1. Su sobriedad en el gasto de dinero
2. No le interesaba en absoluto la opinión pública
3. Gotitas de néctar: El Señor Nṛsiṁhadeva siempre nos protegerá
4. Verdadera magia
5. Śrīla Prabhupāda dijo: Acerca de la distribución de libros
6. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: Acerca del uso del tilaka
7. Personal: Su respuesta en tiempos difíciles
8. Servicio en separación
9. El maestro espiritual únicamente ve el servicio que tú ofreces
10. Lo dejé aplastado
11. Gotitas de néctar: Todos los mosquitos parecen iguales
12. Visita a una cabaña en la montaña
13. Śrīla Prabhupāda dijo: Acerca de la salud
14. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: La rana del pozo
15. Śrīla Prabhupāda cuenta historias cortas
16. Personal - Su inocencia
17. Personal - Su peculiar lenguaje
18. Realizaciones - ¿No comprendes que quiero que hagas algo útil?
19. Realizaciones - Prabhupāda, el más grande revolucionario
20. Como liberarse del miedo
21. Gotitas de néctar - Rasagullā hecha en Inglaterra
22. "El Tazón de Kṛṣṇa". Sus cerebros no están claros
23. Siempre endeudados, siempre ocupados
24. Acerca del matrimonio
25. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: Un doctor y su aprendiz
26. Śrīla Prabhupāda cuenta historias cortas
27. Su canto
28. Abandonar a Śrīla Prabhupāda es la más grande pérdida
29. El prasāda de Piśimā (su hermana)
30. Renuncia en la utilización - yukta-vairāgya
31. Gotitas de néctar - Debes completar las dieciséis rondas diarias
32. Gotitas de néctar - Ese es el prejuicio de tu cuerpo
33. Śrīla Prabhupāda: Acerca del cristianismo
34. Śrīla Prabhupāda cuenta historias
35. Personal - Su indiferencia y desapego
36. Realizaciones: Prabhupāda no se ha ido
37. Demasiada especulación sobre la Biblia no es conveniente
38. Ve por todas partes y predica
39. Gotitas de néctar - Debes rezar para que Kṛṣṇa te siga enredando
40. Gotitas de néctar - Mantra, dormir, mantra, dormir —rió Prabhupāda
41. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre la lectura de sus libros y volverse fuerte siguiendo los principios
42. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: ¡En el infierno no hay periódicos!
43. Personal: Sus ojos
44. Realizaciones: Prabhupāda se relacionaba conmigo del mismo modo en que yo me relacionaba con él
45. Prabhupāda tenía la capacidad de conocer la mente de sus discípulos
46. Amor significa hacer servicio
47. La conciencia de Kṛṣṇa está por encima de la astrología
48. Gotitas de néctar: "No existe separación entre yo y Kṛṣṇa"
49. Śrīla Prabhupāda cuenta historias cortas
50. El sello personal de Prabhupāda en ISKCON
1. Su sobriedad en el gasto de dinero
Se encontraba Śrīla Prabhupāda en Bombay cuando llegaron discípulos visitantes de Vṛndāvana y Māyāpura simultáneamente. Esto ocurrió durante el período de construcción de los templos de ambos lugares, de manera que Prabhupāda comprendió que los devotos estaban viniendo a solicitar dinero. Ellos, por su parte, sabían que Prabhupāda los estaba esperando y que les pediría resultados sobre estos importantes proyectos de construcción.
Pero cuando sus discípulos lo visitaban desde lugares apartados, Prabhupāda, siguiendo la etiquetavaiṣṇava, les daba primero la bienvenida. Prabhupāda había dicho que su misión era como declarar la guerra amāyā, y por ello recibía a sus propios soldados del campo de batalla con algunas dulces palabras de aliento. Les preguntó si habían tomado prasāda y les sugirió que tal vez quisieran descansar un poco. Al menos durante unos minutos, los problemas urgentes se dejaron de lado mientras los discípulos de Prabhupāda gozaban con la dulzura de su darśana y su amable bienvenida.
Sin embargo, cuando Prabhupāda preguntó al fin a Gargamuni y a Jayapatākā el motivo de su visita, éstos dijeron que necesitaban 150.000 rupias para continuar con la construcción de sus respectivos proyectos.
—¡Pero si les acabo de dar! —dijo Prabhupāda—. Siempre están pidiendo dinero, pero ¿cuándo van a terminar?—. Los discípulos permanecieron en silencio mientras Prabhupāda preguntaba y criticaba sus demandas. Surabhi Swami se puso nervioso y pensó: «Si no pueden conseguir ni 150.000 para Māyāpura, ¿qué dirá Prabhupāda cuando me oiga pidiendo 250.000?».
Prabhupāda argumentó que ni en Vṛndāvana ni en Māyāpura se estaba colectando lo suficiente y que sin embargo venían regularmente a pedirle dinero. Después de hablar durante un rato, Prabhupāda acordó dar 70.000 rupias a los hombres de Māyāpura, los cuales aceptaron agradecidos.
—Bien, Surabhi Prabhu —dijo Prabhupāda—, ¿qué puedo hacer por ti?
Surabhi tenía preparada una presentación más sistemática, habiendo hecho una lista de todo lo que se necesitaba para llevar adelante la construcción de Vṛndāvana.
Tras escuchar atentamente, Prabhupāda preguntó:
—¿Y a cuánto asciende el total?
—A dos lakhs y medio, Śrīla Prabhupāda [que equivalen a 25.000 dólares aproximadamente].
Entonces Prabhupāda se volvió hacia su secretario y le pidió que extendiera un cheque por dos lakhs y medio, y así cada uno de los devotos obtuvo su cheque. Surabhi estaba a punto de dejar la habitación cuando Prabhupāda lo llamó.
—¿Cuánto cuesta en Vṛndāvana el alquiler de un ricksha, ida y vuelta desde nuestro templo hasta el Banco de Punjab?—. Surabhi respondió que alrededor de 1,25 rupias.
Luego Prabhupāda se dirigió a su secretario.
—Brahmānanda, ¿cuánto cuesta enviar un carta certificada de Bombay a Vṛndāvana?—. La respuesta fue que setenta y cinco paisas (centavos de rupia). Entonces Śrīla Prabhupāda volvió a tomar el talón de Surabhi y dijo:
—Enviaremos el cheque por correo.
De manera que sólo para ahorrar cincuenta paisas de una cantidad de dos lakhs y medio de rupias, Prabhupāda prefirió mandar el cheque a su cuenta corriente en lugar de que Surabhi lo llevara en mano. Śrīla Prabhupāda estaba dispuesto a gastar lo que fuera necesario para construir sus importantes templos en la India, y sin embargo enseñó a sus discípulos a ahorrar en la medida de lo posible hasta el último céntimo.
Entrevista con Surabhi Swami y Guṇārṇava dāsa
Existen otros muchos ejemplos sobre lo sobrio y cuidadoso que era Śrīla Prabhupāda cuando gastaba su dinero en la India. Le preocupaba que sus discípulos de Occidente fueran engañados constantemente por los hindúes. Incluso hoy en día, aquellos que fueron entrenados por Prabhupāda en la India practican esta austeridad de ahorrar dinero de cualquier manera posible. En Occidente, sobre todo en América, Śrīla Prabhupāda no intentó introducir la misma rigidez en cuanto a los gastos. Estas diferencias de aplicación nos podrían llevar a la duda de si las actividades y enseñanzas de Prabhupāda tienen que ser seguidas de una manera estricta. La respuesta es «sí». Incluso si no podemos llevar a cabo las instrucciones de Prabhupāda en un sentido literal, jamás debemos ignorar el espíritu. Debemos pensar cómo aplicarlas de acuerdo al tiempo y lugar.
Estamos recopilando muchas anécdotas de la vida de Prabhupāda no como un mero entretenimiento para el lector, sino por su valor instructivo. Y las instrucciones de Prabhupāda tampoco eran sólo para que se las aplicara él mismo. En esencia Prabhupāda fue siempre un maestro y su līlā como maestro espiritual llenó siempre sus instrucciones. Como decía Prabhupāda: «Hagan como yo». Aunque algunas de sus actividades están más allá de la imitación, el principal objetivo de esta colección de historias —que pensamos también es el principal objetivo de la vida de Prabhupāda— es dar ejemplos perfectos de la conciencia de Kṛṣṇa para que puedan ser seguidos por los aspirantes a devotos.
2. No le interesaba en absoluto la opinión pública
Cuando en julio de 1972 Śrīla Prabhupāda visitó el templo de Amsterdam, accedió a la propuesta de los devotos de instalar a las Deidades del Señor Jagannātha. Pero a causa de la mala administración de los líderes del templo, el acontecimiento resultó un fracaso. Las cámaras de televisión estaban presentes así como también reporteros de los principales periódicos de la ciudad, y el templo estaba abarrotado de invitados. Pero cuando Prabhupāda entró en la habitación del templo y se sentó para llevar a cabo el yajña, observó que había muchas irregularidades.
—¿Dónde están las frutas y los cereales? —preguntó. El presidente del templo respondió que por error todas las frutas habían sido utilizadas para la ensalada de frutas. Prabhupāda se enfadó.
—¿Dónde están las flores? —preguntó esta vez. La respuesta fue: —Se nos olvidaron.
—¿Quién es el responsable de esto? —inquirió Prabhupāda. En su enojo trascendental, a Prabhupāda no le intimidaba lo más mínimo la presencia de la televisión, los periodistas y los invitados. Le preocupaba más la instalación del Señor Jagannātha (y la incompetencia de sus discípulos).
—Lo cierto, Prabhupāda —tartamudeó el presidente del templo—, es que no siguieron mis instrucciones.
—¡¿Cuáles instrucciones?! —dijo Prabhupāda en voz muy fuerte—. ¿Quién es el responsable de esto? ¿Dónde está ese sinvergüenza?—. Los devotos presentes estaban sobrecogidos a causa de la furia de Prabhupāda, y al ver sus ojos tan abiertos sintieron que era como la ira del Señor Nṛsiṁhadeva.
A pesar de los errores, Prabhupāda siguió adelante con la ceremonia, pero cuando llegó el momento de colocar a las Deidades del Señor Jagannātha en el altar, se hicieron evidentes los grandes errores de cálculo. Los devotos descubrieron de pronto que el altar que habían construido era demasiado pequeño. ¡Las Deidades no cabían! El pūjārī cerró las cortinas mientras media docena de devotos corrían detrás del altar para hacer los arreglos de emergencia. Mientras Śrīla Prabhupāda, los medios de comunicación y el resto del público esperaban, podían escucharse los sonidos de golpes y martilleos que provenían de detrás de las cortinas. El trono entero tuvo que ser desmontado y transportado a una esquina de la sala. Finalmente, las cortinas se abrieron y aparecieron las Deidades sobre un altar improvisado.
Las Deidades habían sido vestidas y decoradas de manera demasiado simple y en el rostro de Prabhupāda se veían claras muestras de desaprobación. Pero tras estas expresiones iniciales de enfado, su ira cedió y comenzó con la ceremonia cantando los mantras y dando una conferencia llena de conciencia de Kṛṣṇa. También entonces concedió la orden de sannyāsa al presidente del templo de Amsterdam. Debido a la gran cantidad de gente, a la falta de ventilación y al calor y el humo que provenían del fuego, la habitación resultaba incómoda para todos. Pero ahora Śrīla Prabhupāda se encontraba por encima de tales incomodidades. En realidad era el único al que parecía no molestarle el humo que llenaba aquel cuarto, por lo que la ceremonia de instalación del Señor Jagannātha en el templo de Amsterdam, siguió adelante.
Entrevista con Hare Kṛṣṇa dāsa
4. Verdadera magia
En septiembre de 1976, un mago de circo visitó el Krishna-Balaram Mandir de Vṛndāvana y le enseñó a Prabhupāda y a los devotos su repertorio de trucos. Cuando Bhagatji, un amigo de Prabhupāda, oyó que éste había aceptado ver al mago, corrió al gurukula y reunió a todos los maestros y alumnos. En pocos minutos, los líderes del templo, los maestros y los niños del gurukula acudieron a la habitación de Prabhupāda para presenciar el espectáculo. Prabhupāda, que se hallaba cómodamente sentado tras su escritorio, le preguntó al mago qué sabía hacer. Éste colocó una moneda en la mano de Prabhupāda, y cuando dijo:—Vete—, la moneda desapareció.
—¿Puede también conseguir dinero? —Prabhupāda rió.
—No —replicó el mago.
—Sólo puede hacer que desaparezca —dijo Śrīla Prabhupāda. Luego el mago sacó unas cajas de cuyas ranuras salieron de pronto diferentes colores. También realizaba juegos con plumas. Tomaba una pluma blanca, la frotaba, tiraba de ella con los dedos y aparecía llena de colores. En varias ocasiones pidió a Śrīla Prabhupāda que le ayudara con sus trucos, haciendo por ejemplo que salieran monedas de sus orejas. Aunque Prabhupāda se reía divertido, algunos de los devotos se sentían incómodos al ver que su maestro espiritual estaba siendo objeto de engaños y trucos. Parecía que Prabhupāda estaba disfrutando, pero después de un rato deliberadamente cambió de humor.
—¿Qué hay de las miserias de la vida? —le preguntó al mago—. ¿Puede hacer que desaparezcan el nacimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte?
El mago replicó sumisamente: —No, no puedo—. Tras decir esto, el mago se sentó y Śrīla Prabhupāda adoptó la posición superior.
—Yo sí puedo hacer que desaparezcan —dijo Śrīla Prabhupāda—. Eso es verdadera magia.
La función había terminado y Śrīla Prabhupāda habló con su sabiduría trascendental al mago y a los devotos allí reunidos. Luego, Śrīla Prabhupāda le regaló al mago una guirnalda y distribuyó dulces entre todos los presentes.
Entrevista con Dhanurdhara Swami y Dvārakādhīśa dāsa
Diario de Hari-śauri dāsa
Él también cuenta que este incidente le dejó una impresión muy fuerte de las cualidades de Prabhupāda. Se dio cuenta de que si no hubiera habido tantos errores en la administración del templo, no habrían habido motivos para que Prabhupāda se encolerizara tanto delante de todos los invitados. Sin embargo, esto también reveló que a Prabhupāda no le importaba tanto la audiencia como el complacer a Kṛṣṇa. Los devotos se dieron cuenta de que a Prabhupāda no le interesaba en absoluto la opinión pública. Esto lo recordarían en sus prédicas cuando comparaban a Prabhupāda con otros gurus. Ahora podían entender mejor que Śrīla Prabhupāda era totalmente diferente a los seudosvāmīs que se mezclan en asuntos públicos y en controversias políticas. Prabhupāda estaba por encima de todo eso como renunciante completamente desapegado. Lo único que le importaba era complacer a Kṛṣṇa y propagar la conciencia de Kṛṣṇa.
3. Gotitas de néctar: El Señor Nṛsiṁhadeva siempre nos protegerá
Gotitas de néctar
A Prabhupāda le gustaba improvisar sesiones de grabación en su habitación del templo de Los Ángeles. Cuando el técnico de grabación, Kṛṣṇakānti dāsa, intentaba programar alguna sesión especial, a menudo Prabhupāda la posponía. Pero cuando en ocasiones, ya fuera por la mañana, por la tarde o por la noche, Prabhupāda decía sin previo aviso: —Vamos a grabar—, los devotos intentaban responder en el acto. Si decían que no tenían los micrófonos adecuados o que el equipo no estaba listo, Prabhupāda respondía: —Entonces graben con lo que tengan—. Nunca parecía preocuparse excesivamente por las cuestiones técnicas ni tampoco quería dedicar demasiado tiempo al asunto.
Cuando sentía deseos de hacerlo, Prabhupāda pedía a algunos devotos que tocaran los karatālas y lamṛdaṅga y comenzaba a cantar. Le gustaba preparar las cosas rápidamente para empezar sin demoras y no le gustaba que se lo interrumpiera. En una ocasión, los devotos se retrasaron al poner en funcionamiento la grabadora y el micrófono, y cuando Prabhupāda comenzó a cantar, tuvieron que interrumpirlo dos veces a causa de dificultades técnicas en el proceso de grabado. Al finalizar la sesión, los devotos descubrieron que la máquina era defectuosa y que no se había grabado nada.
—Esa máquina no sirve para nada —dijo Prabhupāda. Luego, mirando al devoto-técnico añadió—: Y tú tampoco.
Entrevista con Karandhara dāsa
En la época en que no se celebraba Ratha-yātrā en Los Ángeles, los devotos solían viajar en bloque a San Francisco para asistir al Ratha-yātrā de allí. Una mañana Prabhupāda bajó al templo a la hora de siempre y encontró únicamente a los pocos devotos que habían permanecido allí, ya que la mayoría habían salido ya para San Francisco. (Śrīla Prabhupāda viajaría más tarde en avión.) Esa madrugada alguien había lanzado una bomba dentro del templo por la puerta de atrás. La bomba había hecho explosión, sacudiendo el edificio, y algunos devotos se habían cortado con pequeños trozos de cristal.
Prabhupāda se sentó en el vyāsāsana y dijo a los devotos que iba a enseñarles un nuevo mantra. Entonces les enseñó los mantras al Señor Nṛsiṁhadeva, empezando con las palabras namas te narasiṁhāya. Repitió las palabras con ellos varias veces y luego comenzaron a cantarlas juntos.
Prabhupāda comentó en esa ocasión que ahora que su movimiento estaba creciendo los demonios se sentían envidiosos. Dijo que a medida que el movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa aumentara habrían otros ataques, pero que los devotos no debían sentir temor alguno ni dejar por ello de avanzar. Debían cantar estosmantras a Nṛsiṁhadeva.
—El Señor Nṛsiṁhadeva siempre nos protegerá —afirmó. Prabhupāda acordó también que estos mantrasfueran enviados a todos los centros de ISKCON para que los devotos los cantaran.
Entrevista con Karandhara dāsa
5. Śrīla Prabhupāda dijo: Acerca de la distribución de libros
Śrīla Prabhupāda dijo
Acerca de la distribución de libros
La distribución de mis libros es lo más importante. Las otras cosas: vender incienso, discos, etc. no son tan importantes. Deseo que mis libros se distribuyan en grandes cantidades de manera que podamos convencer plenamente a la mayoría de la población, especialmente allí en América. Pero las finanzas también son necesarias. Por lo tanto, para futuras instrucciones dirígete por favor a los hombres del GBC que atenderán cualquier tipo de consulta.
Carta a Vipini dāsa (diciembre 1974)
Una noche, Tamāla Kṛṣṇa Mahārāja fue a ver a Śrīla Prabhupāda para hablar sobre la organización de la venta de libros en la India. Le informó a Prabhupāda que si se organizaban correctamente podrían vender al menos cien mil libros al mes, y con los cinco lakhs que Prabhupāda había prometido, podrían emplear doslakhs y medio para publicar en hindi y en bengalí. Śrīla Prabhupāda se puso muy contento y le dijo:
—Sí; organízalo. Tú tienes experiencia, así que muéstrales cómo se hace. Utiliza ese buen cerebro tuyo. Es un buen negocio. Vende libros, con los beneficios imprime más y mantén los templos.
Entonces Prabhupāda contó la historia de un hombre que quiso ir desde Bengala al Ratha-yātrā de Jagannātha Purī pero que al mismo tiempo deseaba ganar dinero. Para conseguir sus propósitos consiguió unas bananas, se sentó en el lado de la carretera por donde tenía que pasar la carroza del Ratha-yātrā, vendió sus bananas y vio el ratha.
—De ese modo —dijo Prabhupāda— combinó negocios con placer. Nosotros debemos hacer lo mismo.
Diario de Hari-śauri dāsa (16 febrero 1977)
Mi opinión es que en lugar de gastar tanto dinero en películas, deberían emplearlo en la distribución de libros. Cualquier publicidad es buena y nunca se hace en vano, pero la publicidad filmada es muy cara. El éxito es mínimo comparado con el dinero que cuesta. A mí me ocurrió lo mismo cuando al principio anunciaba mis libros en el New York Times. Me cobraban 63 dólares por un espacio muy pequeño. Como resultado obtuve tres solicitudes de información, no pedidos, sino solicitudes de información. Tuve esa experiencia. Para mí entonces 63 dólares era demasiado dinero. Hubo tres solicitudes de información y ni siquiera un pedido. ElNew York Times tiene millones de clientes y millones de lectores, pero yo sólo obtuve tres solicitudes de información.
Paseo de la mañana, Teherán (10 agosto 1976)
El estar casado no debería ser un obstáculo a la hora de distribuir libros. El Señor Caitanya Mahāprabhu tenía muchos discípulos casados que querían predicar conciencia de Kṛṣṇa. He oído que recientemente en el templo de Toronto se distribuyeron muchos Ïśopaniṣads y otros libros. Puedes dedicarte a distribuirlos en tus ratos libres y no tendrás ningún problema. Al mismo tiempo puedes dedicarte a pintar cuadros de Kṛṣṇa. Consagra así todo tu tiempo al servicio de Kṛṣṇa.
Carta a Kṛṣṇa-kathā dāsa (11 febrero 1974)
6. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: Acerca del uso del tilaka
Śrīla Prabhupāda cuenta una historia
Hubo una vez una fábrica en la India donde todos los trabajadores eran hindúes y la mayoría vaiṣṇavas. Los vaiṣṇavas tenían libertad para llevar tilaka al trabajo así como otro tipo de parafernalia vaiṣṇava. Pero al cabo de un tiempo la fábrica cambió de dueño y el nuevo propietario, que era musulmán, declaró que no permitiría que los obreros fueran a trabajar llevando tilaka. Sin embargo, un empleado decidió arriesgarse y depender de Kṛṣṇa y se presentó en el trabajo con su blanco y bien dibujado tilaka vaiṣṇava. Cuando vio a todos los trabajadores reunidos, el propietario musulmán dijo: «Ese devoto que lleva el tilaka es muy valiente, de modo que puede seguir poniéndoselo para venir a trabajar. Pero a todos los demás les está prohibido.»
De esta manera, Prabhupāda animó a los devotos a que no abandonaran innecesariamente los signosvaiṣṇavas. Allí donde la situación lo prohibiera, Prabhupāda decía que no era absolutamente necesario llevartilaka, aunque el devoto debería al menos poner tilaka de agua sobre su cuerpo por la mañana y consagrar su cuerpo con los nombres de Viṣṇu. Pero siempre que la parafernalia estuviera permitida, un devoto no debería abandonar innecesariamente las ropas o el collar de un vaiṣṇava.
Satsvarūpa dāsa Goswami
Esta historia tiene aplicaciones evidentes en la actualidad. En 1966 Śrīla Prabhupāda estaba complacido de que Rūpānuga y Satsvarūpa insistieran en llevar el tilaka vaiṣṇava a sus trabajos en el Departamento de Bienestar Social de la ciudad de Nueva York. Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura deseaba que un día los jueces en los tribunales llevaran el tilaka vaiṣṇava, porque esa sería una muestra de la influencia de la conciencia de Kṛṣṇa en el mundo. Incluso en situaciones de trabajo donde no está permitido llevar tilaka, un devoto debe intentar recordar a Kṛṣṇa de distintas formas mientras trabaja. Esta historia que contó Prabhupāda puede servir para inspirar a todos aquellos devotos que trabajan en lugares controlados por karmīs. De una manera u otra deben seguir siendo devotos.
7. Personal: Su respuesta en tiempos difíciles
Personal
Su respuesta en tiempos difíciles
Śrīla Prabhupāda atravesó muchas dificultades y pasó años difíciles, especialmente durante su vida de casado, con la guerra y las revueltas entre hindúes y musulmanes. También fue penoso para él cuando los miembros de su familia no sólo no cooperaron con su intento de predicar sino que intentaron disuadirlo. Y tampoco fue fácil cuando tuvo que predicar en lugares como las calles de Nueva Delhi en los años cincuenta, solo y sin dinero ni apoyo de persona alguna. En sus primeros años en América, e incluso después y a medida que iba creciendo su movimiento, sufrió graves enfermedades. Además, tuvo que cargar con el enorme peso de su movimiento mundial, especialmente cuando los líderes en quienes delegaba rompían los principios o abandonaban la conciencia de Kṛṣṇa. Tuvo que asumir todas las responsabilidades, la prédica, la dirección y poner fin a los disturbios.
A pesar de las dificultades, Prabhupāda no mostró nunca señales de debilidad ni abandonó jamás las virtuosas cualidades por las que era tan conocido y que tanto amaban los devotos. Nunca dejó de cumplir con su deber en los tiempos difíciles. Durante sus años de casado aceptó la responsabilidad de mantener a su familia, a pesar del esfuerzo que suponía. Y durante sus enfermedades prefería dedicar el tiempo a predicar en lugar de intentar recuperarse. En 1973, en Calcuta, se levantó casi inmediatamente de una grave disentería para asistir al Ratha-yātrā de Londres. En 1976 Prabhupāda se negó a descansar durante algún tiempo en la finca de Pennsylvania porque decía que quería tener la oportunidad, como Arjuna, de luchar siempre por Kṛṣṇa viajando y predicando. El ejemplo que dio a sus seguidores fue que debían estar dispuestos a morir en el campo de batalla antes que abandonar sus puestos, como se predica en la conciencia de Kṛṣṇa.
Prabhupāda no sólo aceptó su deber, sino que soportó las dificultades sin perder jamás la compostura. No tenía miedo; confiaba en Kṛṣṇa. En Nueva Delhi, durante la censura por la guerra en 1971, un periodista que entrevistaba a Prabhupāda le hizo notar que esa era la dura realidad. Prabhupāda le recordó que todos estamos siempre inmersos en la dura realidad. En Nueva York respondió a una pregunta parecida diciendo que siempre estamos en guerra: —Si sales sin abrigo a las calles de Nueva York en pleno invierno, te mueres. ¿No es eso una guerra?
Śrīla Prabhupāda fue siempre un verdadero sādhu. En una ocasión definió a un sādhu como alguien que nunca se lamenta: «Hoy no puedo verte porque no me siento bien». Un sādhu tolera; por ello se dice que estitikṣavaḥ kārunikāḥ: tolerante y misericordioso. En tiempos difíciles Prabhupāda permanecía tranquilo, manteniendo sus sentidos bajo control y predicando sin descanso.
Una señal que evidenciaba que Prabhupāda estaba atravesando alguna dificultad era que se volvía especialmente serio y grave. Esto dio a sus seguidores una comprensión de la verdadera vida espiritual. Su gravedad era más instructiva y reveladora que las inquebrantables sonrisas de los seudo-svāmīs. Śrīla Prabhupāda estaba siempre en contacto con Kṛṣṇa, la fuente de todo placer, y sin embargo la gravedad que Prabhupāda mostraba hacia la naturaleza material era una respuesta personal que transmitía fuerza a sus seguidores. Cuando en una ocasión, por motivos de prédica, entró en un teatro del East Village (de Nueva York) y vio a un grupo amateur de rock bailando sobre el escenario «como monos», Prabhupāda se puso muy serio, aunque más tarde en su habitación recordó el incidente riéndose a carcajadas.
La gravedad de Prabhupāda significaba también que jamás confesaba sus dificultades. Durante un programa de televisión, Śrīla Prabhupāda experimentó un gran malestar bajo los ardientes focos y sin embargo sólo lo mencionó más tarde. Su salud empeoró y una semana después del incidente sufrió palpitaciones y parálisis parcial.
En una ocasión, en la India, uno de los discípulos de Prabhupāda fue varias veces a hablar con Prabhupāda sobre los síntomas de ictericia que mostraba y Prabhupāda le dijo que no debería preocuparse demasiado por su situación material. Un vaiṣṇava «descuida» su propia salud, dijo Prabhupāda, porque no está apegado a su cuerpo.
Cuando Prabhupāda experimentaba dificultades físicas, lo tomaba como una ocasión para aceptar servicio de sus discípulos. Permitía que le dieran masajes y lo cuidaran, pero les advertía que hacer esto en una situación de normalidad resultaría demasiado familiar. Por lo tanto, cuando Prabhupāda experimentaba algún malestar, ponía los medios para que sus discípulos sirvieran al guru con gran esmero. Durante las enfermedades permitía que sus discípulos le dieran masajes regularmente, y ellos lo cuidaban sin descanso y permanecían constantemente a su lado. También hablaban con él sobre los problemas de su movimiento espiritual y aprendían con él a ofrecer sus energías a Kṛṣṇa y a aceptar las dificultades que surgían en la propagación de la conciencia de Kṛṣṇa. Pero si un discípulo pensaba que gracias a sus cuidados estaba salvando la vida a su maestro espiritual, Prabhupāda decía que eso era ofensivo. El guru da servicio, pero el discípulo no debe pensar que con sus atenciones mantiene la salud de su maestro.
Algunas veces Prabhupāda hablaba de sus dificultades. En Toronto, ya en sus últimos años, una vez le ofrecieron un plato de prasāda en una habitación donde se hallaba junto con unos profesores. Él dijo: —No tengo apetito, ni dientes—. Y comentó riendo que sus discípulos estaban obteniendo un buen servicio de él, ya que no comía ni dormía y sin embargo trabajaba.
Śrīla Prabhupāda se enfrentaba siempre a las dificultades como alguien que está protegido por Kṛṣṇa, demostrando que era trascendental a cualquier situación. Y lo mismo decía que debían hacer sus discípulos.
Satsvarūpa dāsa Goswami
8. Servicio en separación
Servicio en separación
Lo mejor del līlā de Prabhupāda es cómo sus devotos lo sirven en separación. De hecho, la mayor parte de los devotos se formaron en la conciencia de Kṛṣṇa en separación, y se mantienen en ella en separación. Y esto sigue siendo así en la actualidad.
El līlā de Prabhupāda es espiritual y eterno. Todos nosotros tenemos diferentes maneras de entender a Prabhupāda. Como representante de Kṛṣṇa, es casi ilimitado. Igual que en la danza rāsa Kṛṣṇa podía bailar con tantas gopīs simultáneamente, Prabhupāda daba también órdenes a todos sus discípulos simultáneamente. Cada uno es único.
Cada uno de nosotros tiene una relación única con Prabhupāda. En mi caso, yo me sentía más cercano a él cuando predicaba en la campaña política. He estado en la misma habitación que Prabhupāda y sin embargo no me he sentido cerca de él. Esto ocurre también muchas veces con asuntos materiales. Un hombre y una mujer, por ejemplo, pueden estar casados y no obstante ser extraños el uno para el otro a causa de la falta de amor. Lo mismo ocurre con Prabhupāda. Podías encontrarle en la misma habitación que él, pero si no le agradabas, lo mismo daba que estuvieras a millones de kilómetros de distancia. De modo que cuando más cerca te encontrabas de él era cuando hacías servicios que eran de su agrado. Y es así como podemos acercarnos cada vez más.
Incluso si alguien no ha estado nunca en la misma habitación con Prabhupāda o jamás ha paseado con él, no importa. Puede conocer a Prabhupāda sirviéndolo. A través del servicio los discípulos obtienen realización espiritual directa; experiencia espiritual directa. Cuando alguien va a saṅkīrtana y distribuye libros, experimenta un gusto superior distribuyendo libros, y esa es la presencia de Prabhupāda. De otro modo, no podría hacerlo. No se trata de una actividad cualquiera como las del mundo material; está experimentando algo que traspasa la envoltura corporal para adentrarse en el alma espiritual. El alma espiritual saborea esta relación. Cuando uno distribuye los libros de Prabhupāda o hace cualquier otro servicio personalmente, está saboreando su relación con él.
Entrevista con Balavanta dāsa Adhikārī
9. El maestro espiritual únicamente ve el servicio que tú ofreces
En octubre de 1972, durante los comienzos del proyecto de Śrīla Prabhupāda en Bombay, Pañcadraviḍa dāsa fue a Vṛndāvana para visitar a Prabhupāda.
Pañcadraviḍa estaba pensando en preguntar a Śrīla Prabhupāda si le permitiría tomar la orden de sannyāsa, pero casi inmediatamente después de saludarlo, antes que pudiera decirle nada, Śrīla Prabhupāda le dijo:
—Sí, ya puedes tomar sannyāsa. Ahora estás cualificado.
Extasiado de felicidad, Pañcadraviḍa comenzó a alabar la labor de prédica de la conciencia de Kṛṣṇa y mencionó a Prahlāda Mahārāja y a Dhruva Mahārāja, los cuales, a pesar de su juventud, conocían bien la filosofía de la conciencia de Kṛṣṇa.
—Sí —dijo Śrīla Prabhupāda dirigiéndose al resto de las personas que se encontraban en la habitación—, este joven Pañcadraviḍa es muy inteligente.
Al escuchar esto, Pañcadraviḍa se puso aún más contento e incluso sintió cierto orgullo.
—¿Cómo va todo en Bombay?— preguntó Prabhupāda.
—No muy bien, Śrīla Prabhupāda —respondió Pañcadraviḍa.
—¿No muy bien? —inquirió Prabhupāda de una manera desafiante. —¿Y a qué se debe eso?
—Es que hay tantas ratas allí, que suponen un verdadero problema.
—Eso significa que no son limpios —contestó Prabhupāda severamente—. Esos son los hábitos de ustedes los americanos. Toman un plato de prasāda, comen la mitad y lo dejan tirado en algún rincón durante seis meses. ¿No es cierto? ¡¿No es cierto?!—. Prabhupāda había gritado las últimas palabras y Pañcadraviḍa estaba confundido. Pero Prabhupāda continuó maceándolo.
—Eso es señal de que no son limpios. Por lo tanto, no están cantando sus rondas.
Pañcadraviḍa respondió en un tono entre confundido y de protesta: —Según tengo entendido, todos los devotos cantan sus rondas.
Śrīla Prabhupāda se dirigió a los demás presentes con visibles muestras de enfado:
—Está sugiriendo que el proceso del Señor Caitanya tiene algún defecto.
—No, no, Śrīla Prabhupāda —balbuceó Pañcadraviḍa.
—En ese caso —respondió Śrīla Prabhupāda— el Señor Caitanya dice: ceto darpaṇa-mārjanam. El canto limpia el corazón. ¿Cómo es posible que estando limpio el interior pueda estar sucio el exterior?—. Pañcadraviḍa se encontraba al borde de las lágrimas viendo el enfado de Prabhupāda.
Pañcadraviḍa no dijo nada más. Comenzó a pensar que Prabhupāda simplemente le estaba viendo algunos de sus defectos. Entendió que había sido demasiado orgulloso y que al criticar el proyecto de Prabhupāda en Bombay estaba queriendo colocarse al mismo nivel que él. Transcurridos unos diez minutos, Pañcadraviḍa ofreció cabizbajo reverencias a su maestro espiritual y se dispuso a abandonar la habitación. Cuando salía, le dijo Prabhupāda:
—Está bien. El maestro espiritual únicamente ve el servicio que tú ofreces; no tus faltas.
Entrevista con Pañcadraviḍa Swami
10. Lo dejé aplastado
Durante el festival de Māyāpura de 1977, un ministro del gobierno visitó a Śrīla Prabhupāda y pronunció un discurso como parte de las actividades que daban paso a la noche.
Antes de salir al escenario, Śrīla Prabhupāda y el ministro fueron a visitar una exposición fotográfica sobre los templos de ISKCON. A medida que recorrían el largo pasillo observando fotografías de las actividades de prédica en casi todos los países del mundo, el propio Śrīla Prabhupāda estaba impresionado por el enorme alcance de ISKCON. En un momento determinado movió la cabeza, se volvió hacia los devotos que lo acompañaban y dijo: —Es inconcebible.
En su discurso de apertura, el ministro sorprendió a la audiencia cuando comenzó a glorificar a Vivekananda como alguien que había ayudado a la humanidad «al igual que lo hicieran encarnaciones de Dios tales como Rāma, Kṛṣṇa y Viṣṇu».
Elogiando someramente al Señor Caitanya, el ministro dijo: —Naturalmente, no sabemos si Caitanya fue realmente una encarnación, pero indudablemente hizo mucho bien—. Antes de finalizar su discurso, el ministro dio muestras de apreciación hacia el movimiento de Prabhupāda diciendo que se estaba propagando gracias a la «fuerza moral» y confiando en que a la larga fuera beneficioso para la humanidad.
Śrīla Prabhupāda había preparado para la ocasión un comentario sobre el Śrīmad-Bhāgavatam y traía consigo su libro y sus gafas de leer. Pero tras oír el discurso del ministro, Prabhupāda habló de un modo muy fuerte. Como su charla fue en bengalí, la mayoría de los devotos no pudieron entenderlo, pero no obstante notaron que estaba refutando una por una todas las especulaciones del invitado oficial.
Esa misma noche, ya en su habitación, Prabhupāda se reía comentando la plática del ministro. Pidió a su sirviente que le trajera la cinta magnetofónica y volvió a escuchar su propio discurso. En un momento determinado, cuando se oyó a sí mismo decir que Vivekananda nunca tuvo discípulos a pesar de toda su propaganda, Śrīla Prabhupāda se rió, dio una palmada, y levantando la vista hacia los devotos que se encontraban en la habitación, exclamó: —Lo dejé aplastado.
Diario de Hari-śauri dāsa
Los devotos se alegraban mucho cada vez que Prabhupāda pisoteaba los argumentos de los ateos y los no devotos. También sabíamos que ese era el espíritu del maestro espiritual de Prabhupāda, Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī, a quien le gustaban los discípulos intrépidos que no transigían. Prabhupāda estableció el ejemplo perfecto, pero en ocasiones también señaló que cuando quisiéramos derrotar a los no devotos, no debíamos imitarlo exactamente, sino que teníamos que encontrar el método más enérgico según el momento y el lugar. En una ocasión, en Nueva York, Prabhupāda visitó a un oficial hindú de las Naciones Unidas que era más joven que él, y Prabhupāda lo reprendió severamente cuando el hombre le habló de su filosofía inventada. Cuando dejó la ONU, ya en el automóvil, uno de los devotos elogió a Prabhupāda: —Prabhupāda, usted le dio un castigo realmente duro a ese hombre—. Él respondió: —Sí, pero ustedes no tienen que hacer lo mismo.
Prabhupāda explicó luego que el modo particular en que había tratado a ese hombre (que era más joven que él y un conciudadano hindú), no era la manera en que uno de los jóvenes discípulos de Prabhupāda debía hacerlo. El discípulo inteligente aprende a seguir al maestro espiritual de modo que sea del agrado de éste. No debemos ser como el necio Aśvatthāmā, que pensó que complacería a Duryodhana llevándole los cadáveres de los hijos de Draupadī.
11. Gotitas de néctar - Todos los mosquitos parecen iguales
Gotitas de néctar
Bhagatji, un conocido de Prabhupāda de Vṛndāvana, entró en una ocasión a la habitación de éste y lo encontró sentado inmóvil y en silencio. Bhagatji se sentó durante largo rato junto a Prabhupāda antes de que él se moviera y advirtiera su presencia.
—Prabhupāda —dijo Bhagatji admirado—, estabas meditando profundamente.
—Ah, sí —asintió Prabhupāda—. Estaba estudiando estos mosquitos. Estaba viendo lo maravillosamente que Kṛṣṇa ha creado estas cosas. Todos los mosquitos parecen iguales, así que les estaba mirando las patas y las alas...
Entrevista con Guṇārṇava dāsa
En enero de 1977 Prabhupāda viajaba de regreso a su templo de Bhubaneswara después de un programa de prédica. Una vez que el conductor hubo puesto el automóvil en marcha, Śrīla Prabhupāda, que se hallaba en el asiento delantero, cerró los ojos para descansar.
Los devotos que permanecían despiertos fueron testigos de pronto de una terrible escena. Primero vieron un grupo de personas sosteniendo a una mujer que lloraba y gritaba echando espuma por la boca, y luego, a unos doscientos metros de allí, lo que quedaba de un hombre, probablemente su marido. El cuerpo yacía de lado en mitad de la carretera. Todas sus ropas estaban desgarradas y la cabeza, un brazo y una pierna habían sido aplastados por un camión. Los devotos se miraron horrorizados pero no dijeron nada para no molestar a Śrīla Prabhupāda.
Más tarde, en su habitación en Bhubaneswar, Prabhupāda comentaba con su sirviente Hari-śauri que las personas en māyā sufren porque se identifican con el cuerpo. Hari-śauri mencionó el incidente del cadáver en la carretera y le contó lo que habían visto y cómo el hombre había muerto minutos antes de que ellos pasaran con el coche. Al oír esto, Śrīla Prabhupāda abrió los ojos sorprendido y dijo: —¡Acchā!--. Luego comentó: —Y sin embargo un cuerpo muerto no es diferente de cualquier otro montón de materia. Únicamente porque identificamos al ser viviente con la materia es para nosotros un duro golpe verlo hecho trizas.
Diario de Hari-śauri (31 enero 1977)
12. Visita a una cabaña en la montaña
Śrīla Prabhupāda viajó en avión junto con algunos de sus discípulos a un sitio en el sur de la India. En el aeropuerto, que no era más que una pequeña choza, los estaban esperando el Sr. H., su hermano y su familia. Tanto el hermano del Sr. H. como su mujer llevaban ropas de color azafrán. Recibieron cordialmente al séquito de Prabhupāda y los condujeron a su casa, donde desayunaron antes de salir para la estación.
El Sr. H. poseía una casa muy grande, pero no era tan culto como las familias hindúes más tradicionales. Durante el almuerzo todos se reunían y la comida, en grandes fuentes, se colocaba en el centro de la mesa. El sistema era que cada uno tenía que servirse la comida a medida que se iban pasando las fuentes de mano en mano. Después de comer se sentaron en el patio cerca de la piscina. El hermano del Sr. H. salió, se sentó junto a Prabhupāda y comenzó a hacerle preguntas.
Cuando Prabhupāda quiso saber cuál era su filosofía y por qué tanto él como su esposa llevaban ropas de color azafrán, el hombre le explicó que su guru había dado a los dos la orden neosannyāsa. Prabhupāda movió la cabeza y le describió al hermano del Sr. H. el auténtico método sannyāsa. Śrīla Prabhupāda explicó brevemente las cuatro partes de la orden sannyāsa (kutīcaka, bahūdaka, parivrājaka-ācārya, y paramahaṁsa)y le comentó que no existía nada que se llamara neosannyāsa. La orden de sannyāsa ya había sido establecida como parte del sistema varṇāśrama, que nadie podía inventar nada. Gradualmente, a medida que hablaba, el hombre fue soltando todos sus malentendidos impersonalistas y Śrīla Prabhupāda se los fue derrotando uno tras otro explicándole el proceso genuino de la autorrealización. En un principio el hombre estaba desafiante, pero pronto se sentó y escuchó a Śrīla Prabhupāda.
El grupo de Prabhupāda y la familia de H. subieron a los automóviles y Śrīla Prabhupāda continuó hablando con el hombre de camino a la montaña. Momentos más tarde, sin embargo, todos se quedaron callados mientras los automóviles ascendieron por espacio de tres horas por el estrecho sendero lleno de curvas de aquella empinada montaña. A Prabhupāda no le gustaba ese tipo de carreteras y dijo que se sentía mal. El tiempo en el cerro era agradable, con suaves brisas, y Prabhupāda quiso quedarse allí durante tres días o más. Toda la familia del Sr. H. —a excepción del hermano— partieron en seguida hacia un pueblo cercano para hacer unas compras. Ya sin compromisos, Prabhupāda llamó al hermano a su habitación y retomó su conversación con él. Prabhupāda comenzó a explicarle todo el proceso de la conciencia de Kṛṣṇa desde el principio, describiendo cómo el alma espiritual no es el cuerpo y cuál es la posición del alma con respecto al Todo supremo. El hombre objetó que existían muchos caminos y distintas clases de interrogantes y de interrogadores. Prabhupāda respondió que aun así no existe más que una respuesta. El hombre contestó con distintas explicaciones māyāvādīs, como que cada uno tiene su propio camino en la vida, etc. Durante casi una hora Prabhupāda, con suma paciencia y delicadeza, le explicó todo, dando a entender indirectamente que elguru del hombre estaba equivocado. Śrīla Prabhupāda recalcó que para obtener verdadero conocimiento uno debe dirigirse a un maestro espiritual genuino y no a un engañador. Gradualmente, el hombre fue comprendiendo y al final escuchó cuidadosamente todo lo que Prabhupāda tenía que decirle.
Cuando la familia regresó, se sentaron todos juntos de nuevo para tomar una copiosa comida de la misma manera que la anterior, es decir, pasándose las fuentes unos a otros.
Pero esa noche, cuando se encontraban ya en sus habitaciones para descansar, Śrīla Prabhupāda llamó a sus devotos y les dijo que debían preparar todo para partir en cuanto amaneciera. Prabhupāda les contó que había tenido dificultades para digerir la comida, y que no quería permanecer allí y tener ese contacto tan directo con materialistas.
Al día siguiente Prabhupāda hizo sonar su campana a las cinco de la mañana y encontró que sus discípulos aún dormían. Únicamente su sirviente Hari-śauri se despertó y fue enseguida a su habitación. Śrīla Prabhupāda estaba sentado en una esquina de su cama con una mesa y un dictáfono colocados frente a él.
—Parece que se han infectado como ellos—comentó Śrīla Prabhupāda a su sirviente señalando los fuertes ronquidos que provenían de la habitación de la familia H.
Hari-śauri respondió: —Bueno, no creo que nos hayamos infectado tanto .
Pero Prabhupāda replicó: —Quiero decir que tendrían que haberse levantado y bañado a las cuatro y haber hecho maṅgala-ārati. Pero después de tan sólo una noche de asociación ya se infectaron.
Tal como tenía previsto, Prabhupāda partió inmediatamente y viajó durante cuatro horas de vuelta a Bombay. Durante el trayecto Prabhupāda se mareó debido a la gran cantidad de curvas que había en la carretera. Cuando finalmente llegó a su residencia de Bombay, hizo notar a sus discípulos que Kṛṣṇa los había castigado rápidamente por haber comido el bhoga de los karmīs.
Diario de Hari-śauri dāsa
13. Śrīla Prabhupāda dijo: Acerca de la salud
Acepten estos principios de vida: no comer carne, no tomar drogas ni alcohol y no tener relaciones sexuales ilícitas, y no habrá cáncer. Aquellos que siguen estrictamente estos principios nunca padecerán de cáncer ni de ninguna otra enfermedad similar. Yo, por ejemplo, he estado viviendo en este país durante los últimos ocho años. ¿Cuántas veces he ido a ver al médico? Sólo la vez que tuve el infarto. Eso fue más serio, fue distinto. Aparte de eso, ¿cuántas veces he ido? Yo no pago facturas de médicos.
De modo que si llevamos una vida higiénica y regulada, no hay posibilidad de contraer el cáncer o cualquier otra enfermedad. La enfermedad surge cuando violamos las leyes de la naturaleza. Una de las causas del cáncer son los métodos anticonceptivos. Pueden investigarlo. De modo que por una parte descubren los métodos anticonceptivos, las sustancias químicas anticonceptivas, y por otra investigan la enfermedad del cáncer. Y también dicen que el tabaco es una de las causas. ¿Por qué entonces no dejan de fumar y abandonan el sexo ilícito y los métodos anticonceptivos?
Paseo de la mañana, Los Ángeles (4 mayo 1973)
Absurdamente dicen «la lucha por la existencia», «la supervivencia del más capacitado». Pero ¿quién está más capacitado? No lo saben. Capacitado significa que uno no volverá a tomar un cuerpo material. Ese sí está capacitado. Porque en cuanto obtienes un cuerpo material: nūnaṁ pramattaḥ kurute vikarma...
Paseo de la mañana, Hyderabad (23 agosto 1976).
[La traducción del verso es la siguiente: «Cuando una persona considera que la finalidad de la vida es complacer los sentidos, busca como un loco la vida materialista y se ocupa en toda clase de actividades pecaminosas. Ignora que a causa de sus pecados ha recibido un cuerpo que —aunque temporal— es la causa de su sufrimiento. En realidad la entidad viviente no debería tener un cuerpo material, pero se le ha concedido para que pueda complacer los sentidos. Por lo tanto no me parece digno de una persona inteligente volverse a enredar en las actividades de complacencia sensorial, que son la causa de que reciba un cuerpo material tras otro, eternamente» (Bhāg. 5.5.4, Mahārāja Åṣabhadeva a Sus hijos). (N. del C.)]
