Dedicado a Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupāda, fundador ācārya de la Asociación Internacional para la Conciencia de Kṛṣṇa, en la conmemoración del centenario de su nacimiento a todos los que al contar sus experiencias trascendentales con Śrīla Prabhupāda contribuyeron a crear el caudal de los testimonios nectáreos que constituyen el contenido de este maravilloso libro y finalmente a todos aquellos lectores que sientan que lo más importante de sus vidas es complacer a Śrīla Prabhupāda.
RECONOCIMIENTOS
Investigación (en EE.UU.)—Baladeva Vidyābhūṣaṇa dāsa, Vidura dāsa, Dattātreya dāsa, Prāṇadā-devī dāsī y Jitaśakti-devī dāsī.
Sánscrito—Gopīparāṇadhana dāsa.
EDICIÓN CASTELLANA
Traducción al castellano (en España)—Bhāgavata Purāṇa dāsa, Devarṣi dāsa, Rādhā-caraṇa devī dāsī y Bhaktin Isabel.
Tipeado (en Costa Rica)—Sāndīpani Muni dāsa, Arjuna dāsa y Arjuna Vhalaba dāsa.
Redacción—Arjuna dāsa.
Edición, montaje y diseño—Arjuna Vhalaba dāsa, Arjuna dāsa y Caitanyadeva dāsa.
RECONOCIMIENTO ESPECIAL
A Murarī dāsī, quien colaboró proporcionando los fondos para la impresión de este libro.
Título del original en Inglés: Prabhupāda Nectar
Editado originalmente en inglés por: Gīta-nāgarī Press
Editado y diseñado en Costa Rica
San José, Costa Rica
© 1996, Editorial Vaiṣṇava-saṅga
Todos los derechos reservados
Impresión y encuadernación: CTS Grafica, Italia
Impreso en Italia. Printed in Italy.
Prólogo a la edición española
Preliminares
Después de escribir la Biografía de Śrīla Prabhupāda o Śrīla Prabhupāda-lilāmṛta, Su Santidad Satsvarūpa Mahārāja comprendió que aun quedaba mucho néctar de Prabhupāda diseminado en los corazones de los devotos que lo conocieron personalmente y tomó la feliz iniciativa de recolectarlo para el deleite de la comunidad vaiṣṇava de todo el mundo.
El presente libro es una compilación de los cinco pequeños volúmenes publicados originalmente en inglés porThe Gītā-nāgarī Press con el título de Prabhupāda Nectar. Según me han dicho, ya existe un libro como éste en inglés pero, en el momento de escribir estas líneas, todavía no hemos tenido la oportunidad de verlo. Nos alegra no ser los únicos en presentar esta ofrenda a Śrīla Prabhupāda durante la conmemoración del Centenario de su auspiciosa y trascendental aparición en el planeta. Por lo que nos concierne (el equipo de laEditorial Vaiṣṇava-saṅga), la publicación de esta obra constituye la realización de un sueño largamente deseado. Desde que publicamos el volúmen I en castellano en 1984, nuestro proyecto más querido con toda el alma era el de publicar uno a uno todos los restantes. Teniendo en cuenta que la lengua más hablada en el mundo después de la inglesa es la española, y que la comunidad de devotos hispanoparlantes es también una de las más extensas e importantes de ISKCON, es fácil comprender la necesidad de contar con esta material tan especialmente nectáreo e instructivo.
Este libro será el más leído
Con el paso del tiempo la obra y la figura de Śrīla Prabhupāda están creciendo de modo impresionante y el número de sus seguidores también. Desde esta perspectiva, el néctar de sus pasatiempos está adquiriendo cada vez más sabor y relevancia. Por otra parte, debido a que anteriormente la barrera del idioma había impedido a los devotos de habla hispana saborear este maravilloso néctar, estamos seguros que ahora este libro marcará un antes y un después en lo más íntimo de sus corazones. Sabemos que de ahora en adelante, el libro más leído en nuestros templos será éste y nos sentimos muy orgullosos de haber sido instrumentos de tan dulce realidad.
