las actividades de uno —tanto las sutiles como las burdas— se vuelven favorables.
El proceso de El Bhagavad-gita para purificar la conciencia consiste en fijar la mente en Krishna de la siguiente manera: hablando de Sus actividades trascendentales, limpiando Su templo, yendo a Su templo, viendo Su hermosa y trascendental forma bellamente adornada, escuchando hablar de Sus glorias trascendentales, saboreando la comida que se le ha ofrecido, relacionándose con sus devotos, oliendo las flores y las hojas de tulasi que se le han ofrecido, ocupándose en actividades que vayan en provecho de Él, etc.. Nadie puede detener las actividades de la mente y de los sentidos, pero uno las puede purificar por medio de un cambio de conciencia. Ese cambio se indica en El Bhagavad-gita (2.39), cuando Krishna le habla a Arjuna acerca del conocimiento del yoga mediante el cual uno puede trabajar sin resultados fruitivos. “¡Oh, hijo de Prtha!, cuando actúes con esa clase de conocimiento, podrás liberarte del cautiverio de las obras”. Al ser humano se le restringe a veces la complacencia de los sentidos debido a ciertas circunstancias, tales como enfermedades, etc., pero eso no es lo que se prescribe. Como los hombres poco inteligentes no conocen el verdadero proceso mediante el cual la mente y los sentidos pueden llegar a controlarse, o bien tratan a la fuerza de detener la mente y los sentidos, o bien ceden a ellos y se dejan llevar por las olas de la complacencia sensual.
Los principios regulativos, las reglas del yoga, las diversas posturas del cuerpo y los diversos ejercicios respiratorios que se realizan en un intento de apartar los sentidos de sus objetos, son métodos dirigidos a aquellos que están demasiado sumidos en el concepto corporal de la vida. El hombre inteligente que tiene conciencia de Krishna no trata de impedir a la fuerza que sus sentidos actúen, sino que más bien los ocupa en el servicio de Krishna. Con dejar inactivo a un niño, nadie puede hacer que no juegue; se puede lograr que el niño deje de hacer tonterías si se lo ocupa en actividades superiores. La restricción forzada de las actividades de los sentidos mediante los ocho principios del yoga, es algo que se recomienda para hombres inferiores. Cuando los hombres inferiores se dedican a las actividades superiores del proceso de conciencia de Krishna, se apartan naturalmente de las actividades inferiores de la existencia material.
El Señor Caitanya enseña de esa manera la ciencia de conciencia de Krishna. Esa ciencia es absoluta. Los áridos especuladores mentales tratan de no caer en el apego material, pero por lo general se observa que la mente es demasiado fuerte como para ser controlada, y los arrastra hacia las actividades sensuales. La persona que tiene conciencia de Krishna no corre ese riesgo. Uno tiene que ocupar la mente y los sentidos en actividades en conciencia de Krishna, y el Señor Caitanya nos enseña la manera de hacer eso en la práctica. Antes de que el Señor Caitanya adoptara sannyasa (la orden de renuncia), se lo conocía como Visvambhara. La palabra visvambhara se refiere a aquel que mantiene el universo entero y que dirige a todas las entidades vivientes. Ese sustentador y líder apareció como el Señor Sri Krishna Caitanya para darle a la humanidad estas sublimes enseñanzas. El Señor Caitanya es el maestro ideal de las necesidades primordiales de la vida. Él es el más munífico en otorgar el amor de Krishna, y es el depósito completo de toda misericordia y buena fortuna. Como se confirma en El Srimad-Bhagavatam y en los Upanisads, Él es la Suprema Personalidad de Dios, el propio Krishna, y es digno de la adoración de todos en esta era de desavenencia. Todo el mundo puede unirse a Su movimiento de sankirtana. No se requiere de ninguna capacitación previa. Por el solo hecho de seguir Sus enseñanzas, cualquiera puede convertirse en un ser humano perfecto. Si uno tiene la gran fortuna de verse atraído por Sus cualidades, es seguro que tendrá éxito en la misión de la vida. En otras palabras, aquellos que están interesados en alcanzar la existencia espiritual, pueden liberarse fácilmente de las garras de maya por la gracia de Señor Caitanya. Las enseñanzas que se presentan en este libro no son diferentes del Señor.
Como el alma condicionada está absorta en el cuerpo material, aumenta las páginas de la historia con toda clase de actividades materiales. Las enseñanzas del Señor Caitanya pueden ayudar a la sociedad humana a detener todas esas actividades innecesarias y temporales. Mediante estas enseñanzas, la humanidad puede ser elevada al plano más alto de la actividad espiritual. Esas actividades espirituales comienzan de hecho después de uno liberarse del cautiverio material. Esa clase de actividades liberadas que se realizan con conciencia de Krishna, constituyen la meta de la perfección humana. El prestigio falso que uno adquiere al intentar dominar la naturaleza material es ilusorio. Con las enseñanzas del Señor Caitanya se puede adquirir un conocimiento iluminador y, mediante ese conocimiento, uno puede adelantar en la existencia espiritual. Todo el mundo tiene que sufrir o gozar con los frutos de su actividad; nadie puede detener las leyes de la naturaleza material que gobiernan esas cosas. Mientras uno se dedique a la actividad fruitiva, es seguro que verá frustrado su intento de alcanzar la máxima meta de la vida. Espero sinceramente que con el estudio de las enseñanzas del Señor Caitanya, la sociedad humana perciba una nueva luz de vida espiritual que le abra el campo de la actividad al alma pura. om tat sat
A.C. Bhaktivedanta Swami
14 de Marzo de 1968
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