En cuanto a tu salud, Hawai tiene muy buen clima para la salud. Puedes bañarte en el mar y así mantener tu salud en buen estado; y para comer: dāl (especialmente urad-dāl), un poco de queso, maníes y verduras, sobre todo hojas de calabaza.
Carta a Sudāmā dāsa (10 diciembre 1973)
Lamento oír que en la actualidad no estás bien de salud. Lo mejor es que descanses por un tiempo hasta que te sientas más fuerte. Cuando J. se sentía muy débil, le aconsejé que descansara por completo hasta que estuviera más fuerte y luego le dije que fuera a un grupo de saṅkīrtana. Así que puedes seguir el mismo tratamiento descansando tanto como creas necesario, y cuando te encuentres bien vuelve a reanudar tus actividades.
Carta a Madana-mohana dāsa (23 julio 1969)
Para tu dolor de muelas, puedes lavarte los dientes con una mezcla de sal común y suficiente aceite de mostaza como para formar una pasta. Lávate los dientes con esta pasta, especialmente la parte dolorida. Haz gárgaras con agua caliente y mantén siempre algún clavo de olor en la boca. Creo que esto te curará. No será necesario que te extraigan ninguna muela.
Carta a Kīrtanānanda Swami (14 febrero 1969)
Con respecto a tu ayuno, si estás enfermo ésa es la mejor medicina. A las enfermedades y a los huéspedes no deseados, si no les das comida, se van.
Carta a Revatīnandana dāsa (16 noviembre 1975)
Durante uno de sus paseos de la mañana en Denver (EE.UU.) el 1 de julio de 1975, los devotos le preguntaron a Prabhupāda sobre el ayuno. Dieron el ejemplo de que uno de los discípulos de Prabhupāda había estado leyendo libros sobre salud que estaban fuera de la conciencia de Kṛṣṇa y que había comenzado un ayuno de treinta días. Ello había sido el motivo, según algunos devotos, de que cambiara su conciencia de Kṛṣṇa y dejara el movimiento.
—Si uno puede ayunar, eso es tapasya —respondió Prabhupāda—. Pero no debe ser artificial. Igual que Raghunātha dāsa Gosvāmī. Él ayunaba, pero eso no era simplemente ayuno. La gente que ayuna artificialmente se debilita y no puede trabajar. No hay necesidad de eso. Si ayunas y no te debilitas, eso sí está recomendado; pero si después de ayunar no puedes hacer servicio, ¿qué sentido tiene el ayuno? Raghunātha Gosvāmī ayunaba, pero se bañaba tres veces al día y ofrecía reverencias cientos de veces. Sus actividades normales no se detuvieron, y día por medio tomaba una pequeña cantidad de suero de leche. Nosotros no podemos imitarle. Tenemos que trabajar.
14. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: La rana del pozo
Śrīla Prabhupāda cuenta una historia
Durante uno de sus paseos de la mañana por Playa Venecia en mayo de 1973, Śrīla Prabhupāda expuso una serie de ejemplos sobre los falsos argumentos.
Prabhupāda había estado explicando a Svarūpa Dāmodara, a Brahmānanda Swami y a otros, que las criaturas habitan en entornos apropiados para ellas. Es por ello que nunca encontraríamos una rana en el océano. Esta costumbre de la rana es la base del ejemplo conocido como «la rana del pozo».
Svarūpa Dāmodara preguntó: —Prabhupāda, ¿ese es un ejemplo del Bhāgavata?
—Sí —respondió Prabhupāda—. En los nyāya-śāstras se dice kūpa-maṇḍūka-nyāya. Kūpa quiere decir ‘pozo’ y maṇḍūka quiere decir ‘rana’. La rana del pozo. Al Doctor Rana nunca lo encontrarán en el océano. Jamás ha visto un océano. Y es por eso que se compara a los científicos con las ranas: ellos nunca han visto el reino de Dios.
Entonces Śrīla Prabhupāda expuso otro argumento, conocido como bakāṇḍa-nyāya. --Baka significa ‘grulla’ —dijo Prabhupāda—, y aṇḍa quiere decir ‘testículo’. El toro anda con sus testículos colgando y la grulla va detrás de él pensando: «He aquí un pez». La grulla siempre anda preguntándose cuándo va a caer el «pez». ¡No va a caer nunca! Pero ella lo sigue de todos modos. Y eso ni siquiera es un pez. El ejemplo bakāṇḍa se usa para comparar al materialista que anda persiguiendo a māyā.
Luego Prabhupāda explicó el aja-gala-stana nyāya.
—Habrán visto que las cabras tienen una especie de tetillas colgando del cuello —dijo Prabhupāda—. Si alguien espera obtener leche de esa papada, está loco. No son tetillas, aunque lo parezcan. Eso es ilusión.Aja-gala-stana se aplica a esos necios que piensan que la vida proviene de la materia. Es lo mismo: están pensando que ahí hay unas tetillas de las que saldrá leche. «Vamos a ordeñar esto. Quizá en el futuro lograremos sacar leche».
—Otro es nagna-mātṛkā. Esto significa que alguien dice: «Madre, si cuando naciste estabas desnuda, ¿por qué ahora te vistes?». Cuando era bebé la madre estaba desnuda. Por lo tanto lo lógico es que debería seguir desnuda. Si una persona que antes no era muy importante ahora se ha vuelto importante, la lógica es: «¿Cómo es que este hombre ahora es importante?». Pero en realidad uno va cambiando según las circunstancias. ¿Tiene la madre que andar desvestida por el hecho de que lo haya estado en su infancia? No se puede decir que una cosa deba mantenerse siempre igual. Así que cuando uno entra a la conciencia de Kṛṣṇa, este argumento es perfecto. (O sea que uno no puede justificarse diciendo que no está cualificado a causa de su bajo nacimiento o por su mal comportamiento en una vida anterior).
—En la lógica sánscrita —explicó Prabhupāda— todos estos ejemplos se sacan del estudio de la naturaleza.
Paseo de la mañana, Los Ángeles (5 mayo 1973)
15. Śrīla Prabhupāda cuenta historias cortas
Había un bailarín profesional que solía dar representaciones en distintos lugares, incluidos escenarios al aire libre. Tras una de las actuaciones, un amigo le preguntó: —¿Bailaste anoche?
—No, no pude —contestó el bailarín.
Cuando su amigo, sorprendido, le preguntó el porqué, el bailarín le respondió: —Había un montículo—. En otras palabras, como la situación no era la ideal, el bailarín no dio su función. Pero Prabhupāda dijo que ése no era un auténtico bailarín. Un auténtico bailarín habría bailado como si el montículo hubiera formado parte del escenario. E incluso aunque su actuación no hubiera sido tan perfecta, un verdadero bailarín habría bailado bajo cualquier circunstancia. Igualmente, un discípulo entregado llevará a cabo su labor aunque las condiciones no sean perfectas.
Satsvarūpa dāsa Goswami
Śrīla Prabhupāda contó en una ocasión la historia de una rata que se liberó por ofrecer servicio a Viṣṇu. La rata estaba corriendo sobre el altar de la Deidad justo en el momento en que una de las lámparas de ghīestaba a punto de apagarse. La rata pensó que la mecha debía ser algo comestible, así que introdujo sus bigotes en la lámpara. La llama mortecina incendió los bigotes de la rata haciendo arder la parte de la mecha que aún no se había quemado. De este modo, gracias al absurdo sacrificio de la rata, la llama del altar de Viṣṇu continuó ardiendo. Y por su servicio a Kṛṣṇa, la rata fue a Vaikuṇtha. Esta es la fuerza del servicio devocional a Kṛṣṇa, incluso si se realiza de modo inconsciente.
Entrevista con Govinda dāsī; Satsvarūpa dāsa Goswami
16. Personal - Su inocencia
Śrīla Prabhupāda dijo alguna vez que la inocencia era casi como la ignorancia. Ser inocente en cuanto al conocimiento de Dios, por ejemplo, no es algo digno de admiración. Una víctima «inocente» de un falso gurutampoco es algo loable. Sin embargo, si consideramos la inocencia como frescura y pureza, como ausencia de malicia, esa es una cualidad destacada de Prabhupāda.
Cuando Śrīla Prabhupāda contó a un grupo de devotos que la primera vez que vio nevar en la ciudad de Nueva York pensó que habían blanqueado los edificios, algunos de sus discípulos apenas podían creer que Prabhupāda fuera realmente tan inocente. Pero por su misericordia entendimos su inocencia como la belleza libre de engaños de la conciencia de Kṛṣṇa. La inocencia de Prabhupāda no radicaba únicamente en lo que dijo, sino también en la frescura de su expresión y su visión, como cuando escribió sobre su Guru Mahārāja: «La línea de servicio tal como tú la has trazado es sana y dulce como el rocío de la mañana».
Śrīla Prabhupāda dijo que si se le preguntara a un burdo hedonista, alguien que ha pasado toda su vida esforzándose por encontrar algún placer, si había conseguido la felicidad, el gratificador de los sentidos tendría que decir: —No, mi vida ha sido un infierno—. Śrīla Prabhupāda era lo opuesto a esta visión hastiada; no estaba cansado de la vida. Su visión era como un día de primavera y esto le venía por su conciencia trascendental. Por lo tanto podía responder con asombro ante el mundo. Como dice Prabhodhānanda Sarasvatī cuando describe a un devoto en conciencia espiritual, «Él ve todo el mundo material como Vaikuṇtha».
Durante uno de sus paseos de la mañana por la agradable campiña inglesa, un devoto le preguntó a Prabhupāda si ese paisaje se parecía al reino de Dios. —Éste es el reino de Dios —respondió Prabhupāda. De este modo los devotos de Prabhupāda pudieron ver a través de sus ojos cómo incluso este mundo es Vaikuṇtha para el que ve a Kṛṣṇa en todas partes.
La ausencia de deseo sexual en el mundo material es otra clase de inocencia que es una fuerza para el trascendentalista. Si bien entre los disfrutadores de los sentidos siempre existe una corriente subterránea de deseo sexual, Prabhupāda estaba libre de todo eso. Como sabio instruido, sabía que la gente estaba siendo tentada a cada paso por los deseos lujuriosos. Sin embargo él no lo estaba y cualquiera que se uniera a Prabhupāda podía sentir la posibilidad de liberarse de las implicaciones sexuales. Jóvenes que antes habían estado corrompidos por las drogas y el sexo ilícito se limpiaron bajo su guía. Y hasta sus caras se volvieron resplandecientes: «happies [‘felices’], no hippies».
Pero la bondad de Prabhupāda no era algo demasiado dulce o empalagoso. No estaba en la modalidad material de la bondad. De hecho, la idea que tenía del mundo material era pesimista y en ocasiones lo expresaba con palabras duras. Nunca usaba palabras dulces para describir al mundo material tal como es.
Bajo la protección de Kṛṣṇa, Śrīla Prabhupāda vivió en el mundo material de una manera sencilla y nunca fue corrompido o contaminado por él. A menudo parecía un joven inocente. Una vez preguntó a Nandarāṇī y Dayānanda si lo adoptarían como hijo suyo para poder obtener la residencia permanente en los Estados Unidos. Si consideramos que inocente significa ‘no culpable’, entonces Śrīla Prabhupāda era ciertamente inocente de cualquier enredo material. Contrariamente a la mayoría de la gente, vivió en el mundo sin la implicación de la reacción kármica.
Śrīla Prabhupāda también sentía compasión hacia las criaturas inocentes de este mundo como las vacas, los toros, los terneros, y también las mujeres. Veía cómo se corrompía a las mujeres, a pesar de que en sí mismas son inocentes. Prabhupāda pensaba que puesto que se las podía corromper fácilmente, deberían más bien ser protegidas. También se refería a todos sus devotos como chicos y chicas inocentes. Prabhupāda utilizó la frase «chicos inocentes» durante un discurso público en el parque Tompkins Square. Allen Ginsberg se encontraba allí con unos amigos y se rió sarcásticamente de la observación de Prabhupāda. Ginsberg era tan degradado que el concepto de «jóvenes inocentes» era algo que él no podía ni imaginar. Para alguien como Ginsberg un chico inocente es una víctima de la complacencia sensual de uno. Los discípulos de Prabhupāda, sin embargo, eran realmente inocentes de la vida pecaminosa al cantar Hare Kṛṣṇa bajo la protección de Prabhupāda. Por lo tanto no es imposible que exista inocencia en este mundo. Cuando alguien se hace devoto puede permanecer inocente al no cometer más pecados y no dejarse corromper nunca más.
Śrīla Prabhupāda entrenó a sus devotos a ser astutos para no ser corrompidos por el mundo material. Podían mantener su inocencia y sin embargo estar bien despiertos ante los peligros de māyā y preparados para enfrentarse a ellos. A medida que Śrīla Prabhupāda viajaba y predicaba en las ciudades de todo el mundo, veía y escuchaba más y más los horrores de Kali-yuga y no obstante se mantuvo siempre inocente de las atrocidades. Trabajó para ayudar a la humanidad y convertir a los culpables viciosos en seres humanos santos.
Satsvarūpa dāsa Goswami
17. Personal - Su peculiar uso del lenguaje
A veces Śrīla Prabhupāda utilizaba la lengua inglesa de un modo especial. Sus discípulos no consideraban que su uso de la lengua fuera desagradable o errado, sino más bien lo apreciaban de una manera trascendental.
Śrīla Hṛdayānanda dāsa Goswami escribió lo siguiente:
Śrīla Prabhupāda era totalmente consciente de Kṛṣṇa. Y desde una perspectiva material era muy inteligente. Al haber sido educado en escuelas británicas, su inglés era excelente, además de decir cosas cargadas de humor. Los británicos son expertos en la utilización de la lengua y Prabhupāda —que estaba entrenado en ese sistema inglés— tenía por lo tanto un vocabulario muy amplio. Cualquiera que lea sus libros se sorprenderá de su brillante manera de usar la lengua sajona.
El principal corrector de Prabhupāda fue su discípulo Jayādvaita Swami, quien escribió:
Con respecto al personalísimo uso que hacía Prabhupāda de las palabras, en ocasiones las utilizaba de un modo inusual y frecuentemente lo hacía de una manera muy precisa (aunque muy original), diferente de como se usan corrientemente. A veces yo buscaba un término concreto en el diccionario o intentaba hallar algún sinónimo adecuado, pero cuando encontraba la palabra que había utilizado Prabhupāda, descubría que por su etimología era en realidad la palabra perfecta para expresar la idea que Prabhupāda deseaba transmitir. Otra cosa que también hacía Prabhupāda era pronunciar algunas palabras de tal modo que tuvieran un significado especial. Por ejemplo Prabhupāda decía «ignórancia» alargando la o, lo que en inglés producía un matiz distinto que daba a entender que nuestra ignorancia viene de ignorar a Kṛṣṇa. Otras veces Prabhupāda pronunciaba las palabras inglesas de una manera lógica que no coincidía con el uso tradicional. Probablemente el ejemplo más famoso sea «infinitesimal». Prabhupāda la pronunciaba como si fueran dos palabras separadas; y para los devotos eran tan queridas estas particularidades en la manera de hablar de Prabhupāda que hasta las adoptaban en sus propias clases. Y, por supuesto, los devotos de todo el mundo han copiado el modo en que él decía «devotos» [no pronunciaba /devotís/ sino /devótis/]. Cuando Prabhupāda decía algo, la impresión era tan memorable que los devotos intentaban reproducir o transmitir esa fuerza espiritual utilizando el lenguaje de Prabhupāda exactamente como él lo hacía.
A continuación daremos algunos ejemplos.
El discípulo de Prabhupāda, Gargamuni, fue el primer tesorero de ISKCON y le gustaban los negocios y hacer dinero. Prabhupāda solía llamarle «Garga-money» [se pronuncia muy parecido: /gargamáni/. Moneysignifica ‘dinero’]. Y en vista de lo bien que cocinaba Kīrtanānanda, Śrīla Prabhupāda le puso el apodo de «Kitchen-ānanda» [kitchen: ‘cocina’].
A veces Prabhupāda inventaba sus propias palabras en inglés. Por ejemplo, para describir los pasatiempos de Kṛṣṇa algunas veces decía «las actividades pasatiempales [pastimious] del Señor».
Estando en su primer apartamento de San Francisco, Prabhupāda vio en cierta ocasión un camión de reparto de pan que pasaba por la calle. «simplemente delicioso» [simply delicious] decían las letras pintadas en el vehículo. Prabhupāda se rió y dijo: —Simplemente peligroso [simply dangerous]: la muerte está siempre esperando detrás de nosotros.
—Místico [mystic] quiere decir ‘nebuloso’ [misty] —dijo—. Pero nuestro concepto de Kṛṣṇa no es nebuloso: ¡es clarísimo! Kṛṣṇa vino, nos dio el Bhagavad-gītā y dijo «así soy Yo». De manera que debemos entenderlo bien, tal como lo entendió Arjuna.
En una ocasión, durante una visita a Alemania, Śrīla Prabhupāda mantuvo una larga conversación con sus discípulos Hayagrīva —que era profesor de inglés— y Śivānanda sobre diferentes usos de la lengua inglesa. A Prabhupāda le gustaba especialmente la palabra pecado. Cuando la buscaron en el diccionario vieron que pecado [sin] en alemán se dice sind, un derivado de apsunder, que significa ‘separación’. A Prabhupāda le gustó esa definición, porque el mayor pecado es estar separado de Dios.
En Hawai, cuando vio a unos surfistas montando las olas, comentó que en sus próximas vidas nacerían como peces, por lo absortos que estaban en saber nadar y jugar con las olas. Al referirse a los surfistas en su clase de la mañana, Prabhupāda no usó la palabra inglesa surfers sino suferers [‘sufridores’].
—La conciencia de Kṛṣṇa es autocrática [monárquica] —decía—. No hay tal democracia [democracy]. Yo la llamo «demonio loco» [demon-crazy]. Cuando se reúne una pandilla de demonios, ¿qué se puede esperar de bueno?
Cuando los discípulos de Prabhupāda lo conducían a distintos lugares de Estados Unidos, él solía comentar cuan loca estaba la civilización en que vivimos. Hablando de la velocidad con que circulaban los automóviles por las autopistas, Prabhupāda se rió refiriéndose a ello con una frase cómica: la civilización break-neck[‘rompecuellos’].
En 1975, en Berkeley, mostraron a Prabhupāda el nuevo cuadro de Parīkṣit dāsa que representaba a Kṛṣṇa de niño llevando los zapatos de Nanda Mahārāja sobre la cabeza. A Prabhupāda le gustó mucho la pintura. —Vean cómo Kṛṣṇa sirve a Su devoto igual que un niño —dijo Prabhupāda—. Parīkṣit no ha estropeado el cuadro pintando los cabellos tan largos como los hace Jadurāṇī, que pinta siempre unos cabellos muy, muy largos. A las mujeres le encantan los cabellos largos, largos—. Entonces uno de los devotos sacó de la biblioteca una copia de Las Enseñanzas del Señor Caitanya y se la mostró a Prabhupāda.
—Śrīla Prabhupāda —dijo—, ¿qué hay de Caitanya Mahāprabhu? Normalmente a Él se lo dibuja con pelo largo.
Śrīla Prabhupāda bromeó: —Sí. Es que Caitanya Mahāprabhu era un hippie. Por eso los vino a salvar a ustedes—. Los devotos comenzaron a reír ante la ocurrencia, porque además, a causa de su acento bengalí, Prabhupāda le había añadido una ligera «sh» a la palabra salvar de manera que no se podía saber con exactitud si Prabhupāda estaba diciendo save [‘salvar’] o shave [‘rapar’]. Śrīla Prabhupāda lo notó en seguida. Entre risas repitió:
—En efecto, Caitanya Mahāprabhu vino a salvarlos y también a raparlos.
Más «prabhupadismos»
Cuando el cocinero de Prabhupāda le sirvió un desayuno inusualmente copioso que incluía rasagullās ysandeśas, Prabhupāda comentó: —Esto no es un break-fast [‘desayuno’]. Es un break-head [‘descabezador’].
El día que Prabhupāda pisó por vez primera el aeropuerto O’Hare de Chicago, dijo sarcásticamente: —Sólo les falta agregar el «Kṛṣṇa». Así sería el aeropuerto «O’Hare Kṛṣṇa». Díganles que lo cambien.
En una conferencia, Prabhupāda describía a los alcohólicos.
—Como en Nueva York... ¿Se acuerdan de los borrachos de la calle Bowery? ¿Cómo se llamaban? ¿Bumpers[‘parachoques’]? ¿Cuál era la palabra?
—¿Bums [‘vagabundos’]? —sugirió un devoto de la audiencia.
—Eso es —dijo Prabhupāda—, los bums.
Cuando Prabhupāda encontraba unas cuentas de japa colgando de un clavo o de la manilla de una puerta, a veces comentaba: —¿De quién son estas cuentas que están llorando aquí?
Refiriéndose a la siesta [nap] Prabhupāda la llamaba snap [‘instantánea’].
Comentarios de Hṛdayānanda dāsa Goswami,
Jayādvaita Swami, Hari-śauri dāsa, Hayagrīva dāsa,
Śivānanda dāsa y Rukmiṇī-devī dāsī
18. Realizaciones - ¿No comprendes que quiero que hagas algo útil?
Hay tantas maneras de glorificar a Prabhupāda... tantas maneras de hablar de él y tanto que decir. Prabhupāda era ilimitado. Es ilimitado. Todo lo que hizo siempre fue ilimitado. Nadie es capaz de entender la profundidad de las acciones y las palabras de Prabhupāda. Es algo inconcebible. A veces algunos devotos me dicen: ¡Qué suerte tienes de haberte asociado personalmente con Prabhupāda! Y yo suelo responder: —Sí, claro—, por no entrar en mayores discusiones. No quiero decir que no tuviera suerte. Fui muy afortunado. Pero no siento que yo me haya asociado personalmente con Śrīla Prabhupāda. Tal vez resulte difícil entender cómo puede uno estar mucho tiempo con alguien y sin embargo no asociarse con él personalmente, pero como nunca pude comprender a Prabhupāda no podría siquiera comenzar a concebir cómo asociarme con él personalmente.
A menudo sentía muchos celos de Hari-śauri porque cuando ambos nos sentábamos junto a Śrīla Prabhupāda, Śrīla Prabhupāda hablaba con él como si se tratara de un viejo amigo. Y yo lo envidiaba terriblemente porque Śrīla Prabhupāda nunca me hablaba a mí de ese modo. Tamāla Kṛṣṇa Mahārāja se sentaba frente a Prabhupāda y discutía con él sobre todo tipo de cosas, y yo le tenía envidia porque Śrīla Prabhupāda nunca me hablaba así a mí. Y cuando Śrīla Bhāvānanda Mahārāja iba a ver a Prabhupāda, éste lo trataba todo el tiempo de un modo encantador, mientras que a mí todo lo que me hacía era darme con el mazo en la cabeza. Siento envidia porque todos tenían una relación muy profunda con Śrīla Prabhupāda, y yo ni siquiera podía entender muy bien esa relación. Todo lo que sé es que cada vez que me acercaba a Prabhupāda, él tomaba su mazo y me lo daba por la cabeza. Y así siempre.
Es muy difícil de entender, porque cuando fui secretario intenté imitar a todos los secretarios anteriores y lo único que conseguí fue ser aplastado en pedazos. Cuando era sirviente intentaba imitar a los anteriores sirvientes, pero nunca funcionaba. Cuando era GBC e iba de visita, imitaba a otros GBC cuando iban de visita, pero tampoco. Ni siquiera pude estar presente cuando Prabhupāda iba a dejar este mundo. No formaba parte de ello. No tomé parte en las actividades durante la aparición de Prabhupāda en Occidente ni tampoco en las actividades durante su desaparición del universo manifestado.
Siempre lamenté ser tan estúpido y perder el tiempo en la universidad en 1969, sin hacer nada, mientras Śrīla Prabhupāda estaba abajo, sentado en mi dormitorio. Yo pasé por enfrente. Ni siquiera me enteré. No lo vi a él. No vi a los devotos. No vi nada. Tan sólo crucé frente a mi habitación. No lo vi a él. No vi a nadie. No vi nada. Jamás oí hablar de ello. Hasta que cuatro años más tarde, la persona con la que vivía me dijo:
—¿Recuerdas al Swami que estaba en nuestra habitación aquel día?—. Yo le pregunté: —¿Qué Swami?—. Cuando más tarde le comenté esto a Śrīla Prabhupāda, él se echó a reír. Entonces le pregunté: —¿Por qué no lo pude ver entonces?—. Él contestó: —No estabas preparado—. Bajé la cabeza.
Y recuerdo que cuando Prabhupāda nos estaba dejando, yo quise estar allí. Pero había tantas cosas... enormes pleitos en los tribunales. Prabhupāda era feliz cuando yo le llevaba libros, así que quería imprimirle muchos libros... y allí estaba yo siempre corriendo de una imprenta a otra. Y cuando acababa de conseguir otro montón de libros para llevarle, va y desaparece. Yo no formaba parte de las actividades de Prabhupāda, ni pienso que jamás me haya asociado personalmente con él. Y el día en que desapareció tampoco formé parte. Siempre quise comprender el porqué, hasta hoy que lo estoy comprendiendo por primera vez al oírlos a ustedes. Esto ha sido muy instructivo para mí.
En enero de 1976 Prabhupāda me echó; y me dio una lección por la que lo recordaré para siempre. Él siempre me maceaba por lo mismo: porque yo siempre insistía en estar con él personalmente y no entendía sus instrucciones.
—¿Por qué estás tan apegado a esta mal llamada «asociación personal»? ¿No comprendes que vāṇī [la instrucción] es más importante que vapuḥ [la presencia física]? ¿No comprendes que quiero que hagas algo útil?
Pero yo siempre intentaba volver junto a Śrīla Prabhupāda, incluso cuando me había echado de su lado para que hiciera algún servicio más útil para él. Ahora lo entiendo. Esa fue la última vez que me echó. No iba a conseguir esa relación personal que siempre quise tener. Siempre me echaba. Un criado. Una vez, estando en Nueva Māyāpura (Francia) en agosto de 1976, intenté volver a asociarme con Prabhupāda a la fuerza. Pero después de haber trabajado como su secretario durante tres días, Prabhupāda me pidió que le escribiera una carta. De cada dos palabras, una la escribí mal. Siempre he tenido una ortografía horrible. En vista de lo mal que lo hacía él quiso quitarme de en medio y ¿por qué no usaba un diccionario?. Entonces busqué a un devoto para que me ayudara con la redacción. La carta estaba tan mal escrita que hubo que hacerla de nuevo. Y cuando le dije a Śrīla Prabhupāda:
—¡Pero Śrīla Prabhupāda, todos sus secretarios tenían mala ortografía! ¡Yo los he visto! ¿Por qué me castiga a mí por hacer faltas y ahora me echa?—. Y yo seguía insistiendo. Me maceaba por todo. Y cuanto más enfadado estaba él, más yo me resistía a dejarlo.
—No pienso irme. Me niego—. Eso se convirtió en una batalla.
—¡Vete!
—No, no lo haré.
Y entonces más mazo, más mazo y más mazo... Hasta que un día, al final de toda esta tunda aquí en Vṛndāvana llegué y le dije:
—¡Está bien, me marcho, ya no aguanto más!
Y él respondió: —¡No es que tú te vas! ¡YO TE ECHO!
Hasta el último momento me estuvo diciendo:
—Fuera. Vete de aquí. Sirve para algo.
—No quiero volver. Hay demasiados problemas en Europa oriental.
—No me importa lo que hagas. Siéntate en tu habitación y canta Hare Kṛṣṇa. Pero quédate allí.
—¿Y cómo voy a atravesar Rusia solo? Además no tengo una buena asociación y nadie querrá venir conmigo; es demasiado peligroso.
—Entonces ve solo. Y cuidado con tu así llamada «buena asociación»—. Prabhupāda siempre contradecía mis argumentos. Y en otra ocasión:
—Allí no hay nada para comer, Śrīla Prabhupāda.
—Pues entonces come carne.
—¿Pero qué pasará con mi conciencia?
—Al diablo con tu conciencia. ¡Tienes que predicar!—. Siempre me confundía. Era inflexible. Quería que trabajara: eso era todo.
—Imprime mis libros. Distribuye mis libros. ¡Predica! Eso es todo. No vuelvas aquí arrastrándote por el piso queriendo sentarte frente a mí sólo para mover los dedos.
Me fui. Repitiendo estas últimas palabras pasé a máquina todos sus libros, totalmente feliz. Esto es lo que él quiere. Es muy insistente.
Y porque seguramente soy muy sentimental, no creo que hubiera podido presenciar su desaparición. Incluso hasta hoy no he querido ver una fotografía ni oír hablar sobre cómo fue. Y por lo mismo ni siquiera he visto la película de Yaduvara. (Yo sé que a él esto no le gusta, pero no puedo remediarlo.) No sé; soy demasiado sentimental. Me es imposible. Prabhupāda me conocía perfectamente y me trataba de una manera única para evitar ese sentimentalismo mío y para hacer que me apegara a sus enseñanzas. Prabhupāda nos trataba a todos y a cada uno de un modo perfecto. A cada devoto. De un modo único. Nadie puede decir que sea capaz de describir completamente a Prabhupāda. No se puede conocer ni siquiera una parte él, porque su manera de tratar a las personas en cada circunstancia era única y maravillosa. Como Kṛṣṇa. Nadie puede conocer totalmente a Kṛṣṇa. Sus glorias son ilimitadas. En la forma de actuar de Prabhupāda podemos ver cómo manifestaba sus śaktis, sus energías, consiguiendo que los devotos de todo el mundo hicieran cosas inconcebibles. Inconcebibles.
Nunca olvidaré lo que Satsvarūpa dāsa Goswami escribió sobre el carisma en su editorial de la revista De vuelta al Supremo. Un jefe de policía de Nueva York le dijo: —¿Sabe por qué este festival fue un éxito? Porque el Swamiji lo quiso. Porque él quiso que fuera un éxito—. Todos conocemos la fuerza de Prabhupāda y la manera en que nos obliga a seguir avanzando más y más.
Poco a poco, a medida que pasan los años, voy entendiendo que el vāṇī de Prabhupāda es el propio Śrīla Prabhupāda. Ahora me siento más feliz, aunque si pudiera me echaría a sus pies de loto y le rogaría: —¡Lléveme con usted!
Pero en ISKCON tenemos esta responsabilidad a pesar de nuestros sentimientos de separación. En cualquier circunstancia sigamos: sigamos imprimiendo, sigamos distribuyendo, sigamos construyendo, sigamos trabajando en equipo para que podamos masajear todos juntos el cuerpo trascendental de Śrīla Prabhupāda. Cada uno de nosotros tiene una parte de su cuerpo para poderle dar masajes y hacer que se sienta cómodo y satisfecho. Unos lo masajean de una forma, otros de otra, pero siempre de manera que sea agradable a Śrīla Prabhupāda. Y en eso debería consistir toda nuestra satisfacción.
Conferencia de Harikeśa Swami
19. Realizaciones - Prabhupāda, el más grande revolucionario
Quisiera analizar un importante śloka del Primer Canto, Capítulo 5, verso 11 del Śrīmad-Bhāgavatam que he estudiado detenidamente y en el que he descubierto implicaciones interesantes. El verso dice:
tad-vāg-visargo janatāgha-viplavo
yasmin prati-ślokam abaddhavaty api
nāmāny anantasya yaśo ‘ṅkitāni yac
śhṛṇvanti gāyanti gṛṇanti sādhavaḥ
Traducción: «Por otra parte, aquellos escritos que están llenos de descripciones de las glorias trascendentales del nombre, fama, forma, pasatiempos, etc. del Señor Supremo ilimitado, son una creación distinta, llena de palabras trascendentales, dirigidas a revolucionar las vidas impías de la civilización tan mal guiada de este mundo. Tales escritos trascendentales, aunque compuestos de un modo imperfecto, los escuchan, cantan y aceptan aquellos hombres purificados que son totalmente honestos».
Este verso contiene algunos puntos muy interesantes. Uno es que se supone que esta literatura creará una revolución. Si lo analizamos históricamente, el Śrīmad-Bhāgavatam fue compilado por Śrīla Vyāsadeva hace cinco mil años con el objetivo de provocar una revolución mundial. Y desde el tiempo en que Śrīla Vyāsadeva escribió esto no encontramos más revolución surgida de esta literatura que la actual del movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa, cuya finalidad es precisamente introducir una revolución en las vidas impías de la civilización mal guiada de este mundo. Esto significa que el Śrīmad-Bhāgavatam se compiló para este movimiento de la conciencia de Kṛṣṇa. La revolución que se describe en este verso es una revolución mundial, con lo cual no puede aplicarse más que a este movimiento actual de la conciencia de Kṛṣṇa.
Pero hay otro punto interesante. Dice que tales escritos trascendentales «aunque compuestos de un modo imperfecto...», y todos sabemos —especialmente los que han leído los Bhāgavatams originales que escribió Prabhupāda en Vṛndāvana y que publicó en Delhi— que estaban mal compuestos. De modo que lo que yo deduzco de este verso es que es una predicción de la aparición de Śrīla Prabhupāda y de la propagación del movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa con objeto de provocar una revolución que cambiará la civilización actual.
Con anterioridad se había descrito ya a Śrīla Prabhupāda como śaktyāveśa-avatāra y por otro lado sabemos que en las Escrituras reveladas normalmente se describe y se predice a los avatāras. De modo que aquí encontramos una confirmación genuina de que Śrīla Prabhupāda es el śaktyāveśa-avatāra del Señor Kṛṣṇa, quien delegó en él la potencia para llevar a cabo el propósito descrito en este verso de crear una revolución mundial en las vidas mal dirigidas de esta civilización impía. El análisis y la comprensión de estos versos pueden ser útiles para llenarnos de inspiración y entusiasmo a la hora de ayudar a esta revolución.
Por supuesto, antes de entrar al movimiento, yo fui también revolucionario; muchos de nosotros lo fuimos de distintas maneras. Pero ese espíritu revolucionario se canaliza perfectamente en este movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa. Śrīla Prabhupāda es el mayor de los revolucionarios porque sabe cómo transformar al mundo y hacer que se convierta en lo que verdaderamente debe ser. Por lo general, un revolucionario es alguien que sueña con una utopía o que tiene una visión mejor del mundo y que intenta, utilizando su ideología y su retórica, reclutar gente que lo apoye. Algunas revoluciones son violentas, otras no, pero todas fracasan, ya sea rápidamente o a la larga, debido a la noción imperfecta que la gente tiene de la realidad y a las falsas metas de su ideología. Pero esta revolución tiene como líder al más grande de los revolucionarios, a una persona con una visión muy clara de la situación del mundo; una ideología que ha obtenido directamente del propio Señor Supremo.
Cuando Kṛṣṇa le habló en el campo de batalla, Arjuna comprendió que gracias al arreglo de Kṛṣṇa el resultado de la batalla ya estaba decidido. Arjuna vencería y el bando contrario sería totalmente aniquilado. Por lo tanto, desde la evidencia de estas Escrituras podemos entender que esta revolución ocurrirá y que la civilización mal guiada será redirigida y convertida, según el plan del Señor, en una civilización consciente de Kṛṣṇa. Naturalmente, esto lo sabemos también por las enseñanzas del Señor Caitanya, pero ahora vemos que esta información se encuentra además en las páginas del Śrīmad-Bhāgavatam junto con la predicción de la aparición de Śrīla Prabhupāda. Y el saber que tendremos éxito en nuestros esfuerzos revolucionarios puede darnos más entusiasmo, más fuerza y más convicción. El mundo, las personas de este mundo, deberán aceptar el movimiento de conciencia de Kṛṣṇa y redirigir sus vidas impías porque de otro modo se los dejará atrás. Naturalmente todos se beneficiarán. Todas las criaturas vivientes que toman contacto con este movimiento, todos los que toman contacto con el canto, se benefician y se transforman.
En el campo de batalla de Kurukṣetra, en virtud de la presencia de Kṛṣṇa, todos aquellos que no lo aceptaron ni a Él ni a Sus devotos fueron eliminados, estableciéndose Kṛṣṇa con Sus devotos en su lugar. Lo mismo está ocurriendo ahora y el éxito está garantizado. Únicamente tenemos que aplicar cualquiera que sea la inteligencia y habilidad que Kṛṣṇa nos ha dado en nuestros respectivos campos, y trabajar en colaboración.
Es una gran batalla. Puede que no siempre lo veamos claro, como le ocurrió a Arjuna que en el caos de la batalla quizá no pudo ver los resultados con claridad. Pero porque confiaba en el plan de Kṛṣṇa por haberlo escuchado directamente de Él mismo, no tuvo miedo. Estaba completamente absorto en Su servicio, seguro de que al final tanto él como sus hermanos obtendrían el éxito. El Śrīmad-Bhāgavatam es, después de todo, la encarnación literaria de Kṛṣṇa, de modo que sabemos directamente de los labios de Kṛṣṇa que tendremos éxito en nuestro empeño. Todo lo que necesitamos es convicción y dedicación completa en cualquiera que sea el servicio que Kṛṣṇa nos ha dado. Puede que algunas veces nos resulte caótico. Hubo momentos en que hasta parecía que los Pāṇḍavas iban perdiendo. También hubo contratiempos, pero como era el plan de Kṛṣṇa, el éxito estaba asegurado y al final se logró la victoria. De modo que también nosotros podemos estar seguros de la total victoria del movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa.
Conferencia de Jagadīśa Goswami
20. Como liberarse del miedo
En Hawai, una discípula fue a ver a Śrīla Prabhupāda llevando consigo a su hija de un año. Cuando el presidente del templo la presentó, comentó que estaban intentando que la madre pudiera ganar dinero para sus necesidades sin que ello supusiera una carga para las finanzas del templo.
La devota dijo haber oído que había un trabajo para recoger guayabas en la isla. Pero Prabhupāda indicó que una madre con un niño no debería llevar a cabo labores tan fatigosas. Cuando ella le sugirió que una alternativa podría ser distribuir sus libros, Prabhupāda sonrió y dijo:
—Sí, haz eso.
Durante la conversación, la pequeña aprovechó para ponerse a jugar con los papeles que había encima del escritorio de Prabhupāda.
—No —dijo Prabhupāda moviendo su dedo frente a la niña.
La devota tomó a su hija y la colocó a su lado. Pero entonces la pequeña se puso a gatear hasta donde se encontraba Prabhupāda y comenzó a tocarle los pies.
—No —la regañó la madre. Entonces quiso retirarla. Pero Prabhupāda dijo:
—Déjala, está bien. Mis papeles no se pueden tocar, pero mis pies sí. Le tienes que enseñar bien.
Sabiendo que su momento para el darśana se terminaba, la madre intentó introducir una cuestión filosófica para obtener algún beneficio espiritual de aquella rara oportunidad de hablar con Śrīla Prabhupāda, de modo que preguntó:
—¿Cómo se libera uno del miedo?—. Prabhupāda respondió con el ejemplo de Prahlāda Mahārāja. —Él —dijo Prabhupāda— veía todo como procedente de Kṛṣṇa ya fuera bueno o malo, mientras que para el demonio únicamente había miedo.
Entonces Prabhupāda bebió agua y tendió el vaso a la pequeña. Pero la niña, que ya se sentía cansada y estaba caprichosa, rechazó el agua, se tiró al suelo y comenzó a golpearse la cabeza en un arranque de mal genio. Pero antes de que empezara a llorar, Prabhupāda la interrumpió:
—¡Mira! —dijo señalando el suelo—. ¡Haz roto el piso!
La niña se levantó de un salto y miró al suelo. Entonces Prabhupāda hizo señas de que podían retirarse.
Entrevista con Bhavatāriṇī-devī dāsī
21. Gotitas de néctar - Rasagullā hecha en Inglaterra
En septiembre de 1976, estando Prabhupāda en Vṛndāvana, dos de sus discípulos sannyāsīs se presentaron ante él. Prabhupāda habló con ellos dándoles distintas instrucciones.
A uno le dijo: —Eres un sannyāsī, ¿por qué permaneces tanto tiempo aquí? Tienes un autobús y debes viajar. Sannyāsa quiere decir que debes predicar por todo el mundo. ¿Cómo es que piensas entonces que podrías ser presidente de este templo? Un sannyāsī no debe permanecer más de tres días en el mismo lugar. Cuando las ruedas dejan de girar, también se detiene la prédica. Pero bueno, como el templo es nirguṇa, puedes quedarte, pero no más de tres días. Eso está permitido, pero sólo si tienes algún asunto que resolver.
De este modo, Prabhupāda animó a uno de sus hombres a que saliera inmediatamente a predicar y le advirtió que no permaneciera demasiado tiempo en un mismo lugar. Una vez que hubo terminado, Prabhupāda se dirigió al otro svāmī y le dijo:
—Tú no debes abandonar Vṛndāvana hasta que yo te diga. Debes quedarte aquí y cuidar la administración.
Todos los devotos presentes se echaron a reír. Era maravilloso ver cómo Prabhupāda había dicho dos cosas completamente contradictorias y sin embargo ambas habían sido aceptadas como la verdad.
Diario de Hari-śauri dāsa
Este incidente indica el valor de las lecturas complementarias como El Néctar de Prabhupāda. En El Néctar de la Devoción Śrīla Prabhupāda seleccionó enseñanzas del Bhakti-rasāmṛta-sindhu para nuestra aplicación en ISKCON, pero también omitió deliberadamente ciertas instrucciones del libro. De manera que el ācārya —aunque siempre es guiado por su guru, śāstra y sādhu— también a veces deberá simplificar y seleccionar. La selección, cuando es realizada por un neófito, puede ser una especulación peligrosa. Por ello, al poder tomar nota de relatos fiables de las actuaciones personales de Prabhupāda, tenemos otro documento permanente al que acudir, cuyo valor no es únicamente el de una simple anécdota o curiosidad, sino que puede mostrarnos de una manera dinámica y específica cómo Śrīla Prabhupāda elige instrucciones de los Vedas según el momento, la persona y el lugar.
Estaba Prabhupāda sentado en el Kumbha-melā de Prayāga en 1977 cuando llegaron unos devotos de Inglaterra con un regalo especial. Traían rasagullās que habían sido ofrecidas el día anterior a las Deidades de Rādhā-Kṛṣṇa en Londres.
—Ni siquiera la reina de Inglaterra —dijo Prabhupāda— puede disfrutar de una rasagullā hecha en Inglaterra sentada en el Kumbha-melā. Es la primera vez que alguien puede hacer una cosa así—.
Prabhupāda aludía al hecho de que en la India, desde los tiempos de la ocupación británica, se consideraba que todo lo que se fabricaba en Londres era mejor. Cualquier cosa hecha en Londres era mejor y más cara. Naturalmente, las rasagullās podían encontrarse por toda la India, pero el hecho de que estas hubieran sido elaboradas en Londres y exportadas inmediatamente a Śrīla Prabhupāda en su tienda del Kumbha-melā era un símbolo de la maravilla y la riqueza del movimiento de conciencia de Kṛṣṇa.
Entrevista con Tamāla Kṛṣṇa Goswami
Esta anécdota nos muestra la satisfacción de Prabhupāda por la propagación del movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa. Prabhupāda no tomó el crecimiento de ISKCON como su logro personal, sino que lo veía como la gracia del Señor Caitanya y de Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura. Naturalmente, desde una perspectiva histórica nadie puede negar que Śrīla Prabhupāda fuera el elegido para propagar esta misión del Señor Caitanya por todo el mundo; pero Prabhupāda no se sentía orgulloso por ello. Tan sólo decía que era maravilloso ver cómo se expandía la conciencia de Kṛṣṇa. En otra ocasión, Prabhupāda estaba sentado en su jardín de Vṛndāvana hablando con un discípulo inglés que dijo ser nieto de Lord Macaulay, un líder durante la ocupación británica de la India. Después de hablar con su discípulo durante un rato, Prabhupāda señaló que el movimiento de conciencia de Kṛṣṇa era tan maravilloso que ahora un descendiente inglés de Lord Macaulay estaba abanicando a su guru hindú. Prabhupāda mencionó también el lema imperialista «El sol nunca se pone en el imperio británico» y lo aplicó al movimiento de conciencia de Kṛṣṇa. Dijo que prácticamente ningún industrial karmī podría tener tantas sucursales como las que tenía Śrīla Prabhupāda en ISKCON. Incluso permaneciendo tan sólo tres días en cada uno de sus templos, en un año no le alcanzaría el tiempo para visitarlos todos. Prabhupāda lanzaba tales alabanzas trascendentales para impresionar a las audiencias y hacerlas comprender que la conciencia de Kṛṣṇa no era algo insignificante. Después de la visita de un yogī māyāvādī, Prabhupāda señaló que el śakti de ese yogī sólo podía mantener un piso en Calcuta, mientras que Śrīla Prabhupāda, gracias al śakti del Señor Kṛṣṇa, mantenía templos por todo el mundo.
El sirviente de Prabhupāda, Hari-śauri, le contó a Prabhupāda que su abuela había recomendado a la madre de Hari-śauri que abortara al niño que estaba esperando. La madre se negó y gracias a eso nació él. Al oír esto, Prabhupāda planteó diversas cuestiones.
—Ahora entiendo la ventaja de nacer en la India —dijo—. La gente de aquí no se atrevería a hacer algo así ni en sueños—. Prabhupāda explicó cómo las personas están corriendo un grave peligro al convertirse en asesinas movidas únicamente por sus impulsos sexuales. —Todas las mujeres de Occidente —agregó— son animadas por sus padres a convertirse en prostitutas y cazar a algún hombre rico mientras son jóvenes.
Diario de Hari-śauri dāsa
22. "El Tazón de Kṛṣṇa". Sus cerebros no están claros
En 1974, en el gurukula de Dallas, uno de los maestros introdujo un nuevo concurso de aprendizaje para los niños. Lo llamó «El Tazón de Kṛṣṇa», según un programa de televisión llamado «el Tazón del Colegio de la General Electric Company», un concurso que ponía a prueba el ingenio de los estudiantes más brillantes de los colegios. De igual modo, «el Tazón de Kṛṣṇa» era un concurso para probar la memoria de los alumnos sobre episodios de El Libro de Kṛṣṇa. Los alumnos concursantes del gurukula se sentaban en pupitres frente a una asamblea de niños y maestros y se originaba entonces una tensa competición. Las preguntas solían ser extremadamente complicadas. Cuando un niño conocía la respuesta debía hacer sonar un timbre y el que primero lo hacía debía responder.
Los juegos causaban gran excitación entre los niños y también eran causa a veces de llantos y berrinches para los perdedores. Pero algunos de los devotos adultos de Dallas se preguntaban si ese juego no sería más que pura especulación mental. Uno de los maestros a favor del juego escribió a Prabhupāda con objeto de obtener la aprobación de éste.
Prabhupāda respondió lo siguiente:
Referente a tu pregunta sobre el juego «El Tazón de Kṛṣṇa», deben detenerlo de inmediato. Es una imposición para el cerebro del niño. ¿Por qué inventan? ¿No están satisfechos? Siempre están inventando y tirando el dinero. Enseñen a los niños el inglés y el sánscrito correctos en lugar de malgastar tiempo y dinero. Los niños no saben pronunciar el sánscrito correctamente. Entonces que aprendan a leerlo correctamente. Eso es lo primero que hace falta. Deben saber pronunciar correctamente el sánscrito y el inglés. Con el inglés no tienen dificultad. Si puedes hacer esto, entonces tu método educativo estará bien.
A esta primera carta de Śrīla Prabhupāda le siguió otra, dirigida esta vez a uno de los representantes del GBC:
He recibido una carta del gurukula sobre el concurso «El Tazón de Kṛṣṇa», y quiero que sepan que no deben añadir nada. Lo que yo he introducido deberá mantenerse. No se debe agregar nada nuevo. Cosas nuevas significa que sus cerebros no están claros. Cuida mucho las cosas que he establecido.