Algo de historia
Durante mi visita a España en febrero de 1995, tuve la oportunidad de conversar con Hanumān Prabhu —devoto español encargado de la traducción al castellano del Śrīmad-Bhāgavatam y otros libros de Śrīla Prabhupāda— y acordamos que nos enviaría el material traducido hasta la fecha de este libro. A finales de octubre llegó todo a Costa Rica: una parte en disquetes de computadora y la otra grabada en cintas. Al revisar el trabajo nos dimos cuenta de la difícil tarea que nos esperaba, ya que, debido a que había sido traducido por varios devotos en España, no había mucha homogeneidad en el criterio y el estilo. Además, había que acomodar el lenguaje de manera que —conservando su frescura original— resultase comprensible para todos los países de habla hispana. Arjuna Prabhu, quien ya había ejecutado muy acertadamente otros trabajos similares en Costa Rica, fue quien realizó la titánica labor de revisar y armonizar la redacción de todo el texto en su conjunto durante varios meses de intensa y profunda dedicación. Luego, la madre Sītā devī dāsī hizo una corrección final pocos días antes de enviarlo a Italia para su impresión. Decidimos imprimirlo en Italia porque nos cuesta exactamente la mitad de lo que hubiéramos tenido que pagar en Costa Rica.
Un libro muy especial
Pocos libros resultan tan atractivos como las biografías de personas célebres, los diarios y las historias instructivas o los cuentos. Son libros mágicos que despiertan y recrean el espíritu soñador de los lectores. Los seres humanos somos muy sensibles a los estímulos que evoquen sentimientos iluminantes.
Indudablemente, todos los libros de Śrīla Prabhupāda son ricos en contenido filosófico y sentimiento devocional. Sin embargo, más iluminante y atractivo que sus libros es su personalidad. Escucharlo dialogar con otras personas es sencillamente fascinante. Sus ingeniosas ocurrencias llenan de regocijo. Sus inteligentes analogías y su fino humor al contar historias deleitan y entusiasman. Śrīla Prabhupāda conquistó y arrebató los corazones de quienes tuvieron la fortuna de conocerle y estar cerca de él, y lo sigue haciendo a través de las numerosas publicaciones literarias y audio-visuales surgidas en los años posteriores a su desaparición física de este mundo.
Una personalidad excepcional
Meditando en la personalidad de Śrīla Prabhupāda, uno piensa inevitablemente en Kṛṣṇa y en la asombrosa similitud respecto al comportamiento y el modo de ser que caracterizan a ambos.
En la Bhagavad-gītā Kṛṣṇa habla acerca de la conclusión védica respecto a la ciencia de la acción, y en elŚrīmad-Bhāgavatam se habla de los pasatiempos trascendentales de Kṛṣṇa y de todo lo que contribuye a comprender Su maravillosa personalidad. Aunque ambas obras literarias son de igual importancia espiritual, no obstante, la narración de los pasatiempos e historias de Kṛṣṇa constituyen la parte más nectárea y fascinante. Similarmente, todo lo que Prabhupāda hizo y dijo en los momentos más especiales de su vida resulta particularmente nectáreo y glorioso debido a la incuestionable dosis de profunda significación y trascendencia que lo ha caracterizado.
El fundador-ācārya de la Asociación Internacional para la Conciencia de Kṛṣṇa y escritor más prolífico de la literatura védica de nuestro tiempo (con más de 300 millones de libros vendidos), es un gran sabio y santo extraordinariamente virtuoso a quien —por más proezas que lleguemos a hacer sus seguidores— nunca lograremos retribuir la ayuda recibida. Este gigante de la devoción —estratega insuperable en la prédica, e incomparable maestro en la ciencia de la autorrealización— es conocido como Prabhupāda, maestro a cuyos pies de loto toman refugio los demás maestros. Él fue y sigue siendo para todos nosotros nuestro mejor amigo, padre y salvador y, en el Centenario de su gloriosa aparición (1896 - 1996), y por toda la eternidad, le ofrecemos una y otra vez nuestras más humildes y respetuosas reverencias.
Śrī Padāmbuja dās
Costa Rica, 5 julio 1996
Nota aclaratoria
El primero de los cinco volúmenes de El Néctar de Prabhupāda fue publicado en Costa Rica en el año 1984 (edición limitada de 1000 ejemplares), producido por Śrī Padāmbuja dās y traducido por Bhaktin Adriana Vincent.
Los volúmenes faltantes llegaron en octubre-noviembre de 1995 a Costa Rica en un disquete de computadora, tres cintas de audio y unas cuantas páginas escritas a máquina y a mano.
Como la traducción de este libro fue ideada para ser distribuida especialmente entre la comunidad vaiṣṇava de habla castellana y ésta es más abundante en América Latina, decidimos adaptarlo al español hispanoamericano.
Los cambios más importantes:
•Modismos de España (por ej.: chavalillo por niño, coche por automóvil, granja (generalmente avícola) porfinca, etc.).
•También cambiamos el uso del complemento le, les:
«Prabhupāda le encontró» (leísmo correcto, preferido por la mayoría de los escritores españoles actuales) lo cambiamos por «Prabhupāda lo encontró» (forma preferida por la Real Academia de la Lengua Española, por el uso general hispanoamericano y por el de algunas regiones españolas).
•En España se usa vosotros como segunda persona del plural, mientras que en Latinoamérica se usa ustedes(y esa adaptación provoca un sinfín de cambios en sus respectivas conjugaciones verbales y complementos).
• Para la puntuación de diálogos tratamos de seguir el criterio español más moderno, reemplazando el criterio norteamericano y las comillas inglesas (“ ”) del libro original en inglés, por el uso de guiones largos (—) y comillas españolas (« »).
•El orden de las palabras en una oración varía bastante de España a América.
Seguramente a los devotos españoles les suenen un poco extrañas y artificiales nuestras correcciones, por lo que les pedimos disculpas.
Arjuna dāsa
Una personalidad excepcional
Meditando en la personalidad de Śrīla Prabhupāda, uno piensa inevitablemente en Kṛṣṇa y en la asombrosa similitud respecto al comportamiento y el modo de ser que caracterizan a ambos.
En la Bhagavad-gītā Kṛṣṇa habla acerca de la conclusión védica respecto a la ciencia de la acción, y en elŚrīmad-Bhāgavatam se habla de los pasatiempos trascendentales de Kṛṣṇa y de todo lo que contribuye a comprender Su maravillosa personalidad. Aunque ambas obras literarias son de igual importancia espiritual, no obstante, la narración de los pasatiempos e historias de Kṛṣṇa constituyen la parte más nectárea y fascinante. Similarmente, todo lo que Prabhupāda hizo y dijo en los momentos más especiales de su vida resulta particularmente nectáreo y glorioso debido a la incuestionable dosis de profunda significación y trascendencia que lo ha caracterizado.
El fundador-ācārya de la Asociación Internacional para la Conciencia de Kṛṣṇa y escritor más prolífico de la literatura védica de nuestro tiempo (con más de 300 millones de libros vendidos), es un gran sabio y santo extraordinariamente virtuoso a quien —por más proezas que lleguemos a hacer sus seguidores— nunca lograremos retribuir la ayuda recibida. Este gigante de la devoción —estratega insuperable en la prédica, e incomparable maestro en la ciencia de la autorrealización— es conocido como Prabhupāda, maestro a cuyos pies de loto toman refugio los demás maestros. Él fue y sigue siendo para todos nosotros nuestro mejor amigo, padre y salvador y, en el Centenario de su gloriosa aparición (1896 - 1996), y por toda la eternidad, le ofrecemos una y otra vez nuestras más humildes y respetuosas reverencias.
Śrī Padāmbuja dās
Costa Rica, 5 julio 1996
Introducción
La biografía en seis volúmenes Śrīla Prabhupāda-līlāmṛta no agotó de manera alguna la reserva de historias, reflexiones, elogios y citas acerca de Su Divina Gracia A. C. Bhaktive¬danta Swami Prabhupāda. Así como uno no puede agotar las glorias de la infinita Perso¬nalidad de Dios, similarmente no puede llegar al final de las valiosas descripciones de Su devoto puro. Si existe un límite, éste se encuentra solamente en la capacidad de recordar de sus seguidores, o en el tamaño de la audiencia capaz de saborear los temas tras¬cendentales de Kṛṣṇa y Sus eternos asocia¬dos.
En el Śrīla Prabhupāda līlāmṛta, así como en su sinopsis poética Remembering Śrīla Prabhupāda [Recordando a Śrīla Prabhupāda], me limité en su mayor parte a la secuencia cronológica de los principales eventos en la vida de Prabhupāda. Pero aún hay mucho más. Abramos las compuertas. Ahora, las únicas restricciones son la autenticidad de las anécdotas, las consideraciones de etiqueta y el deseo de presentar las historias y meditaciones en una forma que sea legible y literaria. Por otro lado, todo el prabhupāda kathā es beneficioso para el oyente, y capaz de producir bienaventuranza trascendental.