Cartas a Akṣobhya dāsa (9 marzo 1974)
y Rūpānuga dāsa (9 abril 1974)
Prabhupāda estaba especialmente interesado en que no se introdujeran innovaciones con los niños. Cuando alguien le escribía quejándose de que le habían pegado a su hijo, Prabhupāda respondía que el que había pegado debería ser azotado. Ocurrió una desviación importante cuando uno de los devotos del gurukula se interesó en los métodos de enseñanza Montessori e intentó reproducirlos en la escuela. Prabhupāda terminó con eso tan radicalmente como lo hizo con «El Tazón de Kṛṣṇa». En la carta podemos ver que él dice que «sus cerebros no están claros» y por eso inventan cosas nuevas. Eso indica que si mantenemos nuestro cerebro claro en la conciencia de Kṛṣṇa siguiendo siempre el paramparā y observando las reglas y regulaciones, no se nos ocurrirán esas ideas innecesarias.
23. Siempre endeudados, siempre ocupados
Jagad-guru dāsa Brahmacārī y otro brahmacārī viajaron a Māyāpura tres semanas antes del festival anual con esperanzas de obtener un darśana privado con Śrīla Prabhupāda. Habían estado predicando en el norte de África y llevaban un cheque por 12.000 dólares de un hombre que había pedido que se lo entregaran a Śrīla Prabhupāda personalmente.
Prabhupāda recibió a Jagad-guru en el terraza del edificio de Māyāpura mientras Hari-śauri le daba su masaje. Prabhupāda preguntó a los devotos de dónde venían, y ellos contestaron con orgullo que del norte de África.
—¡Del norte de África!
Prabhupāda parecía impresionado. Cuando los brahmacārīs dieron el donativo a Prabhupāda, éste comentó que ésa había sido una buena prédica.
—A la gente le debe haber gustado —dijo—, de otro modo no hubieran dado tanto dinero—. Entonces preguntó a Jagad-guru si le gustaba la India. Cuando éste respondió: —Sí Śrīla Prabhupāda—, Prabhupāda pareció complacido y le pidió que se quedara allí.
Como miembro de ISKCON en África, Jagad-guru trabajaba bajo la dirección de Brahmānanda Swami, el GBC para ese continente. Jagad-guru era el único colector de saṅkīrtana de Brahmānanda Swami, y éste le había pedido que preguntara a Śrīla Prabhupāda si los 12.000 dólares podían ser utilizados para pagar la deuda que ISKCON de África tenía con el BBT (el Fondo Editorial Bhaktivedanta).
—¿Podría servir este dinero para liquidar nuestra deuda? —preguntó Jagad-guru.
—No —replicó Prabhupāda. Anticipándose a la decepción de Brahmānanda Swami, Jagad-guru intentó hablar de la deuda con el BBT. Una vez más Śrīla Prabhupāda respondió: —No—. Jagad-guru intentó darle una explicación por tercera vez, pero Prabhupāda repitió: —No. Mi Guru Mahārāja siempre nos mantenía endeudados —explicó Prabhupāda—. Si nosotros pagamos su deuda con el BBT se volverán perezosos. De modo que no colgaremos a Brahmānanda Swami, pero tendrá que trabajar para pagar su deuda.
Entonces Prabhupāda contó cómo Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura solía construir un templo o crear un gran proyecto y endeudar a toda la Gauḍīya Math. Los sannyāsīs, los brahmacārīs y los otros devotos salían llenos de entusiasmo a colectar dinero y luego Guru Mahārāja empezaba otro programa para que la Gauḍīya Math se mantuviera siempre endeudada.
—De este modo —dijo Prabhupāda— siempre teníamos deudas, siempre estábamos trabajando y siempre estábamos ocupados.
Entrevista con Jagad-guru Swami
Según él, en otra ocasión Prabhupāda dijo que colocaría sobre su cabeza el polvo de los pies de aquellos que fueran a predicar al norte de África. Dayānanda dāsa contó que Śrīla Prabhupāda comentó lo mismo sobre los devotos que fueran —arriesgando sus vidas— a predicar a los países musulmanes de Oriente Medio.
24. Acerca del matrimonio
En este lugar, Nueva Vṛndāvana, la labor de las mujeres consistirá en ocuparse de los niños, cocinar, limpiar y hacer mantequilla. Y las que sepan escribir a máquina también pueden hacerlo. Eso es todo en cuanto a las mujeres. Ningún otro trabajo pesado. Y para los hombres, trabajo duro en el campo: ocuparse de las vacas y de los otros animales, recolectar la leña, construir los edificios y colaborar en este sentido. Las jóvenes que están aquí deberán aprender a preparar buen prasāda, de manera que los hombres tengan siempre su prasāda listo. Éste es su deber. Deberán tener a tiempo el desayuno, la comida, el prasāda. Trabajarán duro. Y la elaboración de la mantequilla es para las mujeres. Eso mantendrá vuestra salud. Madre Yaśodā, la madre de Kṛṣṇa, era muy elevada. Materialmente tenía también dinero y multitud de sirvientes, y aun así disfrutaba haciendo mantequilla.
Conferencia en Nueva Vṛndāvana
Pālikā-devī dāsī le preguntó a Prabhupāda sobre el significado del matrimonio en la conciencia de Kṛṣṇa. Prabhupāda la miró y le dijo: —En la conciencia de Kṛṣṇa no existe el matrimonio. Todos son esposas de Kṛṣṇa; para Él todo el mundo es femenino. Kṛṣṇa es el masculino. De modo que el matrimonio no existe.
Entrevista con Pālikā-devī dāsī
No tengo ninguna objeción en cuanto al matrimonio, pero para que pueda ser bendecido con un sacrificio de fuego, pienso que si la pareja no va a permanecer unida, no tiene sentido. Pero si pueden mantenerse unidos durante un año, entonces puede haber sacrificio de fuego. No es bueno cambiar de marido tres veces al mes.
Carta a Oṁkāra dāsī (2 septiembre 1975)
Prabhupāda citaba algunas veces al poeta Tulasī dāsa hablando sobre cuatro cosas que pueden ser golpeadas. Se puede golpear una mṛdaṅga, un perro, un śūdra o una mujer. Al mencionar esto en una ocasión, se rió volviéndose hacia su discípulo Nara-Nārāyaṇa. —Nara-Nārāyaṇa entiende muy bien este principio —dijo Prabhupāda, y todos los devotos también rieron. Pero entonces Prabhupāda se puso serio y dirigiéndose a Nara-Nārāyaṇa le dijo: —Pero no lo hagas. La cita se refiere a mujeres ordinarias. Estas son devotas.
Entrevista con Dīnadayādrī-devī dāsī
En relación con esta frase de que las devotas no deben ser golpeadas, Śrīla Prabhupāda también mencionó en distintas ocasiones que las peleas entre hombre y mujer no deben ser tomadas en serio. En América —dijo— cada vez que surge una gran disputa, inmediatamente sobreviene el divorcio. Sin embargo en la India las promesas del matrimonio se toman en serio y por ello las inevitables diferencias entre marido y mujer nunca son causa de ruptura de las familias. En los ślokas de Cāṇakya Paṇḍita, la pelea entre marido y mujer se toma como un asunto que hace mucho ruido pero que no tiene consecuencias graves. Prabhupāda citaba también a Tulasī dāsa, quien tuvo una amarga experiencia con su propia mujer, que le fue infiel. Sin embargo, una de las frases de Tulasī dāsa era que una mujer puede ser una gran tigresa, pero también una diosa de la fortuna. En los pueblos hindúes, la entrada de un tigre en una casa es uno de los hechos más terroríficos imaginables, y sin embargo según Tulasī dāsa todos los hombres necios tienen a una tigresa en casa. La mujer puede ser comparada a la tigresa porque chupa la sangre del marido quitándole el semen, que está hecho de muchas gotas de sangre. Pero la misma mujer, si se vuelve consciente de Kṛṣṇa, puede ser como la presencia de Lakṣmī-devī en la casa del gṛhastha.
En una ocasión, un devoto contó a Prabhupāda una historia sobre Mīrabāi. Según la leyenda, Mīrabāi quiso conocer a Śrīla Jīva Gosvāmī, pero él envió el siguiente mensaje de vuelta: «Yo soy un sannyāsī y usted es una mujer, de modo que no podemos vernos». Entonces, según la historia, Mīrabāi mandó otro mensaje a Jīva Gosvāmī que decía: «Creía que el Señor Kṛṣṇa era el único varón en Vṛndāvana y que todos los demás eran hembras». Dicen que cuando Jīva Gosvāmī leyó esta respuesta, parece ser que aceptó verla. Pero cuando Prabhupāda escuchó el relato, dijo que probablemente no era cierto, porque en nuestra línea los sannyāsīs no se niegan a ver a las madres.
Entrevista con Girirāja Swami
En una de sus visitas a Boston presentaron a Prabhupāda a una joven hindú que se había venido a vivir al templo. Había estado casada con un hombre que no se interesaba en absoluto por la conciencia de Kṛṣṇa y que la maltrataba de muchas maneras. De modo que —con el permiso del hombre— ella había dejado su hogar y vivía ahora en el āśrama con las devotas. Prabhupāda lo aprobó, pero dijo: —Solamente tienes un defecto.
La joven preguntó: —¿Cuál es?
Prabhupāda dijo: —Que no tienes marido; y no es bueno que una mujer no tenga marido. Debes encontrar uno y entonces serás perfecta. Cuando una mujer sigue a su marido, entonces es perfecta.
Entrevista con Balavanta dāsa Adhikārī
25. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: Un doctor y su aprendiz
Śrīla Prabhupāda contó una historia divertida para ilustrar una serie de puntos acerca de las enseñanzas de Śaṅkarācārya. Śaṅkarācārya es aceptado en la sampradāya vaiṣṇava como una encarnación del Señor Śiva, y por lo tanto es venerado. Pero las enseñanzas engañosas de la filosofía māyāvādī habían sido destinadas para un tiempo y lugar determinados y no debían perpetuarse como dharma eterno, como aseguran los así llamados filósofos māyāvādīs. Para ilustrar la insensatez de los seguidores que imitan a Śaṅkara, Prabhupāda contó una historia acerca de un doctor y su aprendiz.
Había un famoso veterinario que viajaba a muchas granjas y que tenía mucho éxito curando las enfermedades de los animales. El veterinario tenía también un ayudante que lo acompañaba, pero este aprendiz envidioso y lleno de ambición quiso reemplazar a su maestro y convertirse prematuramente él mismo en maestro veterinario. En una ocasión llamaron al veterinario a una granja donde encontró un caballo muy valioso que tenía el cuello muy hinchado. El veterinario abrió la boca del caballo, examinó su interior, y luego pidió al aprendiz que le acercara su maletín. Sacando su martillo, el veterinario comenzó a golpear el cuello del caballo. Momentos después de tan inusual procedimiento la hinchazón del caballo bajó y el granjero elogió agradecido al veterinario y le pagó por su trabajo.
Casi inmediatamente después de este incidente, el aprendiz dejó al doctor y decidió convertirse en veterinario. Pronto llegó a oídos del veterinario que su aprendiz se hacía pasar por un veterinario auténtico y que estaba haciendo estragos por dondequiera que iba. Las noticias decían que el así llamado veterinario estaba de hecho matando a los animales cada vez que intentaba curarlos. Al final, el maestro veterinario encontró al sinvergüenza y le dijo: —¿Qué estás haciendo? Me dicen que estás imitando mis prácticas y que como resultado estás matando animales allí donde vas.
—¡Pero si yo sólo hago lo que le vi hacer a usted! —protestó el aprendiz. El aprendiz explicó entonces que cada vez que veía a un animal enfermo lo golpeaba con un martillo, aunque desgraciadamente los resultados no eran muy buenos.
—¡Estás loco! —dijo el veterinario—. Lo que viste era un caso muy especial. Aquel caballo se había tragado una sandía, así que tuve que golpearla desde fuera para que se rompiera. No es una práctica que pueda repetirse en cada caso.
De este modo, Prabhupāda ilustró cómo los seguidores māyāvādīs de Śaṅkara deberían ser despreciados y golpeados igual que hizo el veterinario con el aprendiz.
Satsvarūpa dāsa Goswami
27. Su canto
Tal como la prédica de Prabhupāda, su canto era constante. En Toronto (Canadá), mientras hablaba con unos profesores, Prabhupāda recitaba silenciosamente el mantra Hare Kṛṣṇa mientras ellos se extendían en su perorata académica.
En una ocasión, cuando Prabhupāda alentaba a sus discípulos a cantar Hare Kṛṣṇa mientras compartía con ellos una fiesta de prasāda, uno de los devotos inquirió: —Pero Swamiji ¿cómo vamos a cantar y comer al mismo tiempo?
—Canta entre cada bocado —afirmó Śrīla Prabhupāda.
Podemos oír el canto de japa de Śrīla Prabhupāda en una grabación. Él cantaba rápido, y decía que las dieciséis rondas pueden completarse en una hora y media o dos.
Durante una iniciación comentó que cantar una ronda debía llevar entre cinco y seis minutos, aunque admitió que al principio eso puede no ser posible. Cuando un devoto confesó que le era difícil cantar y mantenerse despierto, Prabhupāda replicó que tenía que hacer como él, que caminaba en su habitación mientras cantaba japa a la tarde.
A las 4 o 5 de la mañana, después de completar el dictado del Śrīmad-Bhāgavatam, Prabhupāda se quedaba sentado y cantaba japa. No cantaba en voz muy alta, pero a veces en la habitación contigua uno podía oír algo, especialmente el «Rāma, Rāma». Luego a la tarde a veces decía que le quedaban algunas rondas por cantar, y empezaba a pasar las cuentas.
Nosotros entendimos siempre que estas declaraciones de Prabhupāda acerca del canto de sus rondas prescritas eran para nuestro propio beneficio, y siempre fueron un estímulo para nuestro hábito regulativo.
Él murmuraba «Hare Kṛṣṇa» en cualquier circunstancia, o decía harer nāma, harer nāma, harer nāmaiva kevalam con gran sentimiento y expresión.
Durante las clases, cada vez que Prabhupāda decía el mahā-mantra, toda la audiencia de devotos repetía palabra por palabra al unísono con él. Él nunca pidió que lo hiciéramos, sino que era una respuesta espontánea. Los devotos no podían resistir la oportunidad de cantar con él. En los aviones él frecuentemente cantaba Hare Kṛṣṇa por largos períodos, de manera apenas audible, moviendo los labios y pasando las cuentas con brío, a veces haciéndolas sonar dentro de la bolsa. A veces en las caminatas de las mañanas en vez de hablar sólo cantaba japa y los devotos entusiastamente se unían a su canto.
Cuando Prabhupāda hablaba acerca del canto, eso también era otra forma de cantar. Él recomendaba el canto de Hare Kṛṣṇa, y a veces al hacerlo se sobrecargaba de emoción y su voz subía de tono: —Simplemente les pedimos a todos ¡por favor, canten Hare Kṛṣṇa!—. En esos momentos, cuando Prabhupāda ponía toda su energía en pedirles a todos que cantaran, podíamos entender que el canto del mantra Hare Kṛṣṇa era elsummun bonum de la vida. Por eso frecuentemente en sus clases él lo recalcaba fuertemente: —¡Por favor, canten Hare Kṛṣṇa!—. Y después decía que hay personas tan desafortunadas que no pueden hacer algo tan simple como esto. (Él recordaba una caricatura en que un hombre le pedía a su esposa: —¡Canta, canta, canta!— y la esposa se negaba: —¡No puedo, no puedo, no puedo! [¡Can’t, can’t, can’t!]).
Las cuentas de japa de Śrīla Prabhupāda eran de tulasī color castaño. Frecuentemente pedía que le cambiaran la bolsa azafrán y le dieran la otra limpia. Él les daba a sus sirvientes el extático servicio de pasar sus cuentas de una bolsa a otra. Ciertamente era un maestro en el canto de Hare Kṛṣṇa y sus seguidores estaban siempre ansiosos de formar parte con él de su puras actividades empoderadas de cantar Hare Kṛṣṇa y distribuirlo a todo el mundo.
Satsvarūpa dāsa Goswami
28. Abandonar a Śrīla Prabhupāda es la más grande pérdida
«Yo no creo que en ningún momento sea posible la separación de Prabhupāda, (por supuesto, siempre que querramos mantener su asociación). Él está listo y nos espera. En cualquier momento en que nos volvamos a él, él está allí listo para guiarnos y ayudarnos de cualquier manera. Principalmente está ahí para darnos instrucciones en el servicio (y para castigarnos si desobedecemos). Pero nunca tenemos que irnos.
»Él siempre nos da la oportunidad de abandonarlo si queremos, si el castigo es demasiado pesado. Pero abandonar a Śrīla Prabhupāda es la más grande pérdida, el desastre completo. Es mejor aceptar el castigo y tratar de mejorar, por difícil que parezca, y ganarnos de nuevo su favor, en vez de tratar de huir, evitándolo o —peor aún— tratando de olvidarlo.
»Por supuesto, Prabhupāda nos ama incluso cuando nos castiga. De hecho sus castigos son la prueba de que nos ama, de que nos cuida, de que quiere que mejoremos y nos volvamos buenos devotos de Kṛṣṇa.
»Y si seguimos sus instrucciones él se complace mucho, se complace muy fácilmente y recíprocamente nos bendice, alentándonos y dándonos más instrucciones.
»Sin embargo nunca tenemos que inflarnos pensando que como Prabhhupāda está reciprocando con nosotros él está favoreciéndonos o que somos perfectos. Lejos de eso. Prabhupāda nos ayuda debido a su misericordia sin causa. No tenemos ninguna otra aptitud. Nuestra única aptitud o esperanza es la misericordia sin causa de Śrīla Prabhupāda, eso es todo. Así que si nos enorgullecemos pensando que somos especiales, o que somos sus favoritos, Śrīla Prabhupāda no se siente complacido. Entonces —por su misericordia sin causa— él puede arreglar alguna dificultad para humillarnos, para que nos arrastremos a buscar refugio.
»Sobre todo Śrīla Prabhupāda es una persona perfecta. Es maravilloso. Y reciproca en la medida en que nos acerquemos a él. Y es muy personal —incluso a veces muy humorístico— y también muy amable y compasivo. Si cometemos errores, él nos perdona. Él está listo para perdonarnos y darnos otra oportunidad de servirlo. Y cuando seguimos sus instrucciones se complace. Él reciproca dándonos más servicio. Así que mi consejo a todos (y en realidad este consejo se lo digo más a mi mente que a nadie más) es que siempre recordemos a Śrīla Prabhupāda y nunca lo olvidemos. Él siempre está allí. Él es nuestro padre, nuestro mejor amigo, nuestra misma vida.»
Entrevista con Girirāja Swami
29. El prasāda de Piśimā (su hermana)
Śrīla Prabhupāda siempre aceptaba los alimentos cocinados por su hermana Piśimā, aun cuando sabía que el aceite y los condimentos que ella usaba lo enfermaban. Pero como ella estaba tan entregada a Śrīla Prabhupāda, él comía de su prasāda como si fuera ordenado por Kṛṣṇa.
Pero a veces les comentaba a sus discípulos que él no podía comer lo que le cocinaba Piśimā. Una vez, en Māyāpura, cuando Prabhupāda le confió a su discípula Pālikā que no quería comer la ofrenda de Piśimā, Pālikā trató de satisfacerlo trayéndole lo que él deseaba. Pero cuando Pālikā entró con el almuerzo y él vio que estaba hecho exclusivamente de las ofrendas de Piśimā, se enfadó.
—¿Por qué no me has traído lo que te pedí?
—Piśimā estaba allí —respondió Pālikā—. ¿Qué podía yo hacer? Ella escondió el dāl.
—Está bien —dijo Prabhupāda—. Mañana trata de nuevo. Yo te diré lo que quiero y tú lo cocinarás.
Pero al día siguiente pasó lo mismo. Piśimā usaba chiles picantes y especias y Prabhupāda realmente se estaba empezando a enfermar. Pālikā trató de esconder los chiles, pero Piśimā le escondía los vegetales. Pronto no hubo comunicación entre las dos madres.
Dos discípulos bengalíes —Bhakti-caru y Nitāicānd— fueron llamados para hacer las paces entre Piśimā y Pālikā. Pero Piśimā no quería discutir. Dijo que cualquier cosa que ella cocinara era lo que Prabhupāda quería. Le había cocinado por setenta años y sabía muy bien lo que a él le gustaba. Y en todo el mundo no había ningún medio para hacerle cocinar otra cosa.
Los devotos le comunicaron a Prabhupāda lo que decía Piśimā y él replicó: —Está bien, déjenla que cocine, pero Pālikā también me tiene que hacer algo que yo pueda comer.
Después de esto las dos madres comenzaron a cocinar en los dos extremos opuestos de la cocina. Piśimā preparaba algunas preparaciones y las ponía sobre el plato y Pālikā ponía las restantes. Pero un día Piśimā decidió que Pālikā no debía cocinar nada, así que cocinó todo. Cuando Pālikā trató incluso de entrar en la cocina, Piśimā levantó su cucharón y le gritó en bengalí. Cuando Pālikā le llevó el plato de prasāda a Prabhupāda y él vio que todo había sido cocinado por Piśimā, exclamó: —¿Qué es esto? ¡Yo no puedo comer eso!—. Golpeó el puño contra su escritorio y repitió: —¡Yo no puedo comer eso! ¡Ella sabe que yo esto no lo puedo comer!—. Prabhupāda se quedó mirando unos momentos el plato mientras Pālika temblaba en el rincón. Entonces Prabhupāda dijo: —Pero es la misericordia de Kṛṣṇa. Por lo tanto me lo comeré—. Por supuesto que Prabhupāda sabía que no tenía más que pedir y veinte devotos hubieran ido corriendo a la cocina y le hubieran hecho lo que él quisiera. Pero decidió que Kṛṣṇa le había enviado el prasāda de Piśimā y él tenía que comérselo. Pero esa misma noche Prabhupāda cayó enfermo. En los siguientes dos días no pudo comer nada, excepto leche caliente y medicina.
Entrevista con Nandarāṇī-devī dāsī
30. Renuncia en la utilización - yukta-vairāgya
Una vez cuando Prabhupāda estaba en el Bhaktivedanta Manor de Londres, un sannyāsī māyāvādī vino de visita. Śrīla Prabhupāda lo recibió amablemente, y discutieron un poco de filosofía. Cuando el hombre se fue, deliberadamente dejó una gran pila de sus panfletos. Los panfletos contenían un pequeño ensayo sobre la doctrina monista de que «todo es Uno», desafiando el significado directo de las Escrituras védicas y omitiendo completamente al Señor Kṛṣṇa como la Suprema Personalidad de Dios. A la tarde Prabhupāda estaba con los devotos como era usual. Su costumbre era recibir un plato muy grande con frutas y nueces, tomar un poco y luego le pedía a un devoto que distribuyera el mahā-prasāda. Este día en particular, Prabhupāda pidió los panfletos. Los devotos estaban sorprendidos: —¿Para qué quería Prabhupāda los panfletos?—. Cuando se los trajeron, Śrīla Prabhupāda dijo: —Distribuyan un papel a cada devoto. Los devotos estaban completamente confundidos, mientras los panfletos fueron pasando de mano en mano.
Luego Prabhupāda dijo: —Cada uno abra su panfleto y póngalo en la mano—. Mientras él tomó unos trozos de fruta del plato, comenzó a comerlos e indicó que se podía distribuir el resto. Dijo que usaran los panfletos como si fueran platos de papel.
Más tarde uno de los devotos mencionó que —mediante este sencillo acto— Prabhupāda estaba practicando yukta-vairāgya [‘renuncia en la utilización’]. Había encontrado alguna utilidad al ensayo ateo, ridiculizando a su autor y simultáneamente ocupándolo en ajñāta-sukṛti, servicio devocional involuntario.
Entrevista con Raghunātha Swami
31. Gotitas de néctar - Debes completar las dieciséis rondas diarias
En 1970, durante una conferencia en el templo de Los Ángeles, casi recién instalados en el nuevo edificio, Śrīla Prabhupāda preguntó a los devotos reunidos: —¿Hay alguno de ustedes que no esté cantando sus dieciséis rondas?
Sólo un muchacho levantó la mano. Era Bhakta dāsa. Śrīla Prabhupāda dijo: —¿No estás cantando dieciséis rondas?
—Bueno, Prabhupāda —respondió el discípulo—, es que trabajo hasta muy entrada la noche y he estado durmiendo sólo cuatro horas, de modo que no he tenido tiempo para terminar.
Śrīla Prabhupāda respondió enérgicamente: —Entonces duerme sólo dos horas, pero debes completar las dieciséis rondas diarias.
Entrevista con Dānavīra dāsa
En cierta ocasión, en Sydney, Prabhupāda realizó un sacrificio de fuego en el patio. Los devotos llevaron entonces ante a Śrīla Prabhupāda el mahā-prasāda de las Deidades. Él miró el plato y tomó un purī. Lo olió, lo palpó con los dedos y lo probó.
—Este purī es de lo mejor—, dijo. —Es perfecto. Tráiganme al hombre que lo cocinó.
Los devotos corrieron a buscar al afortunado devoto, Kūrma dāsa. Cuando lo llevaron junto a Prabhupāda, éste le dijo:
—Muchas gracias por seguir las reglas y regulaciones. Entiendo que para cocinar así un purī tienes que haber seguido todas las reglas al pie de la letra.
Prabhupāda explicó que esa era la manera de hacer bien las cosas: ser estrictos.
—No me gustan las cosas de segunda categoría —dijo—. Me gustan los purīs de primera—. De manera que cada día que permaneció en Sydney comió los purīs de primera clase de Kūrma, que realmente le gustaron muchísimo.
Entrevista con Jayapatākā Swami
—Si llegara a tener un hijo, ¿debería enseñarle mi profesión? —preguntó Bharadvāja dāsa a Śrīla Prabhupāda. Por aquel entonces Bharadvāja estaba a cargo del estudio FATE (Primera Exhibición Teísta de Norteamérica), y hacía dioramas del kṛṣṇa-līlā. También había observado cómo los padres en la India enseñan su oficio a sus hijos desde muy temprana edad para que éstos lleguen a ser expertos.
Pero Śrīla Prabhupāda respondió: —Tú no eres un alfarero. Mañana te pueden llamar para adorar a las Deidades.
De este modo, Śrīla Prabhupāda enseñó que únicamente hay que apegarse a la orden del maestro espiritual y no al concepto que uno pueda tener de sí mismo como artista o pūjārī.
Entrevista con Rukmiṇī-devī dāsī
32. Gotitas de néctar - Ese es el prejuicio de tu cuerpo
El discípulo de Prabhupāda Nava-yogendra se sorprendió mucho la primera vez que vio a Prabhupāda enfadarse. Prabhupāda se enfadó cuando el joven que había sido designado para vigilar su habitación se alejó de su puesto. Prabhupāda había hecho sonar el timbre una y otra vez, pero el devoto no apareció. Entonces se dirigió a Nava-yogendra, que se encontraba en la habitación de Prabhupāda en ese momento, y le dijo:
—¡Ve a ver dónde está ese sinvergüenza! Debería estar aquí y no está. Cuando llegue, hazlo pasar.
Más tarde, cuando el joven volvió, Nava-yogendra lo hizo pasar y vio que Prabhupāda se puso furioso.
—¡¿Dónde estabas?! —gritó Prabhupāda. El devoto comenzó a temblar—. ¿Por qué no te quedaste afuera? No has sido leal. ¿Por qué no cumples con tu deber?—. Nava-yogendra también se echó a temblar a pesar de que él no era el objeto del castigo.
Prabhupāda siguió así durante varios minutos, reprendiendo al guarda distraído y acusándole de falta de atención grave en el servicio.
Pero en cuanto el devoto dejó la habitación, Prabhupāda retomó la conversación con Nava-yogendra como si nada hubiera ocurrido. En su rostro no quedaba la más mínima sombra de ira. Nava-yogendra estaba mudo de la sorpresa y concluyó que la furia de Prabhupāda era únicamente para que el devoto rectificara y que en ningún modo había surgido de unos sentidos incontrolados.
—Śrīla Prabhupāda —preguntó Nava-yogendra—, ¿cómo debemos sentirnos cuando usted se enfada con alguno de nosotros?
Śrīla Prabhupāda respondió:
—Cuando el maestro espiritual está enojado contigo debes alegrarte, porque significa que te está prestando atención.
Prabhupāda continuó diciendo que hay muchos cientos y miles de personas en la calle a las que nadie presta atención. Pero si el maestro espiritual se enfada con un discípulo en particular, esa es su misericordia amorosa hacia ese devoto.
Entrevista con Nava-yogendra Swami
—Parece ser que predicar en África es una pérdida de tiempo —dijo el discípulo de Prabhupāda Gargamuni. Él quería convencer a Śrīla Prabhupāda de que su hermano Brahmānanda Swami volviera y se reuniera con ellos en la India.
—Prabhupāda, ¿qué está haciendo Brahmānanda allí? Él podría estar aquí en la India. Dudo mucho que la gente de esos lugares se vuelva consciente de Kṛṣṇa, porque están muy atrasados.
—Tú piensas que los negros no pueden ser conscientes de Kṛṣṇa porque estás en un cuerpo diferente. Estás en un cuerpo blanco. Ese es el prejuicio de tu cuerpo. Tú piensas así, pero desde mi punto de vista yo a ti te veo como un negro de piel blanca.
Gargamuni salió confundido de la habitación de Prabhupāda, dándose cuenta de que había sido derrotado por su maestro espiritual. A la primera persona que encontró le dijo:
—¿Sabes lo que me acaba de decir Prabhupāda? ¡Que soy un negro de piel blanca!
Clase de Brahmānanda Swami
33. Śrīla Prabhupāda dijo: Acerca del cristianismo
En lo que respecta a la Trinidad cristiana, yo creo que es Dios Padre, el Espíritu Santo y el Hijo. Una persona consciente de Kṛṣṇa acepta esto con los nombres de Viṣṇu, Paramātmā y jīva. Dios es una persona, el Espíritu Santo o Superalma es una persona y la entidad viviente también es una persona. Y María es la representación de la energía de Dios. Ya sea como energía interna (Rādhārāṇī) o como energía externa (Durgā), la energía de la Divinidad puede ser considerada como la madre de las entidades vivientes. No existe contradicción entre la Biblia y los Vedas; simplemente algunas personas formulan sus ideas personales, provocando así las discordias.
Nadie puede decir que la Biblia esté dirigida a la misma clase de personas que el Bhagavad-gītā. Y elBhagavad-gītā es el ABC del conocimiento espiritual. Por encima se encuentra el Śrīmad-Bhāgavatam. Nadie puede concebir la grandeza del Śrīmad-Bhāgavatam. Y por encima está el Caitanya-caritāmṛta. Pero empezando desde la Biblia o el Corán, el principio sigue siendo el mismo. Es como empezar con un diccionario de bolsillo y pasar a un diccionario enciclopédico completo.
Carta a Śivānanda dāsa (19 abril 1968)
Los artículos que aparecieron en el periódico cristiano Southern Cross (Cruz del Sur) están muy bien. Me complace ver cómo la comunidad cristiana aprecia nuestro movimiento. De hecho no estamos enfrentados a ellos. Aceptamos a Jesús como el Hijo de Dios y como un gran vaiṣṇava. Porque apareciera en otro país no significa que no debamos ofrecerle respetos. Si nos ceñimos a nuestros principios tal como yo les he dado, los sacerdotes nos respetarán cada vez más y apreciarán más nuestra filosofía. Por eso hago mucho hincapié en las reglas y regulaciones devocionales.
Carta a Amogha dāsa (5 agosto 1974)
Los que predican en nombre de Cristo son unos necios porque no siguen siquiera el más sencillo de sus mandamientos: «No matarás». He conocido a muchos cristianos, y cada vez que les pregunto por qué están matando, no saben qué responder. El primer principio de la vida espiritual es la no violencia. Ellos dirán que matar en este sentido significa asesinar, pero incluso si aceptamos este argumento, ello significaría que la sociedad en la que Cristo predicaba estaba formada de asesinos. De modo que ¿qué clase de hombres eran? Y de hecho vemos que es verdad, ya que asesinaron a Jesucristo. En cualquier caso, no hay nada en el mundo que pueda compararse con nuestro movimiento, nuestro canto y nuestro baile. Canten y bailen, y cuando estén cansados, tomen prasāda. Ésta es nuestra sólida prédica por todo el mundo.
Carta a Bhakta dāsa (3 agosto 1973)
34. Śrīla Prabhupāda cuenta historias
Śrīla Prabhupāda solía contar historias sacadas de antiguos libros hindúes tales como el Hitopadeśa, y había memorizado muchos ślokas de Cāṇakya Paṇḍita. He aquí una selección de los ejemplos de estos escritos que Prabhupāda solía utilizar con más frecuencia.
viśvāso naiva kartavyaḥ strīṣu rāja-kuleṣu ca
Nunca te fíes de una mujer ni de un político.
mātṛvat para-dāreṣu para-dravyesū loṣtavat
ātmavat sarva-bhūteṣu yaḥ paśyati sa paṇḍitaḥ
Una persona educada es aquella que ve las propiedades de los demás como basura tirada en la calle, trata a otros como le gustaría que lo trataran a él, y ve a cada mujer —menos a su esposa— como su madre.
lālayet pañca-varṣāṇi daśa-varṣāṇi tāḍayet
prāpte tu ṣoḍaśe varṣe putraṁ mitra-vad ācaret
Mima a tu hijo hasta que tenga cinco años y usa el palo por diez años más, pero cuando llegue a los dieciséis, trátalo como a un amigo.
varam eko guṇī-putro na ca mūrkha-śatair api
ekaś candras tamo hanti na ca tārā-gaṇair api
Un solo hijo dotado de buenas cualidades es mucho mejor que cientos carentes de ellas, así como la Luna —aunque una sola— disipa la oscuridad que las estrellas —aunque muchas— no pueden.
ātma-mātā guroḥ-patnī brāhmaṇī rāja-patnikā
dhenur dhatrī tathā pṛthvī saptaitā mātaraḥ smṛtaḥ
Estas siete deben ser consideradas como madres: la propia madre, la esposa del maestro espiritual, la esposa de un brāhmaṇa, la esposa del rey, la vaca, la nodriza y la Tierra.
El fuego, las deudas y la enfermedad deben ser contrarrestados de inmediato.
Los sentidos son como serpientes que muerden, y por ello incluso un hombre sabio no debe sentarse a solas con una mujer, aunque ésta sea su hermana o su madre.
Los enemigos de tu casa son: tu hijo si está loco, tu sirviente si habla de ti a tus espaldas, tu esposa si es muy hermosa o si te habla con dureza. Si tienes estos enemigos en tu hogar, debes abandonarlo y volverte renunciante.
Dichoso el hombre que carece de deudas y que no tiene que salir de su casa. (Śrīla Prabhupāda solía citar este último verso para criticar a la civilización moderna, que envía a los trabajadores a recorrer grandes distancias para ir a su trabajo. Un simple aldeano con un pequeño terreno y una vaca, o realizando algún pequeño oficio, tiene la opulencia de ocuparse de su negocio en casa.)
Satsvarūpa dāsa Goswami
35. Personal - Su indiferencia y desapego
Prabhupāda nunca carecía de interés por cualquier cosa que estuviera relacionada con el movimiento de conciencia de Kṛṣṇa. Si a veces no respondía a la pregunta de un discípulo, era una muestra de su gravedad, instruyéndonos con su indiferencia.
Era indiferente a su propia salud y en su deseo de propagar la conciencia de Kṛṣṇa no descansaba lo suficiente para alguien de su edad. Estaba siempre viajando porque no podía permanecer indiferente a las almas caídas ni a sus discípulos. Gracias a su prédica y a sus viajes había creado el movimiento internacional para la conciencia de Kṛṣṇa y se había colocado en el centro del movimiento como su defensor, así que no podía mantenerse al margen. Decía que cuando a un cuerpo se le corta un dedo, el cuerpo entero sufre. Cuando el templo de Argentina fue cerrado por el gobierno, Prabhupāda se preocupó y escribió en sus significados Bhaktivedanta que estaba preocupado del mismo modo que Vasudeva: Vasudeva sabía que su hijo Kṛṣṇa no podía ser lastimado, pero esa ansiedad era producto de su estado extático de protección paternal.
A Prabhupāda no le importaban los comentarios negativos sobre la conciencia de Kṛṣṇa que aparecían en los periódicos, sobre todo porque veía su lado positivo: los periódicos mencionaban a Kṛṣṇa. Se ocupaba de muchas cosas, sin embargo en el nombre de Kṛṣṇa era también indiferente. Aunque entraba constantemente mucho dinero, a Prabhupāda no le interesaba poseer nada. Decía que sus derechos de autor por haber escrito tantos libros era tomar dos capātīs al día. Estaba desapegado de la mansión Fisher que compramos en Detroit al igual que de las otras mansiones. Le eran indiferentes los libros que se escribían acerca de él. Sólo quería que se glorificara a Kṛṣṇa. Tampoco estaba demasiado interesado en conocer a las grandes personalidades del país. Cuando alguien le decía: —¿Por qué no intenta entrevistarse con el presidente Nixon y le dice estas cosas?—, Prabhupāda respondía: —¿De qué serviría?—. Estaba preparado para reunirse con el Papa, pero cuando sus agendas no coincidían tampoco lo buscaba. Sabía que posar en una foto con un jefe de estado no significaba nada.
Y por supuesto era indiferente a los encantos de las mujeres. Veía a sus discípulas como hijas y nietas y respetaba su servicio hacia él. Y aunque las veía como almas espirituales, no se reunía tanto con ellas como con sus discípulos hombres. No le interesaba sentarse con mujeres o mirarlas para disfrutar con ello.
Era indiferente a cualquier invitación para visitar las ciudades a las que viajaba. No deseaba ir a los centros de las ciudades, ni a los lugares turísticos, ni a los centros comerciales, y jamás iba al cine o a competiciones deportivas de ninguna clase. Le gustaban los parques porque podía pasear cantando japa por las mañanas, y también las grandes salas de reuniones de las ciudades si había allí una audiencia que quisiera oírle hablar sobre la conciencia de Kṛṣṇa. O le interesaba un edificio como posible compra para ser convertido en un templo. Pero aunque visitó ciudades seductoras como Nueva York, Londres o París, jamás le interesó ir a las bibliotecas, palacios, museos o visitar las bellezas naturales como cuevas, cataratas, playas o montañas. Esas cosas no tenían ningún atractivo para él. Prefería una sencilla habitación con una mesa baja para poder hablar con invitados o estar con los devotos y poder así difundir la conciencia de Kṛṣṇa. Pero si por su servicio se veía atrapado en situaciones de opulencia o distracción, se volvía indiferente a la circunstancia.
Sobre todo durante los primeros años en América, Prabhupāda era indiferente al hecho de que sus anfitriones en Pennsylvania comieran carne o que se tuviera que trasladar a un infierno del mundo material conocido como el Bowery. Era indiferente al hecho de que sus discípulos hubieran sido pecadores antes de convertirse en devotos. En tales situaciones, él aceptaba y toleraba y estaba desapegado incluso del deseo de encontrarse en entornos más espirituales como son los lugares santos. Le era indiferente que un lugar fuera o no santo siempre que pudiera predicar en él.
Su dieta era sencilla y no estaba interesado en las comidas especiales que podían ofrecerle los italianos, los franceses o los norteamericanos. Incluso dentro de la dieta hindú, que era su preferida, no le gustaba tomar comidas extravagantes, sino cosas sencillas como arroz simple, dāl, capātīs y sabjī.
Le era indiferente la ropa y no le gustaba lucir bufandas llamativas, cādars llenos de colorido o zapatos, abrigos y sombreros especiales. Siempre mantuvo su sencilla ropa de sannyāsī. En cambio sí le gustaban las ropas alegres para las Deidades de los templos y las oportunidades de gastar dinero en la construcción de edificios maravillosos o en nuevas maneras de propagar la conciencia de Kṛṣṇa, como los dioramas (las exhibiciones de estatuas de pasatiempos de Kṛṣṇa y pasajes de la filosofía). También le gustaba y apreciaba la máxima calidad en la impresión de sus libros y en la reproducción en color de las pinturas. En estas cosas, incluso en su aspecto mundano, Śrīla Prabhupāda era un conocedor, alguien que sabía apreciar la calidad, y pedía a sus devotos que compitieran en el mercado para conseguir lo mejor y al mejor precio; debían obtener los mejores negocios y los mejores productos para utilizarlos al servicio de Kṛṣṇa.
Satsvarūpa dāsa Goswami
35. Personal - Su indiferencia y desapego
Prabhupāda nunca carecía de interés por cualquier cosa que estuviera relacionada con el movimiento de conciencia de Kṛṣṇa. Si a veces no respondía a la pregunta de un discípulo, era una muestra de su gravedad, instruyéndonos con su indiferencia.
Era indiferente a su propia salud y en su deseo de propagar la conciencia de Kṛṣṇa no descansaba lo suficiente para alguien de su edad. Estaba siempre viajando porque no podía permanecer indiferente a las almas caídas ni a sus discípulos. Gracias a su prédica y a sus viajes había creado el movimiento internacional para la conciencia de Kṛṣṇa y se había colocado en el centro del movimiento como su defensor, así que no podía mantenerse al margen. Decía que cuando a un cuerpo se le corta un dedo, el cuerpo entero sufre. Cuando el templo de Argentina fue cerrado por el gobierno, Prabhupāda se preocupó y escribió en sus significados Bhaktivedanta que estaba preocupado del mismo modo que Vasudeva: Vasudeva sabía que su hijo Kṛṣṇa no podía ser lastimado, pero esa ansiedad era producto de su estado extático de protección paternal.
A Prabhupāda no le importaban los comentarios negativos sobre la conciencia de Kṛṣṇa que aparecían en los periódicos, sobre todo porque veía su lado positivo: los periódicos mencionaban a Kṛṣṇa. Se ocupaba de muchas cosas, sin embargo en el nombre de Kṛṣṇa era también indiferente. Aunque entraba constantemente mucho dinero, a Prabhupāda no le interesaba poseer nada. Decía que sus derechos de autor por haber escrito tantos libros era tomar dos capātīs al día. Estaba desapegado de la mansión Fisher que compramos en Detroit al igual que de las otras mansiones. Le eran indiferentes los libros que se escribían acerca de él. Sólo quería que se glorificara a Kṛṣṇa. Tampoco estaba demasiado interesado en conocer a las grandes personalidades del país. Cuando alguien le decía: —¿Por qué no intenta entrevistarse con el presidente Nixon y le dice estas cosas?—, Prabhupāda respondía: —¿De qué serviría?—. Estaba preparado para reunirse con el Papa, pero cuando sus agendas no coincidían tampoco lo buscaba. Sabía que posar en una foto con un jefe de estado no significaba nada.
Y por supuesto era indiferente a los encantos de las mujeres. Veía a sus discípulas como hijas y nietas y respetaba su servicio hacia él. Y aunque las veía como almas espirituales, no se reunía tanto con ellas como con sus discípulos hombres. No le interesaba sentarse con mujeres o mirarlas para disfrutar con ello.
Era indiferente a cualquier invitación para visitar las ciudades a las que viajaba. No deseaba ir a los centros de las ciudades, ni a los lugares turísticos, ni a los centros comerciales, y jamás iba al cine o a competiciones deportivas de ninguna clase. Le gustaban los parques porque podía pasear cantando japa por las mañanas, y también las grandes salas de reuniones de las ciudades si había allí una audiencia que quisiera oírle hablar sobre la conciencia de Kṛṣṇa. O le interesaba un edificio como posible compra para ser convertido en un templo. Pero aunque visitó ciudades seductoras como Nueva York, Londres o París, jamás le interesó ir a las bibliotecas, palacios, museos o visitar las bellezas naturales como cuevas, cataratas, playas o montañas. Esas cosas no tenían ningún atractivo para él. Prefería una sencilla habitación con una mesa baja para poder hablar con invitados o estar con los devotos y poder así difundir la conciencia de Kṛṣṇa. Pero si por su servicio se veía atrapado en situaciones de opulencia o distracción, se volvía indiferente a la circunstancia.
Sobre todo durante los primeros años en América, Prabhupāda era indiferente al hecho de que sus anfitriones en Pennsylvania comieran carne o que se tuviera que trasladar a un infierno del mundo material conocido como el Bowery. Era indiferente al hecho de que sus discípulos hubieran sido pecadores antes de convertirse en devotos. En tales situaciones, él aceptaba y toleraba y estaba desapegado incluso del deseo de encontrarse en entornos más espirituales como son los lugares santos. Le era indiferente que un lugar fuera o no santo siempre que pudiera predicar en él.
Su dieta era sencilla y no estaba interesado en las comidas especiales que podían ofrecerle los italianos, los franceses o los norteamericanos. Incluso dentro de la dieta hindú, que era su preferida, no le gustaba tomar comidas extravagantes, sino cosas sencillas como arroz simple, dāl, capātīs y sabjī.
Le era indiferente la ropa y no le gustaba lucir bufandas llamativas, cādars llenos de colorido o zapatos, abrigos y sombreros especiales. Siempre mantuvo su sencilla ropa de sannyāsī. En cambio sí le gustaban las ropas alegres para las Deidades de los templos y las oportunidades de gastar dinero en la construcción de edificios maravillosos o en nuevas maneras de propagar la conciencia de Kṛṣṇa, como los dioramas (las exhibiciones de estatuas de pasatiempos de Kṛṣṇa y pasajes de la filosofía). También le gustaba y apreciaba la máxima calidad en la impresión de sus libros y en la reproducción en color de las pinturas. En estas cosas, incluso en su aspecto mundano, Śrīla Prabhupāda era un conocedor, alguien que sabía apreciar la calidad, y pedía a sus devotos que compitieran en el mercado para conseguir lo mejor y al mejor precio; debían obtener los mejores negocios y los mejores productos para utilizarlos al servicio de Kṛṣṇa.
Satsvarūpa dāsa Goswami
36. Realizaciones: Prabhupāda no se ha ido
El alma condicionada piensa de un modo separado de Kṛṣṇa. Pero un devoto puro no tiene ninguna idea o comprensión separada de Kṛṣṇa. Tiene una idea y una comprensión: la conciencia de Kṛṣṇa. Prabhupāda decía: —Una bandera, un śāstra y un trabajo: el servicio a Kṛṣṇa—. Incluso diseñó la bandera de ISKCON, un loto ovalado con sus pétalos y la palabra ISKCON en el medio. El mundo entero debería estar bajo una bandera: ISKCON, y el mundo entero debería tener una sola Escritura: el Bhagavad-gītā. Y como único principio de trabajo el rendirse a Kṛṣṇa. Eso es el movimiento ISKCON. Y debería haber un solo himno: el mantra Hare Kṛṣṇa. (O mejor aún, dos mantras: Hare Kṛṣṇa y Jaya Prabhupāda.)
La idea de Prabhupāda era que no hubiera separación de Kṛṣṇa. Y cuando cada uno de nosotros individualmente no esté separado de la idea de Prabhupāda, de Kṛṣṇa y de ISKCON, entonces se manifestarán en forma natural las cualidades de perdón, bondad y nobleza de corazón para distribuir el amor por Kṛṣṇa. Surgirán de la mentalidad no separatista del devoto. Yo personalmente, para poder mantener el deseo de una idea necesito la ayuda de todos. No puedo decir que necesito únicamente a Prabhupāda y a nadie más.
Durante años después de que Prabhupāda abandonara este mundo me encontré desorientado, y sólo recientemente estoy sintiendo que renace en mí la esperanza. Estaba desorientado pensando ¿cómo puede Prabhupāda haberme dejado de este modo? Así pensaba yo. No sé, quizá fuera ofensivo, pero yo me decía ¿cómo puede haberme dejado así? Mi sentimiento no era de enfado sino de decepción: —Prabhupāda, ¿por qué me ha dejado en este momento?
Pero ahora comprendo que Prabhupāda no se ha ido, porque cuando miro a mis hermanos espirituales puedo ver en cada uno de ellos algo de Prabhupāda. Individualmente tienen su personalidad propia pero cuando los analizo veo en unos y en otros al menos una de las cualidades que tanto amaba de Prabhupāda. Por eso los hermanos espirituales son muy queridos para mí. Porque son muy queridos para Prabhupāda son también muy queridos para mí. Pero si dijera que amo a Prabhupāda y pensara sin embargo que sus discípulos, mis hermanos espirituales, no tienen nada de Prabhupāda, ¿cuál sería entonces mi futuro en este mundo? Me encontraría en una condición desesperada, porque mi recuerdo personal de las actividades de Prabhupāda se iría diluyendo cada día. Pero en ISKCON, con el servicio en separación y con las cualidades de mis hermanos espirituales, Prabhupāda está verdaderamente presente.
Entrevista con Bhāvānanda Goswami
37. Demasiada especulación sobre la Biblia no es conveniente
En 1973, en el Bhaktivedanta Manor (Inglaterra), Śrīla Prabhupāda mantuvo una serie de conversaciones con diversos invitados, algunos de ellos sacerdotes. Durante la visita de un joven sacerdote, varios de los discípulos de Prabhupāda comenzaron a discutir con él acerca de la Biblia. El debate era sobre si la Bibliacondenaba o no el comer carne. Uno de los devotos citó un pasaje del Génesis donde se dice que el hombre, —como señor de los animales— debe protegerlos y alimentarse de verduras y frutas, pero el sacerdote respondió a esto refiriéndose a otro pasaje de la Biblia sobre la alianza de Noé, por la que Dios permitió a Sus seguidores comer carne. Otro devoto apuntó el ejemplo de Daniel, del Antiguo Testamento, diciendo que era vegetariano. El sacerdote contestó con otros argumentos bíblicos. La conversación giró entonces hacia las traducciones hebreas y griegas, el sacerdote replicando siempre a los argumentos de los devotos y ellos, a su vez, citando nuevos argumentos de la Biblia. Durante este acalorado intercambio, Śrīla Prabhupāda permaneció en silencio. Él había puesto sobre la mesa el máximo argumento, el de que la Biblia recomienda «No matarás» y que Jesús apoyaba esta ley. Pero cuando la conversación quedó enfocada hacia distintos temas relacionados con la Biblia, Prabhupāda no tomó parte en ella. Naturalmente al sacerdote no lo convenció ninguno de los argumentos bíblicos presentados por los devotos, y después de un rato se marchó.
Esa misma noche Prabhupāda llamó a los devotos. Comentando la discusión con el cura, Prabhupāda dijo que no creía que fuera una buena idea que los devotos discutieran tanto basándose en la Biblia. Dando una seria instrucción a sus discípulos predicadores, Prabhupāda dijo que en lo sucesivo deberían ceñirse a elBhagavad-gītā y fundamentar sus argumentos sobre esa base.
Poco después, en París, Prabhupāda tuvo más encuentros con cristianos. Él argumentaba siempre que la Biblia dice: «No matarás». En una ocasión, un invitado cristiano se refirió al evangelio de San Juan y a la frase «En un principio era el Verbo, y el Verbo era Dios». A Prabhupāda le gustó esto y lo relacionó con la conclusión védica de que todo ha sido creado por la voluntad del Supremo.
En una conferencia que Prabhupāda dio en París, citó ese verso de San Juan «En un principio era el Verbo» e hizo una interpretación de la Biblia desde la conciencia de Kṛṣṇa. Sin embargo, algunos cristianos de la audiencia protestaron por ese análisis.
Durante esa misma visita a París, Śrīla Prabhupāda le pidió a su secretario que empezara a escribir un comentario de la Biblia desde el punto de vista de la conciencia de Kṛṣṇa. A Prabhupāda le interesaban los resultados, pero luego decidió interrumpir el proyecto diciendo que los cristianos nunca aceptarían nuestros comentarios sobre la Biblia. Prabhupāda deseaba que los cristianos apreciaran los principios de la conciencia de Kṛṣṇa y quería que supieran que nosotros apreciamos los suyos, pero demasiada especulación o erudición sobre la Biblia por parte de los devotos no era conveniente.
Satsvarūpa dāsa Goswami
38. Ve por todas partes y predica
Tamāla Kṛṣṇa Goswami fue el primer discípulo de ISKCON en recibir sannyāsa siendo miembro del GBC. Śrīla Prabhupāda se lo otorgó en Jaipur en 1971 y la idea inicial era que Tamāla Kṛṣṇa Goswami renunciaría a sus responsabilidades de gestión y se dedicaría simplemente a viajar y a predicar. Tras una breve gira llena de éxito en Gujarat regresó a Bombay junto a Śrīla Prabhupāda. Pero como su ex-esposa vivía en ese templo, Tamāla Kṛṣṇa Goswami pensó que no debía ir allí en persona, de manera que mandó a su ayudante mientras él esperaba en la estación. Pero cuando Prabhupāda supo que estaba en la estación, envió a un devoto a que lo recogiera y lo trajera junto a él.
Tan pronto como Tamāla Kṛṣṇa Goswami entró en la habitación de Śrīla Prabhupāda y empezó a dar las reverencias a su maestro espiritual, Śrīla Prabhupāda comenzó a hablar: —No hay problema en este sentido. El templo es un lugar neutral donde se puede venir siempre, en cualquier situación; no hay nada malo en ello—. Prabhupāda estaba complacido de que su discípulo sannyāsī fuera tan estricto en sus votos, pero le aseguró que no había ningún problema por encontrarse en el mismo templo que su ex-esposa.
La iniciación de sannyāsa había llenado de humildad a Tamāla Kṛṣṇa Goswami, y puesto que ya no era un líder, tomó asiento al fondo de la habitación. Prabhupāda había estado hablando en una habitación llena de devotos, y cuando pidió que se retiraran dijo a Tamāla Kṛṣṇa Goswami que le informara en privado sobre su reciente prédica. El hecho de que Prabhupāda hubiera pedido a los otros que salieran era poco frecuente e indicaba su predilección hacia la prédica sannyāsa.
Tamāla Kṛṣṇa Goswami informó que había reclutado a ocho miembros en unos siete días. Habían tenido un gran programa pāṇḍal de conferencias al que habían asistido cinco mil personas, y el gobernador de Gujarat, Nṛsṁha Nārāyaṇa, había sido el principal invitado. Prabhupāda quedó muy complacido al ver las fotografías de los actos así como los recortes de los periódicos. Satisfecho, se recostó en su silla y dijo: —Ahora puedo retirarme tranquilo. Kīrtanānanda, Brahmānanda y tú están predicando bien. Todo irá perfectamente.
—Śrīla Prabhupāda —dijo Tamāla Kṛṣṇa Goswami—, creo que debo partir ahora porque quisiera llegar antes que usted a Madrás y poder recibirle cuando llegue para su próximo programa.
—Sí. Vete ya.
Cuando Tamāla Kṛṣṇa Goswami hubo ofrecido reverencias, Prabhupāda se levantó, dio la vuelta al escritorio, se acercó a su discípulo y lo abrazó. Descansó su cabeza primero sobre un hombro y luego sobre el otro y luego, mirándole a los ojos, le dijo:
—Ahora toma este sannyāsa-mantra en tu corazón. Ve por todas partes y predica.
Entrevista con Tamāla Kṛṣṇa Goswami
39. Gotitas de Néctar - Debes rezar para que Kṛṣṇa te siga enredando
Unos meses después de tomar sannyāsa, Tamāla Kṛṣṇa Goswami tuvo que volver a la administración. Ocurrían demasiadas cosas y las demandas eran demasiado grandes para que Śrīla Prabhupāda pudiera abandonar las pesadas tareas de dirección en la India. Pero en un momento dado aquello se convirtió en una sobrecarga también para Tamāla Kṛṣṇa Goswami.
Śrīla Prabhupāda había permitido a Girirāja que volviera a América a causa de su ictericia, pero el sustituto de Girirāja, Mohanānanda, había decidido también dejar la India porque encontraba el puesto demasiado difícil para él. Como Tamāla Kṛṣṇa Goswami era GBC para la India, tuvo que asumir toda la dirección del país y al mismo tiempo administrar el templo de Bombay. Prabhupāda le había dicho también que un GBC debía además recolectar fondos personalmente.
Lleno de ansiedad, Tamāla Kṛṣṇa Goswami fue a ver a Prabhupāda y empezó a llorar: —Prabhupāda, es imposible. ¿Cómo puedo hacerlo? ¿Cómo puedo llevar tantas cosas?
Prabhupāda se reclinó en su asiento y dijo:
—Eso es muy bueno. Debes rezar para que Kṛṣṇa te siga enredando en Su servicio y así no tengas ni un momento libre para el ataque de māyā.
Entrevista con Tamāla Kṛṣṇa Goswami
Durante la ceremonia de colocación de la primera piedra en Māyāpura, Girirāja fue a visitar a Śrīla Prabhupāda a su cabaña. Prabhupāda le contó que durante la época del Imperio Británico había tres estados en la India: Madrás, Bombay y Calcuta, y un gobernador a cargo de cada estado.
—¿Qué estado quieres? —preguntó Śrīla Prabhupāda. Girirāja había seguido siempre los dictados de una autoridad por encima de él y nunca antes había tomado una decisión importante de forma independiente. Como no tenía la menor idea sobre cuál elegir, dijo:
—Prabhupāda, haré lo que usted desee que haga.
—No, no, quiero que tú decidas —dijo Prabhupāda
Girirāja meditó sobre su elección durante una semana aproximadamente, pero aún así no sabía qué decidir. Entonces urdió un plan para hacer que Prabhupāda decidiera por él.
—He pensado ir a Bombay —dijo Girirāja.
La idea de Girirāja era que, mencionando Bombay, el rostro de Prabhupāda mostraría alguna expresión que le indicaría a Girirāja lo que Śrīla Prabhupāda realmente quería que hiciera. Pero su cara no se movió. Lo único que dijo fue:
—Está bien.
—Pero luego —dijo Girirāja— pensé también en volver a Madrás.
Como en el caso de Bombay, Girirāja dio algunas razones por las que debía ir a Madrás. Esperó a ver si Prabhupāda se pronunciaba, pero de nuevo su rostro no mostró expresión alguna.
—Sí —dijo Prabhupāda— está bien.
Entonces Girirāja se dio cuenta de que no iba a funcionar.
—Finalmente pensé en quedarme en Calcuta —dijo Girirāja—, porque...
Pero aquí también ocurrió lo mismo. Prabhupāda no hizo nada que pudiera indicar lo que deseaba.
—Está bien —dijo Prabhupāda.
Llegado a este punto, Girirāja sintió vergüenza por haber querido engañar a su maestro espiritual. Pero también estaba contento, porque pudo ver que Prabhupāda era tan maravilloso y perfecto que no podía ser engañado por un estúpido discípulo.
Entrevista con Girirāja Swami
40. Gotitas de néctar - Mantra, dormir, mantra, dormir —rió Prabhupāda
En la India, Śrīla Prabhupāda propuso a los devotos que construyeran una biblioteca en un edificio aparte tanto para los libros de Prabhupāda como para los de los grandes ācāryas, incluidos los Upaniṣads y otros textos védicos. También dijo que debían incluirse las obras de Śaṅkara, pero no las de los modernos y populares svāmīs o las de los líderes políticos que pretenden ser escritores espirituales.
—Esos son sinvergüenzas —dijo Prabhupāda—. Los Vedas advierten que no se les debe ni mirar a la cara.
—¿Pero no dice Caitanya Mahāprabhu que si uno llega a leer las obras de Śaṅkarācārya se condenará? —preguntó Hari-śauri.
Prabhupāda respondió: —No si las lee con la comprensión adecuada. Podemos leerlas para saber cuál es su filosofía.
Diario de Hari-śauri dāsa
Existe una idea similar en una carta de Prabhupāda, donde dice cautelosamente que se pueden leer libros espirituales suplementarios o que no sean de la conciencia de Kṛṣṇa:
¿Piensas que vas a necesitar todos esos libros? Naturalmente no tengo ninguna objeción si deseas tenerlos como referencia, pero debemos siempre recordar que hay que poner mayor énfasis en el aspecto espiritual que en el escolástico. Aunque por otro lado, está muy bien que nuestros libros se presenten de un modo erudito. De manera que haz lo que creas conveniente y necesario. [...]
Pero no necesitas convertirte en un entendido. Tan sólo necesitas entender nuestros śāstras (elBhagavad-gītā, el Śrīmad-Bhāgavatam, etc.) y cantar el mantra Hare Kṛṣṇa lo más posible. El asunto es que si le das más importancia al aspecto intelectual, otros devotos intentarán imitarte. Ya tu esposa expresó esa intención, y en cuanto intentemos convertirnos en eruditos nuestra línea devocional se apagará. Esto lo debes tener siempre en cuenta.
Durante una breve visita a Boston en 1971, Prabhupāda les dio a los devotos un regalo para su altar. Brahmānanda le había preguntado a Prabhupāda por qué siempre se ponía el tilaka utilizando el agua de un viejo frasco.
—Ah —respondió Prabhupāda—, te lo daré. Es agua del Ganges y nunca se descompone.
Brahmānanda aceptó agradecido el frasco de agua.
—Gracias, Śrīla Prabhupāda. Pondremos el agua en un contenedor de plata.
—No —dijo Prabhupāda—. Ponlo en el altar tal como está.
De modo que los devotos colocaron sobre el altar el frasco (que tenía una etiqueta bien visible donde podía leerse «Café Maxwell») junto a las Deidades de Rādhā-Kṛṣṇa y al resto de la parafernalia. Algunas veces los visitantes preguntaban qué significado tenía el frasco de café Maxwell, y los devotos explicaban con orgullo que era un regalo de Śrīla Prabhupāda.
Satsvarūpa dāsa Goswami;
entrevistas con Bālāi-devī y Jāhnavā-devī dāsī
Cuando Śrīla Prabhupāda hizo comenzar la adoración de la śālagrāma-śilā en Māyāpura, no dio demasiadas instrucciones a los pūjārīs.
—Pónganle algunas hojas de tulasī —dijo— y luego riéguenla—. Él quiso decir que durante el mes devaiśākha (abril-mayo) la śālagrāma podía regarse diariamente como se hace con tulasī.
—Śālagrāma-śilā significa mantras —dijo Prabhupāda—. Mantra, dormir, mantra, dormir, mantra, dormir—. Prabhupāda se echó a reír. Explicó que las śālagrāma-śilās no se adoran tanto en el templo sino más bien en privado. Un brāhmaṇa le hace pūjā, después la guarda en una caja, más tarde la saca, le vuelve a hacer pūjāy otra vez la guarda.
--Mantra, dormir, mantra, dormir —rió Prabhupāda—. Eso es la adoración śālagrāma.
Entrevista con Jananivāsa dāsa
41. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre la lectura de sus libros y volverse fuerte siguiendo los principios
Pienso que es obvio, y tú lo has admitido, que el problema es que no estás siguiendo los principios básicos de nuestra asociación. El hecho de que no hayas cantado tus rondas durante tanto tiempo te ha dejado sin fuerza espiritual.
Carta a Gaura Gopāla dāsa (26 mayo 1975)
Dices que deseas ir a predicar a los svāmīs māyāvādīs, pero si vas con esos sinvergüenzas te convertirán. No eres tan fuerte como para convertirlos y convencerlos de su locura. El Bhagavad-gītā dice claramente que el propósito del conocimiento védico es entender a Kṛṣṇa, vedaiś ca sarvair aham eva vedyaḥ (Bg. 15.15). De modo que estamos presentando a Kṛṣṇa de forma política, social, económica, filosófica y religiosa. Lo describimos en setenta y cinco libros de cuatrocientas páginas cada uno. Mejor lee primero estos libros detenidamente y convéncete profundamente tú mismo antes de ir a convencer a esos demonios. No intentes llevar a cabo una tarea demasiado dura antes de estar muy fuerte. Canta dieciséis rondas diarias, sigue las reglas y regulaciones y lee nuestros libros. No te conviertas en un gran predicador inmediatamente. Si eres débil intentando convertirlos, ellos te convertirán a ti.
Carta (20 mayo 1975)
Sobre los devotos y el concepto corporal
¿Por qué te lamentas cuando alguien te dice que tú eres hindú y él norteamericano y que los hindúes no son buenos y los norteamericanos sí? ¿Por qué dejas que te afecten las relaciones corporales? Śrī Caitanya Mahāprabhu nos advirtió, y como alumno avanzado deberías saberlo, que debemos ser más humildes que la hierba y más tolerantes que un árbol. Entonces podremos llevar a cabo nuestro servicio y cantar Hare Kṛṣṇa.
Si los hindúes son malos, entonces yo también soy malo, puesto que soy hindú. Pero ellos han aceptado a un hindú como guru, de manera que los hindúes son buenos o malos según su comportamiento. Dijeron que eras malo por ser hindú, y sin embargo han aceptado a un mal hindú como guru. No estés afligido por todos estos aspectos externos de nuestras relaciones corporales. Sé constante en la conciencia de Kṛṣṇa; cumple con tu deber y serás bendecido por Śrī Caitanya Mahāprabhu y por Kṛṣṇa. Ellos harán que tu vida sea un éxito. No somos ni hindúes ni norteamericanos: nuestra verdadera identidad es que todos somos sirvientes de Kṛṣṇa.
Carta a Caitya-guru dāsa (7 febrero 1974)
Has preguntado por el origen de la raza negra. Esa cuestión no es importante. ¿Por qué tienes curiosidad por el cuerpo temporal? No es muy importante conocer detalles sobre la ropa que llevo temporalmente. Tenemos muchos cuerpos que cambiamos como si fueran ropa. No es síntoma de una persona sabia o de un devoto consciente de Kṛṣṇa el estar absortos en el cuerpo que uno posee en la actualidad. Y en cuanto a si la personalidad de Kali era un negro africano, puede que no. Después de todo, Kṛṣṇa también es negro, aunque Su cuerpo es diferente; Él es sac-cid-ānanda. De manera que nuestras preguntas deberían tratar de Kṛṣṇa, no de las así llamadas razas, religiones o nacionalidades de este cuerpo temporal lleno de miserias.
Carta a Mārkaṇḍeya Ṛṣi dāsa (1 mayo 1974)
42. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: ¡En el infierno no hay periódicos!
Como joven brahmacārī en el joven movimiento ISKCON, Tamāla Kṛṣṇa le preguntó a Prabhupāda: —¿Cómo es el mundo espiritual, Kṛṣṇaloka?
Prabhupāda respondió: —¡Allí no hay servicio militar!
Los devotos se rieron ante la ingeniosa salida de Prabhupāda. Śrīla Prabhupāda contó entonces la historia de un misionero cristiano que predicaba entre mineros del carbón. El misionero comenzó con una ardiente charla diciéndoles que los pecadores irían al infierno y que únicamente podrían salvarse si se rendían a Jesucristo.
Al oír el nombre de Jesucristo, uno de los mineros preguntó: —¿Jesucristo? ¿Cuál es su número?—. Todos en la compañía minera tenían asignado un número de planilla, y los mineros no podían imaginar que Jesucristo no tuviera número. El misionero lo intentó de nuevo, describiendo esta vez las miserias del infierno.
—El infierno —dijo— es un sitio muy oscuro y húmedo—. Los mineros se volvieron y dejaron de mostrar interés. Su descripción del infierno sonaba igual que la mina que ya conocían. Entonces el misionero comprendió que estaba predicando a gente con una idea muy limitada de la realidad, de modo que tendría que dirigirse a su experiencia actual.
—¡Y en el infierno —exclamó— no hay periódicos!
—¡Oh! ¡Qué espanto! ¡Qué horror!—gritaron los mineros, horrorizados.
El chiste de Prabhupāda hizo reír a los devotos y también les hizo pensar que un predicador debe meditar cuidadosamente antes de dirigirse a una audiencia, y hablar según el momento, el lugar y la circunstancia. Pero personalmente, para Tamāla Kṛṣṇa y los otros jóvenes fue un gran alivio pensar que existía un mundo espiritual donde no había peligro de que te metieran arrastrado en el ejército.
Entrevista con Tamāla Kṛṣṇa Goswami y con Bhūrijana dāsa
43. Personal: Sus ojos
En El Néctar de la Devoción, Śrīla Rūpa Gosvāmī afirma que por la mirada de las grandes almas se puede conseguir la liberación. Y así ocurría con Śrīla Prabhupāda.
La mirada de Prabhupāda funcionaba como un rayo o como una rosa. Si un devoto se dirigía a Śrīla Prabhupāda y no era totalmente abierto o sincero, o si intentaba burlar su compromiso con Kṛṣṇa, Śrīla Prabhupāda podía adivinarlo mirando directamente a los ojos del devoto. Entonces el discípulo se sentía como un idiota. Y a menos que fuera un mentiroso sin escrúpulos, era incapaz de tratar de engañar a Prabhupāda. Cuando alguien se enfrentaba con la mirada penetrante de Prabhupāda podía ver en su propia debilidad.
Prabhupāda expresaba también dolor en sus ojos cuando un discípulo lo decepcionaba o cuando veía el sufrimiento de las almas condicionadas. Sus ojos eran particularmente expresivos con emociones espirituales cuando contaba una historia o cuando reía o lloraba. Como dicen los poetas «los ojos son el espejo del alma».
Tras visitar la finca de Gītā-nāgarī, Prabhupāda contó que había visto una vaca con una ubre muy grande. Describiendo la vaca, Prabhupāda extendió los brazos para enseñar el tamaño y abrió desmesuradamente los ojos como lo hubiera hecho un niño. Y los que lo oyeron también se volvieron también como niños y tomaron parte en la apreciación de Prabhupāda.
Hay una película donde Śrīla Prabhupāda va conduciendo a sus discípulos por los santos lugares de Vṛndāvana. Se lo ve contando pasatiempos de Kṛṣṇa y sus ojos, brillando con una luz trascendental, están llenos de juego, de amor y de gozo espiritual. Sólo alguien que estuviera muerto sería incapaz de ver la dicha de la conciencia de Kṛṣṇa en los ojos de Prabhupāda.
Todos sabían que llevar adelante la conciencia de Kṛṣṇa era duro para Prabhupāda: sus viajes, las preocupaciones, el duro trabajo... Y sin embargo sus brillantes y sonrientes ojos mostraban que estaba por encima de toda aquella lucha.
Mirando a los ojos de Prabhupāda uno podía sacar la conclusión de que no era una persona de este mundo. Estaba con Kṛṣṇa en el mundo espiritual. Mirando a los ojos de Prabhupāda uno tenía la impresión de que Prabhupāda era más profundo que ninguna otra persona, que era de verdad un guru; se daba cuenta de que había una profundidad insondable y de que no había en ellos el más ligero atisbo de ego falso. Y eso lo transmitía él por medio del lenguaje de los ojos.
A la gente le gusta presentarse a sí misma en su mejor faceta. Un hombre puede hablar de una manera muy religiosa, decir muchos superlativos sobre sí mismo o afirmar que es honrado y sincero. A veces se puede detectar mirando a las personas directamente a los ojos si en realidad tienen miedo o son deshonestas. Por eso la gente a menudo es evasiva y le resulta incómodo mirar a los ojos de otra persona. Śrīla Prabhupāda podía ver fácilmente la carencia de conciencia de Kṛṣṇa mirando a alguien a los ojos. Sin embargo, cuando alguien miraba a Prabhupāda a los ojos, veía únicamente conciencia de Kṛṣṇa.
Satsvarūpa dāsa Goswami
44. Realizaciones: Prabhupāda se relacionaba conmigo del mismo modo en que yo me relacionaba con él
«Mi experiencia de mis encuentros personales con Śrīla Prabhupāda es que él se relacionaba conmigo de acuerdo al modo en que yo me relacionaba con él. Si yo era humilde él era misericordioso conmigo, pero cuando yo era orgulloso Prabhupāda aplastaba mi orgullo.
»La primera vez que lo vi (en el templo de Calcuta, en 1971), entré y me senté. Me preguntó quién era y si tenía alguna pregunta. De modo que le dije: —Bueno, ¿por qué mejor no volverse budista?—. Yo era un chico listo. Entonces Prabhupāda preguntó: —¿Y en qué cree un budista?
»Intenté acordarme de mis años de colegio, Filosofía I y II. Comenté un poco sobre el Noble Sendero Óctuple y Cuádruple, y mascullé algo acerca de lo que Buda había dicho. Pero Prabhupāda ya me había derrotado: yo no tenía ni idea de qué era lo que había dicho Buda.
»La siguiente vez que vi a Prabhupāda fue al año siguiente, en el festival de Māyāpura de 1972. Después de haberlo visto por primera vez, había comenzado a cantar Hare Kṛṣṇa y me había hecho vegetariano. Esta vez ya no era tan orgulloso. Pensaba: “Seguro que Prabhupāda conoce las respuestas a todos los secretos de la vida”. Fui a verlo consciente de que era un maestro espiritual perfecto. Aunque mi rendición era teórica, me acerqué sumisamente ante él tal como se indica en el Bhagavad-gītā. Mientras estuve en Māyāpura también había estado prestando servicio, de modo que sin saberlo estaba siguiendo el mandato del Gītā. Prabhupāda me correspondió presentándome la Verdad Absoluta. Esas conversaciones están recogidas en el libroPreguntas Perfectas, Respuestas Perfectas. Prabhupāda era tremendamente misericordioso conmigo. Llegó incluso a decirme: —Tú eres un buen muchacho.
»La siguiente vez que vi a Prabhupāda fue de nuevo en Calcuta. Para entonces yo era ya mucho más respetuoso. Cuando fui a verle, él estaba bebiendo agua de coco. Entré en su habitación sintiéndome muy insignificante y entonces Prabhupāda me tendió su propia agua de coco para que bebiera. Quizá no era gran cosa, pero a mí me llegó hasta el alma.
»Cuando volví a verle en 1973 me sentía también muy insignificante. Fue en el templo de Brooklyn en Nueva York. Prabhupāda iba andando desde su residencia hacia el templo y yo me encontraba de pie en un pasillo lleno de devotos. Pensé: “Ojalá que no me vea”. Cuando pasó Prabhupāda todos le dimos reverencias. Mantuve la cabeza en el piso rezando lo más lento que pude para asegurarme de que pasaría de largo antes de que yo me levantara. Pero lo que no sabía era que Prabhupāda se había detenido y me estaba esperando. Terminé mis oraciones muy despacio y cuando me levanté me encontré los pies de Prabhupāda enfrente de mí. Dijo: —¡Estás aquí!—, y me abrazó.
»Pero en otra ocasión Prabhupāda aplastó mi falso ego. Estaba paseando en Denver y yo me uní a él. Yaduvara dijo: —Prabhupāda, aquí está el trabajador del Cuerpo de Paz. Ha venido a verlo otra vez—. En esta ocasión yo me sentía muy orgulloso pensando: “Prabhupāda estará muy contento de verme”. Pero Prabhupāda dijo solamente: —Hm—. Eso fue todo.
»Otra vez vi a Prabhupāda en su cuarto en Nueva Órleans. En esta ocasión entré intentando pasar desapercibido y me senté al fondo de la habitación. No quería que Prabhupāda me viera. El lugar estaba lleno de devotos, incluyendo muchos líderes, de modo que me escondí hacia el final. Pero Prabhupāda me vio e hizo una pausa en mitad de su darśana. Dijo: —Ven aquí—. Así que me acerqué un poco. —No, aquí—. Me acerqué un poco más. Pero entonces Brahmānanda Swami se volvió y me dijo: —¡Ven hasta aquí!—. Y al final me encontré sentado a los pies de Prabhupāda. Él deseaba que yo me sentara allí, a sus pies.
»Sin embargo cuando iba a ser iniciado, me volví de nuevo orgulloso. Era en 1976 y yo pensaba: —Ahora Prabhupāda estará muy satisfecho conmigo. Esto es maravilloso—. Prabhupāda no llevó a cabo la ceremonia de iniciación personalmente. Se encontraba enfermo, pero estaba sentado en el vyāsāsana y repartía los dulces. Yo no estaba situado muy lejos de él así que lo miré pensando: “Aquí estoy. Voy a ser iniciado. Prabhupāda se sentirá feliz de verme”. Levanté la vista hacia él y puesto que me había reconocido en Nueva Orleans y en el pasillo de la calle Henry en Brooklyn pensé: “Ahora me reconocerá de nuevo”. Recuerdo perfectamente que eso era lo que pensaba. Y cuando lo miré, él dirigió sus ojos hacia mí y miró a través de mí. Ni siquiera me vio. Miró a través de mí. Fue una sensación horrible que Prabhupāda me mirara y no me viera. Ese fue el castigo más severo que me dio, por orgulloso.
»De modo que estoy convencido de que Prabhupāda se relacionaba conmigo del mismo modo en que yo me relacionaba con él. Cuando yo era humilde él era amable, y cuando yo actuaba como un engreído, me ignoraba».
Entrevista con Brahmatīrtha dāsa Adhikārī
45. Prabhupāda tenía la capacidad de conocer la mente de sus discípulos
En 1972 Ātreya Ṛṣi dāsa concertó para Bob Cohen (después Brahmatīrtha dāsa) y su esposa un darśanaprivado con Śrīla Prabhupāda. La mujer de Bob había estado yendo al templo durante algunos meses pero estaba convencida de que nadie la iba a hacer cantar Hare Kṛṣṇa. Tan sólo iba por acompañar a su marido. Cuando los devotos decían: —¡Hare Kṛṣṇa, Bárbara!—, ella respondía: —Hola.
Aquel día estaban ella y su marido junto con otros ocho o diez sannyāsīs en la habitación de Prabhupāda. Bob se postró para ofrecer reverencias y Bárbara tan sólo inclinó la cabeza. Śrīla Prabhupāda la miró y le dijo: —¿De modo que estás interesada en la conciencia de Kṛṣṇa?—. Ella no entendió una palabra de lo que le había dicho. Le tenían que traducir todo. Śrīla Prabhupāda habló durante una hora aproximadamente y Bárbara se quedó muy impresionada con él, aunque no sabía muy bien por qué. Aunque hizo a Prabhupāda unas cuantas preguntas, entonces era demasiado nueva como para apreciar realmente la conciencia de Kṛṣṇa. Pero Śrīla Prabhupāda fue misericordioso con ella. Más tarde distribuyó unas rasagullās. —Abre la mano —le dijo a Bárbara, y en la palma le puso una rasagullā.
Llegó la hora de partir. Bob Cohen iba a conducir a Śrīla Prabhupāda al aeropuerto y todos estaban saliendo ya de la habitación. Bárbara tardó en salir, y cuando todos estuvieron fuera, se acercó a Prabhupāda, juntó las manos, lo miró a los ojos y dijo: —Harre Krrishna—. Con una expresión de bienvenida, Prabhupāda respondió: --¡Jaya!—. Bárbara estaba segura de que Prabhupāda sabía que ella nunca había querido cantar Hare Kṛṣṇa antes y que ésta era la primera vez que lo hacía. Esta correspondencia personal le pareció tan maravillosa que en aquel momento decidió que intentaría ser una devota.
Entrevista con Bhakti-devī dāsī
Esta anécdota que nos proporcionó la esposa de Brahmatīrtha es un caso donde un devoto se da cuenta de que Śrīla Prabhupāda conoce su pensamiento sin que el discípulo haya dicho nada. Cuando escribí la biografía de Śrīla Prabhupāda seguí las reglas estándar para toda biografía y refrené siempre el impulso de leer en la mente de Prabhupāda. Esto no es sólo una cuestión de normas en la escritura de una biografía, sino también la actitud vaiṣṇava hacia el maestro espiritual. Vaiṣṇavera kriyā mudrā vijñeya na bhujaya: «Nadie puede conocer la mente del devoto puro». Pero revisando las entrevistas con los devotos encontramos una y otra vez incidentes donde los devotos tienen la fuerte impresión de que Śrīla Prabhupāda sabía lo que ellos pensaban. Hay demasiadas anécdotas como estas para rechazarlas todas categóricamente. Se podría decir que son impresiones subjetivas, pero en las vidas de los devotos se dan a veces impresiones fuertes como éstas que les ayudan a mantenerse fijos en la conciencia de Kṛṣṇa. ¿Y por qué deberíamos negar que Prabhupāda tenía la capacidad de conocer la mente de sus discípulos? Por ello, de vez en cuando presentaremos anécdotas de este tipo en estas series.
46. Amor significa hacer servicio
Cuando Śrutakīrti era sirviente personal de Prabhupāda, en ocasiones se sentía avergonzado porque los devotos ofrecían a Prabhupāda enormes muestras de cariño, mientras que él sólo sentía falta de amor. Especialmente cuando llegaban a algún aeropuerto, docenas de devotos se ponían a bailar y a cantar llorando y tirándose al suelo en increíbles escenas de amor a Prabhupāda. En una de estas ocasiones, mientras acompañaba a Śrīla Prabhupāda, Śrutakīrti empezó a sentir mucha lástima de sí mismo. Pensaba que todos aquellos devotos cantaban y bailaban y que él, sin embargo, que estaba andando junto a Śrīla Prabhupāda, no sentía verdadero amor. Y esto comenzó a preocuparle.
Un día, mientras le daba su masaje, Śrutakīrti se lo dijo a Prabhupāda.
—Śrīla Prabhupāda, todos los devotos lo quieren tanto que me hacen sentir muy mal. Yo no tengo amor. Cuando estoy con usted veo a todos cantando, bailando y llorando, y yo que tengo tanta asociación no siento que el amor esté ahí.
Él esperaba que Prabhupāda le diría o haría algo, pero no dijo nada. De modo que el sirviente siguió dándole su masaje hasta que terminó. Luego Prabhupāda tomó una ducha, y después de ponerse el tilaka y cantar el gāyatrī, llamó a Śrutakīrti a su habitación.
—¿Te gusta servirme? —preguntó.
—Sí, Prabhupāda —dijo Śrutakīrti—, me gusta muchísimo.
—Eso es amor. Todos saben hacer muchas cosas: cantar, bailar o saltar. Pero tú estás realmente haciendo algo. ¿No es eso amor?
—Supongo que sí, Śrīla Prabhupāda.
—Entonces haz servicio —dijo Prabhupāda—. Eso es todo lo que hace falta. Y eso es lo que significa amor: hacer servicio.
Entrevista con Śrutakīrti dāsa
Śrīla Prabhupāda creó la expresión «devoto daṇḍavat» para describir al devoto que ofrece profusas muestras de respeto y adoración al maestro espiritual pero que no las complementa con una verdadera actitud de servicio. El hindú piadoso especialmente, siempre se inclina para ofrecer daṇḍavats ante su guru. Pero si el servicio comienza y termina con esas reverencias formales, entonces Prabhupāda considera que esa persona no es un devoto importante, sino un «devoto daṇḍavat». En otra ocasión, estaba yo presente cuando un devoto sintió la necesidad de expresar espontáneamente su amor hacia Śrīla Prabhupāda y le dijo: —Prabhupāda, le entrego toda mi vida—. Prabhupāda respondió: —Sí, eso ya lo sé—. En otras palabras, el servicio devocional empieza cuando el discípulo dice: —Ahora lo acepto como mi maestro espiritual. Por favor, instrúyame—. Sentir o decirle al guru que deseas seguirlo completamente es algo muy favorable, pero debe ir acompañado de servicio práctico.
47. La conciencia de Kṛṣṇa está por encima de la astrología
Viśāla dāsa deseaba encontrar a un astrólogo en Vṛndāvana. Sin consultar a Prabhupāda, encontró uno que llevaba tilaka y que estaba cantando Hare Kṛṣṇa. Viśāla quería conseguir un amuleto que había visto llevar a otros residentes de Vṛndāvana, que llevaba inscritos todos los mantras de los semidioses y que se suponía contrarrestaba las malas influencias de los planetas. El astrólogo vendió a Viśāla uno de estos collares y le dijo que se bañara en el Yamunā y que celebrara un ārati a las doce de la noche.
Pero esa misma tarde Brahmānanda Mahārāja se dio cuenta del nuevo ornamento de Viśāla.
—Viśāla —dijo Brahmānanda Swami—, ¿qué es lo que llevas alrededor del cuello?—. Cuando Viśāla se lo dijo, Brahmānanda Swami respondió: —Prabhupāda dice que no debemos añadir nada a este proceso—. Al oír esto, Viśāla se preocupó. Pensó que Brahmānanda Swami tenía razón y se sintió avergonzado.
—¿Por qué te lo has puesto? —le preguntó Brahmānanda Swami. Viśāla respondió que le gustaría hablar con Prabhupāda y le pidió que le concertara una cita.
Cuando Viśāla fue a ver a Prabhupāda, Śrīla Prabhupāda le preguntó cuánto le había pagado al astrólogo y qué era lo que éste le había dicho. Viśāla respondió que el astrólogo le había asegurado que el kavaca lo protegería de los efectos malignos de los planetas.
—La conciencia de Kṛṣṇa está por encima de la astrología —dijo Prabhupāda—. Cuando te rindes a Kṛṣṇa, Él con una patadita puede aniquilar 100.000 planetas Rāhu—. De modo que Viśāla dejó su collar astrológico y dependió de Prabhupāda y de Kṛṣṇa.
Poco después, un hermano espiritual le mostró a Viśāla una carta sobre el mismo tema que había recibido de Prabhupāda:
La astrología no te salvará en el momento de la muerte. Mi Guru Mahārāja era un gran astrólogo y astrónomo, pero lo abandonó todo. Eso es para los karmīs. A nosotros no nos interesan esas cosas.
Carta de Ś. P. a Sanātana dāsa (3 junio 1975)
Entrevista con Viśāliṇī-devī dāsī
48. Gotitas de néctar: "No existe separación entre yo y Kṛṣṇa"
Tamāla Kṛṣṇa Goswami explica las dificultades de servir en Māyāpura al comienzo. Jayapatākā Mahārāja y él tenían que viajar a distintas partes de la India y conseguir el cemento, la arena, las piedras o el acero. Antes incluso de obtener los materiales debían primero tener permisos del gobierno, lo cual no era fácil. Y tampoco era sencillo conseguir vagones o trenes, porque eran muy escasos. De una manera u otra lograron reunir algunos materiales y enviaron orgullosos una foto a Prabhupāda. Estos materiales eran tan preciosos que por las noches los devotos dormían encima de las piedras y el acero para protegerlos de los ladrones. Pero Prabhupāda escribió una carta de vuelta diciendo:
—¿A qué viene tanta fotografía? ¿Dónde está el edificio?
Prabhupāda dio algo de dinero para comenzar la construcción, pero les dijo que tenían que recaudar ellos mismos todos los fondos.
—¿Por qué se quedan ahí sentados? —Prabhupāda escribió otra carta a Tamāla Kṛṣṇa Goswami. —Ahora tienen que ir a recaudar dinero—. Incluso cuando Prabhupāda daba dinero, los devotos sabían que no le gustaba y se sentían mal cada vez que tenían que pedírselo.
—Ustedes son como viudas —les dijo Prabhupāda sarcásticamente—. Será mejor que se vayan todos a Māyāpura y se sienten allí y sea yo el que gane el dinero para mantenerlos.
Entrevista con Tamāla Kṛṣṇa Goswami
Un día, en Francia, Bhagavān dāsa y otros discípulos entraron en la habitación de Prabhupāda y lo encontraron mirando pensativo las lámparas de cristales.
—Miren esas lámparas —dijo—. Así tendrían que hacer el modelo para el planetario universal. Los planetas cuelgan igual que los cristales de esas arañas.
Entrevista con Bhagavān dāsa
Después de servir durante un tiempo en la India, Girirāja comenzó a sentirse incómodo. Se acercó a Prabhupāda un día durante su masaje.
—Śrīla Prabhupāda —dijo Girirāja—, he estado hablando con Śyāmasundara y con Tamāla Kṛṣṇa Goswami y he pensado que quizá debería volver a Occidente y predicar en colegios y universidades a profesores y a escritores.
Prabhupāda respondió: —Un devoto puede estar masajeando la pierna izquierda de Kṛṣṇa y luego pensar: «Ahora masajearé la derecha». Naturalmente, todo es servicio a Kṛṣṇa, pero puede ser que Kṛṣṇa desee que todavía le den más masaje a Su pierna izquierda.
—Si es así —dijo Girirāja obediente—, si usted prefiere que me quede en la India, lo haré. Por eso preguntaba. Quería saber lo que usted deseaba.
—Sí —dijo Prabhupāda—, ahora nuestro trabajo más importante es la India.
Entrevista con Girirāja Swami
Śrīla Prabhupāda estaba planificando la construcción de la sala del templo de Māyāpura y sus discípulos también participaban.
—¿Dónde podemos construir el vyāsāsana? —preguntó un devoto—. ¿Deberíamos colocarlo al fondo del templo, frente a las Deidades?
Pero otro devoto objetó: —¿No sería demasiado lejos para usted, Śrīla Prabhupāda? ¿Alcanzará a ver a las Deidades desde una distancia tan grande?
Prabhupāda respondió gravemente: —No existe separación entre yo y Kṛṣṇa—. De modo que el vyāsāsanase colocó frente a Śrī Śrī Rādhā-Mādhava. Y Prabhupāda Los pudo ver muy bien.
Entrevista con Jananivāsa dāsa
49. Śrīla Prabhupāda cuenta historias cortas
Vida humana significa... Imaginen que alguien está por ser matado. De modo que le deberían avisar inmediatamente, para que él piense, preocupado: «Está llegando mi turno, me escaparé». Hay una historia acerca esto. Aunque no es una historia, sino que son hechos.
Un cazador extendió su red y algunos pajarillos cayeron de su nido y se pusieron a llorar y llorar. Cuando el padre y la madre llegaron, vieron a sus hijitos en peligro. —¡Están atrapados en la red del cazador!—, y la madre saltó rápidamente para salvarlos. Pero también quedó atrapada. Entonces el padre pensó: «Si voy a salvarlos, me capturarán a mí también, de modo que mejor me iré y tomaré sannyāsa. Eso haré». Eso es inteligencia. Uno no puede proteger a su familia o a su sociedad.
Conferencia del 26 de febrero de 1976
La versión de Prabhupāda sobre los pájaros en el nido es diferente a la que aparece en el Canto Once delŚrīmad-Bhāgavatam. Allí el padre pájaro, después de ver a sus hijos y a su esposa capturados en la red de cazador, simplemente comienza a lamentarse hasta que el cazador lo atrapa a él también. El pájaro de Prabhupāda era más inteligente y por eso decidió tomar sannyāsa. Esta imagen de un pájaro tomandosannyāsa es otro de los rasgos típicos y exclusivos de Prabhupāda. En ocasiones Prabhupāda se sentía con libertad para utilizar diferentes historias a su manera. A veces los devotos le señalaban lo que ellos creían que eran contradicciones en libros como El Libro de Kṛṣṇa, por ejemplo. Allí Prabhupāda algunas veces citaba a Kṛṣṇa niño refiriéndose al Bhagavad-gītā: «Como dije en el Bhagavad-gītā...». Naturalmente no existe contradicción, ya que el Bhagavad-gītā es eterna y está presente una y otra vez en diferentes encarnaciones del Señor. Pero en cualquier caso, cuando le preguntaron a Prabhupāda sobre su método en El Libro de Kṛṣṇa, respondió: —Por eso dije que era un estudio resumido. Resumido quiere decir que puedo hacer lo que yo quiera.
Es mi inteligencia y vuestra colaboración lo que hace que esto funcione. Hay una historia de un hombre al que desafiaron a que demostrara si era inteligente. Entonces comenzó a hurgar en sus bolsillos. Cuando le preguntaron por qué se miraba los bolsillos, respondió: —Si hay dinero, hay inteligencia.
Han ido muy lejos para juntar dinero e inteligencia, pero si no hay dinero ¿dónde está la inteligencia? Deben combinar ambos y entonces todo irá bien.
Carta (25 febrero 1976)
Le pido disculpas en nombre de mi alumno y le ruego tenga la gentileza de seguir viniendo regularmente a visitar nuestro templo. Hay un refrán bengalí que dice que «uno no debe enfadarse y comer en el suelo únicamente porque le han robado el plato». Lo lógico es que si un ladrón le roba los platos no debe enfadarse y decidir no comprar platos nuevos y empezar a comer en el suelo.
Carta a Śrī Rāmeśa Mahāliṅga (abril 1975)
50. El sello personal de Prabhupāda en ISKCON
En el inicio de ISKCON dos discípulos abandonaron el movimiento diciendo: —Esto no es la Asociación parala Conciencia de Kṛṣṇa. Es la Asociación para la Conciencia de Prabhupāda.» Pero otro discípulo respondió: —¿Qué hay de malo con la conciencia de Prabhupāda? El guru es un representante de Kṛṣṇa.
Prabhupāda creó el nombre ISKCON basándose en la frase «conciencia de Kṛṣṇa» que tomó de la traducción de un verso de Rūpa Gosvāmī. El modeló esta asociación a su manera. Algunas veces dijo que no pedía que sus discípulos llevaran dhotīs, pero aun así ellos lo hacían. Lo hacían porque deseaban seguir a Śrīla Prabhupāda. Como miembro de la Brahma-Madhva-Gauḍīya-sampradāya y discípulo de Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura, Prabhupāda escribió sus objetivos basándose en grandes ācāryas como Jīva Gosvāmī y Baladeva Vidyābhūṣana. Sin embargo era un ser individual, y su asociación, ISKCON, lleva su sello personal. Su particular punto de vista, por ejemplo, sobre por qué sus hermanos espirituales no seguían firmemente la orden de Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura, y por qué no ayudaron a Prabhupāda cuando comenzó a propagar su movimiento mundial, ese punto de vista de la historia es adoptado por los seguidores de Prabhupāda.
Pretendió que su sello personal perdurara durante mucho tiempo en el futuro. Trabajó mucho para que las cosas permanecieran tal como él las había establecido incluso después de que se hubiera ido. Construyó templos que duraran generaciones, estableció un sistema escolar con la intención de que permaneciera y dijo que sus libros sentarían las bases para la civilización durante diez mil años.
Estas declaraciones de Prabhupāda no excluyen la posibilidad de que vengan otros maestros que contribuyan en gran medida, pero tampoco quiere decir que debamos menospreciar el hecho de que Śrīla Prabhupāda es el único fundador-ācārya de ISKCON. Las enseñanzas de Prabhupāda son seguidas por sus descendientes paramparā, y en sus comentarios de Bhaktivedanta encontramos su sabor característico y podemos reconocer su esencia. En esos comentarios se relatan experiencias personales concretas de Prabhupāda, ya que puso ejemplos para sus enseñanzas, y estas experiencias son también parte del conocimiento acumulado que se denomina smṛti.
—Hagan como yo —decía Prabhupāda. Y no lo hacía para promoer veneración hacia su persona, sino que al establecer el estándar para los líderes del GBC y para otros, quería que sus seguidores hicieran lo mismo que él. Su objetivo era que sus seguidores trabajaran juntos para mantener lo que él había dado. Él había recibido las bendiciones de Caitanya Mahāprabhu y quería que ese éxito continuara con sus seguidores. También se puso él mismo de ejemplo cuando dijo que cualquier persona podía abrir un centro tal como él lo había hecho, un sólo hombre dando las charlas, cocinando, tocando la mṛdaṅga, etc. Dio su vida como ejemplo cuando animaba a sus discípulos a viajar a países extranjeros y hacer frente a las dificultades y los animaba diciendo que él había hecho lo mismo cuando llegó solo a América. Todos los devotos tienen que desarrollarse para llegar a ser personas espirituales y Śrīla Prabhupāda es el mejor ejemplo.
Los gurus son maestros muy personales y pueden ser diferentes unos de otros. Por ejemplo cuando Śrīla Prabhupāda tradujo El Néctar de la Devoción excluyó algunos de los mandatos diciendo que no eran prácticos para este tiempo y lugar. Por lo tanto, el criterio de Śrīla Prabhupāda sobre lo que se debe y no se debe hacer es una selección experta de un ācārya experto. El énfasis personal de Prabhupāda sobre las prioridades de prédica, como la impresión y distribución de libros, parece que no fuera algo exclusivamente particular de Prabhupāda. Pero no obstante ése fue su método y así lo quiso él.
Śrīla Prabhupāda vivió conscientemente como un ejemplo, deseando que sus seguidores hicieran lo mismo que él. También dijo que sus discípulos debían ir más allá de donde él había llegado. Prabhupāda dejó dicho que un aspecto muy importante de la prédica era vencer la especulación de los científicos de que la vida proviene de la materia y dejó a sus discípulos científicos del Instituto Bhaktivedanta para que propagaran sus enseñanzas y escribieran libros que derrotaran a los científicos con su mismo lenguaje. Prabhupāda animó a sus discípulos a que pintaran cuadros de Kṛṣṇa y se convirtieran en grandes artistas y también a que fueran grandes arquitectos e ingenieros para construir edificios para Kṛṣṇa. Y todo esto lo hizo él personalmente bajo su jurisdicción.