Por lo tanto, presentamos este volumen de El Néctar de Prabhupāda y espe¬ramos que será seguido por frecuentes colec¬ciones adicionales. Nuestra búsqueda para reunir verdadero néctar de Prabhupāda continúa, y mucho depende de terceros. Las anécdotas y realizaciones son recordadas por discípulos y amigos de Śrīla Prabhupāda, y así so¬licitamos a todos los lectores que conozcan incidentes inéditos acerca de Prabhupāda, que amablemente nos concedan una entrevista o que nos envíen las notas de sus recuerdos. Dentro de este pobre mundo existen relativamente pocas minas de datos acerca de las memorias de Prabhupāda, y por eso volvemos a solicitar a esas personas afortunadas que sean bonda¬dosas para con miles de lectores presentes y futuros, y contribuyan a El Néctar de Prabhupāda con sus memorias. Aun si uno está pla¬neando escribir sus memorias en su vejez, eso no excluye el darnos una entrevista en esta serie. Es mejor que esto quede grabado tan pronto como sea posible, antes de que pueda deteriorarse con el paso del tiempo.
No he tratado de recopilar El Néctar de Prabhupāda en la forma de una enciclopedia agrupando rígidamente los temas bajo numerosas categorías. En la narración optamos por entremezclar las diferentes clases de ma¬terial, proporcionando así más variedad a la lectura y tratando de hacer que se parezca más a la manera en que Prabhupāda en vida distribuía sus enseñanzas. Prabhupāda no ha-blaba en una vez todo sobre política y luego todo sobre yoga y luego todo sobre los semi¬dioses; más bien daba un poco de esto, un poco de lo otro. Para animarme a usar este método, Jayādvaita Swami observó: —De es¬ta manera se parecerá a la vida de Prabhupāda: unas pocas palabras aquí, unos cuantos ges¬tos allá, o a veces todo un tema de una sola vez.
Al presentar las anécdotas no he altera¬do ninguno de los hechos, pero frecuente¬mente los he redactado y pulido en una forma narrativa. Para dar variedad he creado categorías tales como «Prabhupāda Dijo» (que consiste en citas directas sobre te¬mas específicos), «Prabhupāda Cuenta una Historia» y «Personal». Algunos volúmenes posteriores pueden contener variedades adi¬cionales de charlas de Śrīla Prabhupāda o acerca de él.
Al final del libro hay notas.1 Pro¬porcionan una referencia acerca de la fuente de cada pasatiempo, y también añadí co¬mentarios adicionales.
Por más de seis años nuestro equipo de entrevistadores e investigadores del Śrīla Prabhupāda-līlāmṛta ha estado practicando un sistema para averiguar si una anécdota de Prabhupāda es auténtica, y he aplicado las mismas normas en El Néctar de Prabhupāda. En la medida de lo posible, tratamos de dar citas precisas de sus declaraciones, buscando en las grabaciones de Śrīla Prabhupāda. Igualmente, siempre buscamos varios testigos confiables, además del testigo que recuerda un evento particular. Esto lo hace nuestro entrevistador quien trae a discusión un mismo incidente en numerosas entrevis¬tas. Aunque siempre nos sentimos más con¬fiados al oír anécdotas de labios de discípu¬los más antiguos que son líderes y miembros activos del movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa, no excluimos de manera alguna el es¬cuchar de otros discípulos, mientras éstos sean favorables y no sientan envidia de Śrīla Prabhupāda. De hecho, el fenómeno de en¬trevistar a un devoto de Śrīla Prabhupāda es en sí un notable testimonio para calibrar la autenticidad de los recuerdos de Śrīla Prabhupāda. A veces los devotos lloran por primera vez en años, al experimentar fuertes emociones o incluso dolor por el recuerdo y por la separación de Prabhupāda, y muchas veces nos agradecen más tarde por haberlos ayudado a recordar a Prabhupāda. Cuando están absortos en tales entrevistas, parece como si la cobertura de los años de olvido hubiera sido retirada, al menos tem¬poralmente, y el devoto obtiene una vez más la misericordia de la asociación con Prabhupāda a través del recuerdo. Un entrevista¬dor entrenado puede apreciar estos síntomas positivos, pero también aprende a detectar inconsistencias en el contexto cuando los re¬cuerdos son inexactos.