Satsvarūpa dāsa Goswami
2. No le interesaba en absoluto la opinión pública
3. Gotitas de néctar: El Señor Nṛsiṁhadeva siempre nos protegerá
4. Verdadera magia
5. Śrīla Prabhupāda dijo: Acerca de la distribución de libros
6. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: Acerca del uso del tilaka
7. Personal: Su respuesta en tiempos difíciles
8. Servicio en separación
9. El maestro espiritual únicamente ve el servicio que tú ofreces
10. Lo dejé aplastado
11. Gotitas de néctar: Todos los mosquitos parecen iguales
12. Visita a una cabaña en la montaña
13. Śrīla Prabhupāda dijo: Acerca de la salud
14. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: La rana del pozo
15. Śrīla Prabhupāda cuenta historias cortas
16. Personal - Su inocencia
17. Personal - Su peculiar lenguaje
18. Realizaciones - ¿No comprendes que quiero que hagas algo útil?
19. Realizaciones - Prabhupāda, el más grande revolucionario
20. Como liberarse del miedo
21. Gotitas de néctar - Rasagullā hecha en Inglaterra
22. "El Tazón de Kṛṣṇa". Sus cerebros no están claros
23. Siempre endeudados, siempre ocupados
24. Acerca del matrimonio
25. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: Un doctor y su aprendiz
26. Śrīla Prabhupāda cuenta historias cortas
27. Su canto
28. Abandonar a Śrīla Prabhupāda es la más grande pérdida
29. El prasāda de Piśimā (su hermana)
30. Renuncia en la utilización - yukta-vairāgya
31. Gotitas de néctar - Debes completar las dieciséis rondas diarias
32. Gotitas de néctar - Ese es el prejuicio de tu cuerpo
33. Śrīla Prabhupāda: Acerca del cristianismo
34. Śrīla Prabhupāda cuenta historias
35. Personal - Su indiferencia y desapego
36. Realizaciones: Prabhupāda no se ha ido
37. Demasiada especulación sobre la Biblia no es conveniente
38. Ve por todas partes y predica
39. Gotitas de néctar - Debes rezar para que Kṛṣṇa te siga enredando
40. Gotitas de néctar - Mantra, dormir, mantra, dormir —rió Prabhupāda
41. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre la lectura de sus libros y volverse fuerte siguiendo los principios
42. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: ¡En el infierno no hay periódicos!
43. Personal: Sus ojos
44. Realizaciones: Prabhupāda se relacionaba conmigo del mismo modo en que yo me relacionaba con él
45. Prabhupāda tenía la capacidad de conocer la mente de sus discípulos
46. Amor significa hacer servicio
47. La conciencia de Kṛṣṇa está por encima de la astrología
48. Gotitas de néctar: "No existe separación entre yo y Kṛṣṇa"
49. Śrīla Prabhupāda cuenta historias cortas
50. El sello personal de Prabhupāda en ISKCON
1. Su sobriedad en el gasto de dinero
Se encontraba Śrīla Prabhupāda en Bombay cuando llegaron discípulos visitantes de Vṛndāvana y Māyāpura simultáneamente. Esto ocurrió durante el período de construcción de los templos de ambos lugares, de manera que Prabhupāda comprendió que los devotos estaban viniendo a solicitar dinero. Ellos, por su parte, sabían que Prabhupāda los estaba esperando y que les pediría resultados sobre estos importantes proyectos de construcción.
Pero cuando sus discípulos lo visitaban desde lugares apartados, Prabhupāda, siguiendo la etiquetavaiṣṇava, les daba primero la bienvenida. Prabhupāda había dicho que su misión era como declarar la guerra amāyā, y por ello recibía a sus propios soldados del campo de batalla con algunas dulces palabras de aliento. Les preguntó si habían tomado prasāda y les sugirió que tal vez quisieran descansar un poco. Al menos durante unos minutos, los problemas urgentes se dejaron de lado mientras los discípulos de Prabhupāda gozaban con la dulzura de su darśana y su amable bienvenida.
Sin embargo, cuando Prabhupāda preguntó al fin a Gargamuni y a Jayapatākā el motivo de su visita, éstos dijeron que necesitaban 150.000 rupias para continuar con la construcción de sus respectivos proyectos.
—¡Pero si les acabo de dar! —dijo Prabhupāda—. Siempre están pidiendo dinero, pero ¿cuándo van a terminar?—. Los discípulos permanecieron en silencio mientras Prabhupāda preguntaba y criticaba sus demandas. Surabhi Swami se puso nervioso y pensó: «Si no pueden conseguir ni 150.000 para Māyāpura, ¿qué dirá Prabhupāda cuando me oiga pidiendo 250.000?».
Prabhupāda argumentó que ni en Vṛndāvana ni en Māyāpura se estaba colectando lo suficiente y que sin embargo venían regularmente a pedirle dinero. Después de hablar durante un rato, Prabhupāda acordó dar 70.000 rupias a los hombres de Māyāpura, los cuales aceptaron agradecidos.
—Bien, Surabhi Prabhu —dijo Prabhupāda—, ¿qué puedo hacer por ti?
Surabhi tenía preparada una presentación más sistemática, habiendo hecho una lista de todo lo que se necesitaba para llevar adelante la construcción de Vṛndāvana.
Tras escuchar atentamente, Prabhupāda preguntó:
—¿Y a cuánto asciende el total?
—A dos lakhs y medio, Śrīla Prabhupāda [que equivalen a 25.000 dólares aproximadamente].
Entonces Prabhupāda se volvió hacia su secretario y le pidió que extendiera un cheque por dos lakhs y medio, y así cada uno de los devotos obtuvo su cheque. Surabhi estaba a punto de dejar la habitación cuando Prabhupāda lo llamó.
—¿Cuánto cuesta en Vṛndāvana el alquiler de un ricksha, ida y vuelta desde nuestro templo hasta el Banco de Punjab?—. Surabhi respondió que alrededor de 1,25 rupias.
Luego Prabhupāda se dirigió a su secretario.
—Brahmānanda, ¿cuánto cuesta enviar un carta certificada de Bombay a Vṛndāvana?—. La respuesta fue que setenta y cinco paisas (centavos de rupia). Entonces Śrīla Prabhupāda volvió a tomar el talón de Surabhi y dijo:
—Enviaremos el cheque por correo.
De manera que sólo para ahorrar cincuenta paisas de una cantidad de dos lakhs y medio de rupias, Prabhupāda prefirió mandar el cheque a su cuenta corriente en lugar de que Surabhi lo llevara en mano. Śrīla Prabhupāda estaba dispuesto a gastar lo que fuera necesario para construir sus importantes templos en la India, y sin embargo enseñó a sus discípulos a ahorrar en la medida de lo posible hasta el último céntimo.
Entrevista con Surabhi Swami y Guṇārṇava dāsa
Existen otros muchos ejemplos sobre lo sobrio y cuidadoso que era Śrīla Prabhupāda cuando gastaba su dinero en la India. Le preocupaba que sus discípulos de Occidente fueran engañados constantemente por los hindúes. Incluso hoy en día, aquellos que fueron entrenados por Prabhupāda en la India practican esta austeridad de ahorrar dinero de cualquier manera posible. En Occidente, sobre todo en América, Śrīla Prabhupāda no intentó introducir la misma rigidez en cuanto a los gastos. Estas diferencias de aplicación nos podrían llevar a la duda de si las actividades y enseñanzas de Prabhupāda tienen que ser seguidas de una manera estricta. La respuesta es «sí». Incluso si no podemos llevar a cabo las instrucciones de Prabhupāda en un sentido literal, jamás debemos ignorar el espíritu. Debemos pensar cómo aplicarlas de acuerdo al tiempo y lugar.
Estamos recopilando muchas anécdotas de la vida de Prabhupāda no como un mero entretenimiento para el lector, sino por su valor instructivo. Y las instrucciones de Prabhupāda tampoco eran sólo para que se las aplicara él mismo. En esencia Prabhupāda fue siempre un maestro y su līlā como maestro espiritual llenó siempre sus instrucciones. Como decía Prabhupāda: «Hagan como yo». Aunque algunas de sus actividades están más allá de la imitación, el principal objetivo de esta colección de historias —que pensamos también es el principal objetivo de la vida de Prabhupāda— es dar ejemplos perfectos de la conciencia de Kṛṣṇa para que puedan ser seguidos por los aspirantes a devotos.
2. No le interesaba en absoluto la opinión pública
Cuando en julio de 1972 Śrīla Prabhupāda visitó el templo de Amsterdam, accedió a la propuesta de los devotos de instalar a las Deidades del Señor Jagannātha. Pero a causa de la mala administración de los líderes del templo, el acontecimiento resultó un fracaso. Las cámaras de televisión estaban presentes así como también reporteros de los principales periódicos de la ciudad, y el templo estaba abarrotado de invitados. Pero cuando Prabhupāda entró en la habitación del templo y se sentó para llevar a cabo el yajña, observó que había muchas irregularidades.
—¿Dónde están las frutas y los cereales? —preguntó. El presidente del templo respondió que por error todas las frutas habían sido utilizadas para la ensalada de frutas. Prabhupāda se enfadó.
—¿Dónde están las flores? —preguntó esta vez. La respuesta fue: —Se nos olvidaron.
—¿Quién es el responsable de esto? —inquirió Prabhupāda. En su enojo trascendental, a Prabhupāda no le intimidaba lo más mínimo la presencia de la televisión, los periodistas y los invitados. Le preocupaba más la instalación del Señor Jagannātha (y la incompetencia de sus discípulos).
—Lo cierto, Prabhupāda —tartamudeó el presidente del templo—, es que no siguieron mis instrucciones.
—¡¿Cuáles instrucciones?! —dijo Prabhupāda en voz muy fuerte—. ¿Quién es el responsable de esto? ¿Dónde está ese sinvergüenza?—. Los devotos presentes estaban sobrecogidos a causa de la furia de Prabhupāda, y al ver sus ojos tan abiertos sintieron que era como la ira del Señor Nṛsiṁhadeva.
A pesar de los errores, Prabhupāda siguió adelante con la ceremonia, pero cuando llegó el momento de colocar a las Deidades del Señor Jagannātha en el altar, se hicieron evidentes los grandes errores de cálculo. Los devotos descubrieron de pronto que el altar que habían construido era demasiado pequeño. ¡Las Deidades no cabían! El pūjārī cerró las cortinas mientras media docena de devotos corrían detrás del altar para hacer los arreglos de emergencia. Mientras Śrīla Prabhupāda, los medios de comunicación y el resto del público esperaban, podían escucharse los sonidos de golpes y martilleos que provenían de detrás de las cortinas. El trono entero tuvo que ser desmontado y transportado a una esquina de la sala. Finalmente, las cortinas se abrieron y aparecieron las Deidades sobre un altar improvisado.
Las Deidades habían sido vestidas y decoradas de manera demasiado simple y en el rostro de Prabhupāda se veían claras muestras de desaprobación. Pero tras estas expresiones iniciales de enfado, su ira cedió y comenzó con la ceremonia cantando los mantras y dando una conferencia llena de conciencia de Kṛṣṇa. También entonces concedió la orden de sannyāsa al presidente del templo de Amsterdam. Debido a la gran cantidad de gente, a la falta de ventilación y al calor y el humo que provenían del fuego, la habitación resultaba incómoda para todos. Pero ahora Śrīla Prabhupāda se encontraba por encima de tales incomodidades. En realidad era el único al que parecía no molestarle el humo que llenaba aquel cuarto, por lo que la ceremonia de instalación del Señor Jagannātha en el templo de Amsterdam, siguió adelante.
Entrevista con Hare Kṛṣṇa dāsa
4. Verdadera magia
En septiembre de 1976, un mago de circo visitó el Krishna-Balaram Mandir de Vṛndāvana y le enseñó a Prabhupāda y a los devotos su repertorio de trucos. Cuando Bhagatji, un amigo de Prabhupāda, oyó que éste había aceptado ver al mago, corrió al gurukula y reunió a todos los maestros y alumnos. En pocos minutos, los líderes del templo, los maestros y los niños del gurukula acudieron a la habitación de Prabhupāda para presenciar el espectáculo. Prabhupāda, que se hallaba cómodamente sentado tras su escritorio, le preguntó al mago qué sabía hacer. Éste colocó una moneda en la mano de Prabhupāda, y cuando dijo:—Vete—, la moneda desapareció.
—¿Puede también conseguir dinero? —Prabhupāda rió.
—No —replicó el mago.
—Sólo puede hacer que desaparezca —dijo Śrīla Prabhupāda. Luego el mago sacó unas cajas de cuyas ranuras salieron de pronto diferentes colores. También realizaba juegos con plumas. Tomaba una pluma blanca, la frotaba, tiraba de ella con los dedos y aparecía llena de colores. En varias ocasiones pidió a Śrīla Prabhupāda que le ayudara con sus trucos, haciendo por ejemplo que salieran monedas de sus orejas. Aunque Prabhupāda se reía divertido, algunos de los devotos se sentían incómodos al ver que su maestro espiritual estaba siendo objeto de engaños y trucos. Parecía que Prabhupāda estaba disfrutando, pero después de un rato deliberadamente cambió de humor.
—¿Qué hay de las miserias de la vida? —le preguntó al mago—. ¿Puede hacer que desaparezcan el nacimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte?
El mago replicó sumisamente: —No, no puedo—. Tras decir esto, el mago se sentó y Śrīla Prabhupāda adoptó la posición superior.
—Yo sí puedo hacer que desaparezcan —dijo Śrīla Prabhupāda—. Eso es verdadera magia.
La función había terminado y Śrīla Prabhupāda habló con su sabiduría trascendental al mago y a los devotos allí reunidos. Luego, Śrīla Prabhupāda le regaló al mago una guirnalda y distribuyó dulces entre todos los presentes.
Entrevista con Dhanurdhara Swami y Dvārakādhīśa dāsa
Diario de Hari-śauri dāsa
Él también cuenta que este incidente le dejó una impresión muy fuerte de las cualidades de Prabhupāda. Se dio cuenta de que si no hubiera habido tantos errores en la administración del templo, no habrían habido motivos para que Prabhupāda se encolerizara tanto delante de todos los invitados. Sin embargo, esto también reveló que a Prabhupāda no le importaba tanto la audiencia como el complacer a Kṛṣṇa. Los devotos se dieron cuenta de que a Prabhupāda no le interesaba en absoluto la opinión pública. Esto lo recordarían en sus prédicas cuando comparaban a Prabhupāda con otros gurus. Ahora podían entender mejor que Śrīla Prabhupāda era totalmente diferente a los seudosvāmīs que se mezclan en asuntos públicos y en controversias políticas. Prabhupāda estaba por encima de todo eso como renunciante completamente desapegado. Lo único que le importaba era complacer a Kṛṣṇa y propagar la conciencia de Kṛṣṇa.
3. Gotitas de néctar: El Señor Nṛsiṁhadeva siempre nos protegerá
Gotitas de néctar
A Prabhupāda le gustaba improvisar sesiones de grabación en su habitación del templo de Los Ángeles. Cuando el técnico de grabación, Kṛṣṇakānti dāsa, intentaba programar alguna sesión especial, a menudo Prabhupāda la posponía. Pero cuando en ocasiones, ya fuera por la mañana, por la tarde o por la noche, Prabhupāda decía sin previo aviso: —Vamos a grabar—, los devotos intentaban responder en el acto. Si decían que no tenían los micrófonos adecuados o que el equipo no estaba listo, Prabhupāda respondía: —Entonces graben con lo que tengan—. Nunca parecía preocuparse excesivamente por las cuestiones técnicas ni tampoco quería dedicar demasiado tiempo al asunto.
Cuando sentía deseos de hacerlo, Prabhupāda pedía a algunos devotos que tocaran los karatālas y lamṛdaṅga y comenzaba a cantar. Le gustaba preparar las cosas rápidamente para empezar sin demoras y no le gustaba que se lo interrumpiera. En una ocasión, los devotos se retrasaron al poner en funcionamiento la grabadora y el micrófono, y cuando Prabhupāda comenzó a cantar, tuvieron que interrumpirlo dos veces a causa de dificultades técnicas en el proceso de grabado. Al finalizar la sesión, los devotos descubrieron que la máquina era defectuosa y que no se había grabado nada.
—Esa máquina no sirve para nada —dijo Prabhupāda. Luego, mirando al devoto-técnico añadió—: Y tú tampoco.
Entrevista con Karandhara dāsa
En la época en que no se celebraba Ratha-yātrā en Los Ángeles, los devotos solían viajar en bloque a San Francisco para asistir al Ratha-yātrā de allí. Una mañana Prabhupāda bajó al templo a la hora de siempre y encontró únicamente a los pocos devotos que habían permanecido allí, ya que la mayoría habían salido ya para San Francisco. (Śrīla Prabhupāda viajaría más tarde en avión.) Esa madrugada alguien había lanzado una bomba dentro del templo por la puerta de atrás. La bomba había hecho explosión, sacudiendo el edificio, y algunos devotos se habían cortado con pequeños trozos de cristal.
Prabhupāda se sentó en el vyāsāsana y dijo a los devotos que iba a enseñarles un nuevo mantra. Entonces les enseñó los mantras al Señor Nṛsiṁhadeva, empezando con las palabras namas te narasiṁhāya. Repitió las palabras con ellos varias veces y luego comenzaron a cantarlas juntos.
Prabhupāda comentó en esa ocasión que ahora que su movimiento estaba creciendo los demonios se sentían envidiosos. Dijo que a medida que el movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa aumentara habrían otros ataques, pero que los devotos no debían sentir temor alguno ni dejar por ello de avanzar. Debían cantar estosmantras a Nṛsiṁhadeva.
—El Señor Nṛsiṁhadeva siempre nos protegerá —afirmó. Prabhupāda acordó también que estos mantrasfueran enviados a todos los centros de ISKCON para que los devotos los cantaran.
Entrevista con Karandhara dāsa
5. Śrīla Prabhupāda dijo: Acerca de la distribución de libros
Śrīla Prabhupāda dijo
Acerca de la distribución de libros
La distribución de mis libros es lo más importante. Las otras cosas: vender incienso, discos, etc. no son tan importantes. Deseo que mis libros se distribuyan en grandes cantidades de manera que podamos convencer plenamente a la mayoría de la población, especialmente allí en América. Pero las finanzas también son necesarias. Por lo tanto, para futuras instrucciones dirígete por favor a los hombres del GBC que atenderán cualquier tipo de consulta.
Carta a Vipini dāsa (diciembre 1974)
Una noche, Tamāla Kṛṣṇa Mahārāja fue a ver a Śrīla Prabhupāda para hablar sobre la organización de la venta de libros en la India. Le informó a Prabhupāda que si se organizaban correctamente podrían vender al menos cien mil libros al mes, y con los cinco lakhs que Prabhupāda había prometido, podrían emplear doslakhs y medio para publicar en hindi y en bengalí. Śrīla Prabhupāda se puso muy contento y le dijo:
—Sí; organízalo. Tú tienes experiencia, así que muéstrales cómo se hace. Utiliza ese buen cerebro tuyo. Es un buen negocio. Vende libros, con los beneficios imprime más y mantén los templos.
Entonces Prabhupāda contó la historia de un hombre que quiso ir desde Bengala al Ratha-yātrā de Jagannātha Purī pero que al mismo tiempo deseaba ganar dinero. Para conseguir sus propósitos consiguió unas bananas, se sentó en el lado de la carretera por donde tenía que pasar la carroza del Ratha-yātrā, vendió sus bananas y vio el ratha.
—De ese modo —dijo Prabhupāda— combinó negocios con placer. Nosotros debemos hacer lo mismo.
Diario de Hari-śauri dāsa (16 febrero 1977)
Mi opinión es que en lugar de gastar tanto dinero en películas, deberían emplearlo en la distribución de libros. Cualquier publicidad es buena y nunca se hace en vano, pero la publicidad filmada es muy cara. El éxito es mínimo comparado con el dinero que cuesta. A mí me ocurrió lo mismo cuando al principio anunciaba mis libros en el New York Times. Me cobraban 63 dólares por un espacio muy pequeño. Como resultado obtuve tres solicitudes de información, no pedidos, sino solicitudes de información. Tuve esa experiencia. Para mí entonces 63 dólares era demasiado dinero. Hubo tres solicitudes de información y ni siquiera un pedido. ElNew York Times tiene millones de clientes y millones de lectores, pero yo sólo obtuve tres solicitudes de información.
Paseo de la mañana, Teherán (10 agosto 1976)
El estar casado no debería ser un obstáculo a la hora de distribuir libros. El Señor Caitanya Mahāprabhu tenía muchos discípulos casados que querían predicar conciencia de Kṛṣṇa. He oído que recientemente en el templo de Toronto se distribuyeron muchos Ïśopaniṣads y otros libros. Puedes dedicarte a distribuirlos en tus ratos libres y no tendrás ningún problema. Al mismo tiempo puedes dedicarte a pintar cuadros de Kṛṣṇa. Consagra así todo tu tiempo al servicio de Kṛṣṇa.
Carta a Kṛṣṇa-kathā dāsa (11 febrero 1974)
6. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: Acerca del uso del tilaka
Śrīla Prabhupāda cuenta una historia
Hubo una vez una fábrica en la India donde todos los trabajadores eran hindúes y la mayoría vaiṣṇavas. Los vaiṣṇavas tenían libertad para llevar tilaka al trabajo así como otro tipo de parafernalia vaiṣṇava. Pero al cabo de un tiempo la fábrica cambió de dueño y el nuevo propietario, que era musulmán, declaró que no permitiría que los obreros fueran a trabajar llevando tilaka. Sin embargo, un empleado decidió arriesgarse y depender de Kṛṣṇa y se presentó en el trabajo con su blanco y bien dibujado tilaka vaiṣṇava. Cuando vio a todos los trabajadores reunidos, el propietario musulmán dijo: «Ese devoto que lleva el tilaka es muy valiente, de modo que puede seguir poniéndoselo para venir a trabajar. Pero a todos los demás les está prohibido.»
De esta manera, Prabhupāda animó a los devotos a que no abandonaran innecesariamente los signosvaiṣṇavas. Allí donde la situación lo prohibiera, Prabhupāda decía que no era absolutamente necesario llevartilaka, aunque el devoto debería al menos poner tilaka de agua sobre su cuerpo por la mañana y consagrar su cuerpo con los nombres de Viṣṇu. Pero siempre que la parafernalia estuviera permitida, un devoto no debería abandonar innecesariamente las ropas o el collar de un vaiṣṇava.
Satsvarūpa dāsa Goswami
Esta historia tiene aplicaciones evidentes en la actualidad. En 1966 Śrīla Prabhupāda estaba complacido de que Rūpānuga y Satsvarūpa insistieran en llevar el tilaka vaiṣṇava a sus trabajos en el Departamento de Bienestar Social de la ciudad de Nueva York. Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura deseaba que un día los jueces en los tribunales llevaran el tilaka vaiṣṇava, porque esa sería una muestra de la influencia de la conciencia de Kṛṣṇa en el mundo. Incluso en situaciones de trabajo donde no está permitido llevar tilaka, un devoto debe intentar recordar a Kṛṣṇa de distintas formas mientras trabaja. Esta historia que contó Prabhupāda puede servir para inspirar a todos aquellos devotos que trabajan en lugares controlados por karmīs. De una manera u otra deben seguir siendo devotos.
7. Personal: Su respuesta en tiempos difíciles
Personal
Su respuesta en tiempos difíciles
Śrīla Prabhupāda atravesó muchas dificultades y pasó años difíciles, especialmente durante su vida de casado, con la guerra y las revueltas entre hindúes y musulmanes. También fue penoso para él cuando los miembros de su familia no sólo no cooperaron con su intento de predicar sino que intentaron disuadirlo. Y tampoco fue fácil cuando tuvo que predicar en lugares como las calles de Nueva Delhi en los años cincuenta, solo y sin dinero ni apoyo de persona alguna. En sus primeros años en América, e incluso después y a medida que iba creciendo su movimiento, sufrió graves enfermedades. Además, tuvo que cargar con el enorme peso de su movimiento mundial, especialmente cuando los líderes en quienes delegaba rompían los principios o abandonaban la conciencia de Kṛṣṇa. Tuvo que asumir todas las responsabilidades, la prédica, la dirección y poner fin a los disturbios.
A pesar de las dificultades, Prabhupāda no mostró nunca señales de debilidad ni abandonó jamás las virtuosas cualidades por las que era tan conocido y que tanto amaban los devotos. Nunca dejó de cumplir con su deber en los tiempos difíciles. Durante sus años de casado aceptó la responsabilidad de mantener a su familia, a pesar del esfuerzo que suponía. Y durante sus enfermedades prefería dedicar el tiempo a predicar en lugar de intentar recuperarse. En 1973, en Calcuta, se levantó casi inmediatamente de una grave disentería para asistir al Ratha-yātrā de Londres. En 1976 Prabhupāda se negó a descansar durante algún tiempo en la finca de Pennsylvania porque decía que quería tener la oportunidad, como Arjuna, de luchar siempre por Kṛṣṇa viajando y predicando. El ejemplo que dio a sus seguidores fue que debían estar dispuestos a morir en el campo de batalla antes que abandonar sus puestos, como se predica en la conciencia de Kṛṣṇa.
Prabhupāda no sólo aceptó su deber, sino que soportó las dificultades sin perder jamás la compostura. No tenía miedo; confiaba en Kṛṣṇa. En Nueva Delhi, durante la censura por la guerra en 1971, un periodista que entrevistaba a Prabhupāda le hizo notar que esa era la dura realidad. Prabhupāda le recordó que todos estamos siempre inmersos en la dura realidad. En Nueva York respondió a una pregunta parecida diciendo que siempre estamos en guerra: —Si sales sin abrigo a las calles de Nueva York en pleno invierno, te mueres. ¿No es eso una guerra?
Śrīla Prabhupāda fue siempre un verdadero sādhu. En una ocasión definió a un sādhu como alguien que nunca se lamenta: «Hoy no puedo verte porque no me siento bien». Un sādhu tolera; por ello se dice que estitikṣavaḥ kārunikāḥ: tolerante y misericordioso. En tiempos difíciles Prabhupāda permanecía tranquilo, manteniendo sus sentidos bajo control y predicando sin descanso.
Una señal que evidenciaba que Prabhupāda estaba atravesando alguna dificultad era que se volvía especialmente serio y grave. Esto dio a sus seguidores una comprensión de la verdadera vida espiritual. Su gravedad era más instructiva y reveladora que las inquebrantables sonrisas de los seudo-svāmīs. Śrīla Prabhupāda estaba siempre en contacto con Kṛṣṇa, la fuente de todo placer, y sin embargo la gravedad que Prabhupāda mostraba hacia la naturaleza material era una respuesta personal que transmitía fuerza a sus seguidores. Cuando en una ocasión, por motivos de prédica, entró en un teatro del East Village (de Nueva York) y vio a un grupo amateur de rock bailando sobre el escenario «como monos», Prabhupāda se puso muy serio, aunque más tarde en su habitación recordó el incidente riéndose a carcajadas.
La gravedad de Prabhupāda significaba también que jamás confesaba sus dificultades. Durante un programa de televisión, Śrīla Prabhupāda experimentó un gran malestar bajo los ardientes focos y sin embargo sólo lo mencionó más tarde. Su salud empeoró y una semana después del incidente sufrió palpitaciones y parálisis parcial.
En una ocasión, en la India, uno de los discípulos de Prabhupāda fue varias veces a hablar con Prabhupāda sobre los síntomas de ictericia que mostraba y Prabhupāda le dijo que no debería preocuparse demasiado por su situación material. Un vaiṣṇava «descuida» su propia salud, dijo Prabhupāda, porque no está apegado a su cuerpo.
Cuando Prabhupāda experimentaba dificultades físicas, lo tomaba como una ocasión para aceptar servicio de sus discípulos. Permitía que le dieran masajes y lo cuidaran, pero les advertía que hacer esto en una situación de normalidad resultaría demasiado familiar. Por lo tanto, cuando Prabhupāda experimentaba algún malestar, ponía los medios para que sus discípulos sirvieran al guru con gran esmero. Durante las enfermedades permitía que sus discípulos le dieran masajes regularmente, y ellos lo cuidaban sin descanso y permanecían constantemente a su lado. También hablaban con él sobre los problemas de su movimiento espiritual y aprendían con él a ofrecer sus energías a Kṛṣṇa y a aceptar las dificultades que surgían en la propagación de la conciencia de Kṛṣṇa. Pero si un discípulo pensaba que gracias a sus cuidados estaba salvando la vida a su maestro espiritual, Prabhupāda decía que eso era ofensivo. El guru da servicio, pero el discípulo no debe pensar que con sus atenciones mantiene la salud de su maestro.
Algunas veces Prabhupāda hablaba de sus dificultades. En Toronto, ya en sus últimos años, una vez le ofrecieron un plato de prasāda en una habitación donde se hallaba junto con unos profesores. Él dijo: —No tengo apetito, ni dientes—. Y comentó riendo que sus discípulos estaban obteniendo un buen servicio de él, ya que no comía ni dormía y sin embargo trabajaba.
Śrīla Prabhupāda se enfrentaba siempre a las dificultades como alguien que está protegido por Kṛṣṇa, demostrando que era trascendental a cualquier situación. Y lo mismo decía que debían hacer sus discípulos.
Satsvarūpa dāsa Goswami
8. Servicio en separación
Servicio en separación
Lo mejor del līlā de Prabhupāda es cómo sus devotos lo sirven en separación. De hecho, la mayor parte de los devotos se formaron en la conciencia de Kṛṣṇa en separación, y se mantienen en ella en separación. Y esto sigue siendo así en la actualidad.
El līlā de Prabhupāda es espiritual y eterno. Todos nosotros tenemos diferentes maneras de entender a Prabhupāda. Como representante de Kṛṣṇa, es casi ilimitado. Igual que en la danza rāsa Kṛṣṇa podía bailar con tantas gopīs simultáneamente, Prabhupāda daba también órdenes a todos sus discípulos simultáneamente. Cada uno es único.
Cada uno de nosotros tiene una relación única con Prabhupāda. En mi caso, yo me sentía más cercano a él cuando predicaba en la campaña política. He estado en la misma habitación que Prabhupāda y sin embargo no me he sentido cerca de él. Esto ocurre también muchas veces con asuntos materiales. Un hombre y una mujer, por ejemplo, pueden estar casados y no obstante ser extraños el uno para el otro a causa de la falta de amor. Lo mismo ocurre con Prabhupāda. Podías encontrarle en la misma habitación que él, pero si no le agradabas, lo mismo daba que estuvieras a millones de kilómetros de distancia. De modo que cuando más cerca te encontrabas de él era cuando hacías servicios que eran de su agrado. Y es así como podemos acercarnos cada vez más.
Incluso si alguien no ha estado nunca en la misma habitación con Prabhupāda o jamás ha paseado con él, no importa. Puede conocer a Prabhupāda sirviéndolo. A través del servicio los discípulos obtienen realización espiritual directa; experiencia espiritual directa. Cuando alguien va a saṅkīrtana y distribuye libros, experimenta un gusto superior distribuyendo libros, y esa es la presencia de Prabhupāda. De otro modo, no podría hacerlo. No se trata de una actividad cualquiera como las del mundo material; está experimentando algo que traspasa la envoltura corporal para adentrarse en el alma espiritual. El alma espiritual saborea esta relación. Cuando uno distribuye los libros de Prabhupāda o hace cualquier otro servicio personalmente, está saboreando su relación con él.
Entrevista con Balavanta dāsa Adhikārī
9. El maestro espiritual únicamente ve el servicio que tú ofreces
En octubre de 1972, durante los comienzos del proyecto de Śrīla Prabhupāda en Bombay, Pañcadraviḍa dāsa fue a Vṛndāvana para visitar a Prabhupāda.
Pañcadraviḍa estaba pensando en preguntar a Śrīla Prabhupāda si le permitiría tomar la orden de sannyāsa, pero casi inmediatamente después de saludarlo, antes que pudiera decirle nada, Śrīla Prabhupāda le dijo:
—Sí, ya puedes tomar sannyāsa. Ahora estás cualificado.
Extasiado de felicidad, Pañcadraviḍa comenzó a alabar la labor de prédica de la conciencia de Kṛṣṇa y mencionó a Prahlāda Mahārāja y a Dhruva Mahārāja, los cuales, a pesar de su juventud, conocían bien la filosofía de la conciencia de Kṛṣṇa.
—Sí —dijo Śrīla Prabhupāda dirigiéndose al resto de las personas que se encontraban en la habitación—, este joven Pañcadraviḍa es muy inteligente.
Al escuchar esto, Pañcadraviḍa se puso aún más contento e incluso sintió cierto orgullo.
—¿Cómo va todo en Bombay?— preguntó Prabhupāda.
—No muy bien, Śrīla Prabhupāda —respondió Pañcadraviḍa.
—¿No muy bien? —inquirió Prabhupāda de una manera desafiante. —¿Y a qué se debe eso?
—Es que hay tantas ratas allí, que suponen un verdadero problema.
—Eso significa que no son limpios —contestó Prabhupāda severamente—. Esos son los hábitos de ustedes los americanos. Toman un plato de prasāda, comen la mitad y lo dejan tirado en algún rincón durante seis meses. ¿No es cierto? ¡¿No es cierto?!—. Prabhupāda había gritado las últimas palabras y Pañcadraviḍa estaba confundido. Pero Prabhupāda continuó maceándolo.
—Eso es señal de que no son limpios. Por lo tanto, no están cantando sus rondas.
Pañcadraviḍa respondió en un tono entre confundido y de protesta: —Según tengo entendido, todos los devotos cantan sus rondas.
Śrīla Prabhupāda se dirigió a los demás presentes con visibles muestras de enfado:
—Está sugiriendo que el proceso del Señor Caitanya tiene algún defecto.
—No, no, Śrīla Prabhupāda —balbuceó Pañcadraviḍa.
—En ese caso —respondió Śrīla Prabhupāda— el Señor Caitanya dice: ceto darpaṇa-mārjanam. El canto limpia el corazón. ¿Cómo es posible que estando limpio el interior pueda estar sucio el exterior?—. Pañcadraviḍa se encontraba al borde de las lágrimas viendo el enfado de Prabhupāda.
Pañcadraviḍa no dijo nada más. Comenzó a pensar que Prabhupāda simplemente le estaba viendo algunos de sus defectos. Entendió que había sido demasiado orgulloso y que al criticar el proyecto de Prabhupāda en Bombay estaba queriendo colocarse al mismo nivel que él. Transcurridos unos diez minutos, Pañcadraviḍa ofreció cabizbajo reverencias a su maestro espiritual y se dispuso a abandonar la habitación. Cuando salía, le dijo Prabhupāda:
—Está bien. El maestro espiritual únicamente ve el servicio que tú ofreces; no tus faltas.
Entrevista con Pañcadraviḍa Swami
10. Lo dejé aplastado
Durante el festival de Māyāpura de 1977, un ministro del gobierno visitó a Śrīla Prabhupāda y pronunció un discurso como parte de las actividades que daban paso a la noche.
Antes de salir al escenario, Śrīla Prabhupāda y el ministro fueron a visitar una exposición fotográfica sobre los templos de ISKCON. A medida que recorrían el largo pasillo observando fotografías de las actividades de prédica en casi todos los países del mundo, el propio Śrīla Prabhupāda estaba impresionado por el enorme alcance de ISKCON. En un momento determinado movió la cabeza, se volvió hacia los devotos que lo acompañaban y dijo: —Es inconcebible.
En su discurso de apertura, el ministro sorprendió a la audiencia cuando comenzó a glorificar a Vivekananda como alguien que había ayudado a la humanidad «al igual que lo hicieran encarnaciones de Dios tales como Rāma, Kṛṣṇa y Viṣṇu».
Elogiando someramente al Señor Caitanya, el ministro dijo: —Naturalmente, no sabemos si Caitanya fue realmente una encarnación, pero indudablemente hizo mucho bien—. Antes de finalizar su discurso, el ministro dio muestras de apreciación hacia el movimiento de Prabhupāda diciendo que se estaba propagando gracias a la «fuerza moral» y confiando en que a la larga fuera beneficioso para la humanidad.
Śrīla Prabhupāda había preparado para la ocasión un comentario sobre el Śrīmad-Bhāgavatam y traía consigo su libro y sus gafas de leer. Pero tras oír el discurso del ministro, Prabhupāda habló de un modo muy fuerte. Como su charla fue en bengalí, la mayoría de los devotos no pudieron entenderlo, pero no obstante notaron que estaba refutando una por una todas las especulaciones del invitado oficial.
Esa misma noche, ya en su habitación, Prabhupāda se reía comentando la plática del ministro. Pidió a su sirviente que le trajera la cinta magnetofónica y volvió a escuchar su propio discurso. En un momento determinado, cuando se oyó a sí mismo decir que Vivekananda nunca tuvo discípulos a pesar de toda su propaganda, Śrīla Prabhupāda se rió, dio una palmada, y levantando la vista hacia los devotos que se encontraban en la habitación, exclamó: —Lo dejé aplastado.
Diario de Hari-śauri dāsa
Los devotos se alegraban mucho cada vez que Prabhupāda pisoteaba los argumentos de los ateos y los no devotos. También sabíamos que ese era el espíritu del maestro espiritual de Prabhupāda, Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī, a quien le gustaban los discípulos intrépidos que no transigían. Prabhupāda estableció el ejemplo perfecto, pero en ocasiones también señaló que cuando quisiéramos derrotar a los no devotos, no debíamos imitarlo exactamente, sino que teníamos que encontrar el método más enérgico según el momento y el lugar. En una ocasión, en Nueva York, Prabhupāda visitó a un oficial hindú de las Naciones Unidas que era más joven que él, y Prabhupāda lo reprendió severamente cuando el hombre le habló de su filosofía inventada. Cuando dejó la ONU, ya en el automóvil, uno de los devotos elogió a Prabhupāda: —Prabhupāda, usted le dio un castigo realmente duro a ese hombre—. Él respondió: —Sí, pero ustedes no tienen que hacer lo mismo.
Prabhupāda explicó luego que el modo particular en que había tratado a ese hombre (que era más joven que él y un conciudadano hindú), no era la manera en que uno de los jóvenes discípulos de Prabhupāda debía hacerlo. El discípulo inteligente aprende a seguir al maestro espiritual de modo que sea del agrado de éste. No debemos ser como el necio Aśvatthāmā, que pensó que complacería a Duryodhana llevándole los cadáveres de los hijos de Draupadī.
11. Gotitas de néctar - Todos los mosquitos parecen iguales
Gotitas de néctar
Bhagatji, un conocido de Prabhupāda de Vṛndāvana, entró en una ocasión a la habitación de éste y lo encontró sentado inmóvil y en silencio. Bhagatji se sentó durante largo rato junto a Prabhupāda antes de que él se moviera y advirtiera su presencia.
—Prabhupāda —dijo Bhagatji admirado—, estabas meditando profundamente.
—Ah, sí —asintió Prabhupāda—. Estaba estudiando estos mosquitos. Estaba viendo lo maravillosamente que Kṛṣṇa ha creado estas cosas. Todos los mosquitos parecen iguales, así que les estaba mirando las patas y las alas...
Entrevista con Guṇārṇava dāsa
En enero de 1977 Prabhupāda viajaba de regreso a su templo de Bhubaneswara después de un programa de prédica. Una vez que el conductor hubo puesto el automóvil en marcha, Śrīla Prabhupāda, que se hallaba en el asiento delantero, cerró los ojos para descansar.
Los devotos que permanecían despiertos fueron testigos de pronto de una terrible escena. Primero vieron un grupo de personas sosteniendo a una mujer que lloraba y gritaba echando espuma por la boca, y luego, a unos doscientos metros de allí, lo que quedaba de un hombre, probablemente su marido. El cuerpo yacía de lado en mitad de la carretera. Todas sus ropas estaban desgarradas y la cabeza, un brazo y una pierna habían sido aplastados por un camión. Los devotos se miraron horrorizados pero no dijeron nada para no molestar a Śrīla Prabhupāda.
Más tarde, en su habitación en Bhubaneswar, Prabhupāda comentaba con su sirviente Hari-śauri que las personas en māyā sufren porque se identifican con el cuerpo. Hari-śauri mencionó el incidente del cadáver en la carretera y le contó lo que habían visto y cómo el hombre había muerto minutos antes de que ellos pasaran con el coche. Al oír esto, Śrīla Prabhupāda abrió los ojos sorprendido y dijo: —¡Acchā!--. Luego comentó: —Y sin embargo un cuerpo muerto no es diferente de cualquier otro montón de materia. Únicamente porque identificamos al ser viviente con la materia es para nosotros un duro golpe verlo hecho trizas.
Diario de Hari-śauri (31 enero 1977)
12. Visita a una cabaña en la montaña
Śrīla Prabhupāda viajó en avión junto con algunos de sus discípulos a un sitio en el sur de la India. En el aeropuerto, que no era más que una pequeña choza, los estaban esperando el Sr. H., su hermano y su familia. Tanto el hermano del Sr. H. como su mujer llevaban ropas de color azafrán. Recibieron cordialmente al séquito de Prabhupāda y los condujeron a su casa, donde desayunaron antes de salir para la estación.
El Sr. H. poseía una casa muy grande, pero no era tan culto como las familias hindúes más tradicionales. Durante el almuerzo todos se reunían y la comida, en grandes fuentes, se colocaba en el centro de la mesa. El sistema era que cada uno tenía que servirse la comida a medida que se iban pasando las fuentes de mano en mano. Después de comer se sentaron en el patio cerca de la piscina. El hermano del Sr. H. salió, se sentó junto a Prabhupāda y comenzó a hacerle preguntas.
Cuando Prabhupāda quiso saber cuál era su filosofía y por qué tanto él como su esposa llevaban ropas de color azafrán, el hombre le explicó que su guru había dado a los dos la orden neosannyāsa. Prabhupāda movió la cabeza y le describió al hermano del Sr. H. el auténtico método sannyāsa. Śrīla Prabhupāda explicó brevemente las cuatro partes de la orden sannyāsa (kutīcaka, bahūdaka, parivrājaka-ācārya, y paramahaṁsa)y le comentó que no existía nada que se llamara neosannyāsa. La orden de sannyāsa ya había sido establecida como parte del sistema varṇāśrama, que nadie podía inventar nada. Gradualmente, a medida que hablaba, el hombre fue soltando todos sus malentendidos impersonalistas y Śrīla Prabhupāda se los fue derrotando uno tras otro explicándole el proceso genuino de la autorrealización. En un principio el hombre estaba desafiante, pero pronto se sentó y escuchó a Śrīla Prabhupāda.
El grupo de Prabhupāda y la familia de H. subieron a los automóviles y Śrīla Prabhupāda continuó hablando con el hombre de camino a la montaña. Momentos más tarde, sin embargo, todos se quedaron callados mientras los automóviles ascendieron por espacio de tres horas por el estrecho sendero lleno de curvas de aquella empinada montaña. A Prabhupāda no le gustaba ese tipo de carreteras y dijo que se sentía mal. El tiempo en el cerro era agradable, con suaves brisas, y Prabhupāda quiso quedarse allí durante tres días o más. Toda la familia del Sr. H. —a excepción del hermano— partieron en seguida hacia un pueblo cercano para hacer unas compras. Ya sin compromisos, Prabhupāda llamó al hermano a su habitación y retomó su conversación con él. Prabhupāda comenzó a explicarle todo el proceso de la conciencia de Kṛṣṇa desde el principio, describiendo cómo el alma espiritual no es el cuerpo y cuál es la posición del alma con respecto al Todo supremo. El hombre objetó que existían muchos caminos y distintas clases de interrogantes y de interrogadores. Prabhupāda respondió que aun así no existe más que una respuesta. El hombre contestó con distintas explicaciones māyāvādīs, como que cada uno tiene su propio camino en la vida, etc. Durante casi una hora Prabhupāda, con suma paciencia y delicadeza, le explicó todo, dando a entender indirectamente que elguru del hombre estaba equivocado. Śrīla Prabhupāda recalcó que para obtener verdadero conocimiento uno debe dirigirse a un maestro espiritual genuino y no a un engañador. Gradualmente, el hombre fue comprendiendo y al final escuchó cuidadosamente todo lo que Prabhupāda tenía que decirle.
Cuando la familia regresó, se sentaron todos juntos de nuevo para tomar una copiosa comida de la misma manera que la anterior, es decir, pasándose las fuentes unos a otros.
Pero esa noche, cuando se encontraban ya en sus habitaciones para descansar, Śrīla Prabhupāda llamó a sus devotos y les dijo que debían preparar todo para partir en cuanto amaneciera. Prabhupāda les contó que había tenido dificultades para digerir la comida, y que no quería permanecer allí y tener ese contacto tan directo con materialistas.
Al día siguiente Prabhupāda hizo sonar su campana a las cinco de la mañana y encontró que sus discípulos aún dormían. Únicamente su sirviente Hari-śauri se despertó y fue enseguida a su habitación. Śrīla Prabhupāda estaba sentado en una esquina de su cama con una mesa y un dictáfono colocados frente a él.
—Parece que se han infectado como ellos—comentó Śrīla Prabhupāda a su sirviente señalando los fuertes ronquidos que provenían de la habitación de la familia H.
Hari-śauri respondió: —Bueno, no creo que nos hayamos infectado tanto .
Pero Prabhupāda replicó: —Quiero decir que tendrían que haberse levantado y bañado a las cuatro y haber hecho maṅgala-ārati. Pero después de tan sólo una noche de asociación ya se infectaron.
Tal como tenía previsto, Prabhupāda partió inmediatamente y viajó durante cuatro horas de vuelta a Bombay. Durante el trayecto Prabhupāda se mareó debido a la gran cantidad de curvas que había en la carretera. Cuando finalmente llegó a su residencia de Bombay, hizo notar a sus discípulos que Kṛṣṇa los había castigado rápidamente por haber comido el bhoga de los karmīs.
Diario de Hari-śauri dāsa
13. Śrīla Prabhupāda dijo: Acerca de la salud
Acepten estos principios de vida: no comer carne, no tomar drogas ni alcohol y no tener relaciones sexuales ilícitas, y no habrá cáncer. Aquellos que siguen estrictamente estos principios nunca padecerán de cáncer ni de ninguna otra enfermedad similar. Yo, por ejemplo, he estado viviendo en este país durante los últimos ocho años. ¿Cuántas veces he ido a ver al médico? Sólo la vez que tuve el infarto. Eso fue más serio, fue distinto. Aparte de eso, ¿cuántas veces he ido? Yo no pago facturas de médicos.
De modo que si llevamos una vida higiénica y regulada, no hay posibilidad de contraer el cáncer o cualquier otra enfermedad. La enfermedad surge cuando violamos las leyes de la naturaleza. Una de las causas del cáncer son los métodos anticonceptivos. Pueden investigarlo. De modo que por una parte descubren los métodos anticonceptivos, las sustancias químicas anticonceptivas, y por otra investigan la enfermedad del cáncer. Y también dicen que el tabaco es una de las causas. ¿Por qué entonces no dejan de fumar y abandonan el sexo ilícito y los métodos anticonceptivos?
Paseo de la mañana, Los Ángeles (4 mayo 1973)
Absurdamente dicen «la lucha por la existencia», «la supervivencia del más capacitado». Pero ¿quién está más capacitado? No lo saben. Capacitado significa que uno no volverá a tomar un cuerpo material. Ese sí está capacitado. Porque en cuanto obtienes un cuerpo material: nūnaṁ pramattaḥ kurute vikarma...
Paseo de la mañana, Hyderabad (23 agosto 1976).
[La traducción del verso es la siguiente: «Cuando una persona considera que la finalidad de la vida es complacer los sentidos, busca como un loco la vida materialista y se ocupa en toda clase de actividades pecaminosas. Ignora que a causa de sus pecados ha recibido un cuerpo que —aunque temporal— es la causa de su sufrimiento. En realidad la entidad viviente no debería tener un cuerpo material, pero se le ha concedido para que pueda complacer los sentidos. Por lo tanto no me parece digno de una persona inteligente volverse a enredar en las actividades de complacencia sensorial, que son la causa de que reciba un cuerpo material tras otro, eternamente» (Bhāg. 5.5.4, Mahārāja Åṣabhadeva a Sus hijos). (N. del C.)]
En cuanto a tu salud, Hawai tiene muy buen clima para la salud. Puedes bañarte en el mar y así mantener tu salud en buen estado; y para comer: dāl (especialmente urad-dāl), un poco de queso, maníes y verduras, sobre todo hojas de calabaza.
Carta a Sudāmā dāsa (10 diciembre 1973)
Lamento oír que en la actualidad no estás bien de salud. Lo mejor es que descanses por un tiempo hasta que te sientas más fuerte. Cuando J. se sentía muy débil, le aconsejé que descansara por completo hasta que estuviera más fuerte y luego le dije que fuera a un grupo de saṅkīrtana. Así que puedes seguir el mismo tratamiento descansando tanto como creas necesario, y cuando te encuentres bien vuelve a reanudar tus actividades.
Carta a Madana-mohana dāsa (23 julio 1969)
Para tu dolor de muelas, puedes lavarte los dientes con una mezcla de sal común y suficiente aceite de mostaza como para formar una pasta. Lávate los dientes con esta pasta, especialmente la parte dolorida. Haz gárgaras con agua caliente y mantén siempre algún clavo de olor en la boca. Creo que esto te curará. No será necesario que te extraigan ninguna muela.
Carta a Kīrtanānanda Swami (14 febrero 1969)
Con respecto a tu ayuno, si estás enfermo ésa es la mejor medicina. A las enfermedades y a los huéspedes no deseados, si no les das comida, se van.
Carta a Revatīnandana dāsa (16 noviembre 1975)
Durante uno de sus paseos de la mañana en Denver (EE.UU.) el 1 de julio de 1975, los devotos le preguntaron a Prabhupāda sobre el ayuno. Dieron el ejemplo de que uno de los discípulos de Prabhupāda había estado leyendo libros sobre salud que estaban fuera de la conciencia de Kṛṣṇa y que había comenzado un ayuno de treinta días. Ello había sido el motivo, según algunos devotos, de que cambiara su conciencia de Kṛṣṇa y dejara el movimiento.
—Si uno puede ayunar, eso es tapasya —respondió Prabhupāda—. Pero no debe ser artificial. Igual que Raghunātha dāsa Gosvāmī. Él ayunaba, pero eso no era simplemente ayuno. La gente que ayuna artificialmente se debilita y no puede trabajar. No hay necesidad de eso. Si ayunas y no te debilitas, eso sí está recomendado; pero si después de ayunar no puedes hacer servicio, ¿qué sentido tiene el ayuno? Raghunātha Gosvāmī ayunaba, pero se bañaba tres veces al día y ofrecía reverencias cientos de veces. Sus actividades normales no se detuvieron, y día por medio tomaba una pequeña cantidad de suero de leche. Nosotros no podemos imitarle. Tenemos que trabajar.
14. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: La rana del pozo
Śrīla Prabhupāda cuenta una historia
Durante uno de sus paseos de la mañana por Playa Venecia en mayo de 1973, Śrīla Prabhupāda expuso una serie de ejemplos sobre los falsos argumentos.
Prabhupāda había estado explicando a Svarūpa Dāmodara, a Brahmānanda Swami y a otros, que las criaturas habitan en entornos apropiados para ellas. Es por ello que nunca encontraríamos una rana en el océano. Esta costumbre de la rana es la base del ejemplo conocido como «la rana del pozo».
Svarūpa Dāmodara preguntó: —Prabhupāda, ¿ese es un ejemplo del Bhāgavata?
—Sí —respondió Prabhupāda—. En los nyāya-śāstras se dice kūpa-maṇḍūka-nyāya. Kūpa quiere decir ‘pozo’ y maṇḍūka quiere decir ‘rana’. La rana del pozo. Al Doctor Rana nunca lo encontrarán en el océano. Jamás ha visto un océano. Y es por eso que se compara a los científicos con las ranas: ellos nunca han visto el reino de Dios.
Entonces Śrīla Prabhupāda expuso otro argumento, conocido como bakāṇḍa-nyāya. --Baka significa ‘grulla’ —dijo Prabhupāda—, y aṇḍa quiere decir ‘testículo’. El toro anda con sus testículos colgando y la grulla va detrás de él pensando: «He aquí un pez». La grulla siempre anda preguntándose cuándo va a caer el «pez». ¡No va a caer nunca! Pero ella lo sigue de todos modos. Y eso ni siquiera es un pez. El ejemplo bakāṇḍa se usa para comparar al materialista que anda persiguiendo a māyā.
Luego Prabhupāda explicó el aja-gala-stana nyāya.
—Habrán visto que las cabras tienen una especie de tetillas colgando del cuello —dijo Prabhupāda—. Si alguien espera obtener leche de esa papada, está loco. No son tetillas, aunque lo parezcan. Eso es ilusión.Aja-gala-stana se aplica a esos necios que piensan que la vida proviene de la materia. Es lo mismo: están pensando que ahí hay unas tetillas de las que saldrá leche. «Vamos a ordeñar esto. Quizá en el futuro lograremos sacar leche».
—Otro es nagna-mātṛkā. Esto significa que alguien dice: «Madre, si cuando naciste estabas desnuda, ¿por qué ahora te vistes?». Cuando era bebé la madre estaba desnuda. Por lo tanto lo lógico es que debería seguir desnuda. Si una persona que antes no era muy importante ahora se ha vuelto importante, la lógica es: «¿Cómo es que este hombre ahora es importante?». Pero en realidad uno va cambiando según las circunstancias. ¿Tiene la madre que andar desvestida por el hecho de que lo haya estado en su infancia? No se puede decir que una cosa deba mantenerse siempre igual. Así que cuando uno entra a la conciencia de Kṛṣṇa, este argumento es perfecto. (O sea que uno no puede justificarse diciendo que no está cualificado a causa de su bajo nacimiento o por su mal comportamiento en una vida anterior).
—En la lógica sánscrita —explicó Prabhupāda— todos estos ejemplos se sacan del estudio de la naturaleza.
Paseo de la mañana, Los Ángeles (5 mayo 1973)
15. Śrīla Prabhupāda cuenta historias cortas
Había un bailarín profesional que solía dar representaciones en distintos lugares, incluidos escenarios al aire libre. Tras una de las actuaciones, un amigo le preguntó: —¿Bailaste anoche?
—No, no pude —contestó el bailarín.
Cuando su amigo, sorprendido, le preguntó el porqué, el bailarín le respondió: —Había un montículo—. En otras palabras, como la situación no era la ideal, el bailarín no dio su función. Pero Prabhupāda dijo que ése no era un auténtico bailarín. Un auténtico bailarín habría bailado como si el montículo hubiera formado parte del escenario. E incluso aunque su actuación no hubiera sido tan perfecta, un verdadero bailarín habría bailado bajo cualquier circunstancia. Igualmente, un discípulo entregado llevará a cabo su labor aunque las condiciones no sean perfectas.
Satsvarūpa dāsa Goswami
Śrīla Prabhupāda contó en una ocasión la historia de una rata que se liberó por ofrecer servicio a Viṣṇu. La rata estaba corriendo sobre el altar de la Deidad justo en el momento en que una de las lámparas de ghīestaba a punto de apagarse. La rata pensó que la mecha debía ser algo comestible, así que introdujo sus bigotes en la lámpara. La llama mortecina incendió los bigotes de la rata haciendo arder la parte de la mecha que aún no se había quemado. De este modo, gracias al absurdo sacrificio de la rata, la llama del altar de Viṣṇu continuó ardiendo. Y por su servicio a Kṛṣṇa, la rata fue a Vaikuṇtha. Esta es la fuerza del servicio devocional a Kṛṣṇa, incluso si se realiza de modo inconsciente.
Entrevista con Govinda dāsī; Satsvarūpa dāsa Goswami
16. Personal - Su inocencia
Śrīla Prabhupāda dijo alguna vez que la inocencia era casi como la ignorancia. Ser inocente en cuanto al conocimiento de Dios, por ejemplo, no es algo digno de admiración. Una víctima «inocente» de un falso gurutampoco es algo loable. Sin embargo, si consideramos la inocencia como frescura y pureza, como ausencia de malicia, esa es una cualidad destacada de Prabhupāda.
Cuando Śrīla Prabhupāda contó a un grupo de devotos que la primera vez que vio nevar en la ciudad de Nueva York pensó que habían blanqueado los edificios, algunos de sus discípulos apenas podían creer que Prabhupāda fuera realmente tan inocente. Pero por su misericordia entendimos su inocencia como la belleza libre de engaños de la conciencia de Kṛṣṇa. La inocencia de Prabhupāda no radicaba únicamente en lo que dijo, sino también en la frescura de su expresión y su visión, como cuando escribió sobre su Guru Mahārāja: «La línea de servicio tal como tú la has trazado es sana y dulce como el rocío de la mañana».
Śrīla Prabhupāda dijo que si se le preguntara a un burdo hedonista, alguien que ha pasado toda su vida esforzándose por encontrar algún placer, si había conseguido la felicidad, el gratificador de los sentidos tendría que decir: —No, mi vida ha sido un infierno—. Śrīla Prabhupāda era lo opuesto a esta visión hastiada; no estaba cansado de la vida. Su visión era como un día de primavera y esto le venía por su conciencia trascendental. Por lo tanto podía responder con asombro ante el mundo. Como dice Prabhodhānanda Sarasvatī cuando describe a un devoto en conciencia espiritual, «Él ve todo el mundo material como Vaikuṇtha».
Durante uno de sus paseos de la mañana por la agradable campiña inglesa, un devoto le preguntó a Prabhupāda si ese paisaje se parecía al reino de Dios. —Éste es el reino de Dios —respondió Prabhupāda. De este modo los devotos de Prabhupāda pudieron ver a través de sus ojos cómo incluso este mundo es Vaikuṇtha para el que ve a Kṛṣṇa en todas partes.
La ausencia de deseo sexual en el mundo material es otra clase de inocencia que es una fuerza para el trascendentalista. Si bien entre los disfrutadores de los sentidos siempre existe una corriente subterránea de deseo sexual, Prabhupāda estaba libre de todo eso. Como sabio instruido, sabía que la gente estaba siendo tentada a cada paso por los deseos lujuriosos. Sin embargo él no lo estaba y cualquiera que se uniera a Prabhupāda podía sentir la posibilidad de liberarse de las implicaciones sexuales. Jóvenes que antes habían estado corrompidos por las drogas y el sexo ilícito se limpiaron bajo su guía. Y hasta sus caras se volvieron resplandecientes: «happies [‘felices’], no hippies».
Pero la bondad de Prabhupāda no era algo demasiado dulce o empalagoso. No estaba en la modalidad material de la bondad. De hecho, la idea que tenía del mundo material era pesimista y en ocasiones lo expresaba con palabras duras. Nunca usaba palabras dulces para describir al mundo material tal como es.
Bajo la protección de Kṛṣṇa, Śrīla Prabhupāda vivió en el mundo material de una manera sencilla y nunca fue corrompido o contaminado por él. A menudo parecía un joven inocente. Una vez preguntó a Nandarāṇī y Dayānanda si lo adoptarían como hijo suyo para poder obtener la residencia permanente en los Estados Unidos. Si consideramos que inocente significa ‘no culpable’, entonces Śrīla Prabhupāda era ciertamente inocente de cualquier enredo material. Contrariamente a la mayoría de la gente, vivió en el mundo sin la implicación de la reacción kármica.
Śrīla Prabhupāda también sentía compasión hacia las criaturas inocentes de este mundo como las vacas, los toros, los terneros, y también las mujeres. Veía cómo se corrompía a las mujeres, a pesar de que en sí mismas son inocentes. Prabhupāda pensaba que puesto que se las podía corromper fácilmente, deberían más bien ser protegidas. También se refería a todos sus devotos como chicos y chicas inocentes. Prabhupāda utilizó la frase «chicos inocentes» durante un discurso público en el parque Tompkins Square. Allen Ginsberg se encontraba allí con unos amigos y se rió sarcásticamente de la observación de Prabhupāda. Ginsberg era tan degradado que el concepto de «jóvenes inocentes» era algo que él no podía ni imaginar. Para alguien como Ginsberg un chico inocente es una víctima de la complacencia sensual de uno. Los discípulos de Prabhupāda, sin embargo, eran realmente inocentes de la vida pecaminosa al cantar Hare Kṛṣṇa bajo la protección de Prabhupāda. Por lo tanto no es imposible que exista inocencia en este mundo. Cuando alguien se hace devoto puede permanecer inocente al no cometer más pecados y no dejarse corromper nunca más.
Śrīla Prabhupāda entrenó a sus devotos a ser astutos para no ser corrompidos por el mundo material. Podían mantener su inocencia y sin embargo estar bien despiertos ante los peligros de māyā y preparados para enfrentarse a ellos. A medida que Śrīla Prabhupāda viajaba y predicaba en las ciudades de todo el mundo, veía y escuchaba más y más los horrores de Kali-yuga y no obstante se mantuvo siempre inocente de las atrocidades. Trabajó para ayudar a la humanidad y convertir a los culpables viciosos en seres humanos santos.
Satsvarūpa dāsa Goswami
17. Personal - Su peculiar uso del lenguaje
A veces Śrīla Prabhupāda utilizaba la lengua inglesa de un modo especial. Sus discípulos no consideraban que su uso de la lengua fuera desagradable o errado, sino más bien lo apreciaban de una manera trascendental.
Śrīla Hṛdayānanda dāsa Goswami escribió lo siguiente:
Śrīla Prabhupāda era totalmente consciente de Kṛṣṇa. Y desde una perspectiva material era muy inteligente. Al haber sido educado en escuelas británicas, su inglés era excelente, además de decir cosas cargadas de humor. Los británicos son expertos en la utilización de la lengua y Prabhupāda —que estaba entrenado en ese sistema inglés— tenía por lo tanto un vocabulario muy amplio. Cualquiera que lea sus libros se sorprenderá de su brillante manera de usar la lengua sajona.
El principal corrector de Prabhupāda fue su discípulo Jayādvaita Swami, quien escribió:
Con respecto al personalísimo uso que hacía Prabhupāda de las palabras, en ocasiones las utilizaba de un modo inusual y frecuentemente lo hacía de una manera muy precisa (aunque muy original), diferente de como se usan corrientemente. A veces yo buscaba un término concreto en el diccionario o intentaba hallar algún sinónimo adecuado, pero cuando encontraba la palabra que había utilizado Prabhupāda, descubría que por su etimología era en realidad la palabra perfecta para expresar la idea que Prabhupāda deseaba transmitir. Otra cosa que también hacía Prabhupāda era pronunciar algunas palabras de tal modo que tuvieran un significado especial. Por ejemplo Prabhupāda decía «ignórancia» alargando la o, lo que en inglés producía un matiz distinto que daba a entender que nuestra ignorancia viene de ignorar a Kṛṣṇa. Otras veces Prabhupāda pronunciaba las palabras inglesas de una manera lógica que no coincidía con el uso tradicional. Probablemente el ejemplo más famoso sea «infinitesimal». Prabhupāda la pronunciaba como si fueran dos palabras separadas; y para los devotos eran tan queridas estas particularidades en la manera de hablar de Prabhupāda que hasta las adoptaban en sus propias clases. Y, por supuesto, los devotos de todo el mundo han copiado el modo en que él decía «devotos» [no pronunciaba /devotís/ sino /devótis/]. Cuando Prabhupāda decía algo, la impresión era tan memorable que los devotos intentaban reproducir o transmitir esa fuerza espiritual utilizando el lenguaje de Prabhupāda exactamente como él lo hacía.
A continuación daremos algunos ejemplos.
El discípulo de Prabhupāda, Gargamuni, fue el primer tesorero de ISKCON y le gustaban los negocios y hacer dinero. Prabhupāda solía llamarle «Garga-money» [se pronuncia muy parecido: /gargamáni/. Moneysignifica ‘dinero’]. Y en vista de lo bien que cocinaba Kīrtanānanda, Śrīla Prabhupāda le puso el apodo de «Kitchen-ānanda» [kitchen: ‘cocina’].
A veces Prabhupāda inventaba sus propias palabras en inglés. Por ejemplo, para describir los pasatiempos de Kṛṣṇa algunas veces decía «las actividades pasatiempales [pastimious] del Señor».
Estando en su primer apartamento de San Francisco, Prabhupāda vio en cierta ocasión un camión de reparto de pan que pasaba por la calle. «simplemente delicioso» [simply delicious] decían las letras pintadas en el vehículo. Prabhupāda se rió y dijo: —Simplemente peligroso [simply dangerous]: la muerte está siempre esperando detrás de nosotros.
—Místico [mystic] quiere decir ‘nebuloso’ [misty] —dijo—. Pero nuestro concepto de Kṛṣṇa no es nebuloso: ¡es clarísimo! Kṛṣṇa vino, nos dio el Bhagavad-gītā y dijo «así soy Yo». De manera que debemos entenderlo bien, tal como lo entendió Arjuna.
En una ocasión, durante una visita a Alemania, Śrīla Prabhupāda mantuvo una larga conversación con sus discípulos Hayagrīva —que era profesor de inglés— y Śivānanda sobre diferentes usos de la lengua inglesa. A Prabhupāda le gustaba especialmente la palabra pecado. Cuando la buscaron en el diccionario vieron que pecado [sin] en alemán se dice sind, un derivado de apsunder, que significa ‘separación’. A Prabhupāda le gustó esa definición, porque el mayor pecado es estar separado de Dios.
En Hawai, cuando vio a unos surfistas montando las olas, comentó que en sus próximas vidas nacerían como peces, por lo absortos que estaban en saber nadar y jugar con las olas. Al referirse a los surfistas en su clase de la mañana, Prabhupāda no usó la palabra inglesa surfers sino suferers [‘sufridores’].
—La conciencia de Kṛṣṇa es autocrática [monárquica] —decía—. No hay tal democracia [democracy]. Yo la llamo «demonio loco» [demon-crazy]. Cuando se reúne una pandilla de demonios, ¿qué se puede esperar de bueno?
Cuando los discípulos de Prabhupāda lo conducían a distintos lugares de Estados Unidos, él solía comentar cuan loca estaba la civilización en que vivimos. Hablando de la velocidad con que circulaban los automóviles por las autopistas, Prabhupāda se rió refiriéndose a ello con una frase cómica: la civilización break-neck[‘rompecuellos’].
En 1975, en Berkeley, mostraron a Prabhupāda el nuevo cuadro de Parīkṣit dāsa que representaba a Kṛṣṇa de niño llevando los zapatos de Nanda Mahārāja sobre la cabeza. A Prabhupāda le gustó mucho la pintura. —Vean cómo Kṛṣṇa sirve a Su devoto igual que un niño —dijo Prabhupāda—. Parīkṣit no ha estropeado el cuadro pintando los cabellos tan largos como los hace Jadurāṇī, que pinta siempre unos cabellos muy, muy largos. A las mujeres le encantan los cabellos largos, largos—. Entonces uno de los devotos sacó de la biblioteca una copia de Las Enseñanzas del Señor Caitanya y se la mostró a Prabhupāda.
—Śrīla Prabhupāda —dijo—, ¿qué hay de Caitanya Mahāprabhu? Normalmente a Él se lo dibuja con pelo largo.
Śrīla Prabhupāda bromeó: —Sí. Es que Caitanya Mahāprabhu era un hippie. Por eso los vino a salvar a ustedes—. Los devotos comenzaron a reír ante la ocurrencia, porque además, a causa de su acento bengalí, Prabhupāda le había añadido una ligera «sh» a la palabra salvar de manera que no se podía saber con exactitud si Prabhupāda estaba diciendo save [‘salvar’] o shave [‘rapar’]. Śrīla Prabhupāda lo notó en seguida. Entre risas repitió:
—En efecto, Caitanya Mahāprabhu vino a salvarlos y también a raparlos.
Más «prabhupadismos»
Cuando el cocinero de Prabhupāda le sirvió un desayuno inusualmente copioso que incluía rasagullās ysandeśas, Prabhupāda comentó: —Esto no es un break-fast [‘desayuno’]. Es un break-head [‘descabezador’].
El día que Prabhupāda pisó por vez primera el aeropuerto O’Hare de Chicago, dijo sarcásticamente: —Sólo les falta agregar el «Kṛṣṇa». Así sería el aeropuerto «O’Hare Kṛṣṇa». Díganles que lo cambien.
En una conferencia, Prabhupāda describía a los alcohólicos.
—Como en Nueva York... ¿Se acuerdan de los borrachos de la calle Bowery? ¿Cómo se llamaban? ¿Bumpers[‘parachoques’]? ¿Cuál era la palabra?
—¿Bums [‘vagabundos’]? —sugirió un devoto de la audiencia.
—Eso es —dijo Prabhupāda—, los bums.
Cuando Prabhupāda encontraba unas cuentas de japa colgando de un clavo o de la manilla de una puerta, a veces comentaba: —¿De quién son estas cuentas que están llorando aquí?
Refiriéndose a la siesta [nap] Prabhupāda la llamaba snap [‘instantánea’].
Comentarios de Hṛdayānanda dāsa Goswami,
Jayādvaita Swami, Hari-śauri dāsa, Hayagrīva dāsa,
Śivānanda dāsa y Rukmiṇī-devī dāsī
18. Realizaciones - ¿No comprendes que quiero que hagas algo útil?
Hay tantas maneras de glorificar a Prabhupāda... tantas maneras de hablar de él y tanto que decir. Prabhupāda era ilimitado. Es ilimitado. Todo lo que hizo siempre fue ilimitado. Nadie es capaz de entender la profundidad de las acciones y las palabras de Prabhupāda. Es algo inconcebible. A veces algunos devotos me dicen: ¡Qué suerte tienes de haberte asociado personalmente con Prabhupāda! Y yo suelo responder: —Sí, claro—, por no entrar en mayores discusiones. No quiero decir que no tuviera suerte. Fui muy afortunado. Pero no siento que yo me haya asociado personalmente con Śrīla Prabhupāda. Tal vez resulte difícil entender cómo puede uno estar mucho tiempo con alguien y sin embargo no asociarse con él personalmente, pero como nunca pude comprender a Prabhupāda no podría siquiera comenzar a concebir cómo asociarme con él personalmente.
A menudo sentía muchos celos de Hari-śauri porque cuando ambos nos sentábamos junto a Śrīla Prabhupāda, Śrīla Prabhupāda hablaba con él como si se tratara de un viejo amigo. Y yo lo envidiaba terriblemente porque Śrīla Prabhupāda nunca me hablaba a mí de ese modo. Tamāla Kṛṣṇa Mahārāja se sentaba frente a Prabhupāda y discutía con él sobre todo tipo de cosas, y yo le tenía envidia porque Śrīla Prabhupāda nunca me hablaba así a mí. Y cuando Śrīla Bhāvānanda Mahārāja iba a ver a Prabhupāda, éste lo trataba todo el tiempo de un modo encantador, mientras que a mí todo lo que me hacía era darme con el mazo en la cabeza. Siento envidia porque todos tenían una relación muy profunda con Śrīla Prabhupāda, y yo ni siquiera podía entender muy bien esa relación. Todo lo que sé es que cada vez que me acercaba a Prabhupāda, él tomaba su mazo y me lo daba por la cabeza. Y así siempre.
Es muy difícil de entender, porque cuando fui secretario intenté imitar a todos los secretarios anteriores y lo único que conseguí fue ser aplastado en pedazos. Cuando era sirviente intentaba imitar a los anteriores sirvientes, pero nunca funcionaba. Cuando era GBC e iba de visita, imitaba a otros GBC cuando iban de visita, pero tampoco. Ni siquiera pude estar presente cuando Prabhupāda iba a dejar este mundo. No formaba parte de ello. No tomé parte en las actividades durante la aparición de Prabhupāda en Occidente ni tampoco en las actividades durante su desaparición del universo manifestado.
Siempre lamenté ser tan estúpido y perder el tiempo en la universidad en 1969, sin hacer nada, mientras Śrīla Prabhupāda estaba abajo, sentado en mi dormitorio. Yo pasé por enfrente. Ni siquiera me enteré. No lo vi a él. No vi a los devotos. No vi nada. Tan sólo crucé frente a mi habitación. No lo vi a él. No vi a nadie. No vi nada. Jamás oí hablar de ello. Hasta que cuatro años más tarde, la persona con la que vivía me dijo:
—¿Recuerdas al Swami que estaba en nuestra habitación aquel día?—. Yo le pregunté: —¿Qué Swami?—. Cuando más tarde le comenté esto a Śrīla Prabhupāda, él se echó a reír. Entonces le pregunté: —¿Por qué no lo pude ver entonces?—. Él contestó: —No estabas preparado—. Bajé la cabeza.
Y recuerdo que cuando Prabhupāda nos estaba dejando, yo quise estar allí. Pero había tantas cosas... enormes pleitos en los tribunales. Prabhupāda era feliz cuando yo le llevaba libros, así que quería imprimirle muchos libros... y allí estaba yo siempre corriendo de una imprenta a otra. Y cuando acababa de conseguir otro montón de libros para llevarle, va y desaparece. Yo no formaba parte de las actividades de Prabhupāda, ni pienso que jamás me haya asociado personalmente con él. Y el día en que desapareció tampoco formé parte. Siempre quise comprender el porqué, hasta hoy que lo estoy comprendiendo por primera vez al oírlos a ustedes. Esto ha sido muy instructivo para mí.
En enero de 1976 Prabhupāda me echó; y me dio una lección por la que lo recordaré para siempre. Él siempre me maceaba por lo mismo: porque yo siempre insistía en estar con él personalmente y no entendía sus instrucciones.
—¿Por qué estás tan apegado a esta mal llamada «asociación personal»? ¿No comprendes que vāṇī [la instrucción] es más importante que vapuḥ [la presencia física]? ¿No comprendes que quiero que hagas algo útil?
Pero yo siempre intentaba volver junto a Śrīla Prabhupāda, incluso cuando me había echado de su lado para que hiciera algún servicio más útil para él. Ahora lo entiendo. Esa fue la última vez que me echó. No iba a conseguir esa relación personal que siempre quise tener. Siempre me echaba. Un criado. Una vez, estando en Nueva Māyāpura (Francia) en agosto de 1976, intenté volver a asociarme con Prabhupāda a la fuerza. Pero después de haber trabajado como su secretario durante tres días, Prabhupāda me pidió que le escribiera una carta. De cada dos palabras, una la escribí mal. Siempre he tenido una ortografía horrible. En vista de lo mal que lo hacía él quiso quitarme de en medio y ¿por qué no usaba un diccionario?. Entonces busqué a un devoto para que me ayudara con la redacción. La carta estaba tan mal escrita que hubo que hacerla de nuevo. Y cuando le dije a Śrīla Prabhupāda:
—¡Pero Śrīla Prabhupāda, todos sus secretarios tenían mala ortografía! ¡Yo los he visto! ¿Por qué me castiga a mí por hacer faltas y ahora me echa?—. Y yo seguía insistiendo. Me maceaba por todo. Y cuanto más enfadado estaba él, más yo me resistía a dejarlo.
—No pienso irme. Me niego—. Eso se convirtió en una batalla.
—¡Vete!
—No, no lo haré.
Y entonces más mazo, más mazo y más mazo... Hasta que un día, al final de toda esta tunda aquí en Vṛndāvana llegué y le dije:
—¡Está bien, me marcho, ya no aguanto más!
Y él respondió: —¡No es que tú te vas! ¡YO TE ECHO!
Hasta el último momento me estuvo diciendo:
—Fuera. Vete de aquí. Sirve para algo.
—No quiero volver. Hay demasiados problemas en Europa oriental.
—No me importa lo que hagas. Siéntate en tu habitación y canta Hare Kṛṣṇa. Pero quédate allí.
—¿Y cómo voy a atravesar Rusia solo? Además no tengo una buena asociación y nadie querrá venir conmigo; es demasiado peligroso.
—Entonces ve solo. Y cuidado con tu así llamada «buena asociación»—. Prabhupāda siempre contradecía mis argumentos. Y en otra ocasión:
—Allí no hay nada para comer, Śrīla Prabhupāda.
—Pues entonces come carne.
—¿Pero qué pasará con mi conciencia?
—Al diablo con tu conciencia. ¡Tienes que predicar!—. Siempre me confundía. Era inflexible. Quería que trabajara: eso era todo.
—Imprime mis libros. Distribuye mis libros. ¡Predica! Eso es todo. No vuelvas aquí arrastrándote por el piso queriendo sentarte frente a mí sólo para mover los dedos.
Me fui. Repitiendo estas últimas palabras pasé a máquina todos sus libros, totalmente feliz. Esto es lo que él quiere. Es muy insistente.
Y porque seguramente soy muy sentimental, no creo que hubiera podido presenciar su desaparición. Incluso hasta hoy no he querido ver una fotografía ni oír hablar sobre cómo fue. Y por lo mismo ni siquiera he visto la película de Yaduvara. (Yo sé que a él esto no le gusta, pero no puedo remediarlo.) No sé; soy demasiado sentimental. Me es imposible. Prabhupāda me conocía perfectamente y me trataba de una manera única para evitar ese sentimentalismo mío y para hacer que me apegara a sus enseñanzas. Prabhupāda nos trataba a todos y a cada uno de un modo perfecto. A cada devoto. De un modo único. Nadie puede decir que sea capaz de describir completamente a Prabhupāda. No se puede conocer ni siquiera una parte él, porque su manera de tratar a las personas en cada circunstancia era única y maravillosa. Como Kṛṣṇa. Nadie puede conocer totalmente a Kṛṣṇa. Sus glorias son ilimitadas. En la forma de actuar de Prabhupāda podemos ver cómo manifestaba sus śaktis, sus energías, consiguiendo que los devotos de todo el mundo hicieran cosas inconcebibles. Inconcebibles.
Nunca olvidaré lo que Satsvarūpa dāsa Goswami escribió sobre el carisma en su editorial de la revista De vuelta al Supremo. Un jefe de policía de Nueva York le dijo: —¿Sabe por qué este festival fue un éxito? Porque el Swamiji lo quiso. Porque él quiso que fuera un éxito—. Todos conocemos la fuerza de Prabhupāda y la manera en que nos obliga a seguir avanzando más y más.
Poco a poco, a medida que pasan los años, voy entendiendo que el vāṇī de Prabhupāda es el propio Śrīla Prabhupāda. Ahora me siento más feliz, aunque si pudiera me echaría a sus pies de loto y le rogaría: —¡Lléveme con usted!
Pero en ISKCON tenemos esta responsabilidad a pesar de nuestros sentimientos de separación. En cualquier circunstancia sigamos: sigamos imprimiendo, sigamos distribuyendo, sigamos construyendo, sigamos trabajando en equipo para que podamos masajear todos juntos el cuerpo trascendental de Śrīla Prabhupāda. Cada uno de nosotros tiene una parte de su cuerpo para poderle dar masajes y hacer que se sienta cómodo y satisfecho. Unos lo masajean de una forma, otros de otra, pero siempre de manera que sea agradable a Śrīla Prabhupāda. Y en eso debería consistir toda nuestra satisfacción.
Conferencia de Harikeśa Swami
19. Realizaciones - Prabhupāda, el más grande revolucionario
Quisiera analizar un importante śloka del Primer Canto, Capítulo 5, verso 11 del Śrīmad-Bhāgavatam que he estudiado detenidamente y en el que he descubierto implicaciones interesantes. El verso dice:
tad-vāg-visargo janatāgha-viplavo
yasmin prati-ślokam abaddhavaty api
nāmāny anantasya yaśo ‘ṅkitāni yac
śhṛṇvanti gāyanti gṛṇanti sādhavaḥ
Traducción: «Por otra parte, aquellos escritos que están llenos de descripciones de las glorias trascendentales del nombre, fama, forma, pasatiempos, etc. del Señor Supremo ilimitado, son una creación distinta, llena de palabras trascendentales, dirigidas a revolucionar las vidas impías de la civilización tan mal guiada de este mundo. Tales escritos trascendentales, aunque compuestos de un modo imperfecto, los escuchan, cantan y aceptan aquellos hombres purificados que son totalmente honestos».
Este verso contiene algunos puntos muy interesantes. Uno es que se supone que esta literatura creará una revolución. Si lo analizamos históricamente, el Śrīmad-Bhāgavatam fue compilado por Śrīla Vyāsadeva hace cinco mil años con el objetivo de provocar una revolución mundial. Y desde el tiempo en que Śrīla Vyāsadeva escribió esto no encontramos más revolución surgida de esta literatura que la actual del movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa, cuya finalidad es precisamente introducir una revolución en las vidas impías de la civilización mal guiada de este mundo. Esto significa que el Śrīmad-Bhāgavatam se compiló para este movimiento de la conciencia de Kṛṣṇa. La revolución que se describe en este verso es una revolución mundial, con lo cual no puede aplicarse más que a este movimiento actual de la conciencia de Kṛṣṇa.
Pero hay otro punto interesante. Dice que tales escritos trascendentales «aunque compuestos de un modo imperfecto...», y todos sabemos —especialmente los que han leído los Bhāgavatams originales que escribió Prabhupāda en Vṛndāvana y que publicó en Delhi— que estaban mal compuestos. De modo que lo que yo deduzco de este verso es que es una predicción de la aparición de Śrīla Prabhupāda y de la propagación del movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa con objeto de provocar una revolución que cambiará la civilización actual.
Con anterioridad se había descrito ya a Śrīla Prabhupāda como śaktyāveśa-avatāra y por otro lado sabemos que en las Escrituras reveladas normalmente se describe y se predice a los avatāras. De modo que aquí encontramos una confirmación genuina de que Śrīla Prabhupāda es el śaktyāveśa-avatāra del Señor Kṛṣṇa, quien delegó en él la potencia para llevar a cabo el propósito descrito en este verso de crear una revolución mundial en las vidas mal dirigidas de esta civilización impía. El análisis y la comprensión de estos versos pueden ser útiles para llenarnos de inspiración y entusiasmo a la hora de ayudar a esta revolución.
Por supuesto, antes de entrar al movimiento, yo fui también revolucionario; muchos de nosotros lo fuimos de distintas maneras. Pero ese espíritu revolucionario se canaliza perfectamente en este movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa. Śrīla Prabhupāda es el mayor de los revolucionarios porque sabe cómo transformar al mundo y hacer que se convierta en lo que verdaderamente debe ser. Por lo general, un revolucionario es alguien que sueña con una utopía o que tiene una visión mejor del mundo y que intenta, utilizando su ideología y su retórica, reclutar gente que lo apoye. Algunas revoluciones son violentas, otras no, pero todas fracasan, ya sea rápidamente o a la larga, debido a la noción imperfecta que la gente tiene de la realidad y a las falsas metas de su ideología. Pero esta revolución tiene como líder al más grande de los revolucionarios, a una persona con una visión muy clara de la situación del mundo; una ideología que ha obtenido directamente del propio Señor Supremo.
Cuando Kṛṣṇa le habló en el campo de batalla, Arjuna comprendió que gracias al arreglo de Kṛṣṇa el resultado de la batalla ya estaba decidido. Arjuna vencería y el bando contrario sería totalmente aniquilado. Por lo tanto, desde la evidencia de estas Escrituras podemos entender que esta revolución ocurrirá y que la civilización mal guiada será redirigida y convertida, según el plan del Señor, en una civilización consciente de Kṛṣṇa. Naturalmente, esto lo sabemos también por las enseñanzas del Señor Caitanya, pero ahora vemos que esta información se encuentra además en las páginas del Śrīmad-Bhāgavatam junto con la predicción de la aparición de Śrīla Prabhupāda. Y el saber que tendremos éxito en nuestros esfuerzos revolucionarios puede darnos más entusiasmo, más fuerza y más convicción. El mundo, las personas de este mundo, deberán aceptar el movimiento de conciencia de Kṛṣṇa y redirigir sus vidas impías porque de otro modo se los dejará atrás. Naturalmente todos se beneficiarán. Todas las criaturas vivientes que toman contacto con este movimiento, todos los que toman contacto con el canto, se benefician y se transforman.
En el campo de batalla de Kurukṣetra, en virtud de la presencia de Kṛṣṇa, todos aquellos que no lo aceptaron ni a Él ni a Sus devotos fueron eliminados, estableciéndose Kṛṣṇa con Sus devotos en su lugar. Lo mismo está ocurriendo ahora y el éxito está garantizado. Únicamente tenemos que aplicar cualquiera que sea la inteligencia y habilidad que Kṛṣṇa nos ha dado en nuestros respectivos campos, y trabajar en colaboración.
Es una gran batalla. Puede que no siempre lo veamos claro, como le ocurrió a Arjuna que en el caos de la batalla quizá no pudo ver los resultados con claridad. Pero porque confiaba en el plan de Kṛṣṇa por haberlo escuchado directamente de Él mismo, no tuvo miedo. Estaba completamente absorto en Su servicio, seguro de que al final tanto él como sus hermanos obtendrían el éxito. El Śrīmad-Bhāgavatam es, después de todo, la encarnación literaria de Kṛṣṇa, de modo que sabemos directamente de los labios de Kṛṣṇa que tendremos éxito en nuestro empeño. Todo lo que necesitamos es convicción y dedicación completa en cualquiera que sea el servicio que Kṛṣṇa nos ha dado. Puede que algunas veces nos resulte caótico. Hubo momentos en que hasta parecía que los Pāṇḍavas iban perdiendo. También hubo contratiempos, pero como era el plan de Kṛṣṇa, el éxito estaba asegurado y al final se logró la victoria. De modo que también nosotros podemos estar seguros de la total victoria del movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa.
Conferencia de Jagadīśa Goswami
20. Como liberarse del miedo
En Hawai, una discípula fue a ver a Śrīla Prabhupāda llevando consigo a su hija de un año. Cuando el presidente del templo la presentó, comentó que estaban intentando que la madre pudiera ganar dinero para sus necesidades sin que ello supusiera una carga para las finanzas del templo.
La devota dijo haber oído que había un trabajo para recoger guayabas en la isla. Pero Prabhupāda indicó que una madre con un niño no debería llevar a cabo labores tan fatigosas. Cuando ella le sugirió que una alternativa podría ser distribuir sus libros, Prabhupāda sonrió y dijo:
—Sí, haz eso.
Durante la conversación, la pequeña aprovechó para ponerse a jugar con los papeles que había encima del escritorio de Prabhupāda.
—No —dijo Prabhupāda moviendo su dedo frente a la niña.
La devota tomó a su hija y la colocó a su lado. Pero entonces la pequeña se puso a gatear hasta donde se encontraba Prabhupāda y comenzó a tocarle los pies.
—No —la regañó la madre. Entonces quiso retirarla. Pero Prabhupāda dijo:
—Déjala, está bien. Mis papeles no se pueden tocar, pero mis pies sí. Le tienes que enseñar bien.
Sabiendo que su momento para el darśana se terminaba, la madre intentó introducir una cuestión filosófica para obtener algún beneficio espiritual de aquella rara oportunidad de hablar con Śrīla Prabhupāda, de modo que preguntó:
—¿Cómo se libera uno del miedo?—. Prabhupāda respondió con el ejemplo de Prahlāda Mahārāja. —Él —dijo Prabhupāda— veía todo como procedente de Kṛṣṇa ya fuera bueno o malo, mientras que para el demonio únicamente había miedo.
Entonces Prabhupāda bebió agua y tendió el vaso a la pequeña. Pero la niña, que ya se sentía cansada y estaba caprichosa, rechazó el agua, se tiró al suelo y comenzó a golpearse la cabeza en un arranque de mal genio. Pero antes de que empezara a llorar, Prabhupāda la interrumpió:
—¡Mira! —dijo señalando el suelo—. ¡Haz roto el piso!
La niña se levantó de un salto y miró al suelo. Entonces Prabhupāda hizo señas de que podían retirarse.
Entrevista con Bhavatāriṇī-devī dāsī
21. Gotitas de néctar - Rasagullā hecha en Inglaterra
En septiembre de 1976, estando Prabhupāda en Vṛndāvana, dos de sus discípulos sannyāsīs se presentaron ante él. Prabhupāda habló con ellos dándoles distintas instrucciones.
A uno le dijo: —Eres un sannyāsī, ¿por qué permaneces tanto tiempo aquí? Tienes un autobús y debes viajar. Sannyāsa quiere decir que debes predicar por todo el mundo. ¿Cómo es que piensas entonces que podrías ser presidente de este templo? Un sannyāsī no debe permanecer más de tres días en el mismo lugar. Cuando las ruedas dejan de girar, también se detiene la prédica. Pero bueno, como el templo es nirguṇa, puedes quedarte, pero no más de tres días. Eso está permitido, pero sólo si tienes algún asunto que resolver.
De este modo, Prabhupāda animó a uno de sus hombres a que saliera inmediatamente a predicar y le advirtió que no permaneciera demasiado tiempo en un mismo lugar. Una vez que hubo terminado, Prabhupāda se dirigió al otro svāmī y le dijo:
—Tú no debes abandonar Vṛndāvana hasta que yo te diga. Debes quedarte aquí y cuidar la administración.
Todos los devotos presentes se echaron a reír. Era maravilloso ver cómo Prabhupāda había dicho dos cosas completamente contradictorias y sin embargo ambas habían sido aceptadas como la verdad.
Diario de Hari-śauri dāsa
Este incidente indica el valor de las lecturas complementarias como El Néctar de Prabhupāda. En El Néctar de la Devoción Śrīla Prabhupāda seleccionó enseñanzas del Bhakti-rasāmṛta-sindhu para nuestra aplicación en ISKCON, pero también omitió deliberadamente ciertas instrucciones del libro. De manera que el ācārya —aunque siempre es guiado por su guru, śāstra y sādhu— también a veces deberá simplificar y seleccionar. La selección, cuando es realizada por un neófito, puede ser una especulación peligrosa. Por ello, al poder tomar nota de relatos fiables de las actuaciones personales de Prabhupāda, tenemos otro documento permanente al que acudir, cuyo valor no es únicamente el de una simple anécdota o curiosidad, sino que puede mostrarnos de una manera dinámica y específica cómo Śrīla Prabhupāda elige instrucciones de los Vedas según el momento, la persona y el lugar.
Estaba Prabhupāda sentado en el Kumbha-melā de Prayāga en 1977 cuando llegaron unos devotos de Inglaterra con un regalo especial. Traían rasagullās que habían sido ofrecidas el día anterior a las Deidades de Rādhā-Kṛṣṇa en Londres.
—Ni siquiera la reina de Inglaterra —dijo Prabhupāda— puede disfrutar de una rasagullā hecha en Inglaterra sentada en el Kumbha-melā. Es la primera vez que alguien puede hacer una cosa así—.
Prabhupāda aludía al hecho de que en la India, desde los tiempos de la ocupación británica, se consideraba que todo lo que se fabricaba en Londres era mejor. Cualquier cosa hecha en Londres era mejor y más cara. Naturalmente, las rasagullās podían encontrarse por toda la India, pero el hecho de que estas hubieran sido elaboradas en Londres y exportadas inmediatamente a Śrīla Prabhupāda en su tienda del Kumbha-melā era un símbolo de la maravilla y la riqueza del movimiento de conciencia de Kṛṣṇa.
Entrevista con Tamāla Kṛṣṇa Goswami
Esta anécdota nos muestra la satisfacción de Prabhupāda por la propagación del movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa. Prabhupāda no tomó el crecimiento de ISKCON como su logro personal, sino que lo veía como la gracia del Señor Caitanya y de Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura. Naturalmente, desde una perspectiva histórica nadie puede negar que Śrīla Prabhupāda fuera el elegido para propagar esta misión del Señor Caitanya por todo el mundo; pero Prabhupāda no se sentía orgulloso por ello. Tan sólo decía que era maravilloso ver cómo se expandía la conciencia de Kṛṣṇa. En otra ocasión, Prabhupāda estaba sentado en su jardín de Vṛndāvana hablando con un discípulo inglés que dijo ser nieto de Lord Macaulay, un líder durante la ocupación británica de la India. Después de hablar con su discípulo durante un rato, Prabhupāda señaló que el movimiento de conciencia de Kṛṣṇa era tan maravilloso que ahora un descendiente inglés de Lord Macaulay estaba abanicando a su guru hindú. Prabhupāda mencionó también el lema imperialista «El sol nunca se pone en el imperio británico» y lo aplicó al movimiento de conciencia de Kṛṣṇa. Dijo que prácticamente ningún industrial karmī podría tener tantas sucursales como las que tenía Śrīla Prabhupāda en ISKCON. Incluso permaneciendo tan sólo tres días en cada uno de sus templos, en un año no le alcanzaría el tiempo para visitarlos todos. Prabhupāda lanzaba tales alabanzas trascendentales para impresionar a las audiencias y hacerlas comprender que la conciencia de Kṛṣṇa no era algo insignificante. Después de la visita de un yogī māyāvādī, Prabhupāda señaló que el śakti de ese yogī sólo podía mantener un piso en Calcuta, mientras que Śrīla Prabhupāda, gracias al śakti del Señor Kṛṣṇa, mantenía templos por todo el mundo.
El sirviente de Prabhupāda, Hari-śauri, le contó a Prabhupāda que su abuela había recomendado a la madre de Hari-śauri que abortara al niño que estaba esperando. La madre se negó y gracias a eso nació él. Al oír esto, Prabhupāda planteó diversas cuestiones.
—Ahora entiendo la ventaja de nacer en la India —dijo—. La gente de aquí no se atrevería a hacer algo así ni en sueños—. Prabhupāda explicó cómo las personas están corriendo un grave peligro al convertirse en asesinas movidas únicamente por sus impulsos sexuales. —Todas las mujeres de Occidente —agregó— son animadas por sus padres a convertirse en prostitutas y cazar a algún hombre rico mientras son jóvenes.
Diario de Hari-śauri dāsa
22. "El Tazón de Kṛṣṇa". Sus cerebros no están claros
En 1974, en el gurukula de Dallas, uno de los maestros introdujo un nuevo concurso de aprendizaje para los niños. Lo llamó «El Tazón de Kṛṣṇa», según un programa de televisión llamado «el Tazón del Colegio de la General Electric Company», un concurso que ponía a prueba el ingenio de los estudiantes más brillantes de los colegios. De igual modo, «el Tazón de Kṛṣṇa» era un concurso para probar la memoria de los alumnos sobre episodios de El Libro de Kṛṣṇa. Los alumnos concursantes del gurukula se sentaban en pupitres frente a una asamblea de niños y maestros y se originaba entonces una tensa competición. Las preguntas solían ser extremadamente complicadas. Cuando un niño conocía la respuesta debía hacer sonar un timbre y el que primero lo hacía debía responder.
Los juegos causaban gran excitación entre los niños y también eran causa a veces de llantos y berrinches para los perdedores. Pero algunos de los devotos adultos de Dallas se preguntaban si ese juego no sería más que pura especulación mental. Uno de los maestros a favor del juego escribió a Prabhupāda con objeto de obtener la aprobación de éste.
Prabhupāda respondió lo siguiente:
Referente a tu pregunta sobre el juego «El Tazón de Kṛṣṇa», deben detenerlo de inmediato. Es una imposición para el cerebro del niño. ¿Por qué inventan? ¿No están satisfechos? Siempre están inventando y tirando el dinero. Enseñen a los niños el inglés y el sánscrito correctos en lugar de malgastar tiempo y dinero. Los niños no saben pronunciar el sánscrito correctamente. Entonces que aprendan a leerlo correctamente. Eso es lo primero que hace falta. Deben saber pronunciar correctamente el sánscrito y el inglés. Con el inglés no tienen dificultad. Si puedes hacer esto, entonces tu método educativo estará bien.
A esta primera carta de Śrīla Prabhupāda le siguió otra, dirigida esta vez a uno de los representantes del GBC:
He recibido una carta del gurukula sobre el concurso «El Tazón de Kṛṣṇa», y quiero que sepan que no deben añadir nada. Lo que yo he introducido deberá mantenerse. No se debe agregar nada nuevo. Cosas nuevas significa que sus cerebros no están claros. Cuida mucho las cosas que he establecido.