Además, cada devoto parece tener su propio repertorio de historias sobre Prabhupāda que tiende a recordar una y otra vez. Estas memorias fijas nos indican que ciertos recuerdos de Prabhupāda están grabados per¬manentemente en los cerebros de los testi¬gos. Aunque el mismo acontecimiento de la vida de Prabhupāda es visto en una variedad de for¬mas de una persona a otra, los recuerdos aún siguen siendo personales, intercambios dura¬deros entre Prabhupāda y esas personas en particular, quienes inevitablemente recuerdan el acontecimiento en maneras particulares. Mu¬chas de las historias de Prabhupāda han en¬trado ya en una tradición oral, y son trans¬mitidas de un oyente a otro en una sucesión discipular en la cual la fuente original no siempre puede ser recordada. Estas historias pueden también ser aceptadas —así como eva¬luadas en cuanto a su autenticidad se refiere— por perso¬nas familiarizadas con la vida y la filosofía de Śrīla Prabhupāda. Así, aunque hemos dado refe-rencias específicas para la fuente de cada in¬cidente mencionado en este libro, usualmen¬te estos incidentes no dependen sólo de una persona sino que son parte de una tradición co¬lectiva. Aunque no podemos pretender que nuestro sistema de selección sea infalible, frecuentemente nos abstuvimos de contar un incidente aparentemente instructivo, porque tenía una débil autenticidad. Definitivamen¬te estamos en contra de contar cualquier his¬toria inventada acerca de Śrīla Prabhupāda y he¬mos hecho lo mejor que pudimos para ex¬cluir las especulaciones.
Ya existen libros de anécdo¬tas como Anecdotes from Gandhiji’s Life [Anécdotas de la Vida de Gandhiji], Anécdo¬tes from Abraham Lincoln [Anécdotas de Abraham Lincoln] y Lincoln’s Stories [Historias de Lincoln] y colecciones de anéc¬dotas acerca de autores, instituciones y paí¬ses. Tales colecciones son consideradas como especialmente memorables por su capacidad para captar vislumbres de la vida real de grandes personas. Pero El Néctar de Prabhupāda es único en importancia, porque Śrīla Prabhupāda tenía el poder de entregar la más alta ciencia trascendental —amor puro por Kṛṣṇa, basado en las enseñanzas del Señor Caitanya Mahāprabhu— y lo entregó más ex¬tensa y eficazmente que cualquie¬ra de sus predecesores. Notablemente, hizo esto durante la era de más grande falta de fe, la era de riña e hipocresía conocida como Kali-yuga. Por eso, escuchar aún pequeños incidentes de su vida es más beneficioso que escuchar los más grandes actos públicos de todos los héroes y benefactores mundiales. Tal como se declara en los śāstras (las Escrituras reveladas), hasta un solo momento de asociación con un vaiṣṇava puro puede permitir la liberación del ciclo de naci¬miento y muerte. Dado que una simple gota de néctar de la vida de Śrīla Prabhupāda pue¬de salvarlo a uno del sufrimiento, estamos tratando de entregar muchas gotas para irri¬gar este desértico universo.
Satsvarūpa dāsa Goswami
1. En esta edición en castellano cada nota fue reubicada a continuación de la correspondiente anécdota. (N. del R.)
Libro primero
tulayāma lavenāpi
na svargaṁ nāpunar bhavam
bhagavat saṅgi saṅgasya
martyānāṁ kim utāśiṣaḥ
El valor de tener por un momento la compañía del devoto del Señor, ni siquiera se puede comparar con el hecho de alcanzar los planetas celestiales ni con liberarse de la materia, y ni qué hablar de compararlo con bendiciones mundanas en la forma de prosperidad material, que son para aquellos que están destinados a morir.
Śrīmad-Bhāgavatam 1.18.13
1. "Prabhupāda" o "Swamiji"
2. Diamante en el ojo de Prabhupāda
3. Controlar la lengua
4. Uno debe tener la cabeza fresca
5. Pregúntale a la Luna
6. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre el prasāda
7. Historia: Un mendigo y un palanquín
8. Pequeño pero grande
9. Visita a casa de hindúes
10. Como si acabara de conquistar un imperio
11. No somos doctor-dāsa sino Kṛṣṇa-dāsa
12. Cualquier medicina que funcione, úsala
13. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre la Educación de los Hijos
14. Cuenta una historia: La lámpara de cristal
15. Personal: Su espíritu de prédica
16. Dominado por emociones extáticas
17. ¿Por qué ser un kṛpaṇa (avaro)?