Cartas a Akṣobhya dāsa (9 marzo 1974)
y Rūpānuga dāsa (9 abril 1974)
Prabhupāda estaba especialmente interesado en que no se introdujeran innovaciones con los niños. Cuando alguien le escribía quejándose de que le habían pegado a su hijo, Prabhupāda respondía que el que había pegado debería ser azotado. Ocurrió una desviación importante cuando uno de los devotos del gurukula se interesó en los métodos de enseñanza Montessori e intentó reproducirlos en la escuela. Prabhupāda terminó con eso tan radicalmente como lo hizo con «El Tazón de Kṛṣṇa». En la carta podemos ver que él dice que «sus cerebros no están claros» y por eso inventan cosas nuevas. Eso indica que si mantenemos nuestro cerebro claro en la conciencia de Kṛṣṇa siguiendo siempre el paramparā y observando las reglas y regulaciones, no se nos ocurrirán esas ideas innecesarias.
23. Siempre endeudados, siempre ocupados
Jagad-guru dāsa Brahmacārī y otro brahmacārī viajaron a Māyāpura tres semanas antes del festival anual con esperanzas de obtener un darśana privado con Śrīla Prabhupāda. Habían estado predicando en el norte de África y llevaban un cheque por 12.000 dólares de un hombre que había pedido que se lo entregaran a Śrīla Prabhupāda personalmente.
Prabhupāda recibió a Jagad-guru en el terraza del edificio de Māyāpura mientras Hari-śauri le daba su masaje. Prabhupāda preguntó a los devotos de dónde venían, y ellos contestaron con orgullo que del norte de África.
—¡Del norte de África!
Prabhupāda parecía impresionado. Cuando los brahmacārīs dieron el donativo a Prabhupāda, éste comentó que ésa había sido una buena prédica.
—A la gente le debe haber gustado —dijo—, de otro modo no hubieran dado tanto dinero—. Entonces preguntó a Jagad-guru si le gustaba la India. Cuando éste respondió: —Sí Śrīla Prabhupāda—, Prabhupāda pareció complacido y le pidió que se quedara allí.
Como miembro de ISKCON en África, Jagad-guru trabajaba bajo la dirección de Brahmānanda Swami, el GBC para ese continente. Jagad-guru era el único colector de saṅkīrtana de Brahmānanda Swami, y éste le había pedido que preguntara a Śrīla Prabhupāda si los 12.000 dólares podían ser utilizados para pagar la deuda que ISKCON de África tenía con el BBT (el Fondo Editorial Bhaktivedanta).
—¿Podría servir este dinero para liquidar nuestra deuda? —preguntó Jagad-guru.
—No —replicó Prabhupāda. Anticipándose a la decepción de Brahmānanda Swami, Jagad-guru intentó hablar de la deuda con el BBT. Una vez más Śrīla Prabhupāda respondió: —No—. Jagad-guru intentó darle una explicación por tercera vez, pero Prabhupāda repitió: —No. Mi Guru Mahārāja siempre nos mantenía endeudados —explicó Prabhupāda—. Si nosotros pagamos su deuda con el BBT se volverán perezosos. De modo que no colgaremos a Brahmānanda Swami, pero tendrá que trabajar para pagar su deuda.
Entonces Prabhupāda contó cómo Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura solía construir un templo o crear un gran proyecto y endeudar a toda la Gauḍīya Math. Los sannyāsīs, los brahmacārīs y los otros devotos salían llenos de entusiasmo a colectar dinero y luego Guru Mahārāja empezaba otro programa para que la Gauḍīya Math se mantuviera siempre endeudada.
—De este modo —dijo Prabhupāda— siempre teníamos deudas, siempre estábamos trabajando y siempre estábamos ocupados.
Entrevista con Jagad-guru Swami
Según él, en otra ocasión Prabhupāda dijo que colocaría sobre su cabeza el polvo de los pies de aquellos que fueran a predicar al norte de África. Dayānanda dāsa contó que Śrīla Prabhupāda comentó lo mismo sobre los devotos que fueran —arriesgando sus vidas— a predicar a los países musulmanes de Oriente Medio.
24. Acerca del matrimonio
En este lugar, Nueva Vṛndāvana, la labor de las mujeres consistirá en ocuparse de los niños, cocinar, limpiar y hacer mantequilla. Y las que sepan escribir a máquina también pueden hacerlo. Eso es todo en cuanto a las mujeres. Ningún otro trabajo pesado. Y para los hombres, trabajo duro en el campo: ocuparse de las vacas y de los otros animales, recolectar la leña, construir los edificios y colaborar en este sentido. Las jóvenes que están aquí deberán aprender a preparar buen prasāda, de manera que los hombres tengan siempre su prasāda listo. Éste es su deber. Deberán tener a tiempo el desayuno, la comida, el prasāda. Trabajarán duro. Y la elaboración de la mantequilla es para las mujeres. Eso mantendrá vuestra salud. Madre Yaśodā, la madre de Kṛṣṇa, era muy elevada. Materialmente tenía también dinero y multitud de sirvientes, y aun así disfrutaba haciendo mantequilla.
Conferencia en Nueva Vṛndāvana
Pālikā-devī dāsī le preguntó a Prabhupāda sobre el significado del matrimonio en la conciencia de Kṛṣṇa. Prabhupāda la miró y le dijo: —En la conciencia de Kṛṣṇa no existe el matrimonio. Todos son esposas de Kṛṣṇa; para Él todo el mundo es femenino. Kṛṣṇa es el masculino. De modo que el matrimonio no existe.
Entrevista con Pālikā-devī dāsī
No tengo ninguna objeción en cuanto al matrimonio, pero para que pueda ser bendecido con un sacrificio de fuego, pienso que si la pareja no va a permanecer unida, no tiene sentido. Pero si pueden mantenerse unidos durante un año, entonces puede haber sacrificio de fuego. No es bueno cambiar de marido tres veces al mes.
Carta a Oṁkāra dāsī (2 septiembre 1975)
Prabhupāda citaba algunas veces al poeta Tulasī dāsa hablando sobre cuatro cosas que pueden ser golpeadas. Se puede golpear una mṛdaṅga, un perro, un śūdra o una mujer. Al mencionar esto en una ocasión, se rió volviéndose hacia su discípulo Nara-Nārāyaṇa. —Nara-Nārāyaṇa entiende muy bien este principio —dijo Prabhupāda, y todos los devotos también rieron. Pero entonces Prabhupāda se puso serio y dirigiéndose a Nara-Nārāyaṇa le dijo: —Pero no lo hagas. La cita se refiere a mujeres ordinarias. Estas son devotas.
Entrevista con Dīnadayādrī-devī dāsī
En relación con esta frase de que las devotas no deben ser golpeadas, Śrīla Prabhupāda también mencionó en distintas ocasiones que las peleas entre hombre y mujer no deben ser tomadas en serio. En América —dijo— cada vez que surge una gran disputa, inmediatamente sobreviene el divorcio. Sin embargo en la India las promesas del matrimonio se toman en serio y por ello las inevitables diferencias entre marido y mujer nunca son causa de ruptura de las familias. En los ślokas de Cāṇakya Paṇḍita, la pelea entre marido y mujer se toma como un asunto que hace mucho ruido pero que no tiene consecuencias graves. Prabhupāda citaba también a Tulasī dāsa, quien tuvo una amarga experiencia con su propia mujer, que le fue infiel. Sin embargo, una de las frases de Tulasī dāsa era que una mujer puede ser una gran tigresa, pero también una diosa de la fortuna. En los pueblos hindúes, la entrada de un tigre en una casa es uno de los hechos más terroríficos imaginables, y sin embargo según Tulasī dāsa todos los hombres necios tienen a una tigresa en casa. La mujer puede ser comparada a la tigresa porque chupa la sangre del marido quitándole el semen, que está hecho de muchas gotas de sangre. Pero la misma mujer, si se vuelve consciente de Kṛṣṇa, puede ser como la presencia de Lakṣmī-devī en la casa del gṛhastha.
En una ocasión, un devoto contó a Prabhupāda una historia sobre Mīrabāi. Según la leyenda, Mīrabāi quiso conocer a Śrīla Jīva Gosvāmī, pero él envió el siguiente mensaje de vuelta: «Yo soy un sannyāsī y usted es una mujer, de modo que no podemos vernos». Entonces, según la historia, Mīrabāi mandó otro mensaje a Jīva Gosvāmī que decía: «Creía que el Señor Kṛṣṇa era el único varón en Vṛndāvana y que todos los demás eran hembras». Dicen que cuando Jīva Gosvāmī leyó esta respuesta, parece ser que aceptó verla. Pero cuando Prabhupāda escuchó el relato, dijo que probablemente no era cierto, porque en nuestra línea los sannyāsīs no se niegan a ver a las madres.
Entrevista con Girirāja Swami
En una de sus visitas a Boston presentaron a Prabhupāda a una joven hindú que se había venido a vivir al templo. Había estado casada con un hombre que no se interesaba en absoluto por la conciencia de Kṛṣṇa y que la maltrataba de muchas maneras. De modo que —con el permiso del hombre— ella había dejado su hogar y vivía ahora en el āśrama con las devotas. Prabhupāda lo aprobó, pero dijo: —Solamente tienes un defecto.
La joven preguntó: —¿Cuál es?
Prabhupāda dijo: —Que no tienes marido; y no es bueno que una mujer no tenga marido. Debes encontrar uno y entonces serás perfecta. Cuando una mujer sigue a su marido, entonces es perfecta.
Entrevista con Balavanta dāsa Adhikārī
25. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: Un doctor y su aprendiz
Śrīla Prabhupāda contó una historia divertida para ilustrar una serie de puntos acerca de las enseñanzas de Śaṅkarācārya. Śaṅkarācārya es aceptado en la sampradāya vaiṣṇava como una encarnación del Señor Śiva, y por lo tanto es venerado. Pero las enseñanzas engañosas de la filosofía māyāvādī habían sido destinadas para un tiempo y lugar determinados y no debían perpetuarse como dharma eterno, como aseguran los así llamados filósofos māyāvādīs. Para ilustrar la insensatez de los seguidores que imitan a Śaṅkara, Prabhupāda contó una historia acerca de un doctor y su aprendiz.
Había un famoso veterinario que viajaba a muchas granjas y que tenía mucho éxito curando las enfermedades de los animales. El veterinario tenía también un ayudante que lo acompañaba, pero este aprendiz envidioso y lleno de ambición quiso reemplazar a su maestro y convertirse prematuramente él mismo en maestro veterinario. En una ocasión llamaron al veterinario a una granja donde encontró un caballo muy valioso que tenía el cuello muy hinchado. El veterinario abrió la boca del caballo, examinó su interior, y luego pidió al aprendiz que le acercara su maletín. Sacando su martillo, el veterinario comenzó a golpear el cuello del caballo. Momentos después de tan inusual procedimiento la hinchazón del caballo bajó y el granjero elogió agradecido al veterinario y le pagó por su trabajo.
Casi inmediatamente después de este incidente, el aprendiz dejó al doctor y decidió convertirse en veterinario. Pronto llegó a oídos del veterinario que su aprendiz se hacía pasar por un veterinario auténtico y que estaba haciendo estragos por dondequiera que iba. Las noticias decían que el así llamado veterinario estaba de hecho matando a los animales cada vez que intentaba curarlos. Al final, el maestro veterinario encontró al sinvergüenza y le dijo: —¿Qué estás haciendo? Me dicen que estás imitando mis prácticas y que como resultado estás matando animales allí donde vas.
—¡Pero si yo sólo hago lo que le vi hacer a usted! —protestó el aprendiz. El aprendiz explicó entonces que cada vez que veía a un animal enfermo lo golpeaba con un martillo, aunque desgraciadamente los resultados no eran muy buenos.
—¡Estás loco! —dijo el veterinario—. Lo que viste era un caso muy especial. Aquel caballo se había tragado una sandía, así que tuve que golpearla desde fuera para que se rompiera. No es una práctica que pueda repetirse en cada caso.
De este modo, Prabhupāda ilustró cómo los seguidores māyāvādīs de Śaṅkara deberían ser despreciados y golpeados igual que hizo el veterinario con el aprendiz.
Satsvarūpa dāsa Goswami
27. Su canto
Tal como la prédica de Prabhupāda, su canto era constante. En Toronto (Canadá), mientras hablaba con unos profesores, Prabhupāda recitaba silenciosamente el mantra Hare Kṛṣṇa mientras ellos se extendían en su perorata académica.
En una ocasión, cuando Prabhupāda alentaba a sus discípulos a cantar Hare Kṛṣṇa mientras compartía con ellos una fiesta de prasāda, uno de los devotos inquirió: —Pero Swamiji ¿cómo vamos a cantar y comer al mismo tiempo?
—Canta entre cada bocado —afirmó Śrīla Prabhupāda.
Podemos oír el canto de japa de Śrīla Prabhupāda en una grabación. Él cantaba rápido, y decía que las dieciséis rondas pueden completarse en una hora y media o dos.
Durante una iniciación comentó que cantar una ronda debía llevar entre cinco y seis minutos, aunque admitió que al principio eso puede no ser posible. Cuando un devoto confesó que le era difícil cantar y mantenerse despierto, Prabhupāda replicó que tenía que hacer como él, que caminaba en su habitación mientras cantaba japa a la tarde.
A las 4 o 5 de la mañana, después de completar el dictado del Śrīmad-Bhāgavatam, Prabhupāda se quedaba sentado y cantaba japa. No cantaba en voz muy alta, pero a veces en la habitación contigua uno podía oír algo, especialmente el «Rāma, Rāma». Luego a la tarde a veces decía que le quedaban algunas rondas por cantar, y empezaba a pasar las cuentas.
Nosotros entendimos siempre que estas declaraciones de Prabhupāda acerca del canto de sus rondas prescritas eran para nuestro propio beneficio, y siempre fueron un estímulo para nuestro hábito regulativo.
Él murmuraba «Hare Kṛṣṇa» en cualquier circunstancia, o decía harer nāma, harer nāma, harer nāmaiva kevalam con gran sentimiento y expresión.
Durante las clases, cada vez que Prabhupāda decía el mahā-mantra, toda la audiencia de devotos repetía palabra por palabra al unísono con él. Él nunca pidió que lo hiciéramos, sino que era una respuesta espontánea. Los devotos no podían resistir la oportunidad de cantar con él. En los aviones él frecuentemente cantaba Hare Kṛṣṇa por largos períodos, de manera apenas audible, moviendo los labios y pasando las cuentas con brío, a veces haciéndolas sonar dentro de la bolsa. A veces en las caminatas de las mañanas en vez de hablar sólo cantaba japa y los devotos entusiastamente se unían a su canto.
Cuando Prabhupāda hablaba acerca del canto, eso también era otra forma de cantar. Él recomendaba el canto de Hare Kṛṣṇa, y a veces al hacerlo se sobrecargaba de emoción y su voz subía de tono: —Simplemente les pedimos a todos ¡por favor, canten Hare Kṛṣṇa!—. En esos momentos, cuando Prabhupāda ponía toda su energía en pedirles a todos que cantaran, podíamos entender que el canto del mantra Hare Kṛṣṇa era elsummun bonum de la vida. Por eso frecuentemente en sus clases él lo recalcaba fuertemente: —¡Por favor, canten Hare Kṛṣṇa!—. Y después decía que hay personas tan desafortunadas que no pueden hacer algo tan simple como esto. (Él recordaba una caricatura en que un hombre le pedía a su esposa: —¡Canta, canta, canta!— y la esposa se negaba: —¡No puedo, no puedo, no puedo! [¡Can’t, can’t, can’t!]).
Las cuentas de japa de Śrīla Prabhupāda eran de tulasī color castaño. Frecuentemente pedía que le cambiaran la bolsa azafrán y le dieran la otra limpia. Él les daba a sus sirvientes el extático servicio de pasar sus cuentas de una bolsa a otra. Ciertamente era un maestro en el canto de Hare Kṛṣṇa y sus seguidores estaban siempre ansiosos de formar parte con él de su puras actividades empoderadas de cantar Hare Kṛṣṇa y distribuirlo a todo el mundo.
Satsvarūpa dāsa Goswami
28. Abandonar a Śrīla Prabhupāda es la más grande pérdida
«Yo no creo que en ningún momento sea posible la separación de Prabhupāda, (por supuesto, siempre que querramos mantener su asociación). Él está listo y nos espera. En cualquier momento en que nos volvamos a él, él está allí listo para guiarnos y ayudarnos de cualquier manera. Principalmente está ahí para darnos instrucciones en el servicio (y para castigarnos si desobedecemos). Pero nunca tenemos que irnos.
»Él siempre nos da la oportunidad de abandonarlo si queremos, si el castigo es demasiado pesado. Pero abandonar a Śrīla Prabhupāda es la más grande pérdida, el desastre completo. Es mejor aceptar el castigo y tratar de mejorar, por difícil que parezca, y ganarnos de nuevo su favor, en vez de tratar de huir, evitándolo o —peor aún— tratando de olvidarlo.
»Por supuesto, Prabhupāda nos ama incluso cuando nos castiga. De hecho sus castigos son la prueba de que nos ama, de que nos cuida, de que quiere que mejoremos y nos volvamos buenos devotos de Kṛṣṇa.
»Y si seguimos sus instrucciones él se complace mucho, se complace muy fácilmente y recíprocamente nos bendice, alentándonos y dándonos más instrucciones.
»Sin embargo nunca tenemos que inflarnos pensando que como Prabhhupāda está reciprocando con nosotros él está favoreciéndonos o que somos perfectos. Lejos de eso. Prabhupāda nos ayuda debido a su misericordia sin causa. No tenemos ninguna otra aptitud. Nuestra única aptitud o esperanza es la misericordia sin causa de Śrīla Prabhupāda, eso es todo. Así que si nos enorgullecemos pensando que somos especiales, o que somos sus favoritos, Śrīla Prabhupāda no se siente complacido. Entonces —por su misericordia sin causa— él puede arreglar alguna dificultad para humillarnos, para que nos arrastremos a buscar refugio.
»Sobre todo Śrīla Prabhupāda es una persona perfecta. Es maravilloso. Y reciproca en la medida en que nos acerquemos a él. Y es muy personal —incluso a veces muy humorístico— y también muy amable y compasivo. Si cometemos errores, él nos perdona. Él está listo para perdonarnos y darnos otra oportunidad de servirlo. Y cuando seguimos sus instrucciones se complace. Él reciproca dándonos más servicio. Así que mi consejo a todos (y en realidad este consejo se lo digo más a mi mente que a nadie más) es que siempre recordemos a Śrīla Prabhupāda y nunca lo olvidemos. Él siempre está allí. Él es nuestro padre, nuestro mejor amigo, nuestra misma vida.»
Entrevista con Girirāja Swami
29. El prasāda de Piśimā (su hermana)
Śrīla Prabhupāda siempre aceptaba los alimentos cocinados por su hermana Piśimā, aun cuando sabía que el aceite y los condimentos que ella usaba lo enfermaban. Pero como ella estaba tan entregada a Śrīla Prabhupāda, él comía de su prasāda como si fuera ordenado por Kṛṣṇa.
Pero a veces les comentaba a sus discípulos que él no podía comer lo que le cocinaba Piśimā. Una vez, en Māyāpura, cuando Prabhupāda le confió a su discípula Pālikā que no quería comer la ofrenda de Piśimā, Pālikā trató de satisfacerlo trayéndole lo que él deseaba. Pero cuando Pālikā entró con el almuerzo y él vio que estaba hecho exclusivamente de las ofrendas de Piśimā, se enfadó.
—¿Por qué no me has traído lo que te pedí?
—Piśimā estaba allí —respondió Pālikā—. ¿Qué podía yo hacer? Ella escondió el dāl.
—Está bien —dijo Prabhupāda—. Mañana trata de nuevo. Yo te diré lo que quiero y tú lo cocinarás.
Pero al día siguiente pasó lo mismo. Piśimā usaba chiles picantes y especias y Prabhupāda realmente se estaba empezando a enfermar. Pālikā trató de esconder los chiles, pero Piśimā le escondía los vegetales. Pronto no hubo comunicación entre las dos madres.
Dos discípulos bengalíes —Bhakti-caru y Nitāicānd— fueron llamados para hacer las paces entre Piśimā y Pālikā. Pero Piśimā no quería discutir. Dijo que cualquier cosa que ella cocinara era lo que Prabhupāda quería. Le había cocinado por setenta años y sabía muy bien lo que a él le gustaba. Y en todo el mundo no había ningún medio para hacerle cocinar otra cosa.
Los devotos le comunicaron a Prabhupāda lo que decía Piśimā y él replicó: —Está bien, déjenla que cocine, pero Pālikā también me tiene que hacer algo que yo pueda comer.
Después de esto las dos madres comenzaron a cocinar en los dos extremos opuestos de la cocina. Piśimā preparaba algunas preparaciones y las ponía sobre el plato y Pālikā ponía las restantes. Pero un día Piśimā decidió que Pālikā no debía cocinar nada, así que cocinó todo. Cuando Pālikā trató incluso de entrar en la cocina, Piśimā levantó su cucharón y le gritó en bengalí. Cuando Pālikā le llevó el plato de prasāda a Prabhupāda y él vio que todo había sido cocinado por Piśimā, exclamó: —¿Qué es esto? ¡Yo no puedo comer eso!—. Golpeó el puño contra su escritorio y repitió: —¡Yo no puedo comer eso! ¡Ella sabe que yo esto no lo puedo comer!—. Prabhupāda se quedó mirando unos momentos el plato mientras Pālika temblaba en el rincón. Entonces Prabhupāda dijo: —Pero es la misericordia de Kṛṣṇa. Por lo tanto me lo comeré—. Por supuesto que Prabhupāda sabía que no tenía más que pedir y veinte devotos hubieran ido corriendo a la cocina y le hubieran hecho lo que él quisiera. Pero decidió que Kṛṣṇa le había enviado el prasāda de Piśimā y él tenía que comérselo. Pero esa misma noche Prabhupāda cayó enfermo. En los siguientes dos días no pudo comer nada, excepto leche caliente y medicina.
Entrevista con Nandarāṇī-devī dāsī
30. Renuncia en la utilización - yukta-vairāgya
Una vez cuando Prabhupāda estaba en el Bhaktivedanta Manor de Londres, un sannyāsī māyāvādī vino de visita. Śrīla Prabhupāda lo recibió amablemente, y discutieron un poco de filosofía. Cuando el hombre se fue, deliberadamente dejó una gran pila de sus panfletos. Los panfletos contenían un pequeño ensayo sobre la doctrina monista de que «todo es Uno», desafiando el significado directo de las Escrituras védicas y omitiendo completamente al Señor Kṛṣṇa como la Suprema Personalidad de Dios. A la tarde Prabhupāda estaba con los devotos como era usual. Su costumbre era recibir un plato muy grande con frutas y nueces, tomar un poco y luego le pedía a un devoto que distribuyera el mahā-prasāda. Este día en particular, Prabhupāda pidió los panfletos. Los devotos estaban sorprendidos: —¿Para qué quería Prabhupāda los panfletos?—. Cuando se los trajeron, Śrīla Prabhupāda dijo: —Distribuyan un papel a cada devoto. Los devotos estaban completamente confundidos, mientras los panfletos fueron pasando de mano en mano.
Luego Prabhupāda dijo: —Cada uno abra su panfleto y póngalo en la mano—. Mientras él tomó unos trozos de fruta del plato, comenzó a comerlos e indicó que se podía distribuir el resto. Dijo que usaran los panfletos como si fueran platos de papel.
Más tarde uno de los devotos mencionó que —mediante este sencillo acto— Prabhupāda estaba practicando yukta-vairāgya [‘renuncia en la utilización’]. Había encontrado alguna utilidad al ensayo ateo, ridiculizando a su autor y simultáneamente ocupándolo en ajñāta-sukṛti, servicio devocional involuntario.
Entrevista con Raghunātha Swami
31. Gotitas de néctar - Debes completar las dieciséis rondas diarias
En 1970, durante una conferencia en el templo de Los Ángeles, casi recién instalados en el nuevo edificio, Śrīla Prabhupāda preguntó a los devotos reunidos: —¿Hay alguno de ustedes que no esté cantando sus dieciséis rondas?
Sólo un muchacho levantó la mano. Era Bhakta dāsa. Śrīla Prabhupāda dijo: —¿No estás cantando dieciséis rondas?
—Bueno, Prabhupāda —respondió el discípulo—, es que trabajo hasta muy entrada la noche y he estado durmiendo sólo cuatro horas, de modo que no he tenido tiempo para terminar.
Śrīla Prabhupāda respondió enérgicamente: —Entonces duerme sólo dos horas, pero debes completar las dieciséis rondas diarias.
Entrevista con Dānavīra dāsa
En cierta ocasión, en Sydney, Prabhupāda realizó un sacrificio de fuego en el patio. Los devotos llevaron entonces ante a Śrīla Prabhupāda el mahā-prasāda de las Deidades. Él miró el plato y tomó un purī. Lo olió, lo palpó con los dedos y lo probó.
—Este purī es de lo mejor—, dijo. —Es perfecto. Tráiganme al hombre que lo cocinó.
Los devotos corrieron a buscar al afortunado devoto, Kūrma dāsa. Cuando lo llevaron junto a Prabhupāda, éste le dijo:
—Muchas gracias por seguir las reglas y regulaciones. Entiendo que para cocinar así un purī tienes que haber seguido todas las reglas al pie de la letra.
Prabhupāda explicó que esa era la manera de hacer bien las cosas: ser estrictos.
—No me gustan las cosas de segunda categoría —dijo—. Me gustan los purīs de primera—. De manera que cada día que permaneció en Sydney comió los purīs de primera clase de Kūrma, que realmente le gustaron muchísimo.
Entrevista con Jayapatākā Swami
—Si llegara a tener un hijo, ¿debería enseñarle mi profesión? —preguntó Bharadvāja dāsa a Śrīla Prabhupāda. Por aquel entonces Bharadvāja estaba a cargo del estudio FATE (Primera Exhibición Teísta de Norteamérica), y hacía dioramas del kṛṣṇa-līlā. También había observado cómo los padres en la India enseñan su oficio a sus hijos desde muy temprana edad para que éstos lleguen a ser expertos.
Pero Śrīla Prabhupāda respondió: —Tú no eres un alfarero. Mañana te pueden llamar para adorar a las Deidades.
De este modo, Śrīla Prabhupāda enseñó que únicamente hay que apegarse a la orden del maestro espiritual y no al concepto que uno pueda tener de sí mismo como artista o pūjārī.
Entrevista con Rukmiṇī-devī dāsī
32. Gotitas de néctar - Ese es el prejuicio de tu cuerpo
El discípulo de Prabhupāda Nava-yogendra se sorprendió mucho la primera vez que vio a Prabhupāda enfadarse. Prabhupāda se enfadó cuando el joven que había sido designado para vigilar su habitación se alejó de su puesto. Prabhupāda había hecho sonar el timbre una y otra vez, pero el devoto no apareció. Entonces se dirigió a Nava-yogendra, que se encontraba en la habitación de Prabhupāda en ese momento, y le dijo:
—¡Ve a ver dónde está ese sinvergüenza! Debería estar aquí y no está. Cuando llegue, hazlo pasar.
Más tarde, cuando el joven volvió, Nava-yogendra lo hizo pasar y vio que Prabhupāda se puso furioso.
—¡¿Dónde estabas?! —gritó Prabhupāda. El devoto comenzó a temblar—. ¿Por qué no te quedaste afuera? No has sido leal. ¿Por qué no cumples con tu deber?—. Nava-yogendra también se echó a temblar a pesar de que él no era el objeto del castigo.
Prabhupāda siguió así durante varios minutos, reprendiendo al guarda distraído y acusándole de falta de atención grave en el servicio.
Pero en cuanto el devoto dejó la habitación, Prabhupāda retomó la conversación con Nava-yogendra como si nada hubiera ocurrido. En su rostro no quedaba la más mínima sombra de ira. Nava-yogendra estaba mudo de la sorpresa y concluyó que la furia de Prabhupāda era únicamente para que el devoto rectificara y que en ningún modo había surgido de unos sentidos incontrolados.
—Śrīla Prabhupāda —preguntó Nava-yogendra—, ¿cómo debemos sentirnos cuando usted se enfada con alguno de nosotros?
Śrīla Prabhupāda respondió:
—Cuando el maestro espiritual está enojado contigo debes alegrarte, porque significa que te está prestando atención.
Prabhupāda continuó diciendo que hay muchos cientos y miles de personas en la calle a las que nadie presta atención. Pero si el maestro espiritual se enfada con un discípulo en particular, esa es su misericordia amorosa hacia ese devoto.
Entrevista con Nava-yogendra Swami
—Parece ser que predicar en África es una pérdida de tiempo —dijo el discípulo de Prabhupāda Gargamuni. Él quería convencer a Śrīla Prabhupāda de que su hermano Brahmānanda Swami volviera y se reuniera con ellos en la India.
—Prabhupāda, ¿qué está haciendo Brahmānanda allí? Él podría estar aquí en la India. Dudo mucho que la gente de esos lugares se vuelva consciente de Kṛṣṇa, porque están muy atrasados.
—Tú piensas que los negros no pueden ser conscientes de Kṛṣṇa porque estás en un cuerpo diferente. Estás en un cuerpo blanco. Ese es el prejuicio de tu cuerpo. Tú piensas así, pero desde mi punto de vista yo a ti te veo como un negro de piel blanca.
Gargamuni salió confundido de la habitación de Prabhupāda, dándose cuenta de que había sido derrotado por su maestro espiritual. A la primera persona que encontró le dijo:
—¿Sabes lo que me acaba de decir Prabhupāda? ¡Que soy un negro de piel blanca!
Clase de Brahmānanda Swami
33. Śrīla Prabhupāda dijo: Acerca del cristianismo
En lo que respecta a la Trinidad cristiana, yo creo que es Dios Padre, el Espíritu Santo y el Hijo. Una persona consciente de Kṛṣṇa acepta esto con los nombres de Viṣṇu, Paramātmā y jīva. Dios es una persona, el Espíritu Santo o Superalma es una persona y la entidad viviente también es una persona. Y María es la representación de la energía de Dios. Ya sea como energía interna (Rādhārāṇī) o como energía externa (Durgā), la energía de la Divinidad puede ser considerada como la madre de las entidades vivientes. No existe contradicción entre la Biblia y los Vedas; simplemente algunas personas formulan sus ideas personales, provocando así las discordias.
Nadie puede decir que la Biblia esté dirigida a la misma clase de personas que el Bhagavad-gītā. Y elBhagavad-gītā es el ABC del conocimiento espiritual. Por encima se encuentra el Śrīmad-Bhāgavatam. Nadie puede concebir la grandeza del Śrīmad-Bhāgavatam. Y por encima está el Caitanya-caritāmṛta. Pero empezando desde la Biblia o el Corán, el principio sigue siendo el mismo. Es como empezar con un diccionario de bolsillo y pasar a un diccionario enciclopédico completo.
Carta a Śivānanda dāsa (19 abril 1968)
Los artículos que aparecieron en el periódico cristiano Southern Cross (Cruz del Sur) están muy bien. Me complace ver cómo la comunidad cristiana aprecia nuestro movimiento. De hecho no estamos enfrentados a ellos. Aceptamos a Jesús como el Hijo de Dios y como un gran vaiṣṇava. Porque apareciera en otro país no significa que no debamos ofrecerle respetos. Si nos ceñimos a nuestros principios tal como yo les he dado, los sacerdotes nos respetarán cada vez más y apreciarán más nuestra filosofía. Por eso hago mucho hincapié en las reglas y regulaciones devocionales.
Carta a Amogha dāsa (5 agosto 1974)
Los que predican en nombre de Cristo son unos necios porque no siguen siquiera el más sencillo de sus mandamientos: «No matarás». He conocido a muchos cristianos, y cada vez que les pregunto por qué están matando, no saben qué responder. El primer principio de la vida espiritual es la no violencia. Ellos dirán que matar en este sentido significa asesinar, pero incluso si aceptamos este argumento, ello significaría que la sociedad en la que Cristo predicaba estaba formada de asesinos. De modo que ¿qué clase de hombres eran? Y de hecho vemos que es verdad, ya que asesinaron a Jesucristo. En cualquier caso, no hay nada en el mundo que pueda compararse con nuestro movimiento, nuestro canto y nuestro baile. Canten y bailen, y cuando estén cansados, tomen prasāda. Ésta es nuestra sólida prédica por todo el mundo.
Carta a Bhakta dāsa (3 agosto 1973)
34. Śrīla Prabhupāda cuenta historias
Śrīla Prabhupāda solía contar historias sacadas de antiguos libros hindúes tales como el Hitopadeśa, y había memorizado muchos ślokas de Cāṇakya Paṇḍita. He aquí una selección de los ejemplos de estos escritos que Prabhupāda solía utilizar con más frecuencia.
viśvāso naiva kartavyaḥ strīṣu rāja-kuleṣu ca
Nunca te fíes de una mujer ni de un político.
mātṛvat para-dāreṣu para-dravyesū loṣtavat
ātmavat sarva-bhūteṣu yaḥ paśyati sa paṇḍitaḥ
Una persona educada es aquella que ve las propiedades de los demás como basura tirada en la calle, trata a otros como le gustaría que lo trataran a él, y ve a cada mujer —menos a su esposa— como su madre.
lālayet pañca-varṣāṇi daśa-varṣāṇi tāḍayet
prāpte tu ṣoḍaśe varṣe putraṁ mitra-vad ācaret
Mima a tu hijo hasta que tenga cinco años y usa el palo por diez años más, pero cuando llegue a los dieciséis, trátalo como a un amigo.
varam eko guṇī-putro na ca mūrkha-śatair api
ekaś candras tamo hanti na ca tārā-gaṇair api
Un solo hijo dotado de buenas cualidades es mucho mejor que cientos carentes de ellas, así como la Luna —aunque una sola— disipa la oscuridad que las estrellas —aunque muchas— no pueden.
ātma-mātā guroḥ-patnī brāhmaṇī rāja-patnikā
dhenur dhatrī tathā pṛthvī saptaitā mātaraḥ smṛtaḥ
Estas siete deben ser consideradas como madres: la propia madre, la esposa del maestro espiritual, la esposa de un brāhmaṇa, la esposa del rey, la vaca, la nodriza y la Tierra.
El fuego, las deudas y la enfermedad deben ser contrarrestados de inmediato.
Los sentidos son como serpientes que muerden, y por ello incluso un hombre sabio no debe sentarse a solas con una mujer, aunque ésta sea su hermana o su madre.
Los enemigos de tu casa son: tu hijo si está loco, tu sirviente si habla de ti a tus espaldas, tu esposa si es muy hermosa o si te habla con dureza. Si tienes estos enemigos en tu hogar, debes abandonarlo y volverte renunciante.
Dichoso el hombre que carece de deudas y que no tiene que salir de su casa. (Śrīla Prabhupāda solía citar este último verso para criticar a la civilización moderna, que envía a los trabajadores a recorrer grandes distancias para ir a su trabajo. Un simple aldeano con un pequeño terreno y una vaca, o realizando algún pequeño oficio, tiene la opulencia de ocuparse de su negocio en casa.)
Satsvarūpa dāsa Goswami
35. Personal - Su indiferencia y desapego
Prabhupāda nunca carecía de interés por cualquier cosa que estuviera relacionada con el movimiento de conciencia de Kṛṣṇa. Si a veces no respondía a la pregunta de un discípulo, era una muestra de su gravedad, instruyéndonos con su indiferencia.
Era indiferente a su propia salud y en su deseo de propagar la conciencia de Kṛṣṇa no descansaba lo suficiente para alguien de su edad. Estaba siempre viajando porque no podía permanecer indiferente a las almas caídas ni a sus discípulos. Gracias a su prédica y a sus viajes había creado el movimiento internacional para la conciencia de Kṛṣṇa y se había colocado en el centro del movimiento como su defensor, así que no podía mantenerse al margen. Decía que cuando a un cuerpo se le corta un dedo, el cuerpo entero sufre. Cuando el templo de Argentina fue cerrado por el gobierno, Prabhupāda se preocupó y escribió en sus significados Bhaktivedanta que estaba preocupado del mismo modo que Vasudeva: Vasudeva sabía que su hijo Kṛṣṇa no podía ser lastimado, pero esa ansiedad era producto de su estado extático de protección paternal.
A Prabhupāda no le importaban los comentarios negativos sobre la conciencia de Kṛṣṇa que aparecían en los periódicos, sobre todo porque veía su lado positivo: los periódicos mencionaban a Kṛṣṇa. Se ocupaba de muchas cosas, sin embargo en el nombre de Kṛṣṇa era también indiferente. Aunque entraba constantemente mucho dinero, a Prabhupāda no le interesaba poseer nada. Decía que sus derechos de autor por haber escrito tantos libros era tomar dos capātīs al día. Estaba desapegado de la mansión Fisher que compramos en Detroit al igual que de las otras mansiones. Le eran indiferentes los libros que se escribían acerca de él. Sólo quería que se glorificara a Kṛṣṇa. Tampoco estaba demasiado interesado en conocer a las grandes personalidades del país. Cuando alguien le decía: —¿Por qué no intenta entrevistarse con el presidente Nixon y le dice estas cosas?—, Prabhupāda respondía: —¿De qué serviría?—. Estaba preparado para reunirse con el Papa, pero cuando sus agendas no coincidían tampoco lo buscaba. Sabía que posar en una foto con un jefe de estado no significaba nada.
Y por supuesto era indiferente a los encantos de las mujeres. Veía a sus discípulas como hijas y nietas y respetaba su servicio hacia él. Y aunque las veía como almas espirituales, no se reunía tanto con ellas como con sus discípulos hombres. No le interesaba sentarse con mujeres o mirarlas para disfrutar con ello.
Era indiferente a cualquier invitación para visitar las ciudades a las que viajaba. No deseaba ir a los centros de las ciudades, ni a los lugares turísticos, ni a los centros comerciales, y jamás iba al cine o a competiciones deportivas de ninguna clase. Le gustaban los parques porque podía pasear cantando japa por las mañanas, y también las grandes salas de reuniones de las ciudades si había allí una audiencia que quisiera oírle hablar sobre la conciencia de Kṛṣṇa. O le interesaba un edificio como posible compra para ser convertido en un templo. Pero aunque visitó ciudades seductoras como Nueva York, Londres o París, jamás le interesó ir a las bibliotecas, palacios, museos o visitar las bellezas naturales como cuevas, cataratas, playas o montañas. Esas cosas no tenían ningún atractivo para él. Prefería una sencilla habitación con una mesa baja para poder hablar con invitados o estar con los devotos y poder así difundir la conciencia de Kṛṣṇa. Pero si por su servicio se veía atrapado en situaciones de opulencia o distracción, se volvía indiferente a la circunstancia.
Sobre todo durante los primeros años en América, Prabhupāda era indiferente al hecho de que sus anfitriones en Pennsylvania comieran carne o que se tuviera que trasladar a un infierno del mundo material conocido como el Bowery. Era indiferente al hecho de que sus discípulos hubieran sido pecadores antes de convertirse en devotos. En tales situaciones, él aceptaba y toleraba y estaba desapegado incluso del deseo de encontrarse en entornos más espirituales como son los lugares santos. Le era indiferente que un lugar fuera o no santo siempre que pudiera predicar en él.
Su dieta era sencilla y no estaba interesado en las comidas especiales que podían ofrecerle los italianos, los franceses o los norteamericanos. Incluso dentro de la dieta hindú, que era su preferida, no le gustaba tomar comidas extravagantes, sino cosas sencillas como arroz simple, dāl, capātīs y sabjī.
Le era indiferente la ropa y no le gustaba lucir bufandas llamativas, cādars llenos de colorido o zapatos, abrigos y sombreros especiales. Siempre mantuvo su sencilla ropa de sannyāsī. En cambio sí le gustaban las ropas alegres para las Deidades de los templos y las oportunidades de gastar dinero en la construcción de edificios maravillosos o en nuevas maneras de propagar la conciencia de Kṛṣṇa, como los dioramas (las exhibiciones de estatuas de pasatiempos de Kṛṣṇa y pasajes de la filosofía). También le gustaba y apreciaba la máxima calidad en la impresión de sus libros y en la reproducción en color de las pinturas. En estas cosas, incluso en su aspecto mundano, Śrīla Prabhupāda era un conocedor, alguien que sabía apreciar la calidad, y pedía a sus devotos que compitieran en el mercado para conseguir lo mejor y al mejor precio; debían obtener los mejores negocios y los mejores productos para utilizarlos al servicio de Kṛṣṇa.
Satsvarūpa dāsa Goswami
35. Personal - Su indiferencia y desapego
Prabhupāda nunca carecía de interés por cualquier cosa que estuviera relacionada con el movimiento de conciencia de Kṛṣṇa. Si a veces no respondía a la pregunta de un discípulo, era una muestra de su gravedad, instruyéndonos con su indiferencia.
Era indiferente a su propia salud y en su deseo de propagar la conciencia de Kṛṣṇa no descansaba lo suficiente para alguien de su edad. Estaba siempre viajando porque no podía permanecer indiferente a las almas caídas ni a sus discípulos. Gracias a su prédica y a sus viajes había creado el movimiento internacional para la conciencia de Kṛṣṇa y se había colocado en el centro del movimiento como su defensor, así que no podía mantenerse al margen. Decía que cuando a un cuerpo se le corta un dedo, el cuerpo entero sufre. Cuando el templo de Argentina fue cerrado por el gobierno, Prabhupāda se preocupó y escribió en sus significados Bhaktivedanta que estaba preocupado del mismo modo que Vasudeva: Vasudeva sabía que su hijo Kṛṣṇa no podía ser lastimado, pero esa ansiedad era producto de su estado extático de protección paternal.
A Prabhupāda no le importaban los comentarios negativos sobre la conciencia de Kṛṣṇa que aparecían en los periódicos, sobre todo porque veía su lado positivo: los periódicos mencionaban a Kṛṣṇa. Se ocupaba de muchas cosas, sin embargo en el nombre de Kṛṣṇa era también indiferente. Aunque entraba constantemente mucho dinero, a Prabhupāda no le interesaba poseer nada. Decía que sus derechos de autor por haber escrito tantos libros era tomar dos capātīs al día. Estaba desapegado de la mansión Fisher que compramos en Detroit al igual que de las otras mansiones. Le eran indiferentes los libros que se escribían acerca de él. Sólo quería que se glorificara a Kṛṣṇa. Tampoco estaba demasiado interesado en conocer a las grandes personalidades del país. Cuando alguien le decía: —¿Por qué no intenta entrevistarse con el presidente Nixon y le dice estas cosas?—, Prabhupāda respondía: —¿De qué serviría?—. Estaba preparado para reunirse con el Papa, pero cuando sus agendas no coincidían tampoco lo buscaba. Sabía que posar en una foto con un jefe de estado no significaba nada.
Y por supuesto era indiferente a los encantos de las mujeres. Veía a sus discípulas como hijas y nietas y respetaba su servicio hacia él. Y aunque las veía como almas espirituales, no se reunía tanto con ellas como con sus discípulos hombres. No le interesaba sentarse con mujeres o mirarlas para disfrutar con ello.
Era indiferente a cualquier invitación para visitar las ciudades a las que viajaba. No deseaba ir a los centros de las ciudades, ni a los lugares turísticos, ni a los centros comerciales, y jamás iba al cine o a competiciones deportivas de ninguna clase. Le gustaban los parques porque podía pasear cantando japa por las mañanas, y también las grandes salas de reuniones de las ciudades si había allí una audiencia que quisiera oírle hablar sobre la conciencia de Kṛṣṇa. O le interesaba un edificio como posible compra para ser convertido en un templo. Pero aunque visitó ciudades seductoras como Nueva York, Londres o París, jamás le interesó ir a las bibliotecas, palacios, museos o visitar las bellezas naturales como cuevas, cataratas, playas o montañas. Esas cosas no tenían ningún atractivo para él. Prefería una sencilla habitación con una mesa baja para poder hablar con invitados o estar con los devotos y poder así difundir la conciencia de Kṛṣṇa. Pero si por su servicio se veía atrapado en situaciones de opulencia o distracción, se volvía indiferente a la circunstancia.
Sobre todo durante los primeros años en América, Prabhupāda era indiferente al hecho de que sus anfitriones en Pennsylvania comieran carne o que se tuviera que trasladar a un infierno del mundo material conocido como el Bowery. Era indiferente al hecho de que sus discípulos hubieran sido pecadores antes de convertirse en devotos. En tales situaciones, él aceptaba y toleraba y estaba desapegado incluso del deseo de encontrarse en entornos más espirituales como son los lugares santos. Le era indiferente que un lugar fuera o no santo siempre que pudiera predicar en él.
Su dieta era sencilla y no estaba interesado en las comidas especiales que podían ofrecerle los italianos, los franceses o los norteamericanos. Incluso dentro de la dieta hindú, que era su preferida, no le gustaba tomar comidas extravagantes, sino cosas sencillas como arroz simple, dāl, capātīs y sabjī.
Le era indiferente la ropa y no le gustaba lucir bufandas llamativas, cādars llenos de colorido o zapatos, abrigos y sombreros especiales. Siempre mantuvo su sencilla ropa de sannyāsī. En cambio sí le gustaban las ropas alegres para las Deidades de los templos y las oportunidades de gastar dinero en la construcción de edificios maravillosos o en nuevas maneras de propagar la conciencia de Kṛṣṇa, como los dioramas (las exhibiciones de estatuas de pasatiempos de Kṛṣṇa y pasajes de la filosofía). También le gustaba y apreciaba la máxima calidad en la impresión de sus libros y en la reproducción en color de las pinturas. En estas cosas, incluso en su aspecto mundano, Śrīla Prabhupāda era un conocedor, alguien que sabía apreciar la calidad, y pedía a sus devotos que compitieran en el mercado para conseguir lo mejor y al mejor precio; debían obtener los mejores negocios y los mejores productos para utilizarlos al servicio de Kṛṣṇa.
Satsvarūpa dāsa Goswami
36. Realizaciones: Prabhupāda no se ha ido
El alma condicionada piensa de un modo separado de Kṛṣṇa. Pero un devoto puro no tiene ninguna idea o comprensión separada de Kṛṣṇa. Tiene una idea y una comprensión: la conciencia de Kṛṣṇa. Prabhupāda decía: —Una bandera, un śāstra y un trabajo: el servicio a Kṛṣṇa—. Incluso diseñó la bandera de ISKCON, un loto ovalado con sus pétalos y la palabra ISKCON en el medio. El mundo entero debería estar bajo una bandera: ISKCON, y el mundo entero debería tener una sola Escritura: el Bhagavad-gītā. Y como único principio de trabajo el rendirse a Kṛṣṇa. Eso es el movimiento ISKCON. Y debería haber un solo himno: el mantra Hare Kṛṣṇa. (O mejor aún, dos mantras: Hare Kṛṣṇa y Jaya Prabhupāda.)
La idea de Prabhupāda era que no hubiera separación de Kṛṣṇa. Y cuando cada uno de nosotros individualmente no esté separado de la idea de Prabhupāda, de Kṛṣṇa y de ISKCON, entonces se manifestarán en forma natural las cualidades de perdón, bondad y nobleza de corazón para distribuir el amor por Kṛṣṇa. Surgirán de la mentalidad no separatista del devoto. Yo personalmente, para poder mantener el deseo de una idea necesito la ayuda de todos. No puedo decir que necesito únicamente a Prabhupāda y a nadie más.
Durante años después de que Prabhupāda abandonara este mundo me encontré desorientado, y sólo recientemente estoy sintiendo que renace en mí la esperanza. Estaba desorientado pensando ¿cómo puede Prabhupāda haberme dejado de este modo? Así pensaba yo. No sé, quizá fuera ofensivo, pero yo me decía ¿cómo puede haberme dejado así? Mi sentimiento no era de enfado sino de decepción: —Prabhupāda, ¿por qué me ha dejado en este momento?
Pero ahora comprendo que Prabhupāda no se ha ido, porque cuando miro a mis hermanos espirituales puedo ver en cada uno de ellos algo de Prabhupāda. Individualmente tienen su personalidad propia pero cuando los analizo veo en unos y en otros al menos una de las cualidades que tanto amaba de Prabhupāda. Por eso los hermanos espirituales son muy queridos para mí. Porque son muy queridos para Prabhupāda son también muy queridos para mí. Pero si dijera que amo a Prabhupāda y pensara sin embargo que sus discípulos, mis hermanos espirituales, no tienen nada de Prabhupāda, ¿cuál sería entonces mi futuro en este mundo? Me encontraría en una condición desesperada, porque mi recuerdo personal de las actividades de Prabhupāda se iría diluyendo cada día. Pero en ISKCON, con el servicio en separación y con las cualidades de mis hermanos espirituales, Prabhupāda está verdaderamente presente.
Entrevista con Bhāvānanda Goswami
37. Demasiada especulación sobre la Biblia no es conveniente
En 1973, en el Bhaktivedanta Manor (Inglaterra), Śrīla Prabhupāda mantuvo una serie de conversaciones con diversos invitados, algunos de ellos sacerdotes. Durante la visita de un joven sacerdote, varios de los discípulos de Prabhupāda comenzaron a discutir con él acerca de la Biblia. El debate era sobre si la Bibliacondenaba o no el comer carne. Uno de los devotos citó un pasaje del Génesis donde se dice que el hombre, —como señor de los animales— debe protegerlos y alimentarse de verduras y frutas, pero el sacerdote respondió a esto refiriéndose a otro pasaje de la Biblia sobre la alianza de Noé, por la que Dios permitió a Sus seguidores comer carne. Otro devoto apuntó el ejemplo de Daniel, del Antiguo Testamento, diciendo que era vegetariano. El sacerdote contestó con otros argumentos bíblicos. La conversación giró entonces hacia las traducciones hebreas y griegas, el sacerdote replicando siempre a los argumentos de los devotos y ellos, a su vez, citando nuevos argumentos de la Biblia. Durante este acalorado intercambio, Śrīla Prabhupāda permaneció en silencio. Él había puesto sobre la mesa el máximo argumento, el de que la Biblia recomienda «No matarás» y que Jesús apoyaba esta ley. Pero cuando la conversación quedó enfocada hacia distintos temas relacionados con la Biblia, Prabhupāda no tomó parte en ella. Naturalmente al sacerdote no lo convenció ninguno de los argumentos bíblicos presentados por los devotos, y después de un rato se marchó.
Esa misma noche Prabhupāda llamó a los devotos. Comentando la discusión con el cura, Prabhupāda dijo que no creía que fuera una buena idea que los devotos discutieran tanto basándose en la Biblia. Dando una seria instrucción a sus discípulos predicadores, Prabhupāda dijo que en lo sucesivo deberían ceñirse a elBhagavad-gītā y fundamentar sus argumentos sobre esa base.
Poco después, en París, Prabhupāda tuvo más encuentros con cristianos. Él argumentaba siempre que la Biblia dice: «No matarás». En una ocasión, un invitado cristiano se refirió al evangelio de San Juan y a la frase «En un principio era el Verbo, y el Verbo era Dios». A Prabhupāda le gustó esto y lo relacionó con la conclusión védica de que todo ha sido creado por la voluntad del Supremo.
En una conferencia que Prabhupāda dio en París, citó ese verso de San Juan «En un principio era el Verbo» e hizo una interpretación de la Biblia desde la conciencia de Kṛṣṇa. Sin embargo, algunos cristianos de la audiencia protestaron por ese análisis.
Durante esa misma visita a París, Śrīla Prabhupāda le pidió a su secretario que empezara a escribir un comentario de la Biblia desde el punto de vista de la conciencia de Kṛṣṇa. A Prabhupāda le interesaban los resultados, pero luego decidió interrumpir el proyecto diciendo que los cristianos nunca aceptarían nuestros comentarios sobre la Biblia. Prabhupāda deseaba que los cristianos apreciaran los principios de la conciencia de Kṛṣṇa y quería que supieran que nosotros apreciamos los suyos, pero demasiada especulación o erudición sobre la Biblia por parte de los devotos no era conveniente.
Satsvarūpa dāsa Goswami
38. Ve por todas partes y predica
Tamāla Kṛṣṇa Goswami fue el primer discípulo de ISKCON en recibir sannyāsa siendo miembro del GBC. Śrīla Prabhupāda se lo otorgó en Jaipur en 1971 y la idea inicial era que Tamāla Kṛṣṇa Goswami renunciaría a sus responsabilidades de gestión y se dedicaría simplemente a viajar y a predicar. Tras una breve gira llena de éxito en Gujarat regresó a Bombay junto a Śrīla Prabhupāda. Pero como su ex-esposa vivía en ese templo, Tamāla Kṛṣṇa Goswami pensó que no debía ir allí en persona, de manera que mandó a su ayudante mientras él esperaba en la estación. Pero cuando Prabhupāda supo que estaba en la estación, envió a un devoto a que lo recogiera y lo trajera junto a él.
Tan pronto como Tamāla Kṛṣṇa Goswami entró en la habitación de Śrīla Prabhupāda y empezó a dar las reverencias a su maestro espiritual, Śrīla Prabhupāda comenzó a hablar: —No hay problema en este sentido. El templo es un lugar neutral donde se puede venir siempre, en cualquier situación; no hay nada malo en ello—. Prabhupāda estaba complacido de que su discípulo sannyāsī fuera tan estricto en sus votos, pero le aseguró que no había ningún problema por encontrarse en el mismo templo que su ex-esposa.
La iniciación de sannyāsa había llenado de humildad a Tamāla Kṛṣṇa Goswami, y puesto que ya no era un líder, tomó asiento al fondo de la habitación. Prabhupāda había estado hablando en una habitación llena de devotos, y cuando pidió que se retiraran dijo a Tamāla Kṛṣṇa Goswami que le informara en privado sobre su reciente prédica. El hecho de que Prabhupāda hubiera pedido a los otros que salieran era poco frecuente e indicaba su predilección hacia la prédica sannyāsa.
Tamāla Kṛṣṇa Goswami informó que había reclutado a ocho miembros en unos siete días. Habían tenido un gran programa pāṇḍal de conferencias al que habían asistido cinco mil personas, y el gobernador de Gujarat, Nṛsṁha Nārāyaṇa, había sido el principal invitado. Prabhupāda quedó muy complacido al ver las fotografías de los actos así como los recortes de los periódicos. Satisfecho, se recostó en su silla y dijo: —Ahora puedo retirarme tranquilo. Kīrtanānanda, Brahmānanda y tú están predicando bien. Todo irá perfectamente.
—Śrīla Prabhupāda —dijo Tamāla Kṛṣṇa Goswami—, creo que debo partir ahora porque quisiera llegar antes que usted a Madrás y poder recibirle cuando llegue para su próximo programa.
—Sí. Vete ya.
Cuando Tamāla Kṛṣṇa Goswami hubo ofrecido reverencias, Prabhupāda se levantó, dio la vuelta al escritorio, se acercó a su discípulo y lo abrazó. Descansó su cabeza primero sobre un hombro y luego sobre el otro y luego, mirándole a los ojos, le dijo:
—Ahora toma este sannyāsa-mantra en tu corazón. Ve por todas partes y predica.
Entrevista con Tamāla Kṛṣṇa Goswami
39. Gotitas de Néctar - Debes rezar para que Kṛṣṇa te siga enredando
Unos meses después de tomar sannyāsa, Tamāla Kṛṣṇa Goswami tuvo que volver a la administración. Ocurrían demasiadas cosas y las demandas eran demasiado grandes para que Śrīla Prabhupāda pudiera abandonar las pesadas tareas de dirección en la India. Pero en un momento dado aquello se convirtió en una sobrecarga también para Tamāla Kṛṣṇa Goswami.
Śrīla Prabhupāda había permitido a Girirāja que volviera a América a causa de su ictericia, pero el sustituto de Girirāja, Mohanānanda, había decidido también dejar la India porque encontraba el puesto demasiado difícil para él. Como Tamāla Kṛṣṇa Goswami era GBC para la India, tuvo que asumir toda la dirección del país y al mismo tiempo administrar el templo de Bombay. Prabhupāda le había dicho también que un GBC debía además recolectar fondos personalmente.
Lleno de ansiedad, Tamāla Kṛṣṇa Goswami fue a ver a Prabhupāda y empezó a llorar: —Prabhupāda, es imposible. ¿Cómo puedo hacerlo? ¿Cómo puedo llevar tantas cosas?
Prabhupāda se reclinó en su asiento y dijo:
—Eso es muy bueno. Debes rezar para que Kṛṣṇa te siga enredando en Su servicio y así no tengas ni un momento libre para el ataque de māyā.
Entrevista con Tamāla Kṛṣṇa Goswami
Durante la ceremonia de colocación de la primera piedra en Māyāpura, Girirāja fue a visitar a Śrīla Prabhupāda a su cabaña. Prabhupāda le contó que durante la época del Imperio Británico había tres estados en la India: Madrás, Bombay y Calcuta, y un gobernador a cargo de cada estado.
—¿Qué estado quieres? —preguntó Śrīla Prabhupāda. Girirāja había seguido siempre los dictados de una autoridad por encima de él y nunca antes había tomado una decisión importante de forma independiente. Como no tenía la menor idea sobre cuál elegir, dijo:
—Prabhupāda, haré lo que usted desee que haga.
—No, no, quiero que tú decidas —dijo Prabhupāda
Girirāja meditó sobre su elección durante una semana aproximadamente, pero aún así no sabía qué decidir. Entonces urdió un plan para hacer que Prabhupāda decidiera por él.
—He pensado ir a Bombay —dijo Girirāja.
La idea de Girirāja era que, mencionando Bombay, el rostro de Prabhupāda mostraría alguna expresión que le indicaría a Girirāja lo que Śrīla Prabhupāda realmente quería que hiciera. Pero su cara no se movió. Lo único que dijo fue:
—Está bien.
—Pero luego —dijo Girirāja— pensé también en volver a Madrás.
Como en el caso de Bombay, Girirāja dio algunas razones por las que debía ir a Madrás. Esperó a ver si Prabhupāda se pronunciaba, pero de nuevo su rostro no mostró expresión alguna.
—Sí —dijo Prabhupāda— está bien.
Entonces Girirāja se dio cuenta de que no iba a funcionar.
—Finalmente pensé en quedarme en Calcuta —dijo Girirāja—, porque...
Pero aquí también ocurrió lo mismo. Prabhupāda no hizo nada que pudiera indicar lo que deseaba.
—Está bien —dijo Prabhupāda.
Llegado a este punto, Girirāja sintió vergüenza por haber querido engañar a su maestro espiritual. Pero también estaba contento, porque pudo ver que Prabhupāda era tan maravilloso y perfecto que no podía ser engañado por un estúpido discípulo.
Entrevista con Girirāja Swami
40. Gotitas de néctar - Mantra, dormir, mantra, dormir —rió Prabhupāda
En la India, Śrīla Prabhupāda propuso a los devotos que construyeran una biblioteca en un edificio aparte tanto para los libros de Prabhupāda como para los de los grandes ācāryas, incluidos los Upaniṣads y otros textos védicos. También dijo que debían incluirse las obras de Śaṅkara, pero no las de los modernos y populares svāmīs o las de los líderes políticos que pretenden ser escritores espirituales.
—Esos son sinvergüenzas —dijo Prabhupāda—. Los Vedas advierten que no se les debe ni mirar a la cara.
—¿Pero no dice Caitanya Mahāprabhu que si uno llega a leer las obras de Śaṅkarācārya se condenará? —preguntó Hari-śauri.
Prabhupāda respondió: —No si las lee con la comprensión adecuada. Podemos leerlas para saber cuál es su filosofía.
Diario de Hari-śauri dāsa
Existe una idea similar en una carta de Prabhupāda, donde dice cautelosamente que se pueden leer libros espirituales suplementarios o que no sean de la conciencia de Kṛṣṇa:
¿Piensas que vas a necesitar todos esos libros? Naturalmente no tengo ninguna objeción si deseas tenerlos como referencia, pero debemos siempre recordar que hay que poner mayor énfasis en el aspecto espiritual que en el escolástico. Aunque por otro lado, está muy bien que nuestros libros se presenten de un modo erudito. De manera que haz lo que creas conveniente y necesario. [...]
Pero no necesitas convertirte en un entendido. Tan sólo necesitas entender nuestros śāstras (elBhagavad-gītā, el Śrīmad-Bhāgavatam, etc.) y cantar el mantra Hare Kṛṣṇa lo más posible. El asunto es que si le das más importancia al aspecto intelectual, otros devotos intentarán imitarte. Ya tu esposa expresó esa intención, y en cuanto intentemos convertirnos en eruditos nuestra línea devocional se apagará. Esto lo debes tener siempre en cuenta.
Durante una breve visita a Boston en 1971, Prabhupāda les dio a los devotos un regalo para su altar. Brahmānanda le había preguntado a Prabhupāda por qué siempre se ponía el tilaka utilizando el agua de un viejo frasco.
—Ah —respondió Prabhupāda—, te lo daré. Es agua del Ganges y nunca se descompone.
Brahmānanda aceptó agradecido el frasco de agua.
—Gracias, Śrīla Prabhupāda. Pondremos el agua en un contenedor de plata.
—No —dijo Prabhupāda—. Ponlo en el altar tal como está.
De modo que los devotos colocaron sobre el altar el frasco (que tenía una etiqueta bien visible donde podía leerse «Café Maxwell») junto a las Deidades de Rādhā-Kṛṣṇa y al resto de la parafernalia. Algunas veces los visitantes preguntaban qué significado tenía el frasco de café Maxwell, y los devotos explicaban con orgullo que era un regalo de Śrīla Prabhupāda.
Satsvarūpa dāsa Goswami;
entrevistas con Bālāi-devī y Jāhnavā-devī dāsī
Cuando Śrīla Prabhupāda hizo comenzar la adoración de la śālagrāma-śilā en Māyāpura, no dio demasiadas instrucciones a los pūjārīs.
—Pónganle algunas hojas de tulasī —dijo— y luego riéguenla—. Él quiso decir que durante el mes devaiśākha (abril-mayo) la śālagrāma podía regarse diariamente como se hace con tulasī.
—Śālagrāma-śilā significa mantras —dijo Prabhupāda—. Mantra, dormir, mantra, dormir, mantra, dormir—. Prabhupāda se echó a reír. Explicó que las śālagrāma-śilās no se adoran tanto en el templo sino más bien en privado. Un brāhmaṇa le hace pūjā, después la guarda en una caja, más tarde la saca, le vuelve a hacer pūjāy otra vez la guarda.
--Mantra, dormir, mantra, dormir —rió Prabhupāda—. Eso es la adoración śālagrāma.
Entrevista con Jananivāsa dāsa
41. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre la lectura de sus libros y volverse fuerte siguiendo los principios
Pienso que es obvio, y tú lo has admitido, que el problema es que no estás siguiendo los principios básicos de nuestra asociación. El hecho de que no hayas cantado tus rondas durante tanto tiempo te ha dejado sin fuerza espiritual.
Carta a Gaura Gopāla dāsa (26 mayo 1975)
Dices que deseas ir a predicar a los svāmīs māyāvādīs, pero si vas con esos sinvergüenzas te convertirán. No eres tan fuerte como para convertirlos y convencerlos de su locura. El Bhagavad-gītā dice claramente que el propósito del conocimiento védico es entender a Kṛṣṇa, vedaiś ca sarvair aham eva vedyaḥ (Bg. 15.15). De modo que estamos presentando a Kṛṣṇa de forma política, social, económica, filosófica y religiosa. Lo describimos en setenta y cinco libros de cuatrocientas páginas cada uno. Mejor lee primero estos libros detenidamente y convéncete profundamente tú mismo antes de ir a convencer a esos demonios. No intentes llevar a cabo una tarea demasiado dura antes de estar muy fuerte. Canta dieciséis rondas diarias, sigue las reglas y regulaciones y lee nuestros libros. No te conviertas en un gran predicador inmediatamente. Si eres débil intentando convertirlos, ellos te convertirán a ti.
Carta (20 mayo 1975)
Sobre los devotos y el concepto corporal
¿Por qué te lamentas cuando alguien te dice que tú eres hindú y él norteamericano y que los hindúes no son buenos y los norteamericanos sí? ¿Por qué dejas que te afecten las relaciones corporales? Śrī Caitanya Mahāprabhu nos advirtió, y como alumno avanzado deberías saberlo, que debemos ser más humildes que la hierba y más tolerantes que un árbol. Entonces podremos llevar a cabo nuestro servicio y cantar Hare Kṛṣṇa.
Si los hindúes son malos, entonces yo también soy malo, puesto que soy hindú. Pero ellos han aceptado a un hindú como guru, de manera que los hindúes son buenos o malos según su comportamiento. Dijeron que eras malo por ser hindú, y sin embargo han aceptado a un mal hindú como guru. No estés afligido por todos estos aspectos externos de nuestras relaciones corporales. Sé constante en la conciencia de Kṛṣṇa; cumple con tu deber y serás bendecido por Śrī Caitanya Mahāprabhu y por Kṛṣṇa. Ellos harán que tu vida sea un éxito. No somos ni hindúes ni norteamericanos: nuestra verdadera identidad es que todos somos sirvientes de Kṛṣṇa.
Carta a Caitya-guru dāsa (7 febrero 1974)
Has preguntado por el origen de la raza negra. Esa cuestión no es importante. ¿Por qué tienes curiosidad por el cuerpo temporal? No es muy importante conocer detalles sobre la ropa que llevo temporalmente. Tenemos muchos cuerpos que cambiamos como si fueran ropa. No es síntoma de una persona sabia o de un devoto consciente de Kṛṣṇa el estar absortos en el cuerpo que uno posee en la actualidad. Y en cuanto a si la personalidad de Kali era un negro africano, puede que no. Después de todo, Kṛṣṇa también es negro, aunque Su cuerpo es diferente; Él es sac-cid-ānanda. De manera que nuestras preguntas deberían tratar de Kṛṣṇa, no de las así llamadas razas, religiones o nacionalidades de este cuerpo temporal lleno de miserias.
Carta a Mārkaṇḍeya Ṛṣi dāsa (1 mayo 1974)
42. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: ¡En el infierno no hay periódicos!
Como joven brahmacārī en el joven movimiento ISKCON, Tamāla Kṛṣṇa le preguntó a Prabhupāda: —¿Cómo es el mundo espiritual, Kṛṣṇaloka?
Prabhupāda respondió: —¡Allí no hay servicio militar!
Los devotos se rieron ante la ingeniosa salida de Prabhupāda. Śrīla Prabhupāda contó entonces la historia de un misionero cristiano que predicaba entre mineros del carbón. El misionero comenzó con una ardiente charla diciéndoles que los pecadores irían al infierno y que únicamente podrían salvarse si se rendían a Jesucristo.
Al oír el nombre de Jesucristo, uno de los mineros preguntó: —¿Jesucristo? ¿Cuál es su número?—. Todos en la compañía minera tenían asignado un número de planilla, y los mineros no podían imaginar que Jesucristo no tuviera número. El misionero lo intentó de nuevo, describiendo esta vez las miserias del infierno.
—El infierno —dijo— es un sitio muy oscuro y húmedo—. Los mineros se volvieron y dejaron de mostrar interés. Su descripción del infierno sonaba igual que la mina que ya conocían. Entonces el misionero comprendió que estaba predicando a gente con una idea muy limitada de la realidad, de modo que tendría que dirigirse a su experiencia actual.
—¡Y en el infierno —exclamó— no hay periódicos!
—¡Oh! ¡Qué espanto! ¡Qué horror!—gritaron los mineros, horrorizados.
El chiste de Prabhupāda hizo reír a los devotos y también les hizo pensar que un predicador debe meditar cuidadosamente antes de dirigirse a una audiencia, y hablar según el momento, el lugar y la circunstancia. Pero personalmente, para Tamāla Kṛṣṇa y los otros jóvenes fue un gran alivio pensar que existía un mundo espiritual donde no había peligro de que te metieran arrastrado en el ejército.
Entrevista con Tamāla Kṛṣṇa Goswami y con Bhūrijana dāsa
43. Personal: Sus ojos
En El Néctar de la Devoción, Śrīla Rūpa Gosvāmī afirma que por la mirada de las grandes almas se puede conseguir la liberación. Y así ocurría con Śrīla Prabhupāda.
La mirada de Prabhupāda funcionaba como un rayo o como una rosa. Si un devoto se dirigía a Śrīla Prabhupāda y no era totalmente abierto o sincero, o si intentaba burlar su compromiso con Kṛṣṇa, Śrīla Prabhupāda podía adivinarlo mirando directamente a los ojos del devoto. Entonces el discípulo se sentía como un idiota. Y a menos que fuera un mentiroso sin escrúpulos, era incapaz de tratar de engañar a Prabhupāda. Cuando alguien se enfrentaba con la mirada penetrante de Prabhupāda podía ver en su propia debilidad.
Prabhupāda expresaba también dolor en sus ojos cuando un discípulo lo decepcionaba o cuando veía el sufrimiento de las almas condicionadas. Sus ojos eran particularmente expresivos con emociones espirituales cuando contaba una historia o cuando reía o lloraba. Como dicen los poetas «los ojos son el espejo del alma».
Tras visitar la finca de Gītā-nāgarī, Prabhupāda contó que había visto una vaca con una ubre muy grande. Describiendo la vaca, Prabhupāda extendió los brazos para enseñar el tamaño y abrió desmesuradamente los ojos como lo hubiera hecho un niño. Y los que lo oyeron también se volvieron también como niños y tomaron parte en la apreciación de Prabhupāda.
Hay una película donde Śrīla Prabhupāda va conduciendo a sus discípulos por los santos lugares de Vṛndāvana. Se lo ve contando pasatiempos de Kṛṣṇa y sus ojos, brillando con una luz trascendental, están llenos de juego, de amor y de gozo espiritual. Sólo alguien que estuviera muerto sería incapaz de ver la dicha de la conciencia de Kṛṣṇa en los ojos de Prabhupāda.
Todos sabían que llevar adelante la conciencia de Kṛṣṇa era duro para Prabhupāda: sus viajes, las preocupaciones, el duro trabajo... Y sin embargo sus brillantes y sonrientes ojos mostraban que estaba por encima de toda aquella lucha.
Mirando a los ojos de Prabhupāda uno podía sacar la conclusión de que no era una persona de este mundo. Estaba con Kṛṣṇa en el mundo espiritual. Mirando a los ojos de Prabhupāda uno tenía la impresión de que Prabhupāda era más profundo que ninguna otra persona, que era de verdad un guru; se daba cuenta de que había una profundidad insondable y de que no había en ellos el más ligero atisbo de ego falso. Y eso lo transmitía él por medio del lenguaje de los ojos.
A la gente le gusta presentarse a sí misma en su mejor faceta. Un hombre puede hablar de una manera muy religiosa, decir muchos superlativos sobre sí mismo o afirmar que es honrado y sincero. A veces se puede detectar mirando a las personas directamente a los ojos si en realidad tienen miedo o son deshonestas. Por eso la gente a menudo es evasiva y le resulta incómodo mirar a los ojos de otra persona. Śrīla Prabhupāda podía ver fácilmente la carencia de conciencia de Kṛṣṇa mirando a alguien a los ojos. Sin embargo, cuando alguien miraba a Prabhupāda a los ojos, veía únicamente conciencia de Kṛṣṇa.
Satsvarūpa dāsa Goswami
44. Realizaciones: Prabhupāda se relacionaba conmigo del mismo modo en que yo me relacionaba con él
«Mi experiencia de mis encuentros personales con Śrīla Prabhupāda es que él se relacionaba conmigo de acuerdo al modo en que yo me relacionaba con él. Si yo era humilde él era misericordioso conmigo, pero cuando yo era orgulloso Prabhupāda aplastaba mi orgullo.
»La primera vez que lo vi (en el templo de Calcuta, en 1971), entré y me senté. Me preguntó quién era y si tenía alguna pregunta. De modo que le dije: —Bueno, ¿por qué mejor no volverse budista?—. Yo era un chico listo. Entonces Prabhupāda preguntó: —¿Y en qué cree un budista?
»Intenté acordarme de mis años de colegio, Filosofía I y II. Comenté un poco sobre el Noble Sendero Óctuple y Cuádruple, y mascullé algo acerca de lo que Buda había dicho. Pero Prabhupāda ya me había derrotado: yo no tenía ni idea de qué era lo que había dicho Buda.
»La siguiente vez que vi a Prabhupāda fue al año siguiente, en el festival de Māyāpura de 1972. Después de haberlo visto por primera vez, había comenzado a cantar Hare Kṛṣṇa y me había hecho vegetariano. Esta vez ya no era tan orgulloso. Pensaba: “Seguro que Prabhupāda conoce las respuestas a todos los secretos de la vida”. Fui a verlo consciente de que era un maestro espiritual perfecto. Aunque mi rendición era teórica, me acerqué sumisamente ante él tal como se indica en el Bhagavad-gītā. Mientras estuve en Māyāpura también había estado prestando servicio, de modo que sin saberlo estaba siguiendo el mandato del Gītā. Prabhupāda me correspondió presentándome la Verdad Absoluta. Esas conversaciones están recogidas en el libroPreguntas Perfectas, Respuestas Perfectas. Prabhupāda era tremendamente misericordioso conmigo. Llegó incluso a decirme: —Tú eres un buen muchacho.
»La siguiente vez que vi a Prabhupāda fue de nuevo en Calcuta. Para entonces yo era ya mucho más respetuoso. Cuando fui a verle, él estaba bebiendo agua de coco. Entré en su habitación sintiéndome muy insignificante y entonces Prabhupāda me tendió su propia agua de coco para que bebiera. Quizá no era gran cosa, pero a mí me llegó hasta el alma.
»Cuando volví a verle en 1973 me sentía también muy insignificante. Fue en el templo de Brooklyn en Nueva York. Prabhupāda iba andando desde su residencia hacia el templo y yo me encontraba de pie en un pasillo lleno de devotos. Pensé: “Ojalá que no me vea”. Cuando pasó Prabhupāda todos le dimos reverencias. Mantuve la cabeza en el piso rezando lo más lento que pude para asegurarme de que pasaría de largo antes de que yo me levantara. Pero lo que no sabía era que Prabhupāda se había detenido y me estaba esperando. Terminé mis oraciones muy despacio y cuando me levanté me encontré los pies de Prabhupāda enfrente de mí. Dijo: —¡Estás aquí!—, y me abrazó.
»Pero en otra ocasión Prabhupāda aplastó mi falso ego. Estaba paseando en Denver y yo me uní a él. Yaduvara dijo: —Prabhupāda, aquí está el trabajador del Cuerpo de Paz. Ha venido a verlo otra vez—. En esta ocasión yo me sentía muy orgulloso pensando: “Prabhupāda estará muy contento de verme”. Pero Prabhupāda dijo solamente: —Hm—. Eso fue todo.
»Otra vez vi a Prabhupāda en su cuarto en Nueva Órleans. En esta ocasión entré intentando pasar desapercibido y me senté al fondo de la habitación. No quería que Prabhupāda me viera. El lugar estaba lleno de devotos, incluyendo muchos líderes, de modo que me escondí hacia el final. Pero Prabhupāda me vio e hizo una pausa en mitad de su darśana. Dijo: —Ven aquí—. Así que me acerqué un poco. —No, aquí—. Me acerqué un poco más. Pero entonces Brahmānanda Swami se volvió y me dijo: —¡Ven hasta aquí!—. Y al final me encontré sentado a los pies de Prabhupāda. Él deseaba que yo me sentara allí, a sus pies.
»Sin embargo cuando iba a ser iniciado, me volví de nuevo orgulloso. Era en 1976 y yo pensaba: —Ahora Prabhupāda estará muy satisfecho conmigo. Esto es maravilloso—. Prabhupāda no llevó a cabo la ceremonia de iniciación personalmente. Se encontraba enfermo, pero estaba sentado en el vyāsāsana y repartía los dulces. Yo no estaba situado muy lejos de él así que lo miré pensando: “Aquí estoy. Voy a ser iniciado. Prabhupāda se sentirá feliz de verme”. Levanté la vista hacia él y puesto que me había reconocido en Nueva Orleans y en el pasillo de la calle Henry en Brooklyn pensé: “Ahora me reconocerá de nuevo”. Recuerdo perfectamente que eso era lo que pensaba. Y cuando lo miré, él dirigió sus ojos hacia mí y miró a través de mí. Ni siquiera me vio. Miró a través de mí. Fue una sensación horrible que Prabhupāda me mirara y no me viera. Ese fue el castigo más severo que me dio, por orgulloso.
»De modo que estoy convencido de que Prabhupāda se relacionaba conmigo del mismo modo en que yo me relacionaba con él. Cuando yo era humilde él era amable, y cuando yo actuaba como un engreído, me ignoraba».
Entrevista con Brahmatīrtha dāsa Adhikārī
45. Prabhupāda tenía la capacidad de conocer la mente de sus discípulos
En 1972 Ātreya Ṛṣi dāsa concertó para Bob Cohen (después Brahmatīrtha dāsa) y su esposa un darśanaprivado con Śrīla Prabhupāda. La mujer de Bob había estado yendo al templo durante algunos meses pero estaba convencida de que nadie la iba a hacer cantar Hare Kṛṣṇa. Tan sólo iba por acompañar a su marido. Cuando los devotos decían: —¡Hare Kṛṣṇa, Bárbara!—, ella respondía: —Hola.
Aquel día estaban ella y su marido junto con otros ocho o diez sannyāsīs en la habitación de Prabhupāda. Bob se postró para ofrecer reverencias y Bárbara tan sólo inclinó la cabeza. Śrīla Prabhupāda la miró y le dijo: —¿De modo que estás interesada en la conciencia de Kṛṣṇa?—. Ella no entendió una palabra de lo que le había dicho. Le tenían que traducir todo. Śrīla Prabhupāda habló durante una hora aproximadamente y Bárbara se quedó muy impresionada con él, aunque no sabía muy bien por qué. Aunque hizo a Prabhupāda unas cuantas preguntas, entonces era demasiado nueva como para apreciar realmente la conciencia de Kṛṣṇa. Pero Śrīla Prabhupāda fue misericordioso con ella. Más tarde distribuyó unas rasagullās. —Abre la mano —le dijo a Bárbara, y en la palma le puso una rasagullā.
Llegó la hora de partir. Bob Cohen iba a conducir a Śrīla Prabhupāda al aeropuerto y todos estaban saliendo ya de la habitación. Bárbara tardó en salir, y cuando todos estuvieron fuera, se acercó a Prabhupāda, juntó las manos, lo miró a los ojos y dijo: —Harre Krrishna—. Con una expresión de bienvenida, Prabhupāda respondió: --¡Jaya!—. Bárbara estaba segura de que Prabhupāda sabía que ella nunca había querido cantar Hare Kṛṣṇa antes y que ésta era la primera vez que lo hacía. Esta correspondencia personal le pareció tan maravillosa que en aquel momento decidió que intentaría ser una devota.
Entrevista con Bhakti-devī dāsī
Esta anécdota que nos proporcionó la esposa de Brahmatīrtha es un caso donde un devoto se da cuenta de que Śrīla Prabhupāda conoce su pensamiento sin que el discípulo haya dicho nada. Cuando escribí la biografía de Śrīla Prabhupāda seguí las reglas estándar para toda biografía y refrené siempre el impulso de leer en la mente de Prabhupāda. Esto no es sólo una cuestión de normas en la escritura de una biografía, sino también la actitud vaiṣṇava hacia el maestro espiritual. Vaiṣṇavera kriyā mudrā vijñeya na bhujaya: «Nadie puede conocer la mente del devoto puro». Pero revisando las entrevistas con los devotos encontramos una y otra vez incidentes donde los devotos tienen la fuerte impresión de que Śrīla Prabhupāda sabía lo que ellos pensaban. Hay demasiadas anécdotas como estas para rechazarlas todas categóricamente. Se podría decir que son impresiones subjetivas, pero en las vidas de los devotos se dan a veces impresiones fuertes como éstas que les ayudan a mantenerse fijos en la conciencia de Kṛṣṇa. ¿Y por qué deberíamos negar que Prabhupāda tenía la capacidad de conocer la mente de sus discípulos? Por ello, de vez en cuando presentaremos anécdotas de este tipo en estas series.
46. Amor significa hacer servicio
Cuando Śrutakīrti era sirviente personal de Prabhupāda, en ocasiones se sentía avergonzado porque los devotos ofrecían a Prabhupāda enormes muestras de cariño, mientras que él sólo sentía falta de amor. Especialmente cuando llegaban a algún aeropuerto, docenas de devotos se ponían a bailar y a cantar llorando y tirándose al suelo en increíbles escenas de amor a Prabhupāda. En una de estas ocasiones, mientras acompañaba a Śrīla Prabhupāda, Śrutakīrti empezó a sentir mucha lástima de sí mismo. Pensaba que todos aquellos devotos cantaban y bailaban y que él, sin embargo, que estaba andando junto a Śrīla Prabhupāda, no sentía verdadero amor. Y esto comenzó a preocuparle.
Un día, mientras le daba su masaje, Śrutakīrti se lo dijo a Prabhupāda.
—Śrīla Prabhupāda, todos los devotos lo quieren tanto que me hacen sentir muy mal. Yo no tengo amor. Cuando estoy con usted veo a todos cantando, bailando y llorando, y yo que tengo tanta asociación no siento que el amor esté ahí.
Él esperaba que Prabhupāda le diría o haría algo, pero no dijo nada. De modo que el sirviente siguió dándole su masaje hasta que terminó. Luego Prabhupāda tomó una ducha, y después de ponerse el tilaka y cantar el gāyatrī, llamó a Śrutakīrti a su habitación.
—¿Te gusta servirme? —preguntó.
—Sí, Prabhupāda —dijo Śrutakīrti—, me gusta muchísimo.
—Eso es amor. Todos saben hacer muchas cosas: cantar, bailar o saltar. Pero tú estás realmente haciendo algo. ¿No es eso amor?
—Supongo que sí, Śrīla Prabhupāda.
—Entonces haz servicio —dijo Prabhupāda—. Eso es todo lo que hace falta. Y eso es lo que significa amor: hacer servicio.
Entrevista con Śrutakīrti dāsa
Śrīla Prabhupāda creó la expresión «devoto daṇḍavat» para describir al devoto que ofrece profusas muestras de respeto y adoración al maestro espiritual pero que no las complementa con una verdadera actitud de servicio. El hindú piadoso especialmente, siempre se inclina para ofrecer daṇḍavats ante su guru. Pero si el servicio comienza y termina con esas reverencias formales, entonces Prabhupāda considera que esa persona no es un devoto importante, sino un «devoto daṇḍavat». En otra ocasión, estaba yo presente cuando un devoto sintió la necesidad de expresar espontáneamente su amor hacia Śrīla Prabhupāda y le dijo: —Prabhupāda, le entrego toda mi vida—. Prabhupāda respondió: —Sí, eso ya lo sé—. En otras palabras, el servicio devocional empieza cuando el discípulo dice: —Ahora lo acepto como mi maestro espiritual. Por favor, instrúyame—. Sentir o decirle al guru que deseas seguirlo completamente es algo muy favorable, pero debe ir acompañado de servicio práctico.
47. La conciencia de Kṛṣṇa está por encima de la astrología
Viśāla dāsa deseaba encontrar a un astrólogo en Vṛndāvana. Sin consultar a Prabhupāda, encontró uno que llevaba tilaka y que estaba cantando Hare Kṛṣṇa. Viśāla quería conseguir un amuleto que había visto llevar a otros residentes de Vṛndāvana, que llevaba inscritos todos los mantras de los semidioses y que se suponía contrarrestaba las malas influencias de los planetas. El astrólogo vendió a Viśāla uno de estos collares y le dijo que se bañara en el Yamunā y que celebrara un ārati a las doce de la noche.
Pero esa misma tarde Brahmānanda Mahārāja se dio cuenta del nuevo ornamento de Viśāla.
—Viśāla —dijo Brahmānanda Swami—, ¿qué es lo que llevas alrededor del cuello?—. Cuando Viśāla se lo dijo, Brahmānanda Swami respondió: —Prabhupāda dice que no debemos añadir nada a este proceso—. Al oír esto, Viśāla se preocupó. Pensó que Brahmānanda Swami tenía razón y se sintió avergonzado.
—¿Por qué te lo has puesto? —le preguntó Brahmānanda Swami. Viśāla respondió que le gustaría hablar con Prabhupāda y le pidió que le concertara una cita.
Cuando Viśāla fue a ver a Prabhupāda, Śrīla Prabhupāda le preguntó cuánto le había pagado al astrólogo y qué era lo que éste le había dicho. Viśāla respondió que el astrólogo le había asegurado que el kavaca lo protegería de los efectos malignos de los planetas.
—La conciencia de Kṛṣṇa está por encima de la astrología —dijo Prabhupāda—. Cuando te rindes a Kṛṣṇa, Él con una patadita puede aniquilar 100.000 planetas Rāhu—. De modo que Viśāla dejó su collar astrológico y dependió de Prabhupāda y de Kṛṣṇa.
Poco después, un hermano espiritual le mostró a Viśāla una carta sobre el mismo tema que había recibido de Prabhupāda:
La astrología no te salvará en el momento de la muerte. Mi Guru Mahārāja era un gran astrólogo y astrónomo, pero lo abandonó todo. Eso es para los karmīs. A nosotros no nos interesan esas cosas.
Carta de Ś. P. a Sanātana dāsa (3 junio 1975)
Entrevista con Viśāliṇī-devī dāsī
48. Gotitas de néctar: "No existe separación entre yo y Kṛṣṇa"
Tamāla Kṛṣṇa Goswami explica las dificultades de servir en Māyāpura al comienzo. Jayapatākā Mahārāja y él tenían que viajar a distintas partes de la India y conseguir el cemento, la arena, las piedras o el acero. Antes incluso de obtener los materiales debían primero tener permisos del gobierno, lo cual no era fácil. Y tampoco era sencillo conseguir vagones o trenes, porque eran muy escasos. De una manera u otra lograron reunir algunos materiales y enviaron orgullosos una foto a Prabhupāda. Estos materiales eran tan preciosos que por las noches los devotos dormían encima de las piedras y el acero para protegerlos de los ladrones. Pero Prabhupāda escribió una carta de vuelta diciendo:
—¿A qué viene tanta fotografía? ¿Dónde está el edificio?
Prabhupāda dio algo de dinero para comenzar la construcción, pero les dijo que tenían que recaudar ellos mismos todos los fondos.
—¿Por qué se quedan ahí sentados? —Prabhupāda escribió otra carta a Tamāla Kṛṣṇa Goswami. —Ahora tienen que ir a recaudar dinero—. Incluso cuando Prabhupāda daba dinero, los devotos sabían que no le gustaba y se sentían mal cada vez que tenían que pedírselo.
—Ustedes son como viudas —les dijo Prabhupāda sarcásticamente—. Será mejor que se vayan todos a Māyāpura y se sienten allí y sea yo el que gane el dinero para mantenerlos.
Entrevista con Tamāla Kṛṣṇa Goswami
Un día, en Francia, Bhagavān dāsa y otros discípulos entraron en la habitación de Prabhupāda y lo encontraron mirando pensativo las lámparas de cristales.
—Miren esas lámparas —dijo—. Así tendrían que hacer el modelo para el planetario universal. Los planetas cuelgan igual que los cristales de esas arañas.
Entrevista con Bhagavān dāsa
Después de servir durante un tiempo en la India, Girirāja comenzó a sentirse incómodo. Se acercó a Prabhupāda un día durante su masaje.
—Śrīla Prabhupāda —dijo Girirāja—, he estado hablando con Śyāmasundara y con Tamāla Kṛṣṇa Goswami y he pensado que quizá debería volver a Occidente y predicar en colegios y universidades a profesores y a escritores.
Prabhupāda respondió: —Un devoto puede estar masajeando la pierna izquierda de Kṛṣṇa y luego pensar: «Ahora masajearé la derecha». Naturalmente, todo es servicio a Kṛṣṇa, pero puede ser que Kṛṣṇa desee que todavía le den más masaje a Su pierna izquierda.
—Si es así —dijo Girirāja obediente—, si usted prefiere que me quede en la India, lo haré. Por eso preguntaba. Quería saber lo que usted deseaba.
—Sí —dijo Prabhupāda—, ahora nuestro trabajo más importante es la India.
Entrevista con Girirāja Swami
Śrīla Prabhupāda estaba planificando la construcción de la sala del templo de Māyāpura y sus discípulos también participaban.
—¿Dónde podemos construir el vyāsāsana? —preguntó un devoto—. ¿Deberíamos colocarlo al fondo del templo, frente a las Deidades?
Pero otro devoto objetó: —¿No sería demasiado lejos para usted, Śrīla Prabhupāda? ¿Alcanzará a ver a las Deidades desde una distancia tan grande?
Prabhupāda respondió gravemente: —No existe separación entre yo y Kṛṣṇa—. De modo que el vyāsāsanase colocó frente a Śrī Śrī Rādhā-Mādhava. Y Prabhupāda Los pudo ver muy bien.
Entrevista con Jananivāsa dāsa
49. Śrīla Prabhupāda cuenta historias cortas
Vida humana significa... Imaginen que alguien está por ser matado. De modo que le deberían avisar inmediatamente, para que él piense, preocupado: «Está llegando mi turno, me escaparé». Hay una historia acerca esto. Aunque no es una historia, sino que son hechos.
Un cazador extendió su red y algunos pajarillos cayeron de su nido y se pusieron a llorar y llorar. Cuando el padre y la madre llegaron, vieron a sus hijitos en peligro. —¡Están atrapados en la red del cazador!—, y la madre saltó rápidamente para salvarlos. Pero también quedó atrapada. Entonces el padre pensó: «Si voy a salvarlos, me capturarán a mí también, de modo que mejor me iré y tomaré sannyāsa. Eso haré». Eso es inteligencia. Uno no puede proteger a su familia o a su sociedad.
Conferencia del 26 de febrero de 1976
La versión de Prabhupāda sobre los pájaros en el nido es diferente a la que aparece en el Canto Once delŚrīmad-Bhāgavatam. Allí el padre pájaro, después de ver a sus hijos y a su esposa capturados en la red de cazador, simplemente comienza a lamentarse hasta que el cazador lo atrapa a él también. El pájaro de Prabhupāda era más inteligente y por eso decidió tomar sannyāsa. Esta imagen de un pájaro tomandosannyāsa es otro de los rasgos típicos y exclusivos de Prabhupāda. En ocasiones Prabhupāda se sentía con libertad para utilizar diferentes historias a su manera. A veces los devotos le señalaban lo que ellos creían que eran contradicciones en libros como El Libro de Kṛṣṇa, por ejemplo. Allí Prabhupāda algunas veces citaba a Kṛṣṇa niño refiriéndose al Bhagavad-gītā: «Como dije en el Bhagavad-gītā...». Naturalmente no existe contradicción, ya que el Bhagavad-gītā es eterna y está presente una y otra vez en diferentes encarnaciones del Señor. Pero en cualquier caso, cuando le preguntaron a Prabhupāda sobre su método en El Libro de Kṛṣṇa, respondió: —Por eso dije que era un estudio resumido. Resumido quiere decir que puedo hacer lo que yo quiera.
Es mi inteligencia y vuestra colaboración lo que hace que esto funcione. Hay una historia de un hombre al que desafiaron a que demostrara si era inteligente. Entonces comenzó a hurgar en sus bolsillos. Cuando le preguntaron por qué se miraba los bolsillos, respondió: —Si hay dinero, hay inteligencia.
Han ido muy lejos para juntar dinero e inteligencia, pero si no hay dinero ¿dónde está la inteligencia? Deben combinar ambos y entonces todo irá bien.
Carta (25 febrero 1976)
Le pido disculpas en nombre de mi alumno y le ruego tenga la gentileza de seguir viniendo regularmente a visitar nuestro templo. Hay un refrán bengalí que dice que «uno no debe enfadarse y comer en el suelo únicamente porque le han robado el plato». Lo lógico es que si un ladrón le roba los platos no debe enfadarse y decidir no comprar platos nuevos y empezar a comer en el suelo.
Carta a Śrī Rāmeśa Mahāliṅga (abril 1975)
50. El sello personal de Prabhupāda en ISKCON
En el inicio de ISKCON dos discípulos abandonaron el movimiento diciendo: —Esto no es la Asociación parala Conciencia de Kṛṣṇa. Es la Asociación para la Conciencia de Prabhupāda.» Pero otro discípulo respondió: —¿Qué hay de malo con la conciencia de Prabhupāda? El guru es un representante de Kṛṣṇa.
Prabhupāda creó el nombre ISKCON basándose en la frase «conciencia de Kṛṣṇa» que tomó de la traducción de un verso de Rūpa Gosvāmī. El modeló esta asociación a su manera. Algunas veces dijo que no pedía que sus discípulos llevaran dhotīs, pero aun así ellos lo hacían. Lo hacían porque deseaban seguir a Śrīla Prabhupāda. Como miembro de la Brahma-Madhva-Gauḍīya-sampradāya y discípulo de Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura, Prabhupāda escribió sus objetivos basándose en grandes ācāryas como Jīva Gosvāmī y Baladeva Vidyābhūṣana. Sin embargo era un ser individual, y su asociación, ISKCON, lleva su sello personal. Su particular punto de vista, por ejemplo, sobre por qué sus hermanos espirituales no seguían firmemente la orden de Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura, y por qué no ayudaron a Prabhupāda cuando comenzó a propagar su movimiento mundial, ese punto de vista de la historia es adoptado por los seguidores de Prabhupāda.
Pretendió que su sello personal perdurara durante mucho tiempo en el futuro. Trabajó mucho para que las cosas permanecieran tal como él las había establecido incluso después de que se hubiera ido. Construyó templos que duraran generaciones, estableció un sistema escolar con la intención de que permaneciera y dijo que sus libros sentarían las bases para la civilización durante diez mil años.
Estas declaraciones de Prabhupāda no excluyen la posibilidad de que vengan otros maestros que contribuyan en gran medida, pero tampoco quiere decir que debamos menospreciar el hecho de que Śrīla Prabhupāda es el único fundador-ācārya de ISKCON. Las enseñanzas de Prabhupāda son seguidas por sus descendientes paramparā, y en sus comentarios de Bhaktivedanta encontramos su sabor característico y podemos reconocer su esencia. En esos comentarios se relatan experiencias personales concretas de Prabhupāda, ya que puso ejemplos para sus enseñanzas, y estas experiencias son también parte del conocimiento acumulado que se denomina smṛti.
—Hagan como yo —decía Prabhupāda. Y no lo hacía para promoer veneración hacia su persona, sino que al establecer el estándar para los líderes del GBC y para otros, quería que sus seguidores hicieran lo mismo que él. Su objetivo era que sus seguidores trabajaran juntos para mantener lo que él había dado. Él había recibido las bendiciones de Caitanya Mahāprabhu y quería que ese éxito continuara con sus seguidores. También se puso él mismo de ejemplo cuando dijo que cualquier persona podía abrir un centro tal como él lo había hecho, un sólo hombre dando las charlas, cocinando, tocando la mṛdaṅga, etc. Dio su vida como ejemplo cuando animaba a sus discípulos a viajar a países extranjeros y hacer frente a las dificultades y los animaba diciendo que él había hecho lo mismo cuando llegó solo a América. Todos los devotos tienen que desarrollarse para llegar a ser personas espirituales y Śrīla Prabhupāda es el mejor ejemplo.
Los gurus son maestros muy personales y pueden ser diferentes unos de otros. Por ejemplo cuando Śrīla Prabhupāda tradujo El Néctar de la Devoción excluyó algunos de los mandatos diciendo que no eran prácticos para este tiempo y lugar. Por lo tanto, el criterio de Śrīla Prabhupāda sobre lo que se debe y no se debe hacer es una selección experta de un ācārya experto. El énfasis personal de Prabhupāda sobre las prioridades de prédica, como la impresión y distribución de libros, parece que no fuera algo exclusivamente particular de Prabhupāda. Pero no obstante ése fue su método y así lo quiso él.
Śrīla Prabhupāda vivió conscientemente como un ejemplo, deseando que sus seguidores hicieran lo mismo que él. También dijo que sus discípulos debían ir más allá de donde él había llegado. Prabhupāda dejó dicho que un aspecto muy importante de la prédica era vencer la especulación de los científicos de que la vida proviene de la materia y dejó a sus discípulos científicos del Instituto Bhaktivedanta para que propagaran sus enseñanzas y escribieran libros que derrotaran a los científicos con su mismo lenguaje. Prabhupāda animó a sus discípulos a que pintaran cuadros de Kṛṣṇa y se convirtieran en grandes artistas y también a que fueran grandes arquitectos e ingenieros para construir edificios para Kṛṣṇa. Y todo esto lo hizo él personalmente bajo su jurisdicción.
Satsvarūpa dāsa Goswami