18. Gotitas de néctar
19. Imitando sonidos diversos
20. Te gusta dejarte el pelo largo: continúa la mentalidad hippie
21. El templo en caos extático
22. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre el Kīrtana y la Música
23. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: El conejo y el león
24. Personal: Su silencio
25. La bocina de Prabhupāda
26. ¿La vida de ca¬sado peligrosa? Dime cuál es el peligro.
27. Quiero regresar a Dios. Quiero ir a Māyāpura
28. Gotitas de néctar: Pues en realidad yo sí soy un embaucador...
29. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre la Producción y Distribución de Libros
30. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: Usted es tan fea que se debería casar con un mono
31. Śrīla Prabhupāda cuenta otra historia: A nosotros nos aconseja Kṛṣṇa o Sus representan¬tes
32. Personal - El masaje de la tarde
33. Eso no es lo que te concierne preguntar
34. Yo no soy ISKCON. Yo soy un miembro de ISKCON
35. El responsable di¬recto soy yo
36. Primero debe lavar todas las ollas
37. Śrīla Prabhupāda dijo: Acerca del dinero
38. Śrīla Prabhupāda cuenta historias cortas
39. Más historias cortas: Los envidiosos siempre encontrarán faltas
40. Más historias cortas: Su aversión a los cambios caprichosos
41. Personal: Bebiendo agua
42. Mucho más que un rey
43. Tú eres ignorante
44. ¿Por qué cambian las flores cada día?
45. Tu enfermedad es incurable
46. Él realmente ve a todo el mundo por igual...
47. Gotitas de néctar: Bhakta Viśvaretā
48. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre el origen de la entidad viviente
49. Personal: Su actitud informal
50. El servicio en separación
1. "Prabhupāda" o "Swamiji"
Sucedió que sólo después de dos años de dirigir ISKCON en América, Śrīla Prabhupāda estuvo de acuerdo en que se dirigie¬sen a él por el título correcto de Prabhupāda en lugar de Swamiji. Ya en 1960, en su pri¬mer volumen del Śrīmad-Bhāgavatam, él había escrito en un significado, «Los devotos pu¬ros cuya única ocupación es la de servir, son honrados con los nombres de Prabhupāda y Viṣṇupāda, los cuales indican que esos devo¬tos son representantes de los pies de loto del Señor» (Bhāg. 1.1.15). Sin embargo, a pesar de que el nombre Swamiji es común y no muy respetuoso, era el único que co¬nocían sus seguidores y se había convertido en un término muy apreciado para ellos. Se dirigían y le oraban a Prabhupāda por ese nombre, «Querido Swamiji». Así que hubo un pe¬queño choque cuando cambió el nombre.
Un devoto, al oír el nuevo nombre de labios del secretario de Śrīla Prabhupāda, no pudo aceptarlo sin preguntarle personalmente a Śrīla Prabhupāda. En la siguiente caminata matutina inquirió:
—¿Swamiji?
—¿Sí? —contestó Prabhupāda.
—Tengo entendido que usted prefiere ser llama¬do Prabhupāda.
Śrīla Prabhupāda se volvió rápidamente.
—¿Dónde oíste eso? ¿Quién te lo dijo?—. Pareció molesto, y enmudeció. Pero después de unos momen¬tos volvió a hablar:
—En realidad yo no prefiero. Pero es mejor.
Entrevista con Aniruddha dāsa
Aquí apreciamos la distinción que se encuentra entre una preferencia caprichosa (que depende de la opinión de uno) y el elevado principio de hacer lo que sea mejor para la ejecución del servicio devocio-nal amoroso al Señor. Para el Swamiji había resultado mejor aceptar el título más honorable: Śrīla Prabhupāda. «Swamiji» fue un agradable nombre para nuestros inocentes días del principio, pero era más adecuado que el fundador-ācārya del movimiento más importante del mundo fuese conocido por su más glorioso y acertado nombre, como Prabhupāda ‘el maestro a cuyos pies se sientan los otros maestros’.
2. Gotitas de néctar - Diamante en el ojo de Prabhupāda
En San Francisco, en 1967, Śrīla Prabhupāda elevó sólo gradualmente las normas de sus seguidores. La mayoría de ellos no eran más que hippies que lo pasaban bien co-miendo y cantando en el local. Justo al lado del templo había una heladería, y en la esquina una cafetería, ambas frecuentadas por los devotos. A menos que hubiese un programa especial en el templo, muchos de los devotos podían ser encontrados en alguno de los dos locales. Por eso, cuando Prabhupāda bajaba de su apartamento, a veces pasaba muy despacio frente a la heladería para ver si algu¬nos de sus seguidores estaban allí. Luego iba a la cafetería y miraba por la venta¬na. Los «devotos» incluso se escabullían ba¬jo sus asientos para no ser localizados por la mirada de Śrīla Prabhupāda. Más de una vez, en la clase de la tarde, Prabhupāda mencionaba que los devotos no van a heladerías ni comen roscas sino únicamente kṛṣṇa-prasāda.
Desde el principio mismo de su prédica en América, Śrīla Prabhupāda solía animar a sus devotos a tomar parte en el éxtasis devo¬cional del canto y el baile. A veces durante las caminatas de las mañanas, le preguntaba a cada de¬voto:
—¿Cantaste anoche?—, refirién¬dose al kīrtana en el templo.
—Traté de hacerlo, pero no había mucho espacio—contestó un devoto.
Gargamuni dijo: —Yo no, porque tenía mie¬do de llorar.
Sin duda alguna, estas obser¬vaciones de sus discípulos contenían emocio¬nes neófitas, sin embargo Śrīla Prabhupāda las contestó seriamente.
—Cuando estés entre personas corrientes no debes llorar, porque ellos no comprenderían —explicó—. Pero cuando te encuentres entre devotos sí puedes llorar, por¬que sabrán que estás llorando por Kṛṣṇa.
Y Prabhupāda mostró también este llan¬to. En una fiesta de domingo, los devotos representaron la obra de teatro de Nārada Muni rescatando al cazador Mṛgāri. Viṣṇujana dāsa hacía el papel de Nārada, y cuando empezó a recitar los versos del Guru-aṣtaka [las oraciones al maestro espiritual] todo el mundo pudo no¬tar algo que brillaba en el ángulo del ojo de Prabhupāda. Tenía una lágrima en el ojo, pe¬ro era particularmente brillante, como un diamante. Después de que Prabhupāda salió del templo, muchos de los devotos comentaron: —¿No viste el diamante en el ojo de Prabhupāda?
Entrevista con Nandarāṇī devī dāsī y Umāpati dāsa
Prabhupāda dio muchas advertencias enérgicas de que tales emociones lacrimosas nunca deben ser imitadas o inducidas; no debemos llorar como los sahajiyās (seudodevotos), cuyas lágrimas lavan los mandatos de las Escrituras. El verdadero llanto está descrito en El Néctar de la Devoción:
En otras palabras, uno de¬be aprender a llorar por el Señor. Debe aprender esa sencilla técnica, y debe estar muy deseoso —y de hecho llorar— para llegar a estar ocupado en un tipo particular de servicio. Eso es llamado laulyam, y esas lágrimas son el precio de la más elevada perfección.
El Néctar de la Devoción, cap IX
3. Controlar la lengua
El sirviente de Śrīla Prabhupāda estaba te¬niendo dificultades en controlar sus sen¬tidos y le pidió a Prabhupāda que le diera una dieta especial. Cuando corrió la noticia de que Prabhupāda había recomendado una dieta, otro devoto se le acercó para un tratamiento similar.
—Prabhupāda, ¿hay algo que yo pueda hacer para controlar la lengua? ¿Hay ciertas cosas que deba evitar, como el azúcar?
Prabhupāda dijo: —El método para con¬trolar la lengua es cantar y orar.
—Bueno —dijo el devoto—, yo estoy cantan¬do y orando, pero aún tengo dificultad.
Prabhupāda se recostó en su asiento y se rió.
—Sí, lo sé —asintió—. Yo también tengo lengua. Puede ser difícil, pero trata de comer lo más simplemente que puedas.
Śrīla Prabhupāda continuó describiendo que en la segunda guerra mundial había habido un bombardeo en Calcuta, justo cuando él se disponía a honrar el prasāda. Sus amigos habían venido corriendo a su casa para avisarle: —¡Abhay Babu, venga pronto! ¡Está sonando la alarma aérea! ¡Están cayendo las bombas!—. Prabhupāda les respondió diciendo que no po¬día ir porque su esposa acababa de preparar unos kacaurīs. Les dijo a sus amigos: —Vayan al refugio. Yo me quedaré aquí—.
Y así, ofreció los kacaurīs, los comió y cantó Hare Kṛṣṇa.
Entrevista con Nanda kumāra dāsa
Prabhupāda di¬jo que tenía lengua, pero no dijo que la tenía descontrolada. El siddhānta de la conciencia de Kṛṣṇa es que la lengua debe ser utilizada en el servicio de Kṛṣṇa: sevonmukhe hi jihvādau. Con los sentidos burdos uno no puede comprender a Kṛṣṇa, Su nombre, Su forma, sino solamente cuando uno purifi¬ca su conciencia ocupándose en el proceso de bhakti-yoga, que comienza por la lengua. Prabhupāda describe este principio superior de renunciación en El Néctar de la Devoción:
Śrīla Rūpa Gosvāmī recomienda entonces que uno no debe estar apegado al goce de los senti¬dos materiales, sino que debe aceptar todo lo agra¬dable que esté en relación con Kṛṣṇa. Por ejemplo, comer es necesario, y uno quiere algunos platos sa-brosos para satisfacer su sentido del gusto. Así, en ese caso, para la satisfacción de Kṛṣṇa en lugar de la satisfacción de la lengua, se pueden preparar unos cuantos platos sabrosos y ofrecerlos a Kṛṣṇa. Entonces esto es renunciación. Se pueden preparar platos agradables, pero a menos que sean ofre¬cidos a Kṛṣṇa uno no debe aceptarlos para comer. Este gesto de rechazar cualquier cosa que no es ofrecida a Kṛṣṇa es realmente renunciación. Y por tal renunciación uno es capaz de satisfacer las de-mandas de los sentidos.
El Néctar de la Devoción, cap. XIV
4. Uno debe tener la cabeza fresca
Una tarde en el Bhaktivedanta Manor (cerca de Londres), Śrīla Prabhupāda estaba sentado en su cuarto con sus discípulos y unos cuantos invitados, in¬cluyendo a una reportera que había venido para entrevistar a Śrīla Prabhupāda. A pesar de la fresca temperatura del verano in¬glés, la reportera estaba vestida con una esca¬sa minifalda. Sus primeras pocas preguntas revelaban una actitud escéptica y un tanto cínica hacia el movimiento Hare Kṛṣṇa. Como de costumbre, Śrīla Prabhupāda contestó de una manera muy ex¬perta y serena. Exasperada en cierta forma y de un modo desafiante, ella sacó a colación la vieja pregunta:
—¿Por qué se rapan?
Śrīla Prabhupāda replicó inmedia¬tamente: —¿Y usted por qué tiene las piernas desnudas?
Ella quedó desconcertada. Entonces Prabhupāda propuso:
—Es me¬jor tener las piernas calientes y una cabeza fresca.
Todo el mundo, incluyendo la re¬portera, se rieron con deleite.
Prabhupāda añadió: —Para comprender esta filosofía de conciencia de Kṛṣṇa uno debe tener la cabeza fresca.
Entrevista con Yaduvara dāsa
5. Pregúntale a la Luna
Durante una caminata matutina en Vṛndāvana, los devotos estaban pre¬guntando a Śrīla Prabhupāda acerca de la Lu¬na. Un pálido borde de la Luna aún podía verse en el cielo, y varios pájaros estaban piando desde los árboles. Prabhupāda dijo: —La Luna está brillando y por lo tanto tiene calor, y sin embargo su efecto so¬bre la Tierra es refrescante.
Viśākhā-devī dāsī era una de las pocas devotas que acompañaban regularmente a Śrīla Prabhupāda en sus cami¬natas, por su profesión de fotógrafa. En esta ocasión, ella dejó de tomar fotografías y caminó más de cerca, para hacer una pregun¬ta a Prabhupāda acerca de este tema.
—Prabhupāda, en un signi¬ficado del Bhagavad-gītā dice que los vegetales tienen sabor gracias a la luz de la Luna. Pero ¿cómo hace la Luna para darle sabor a los ve-getales?
Prabhupāda dejó de caminar para consi¬derar su pregunta. Su comportamiento era maduro y suave, pero su mirada penetraba hacia el interior de sus ojos.
—¿Por qué no se lo preguntas a ella?
Esa fue su única respuesta, y conti¬nuó caminando.
Entrevista con Viśākhā-devī dāsī
La respuesta de Śrīla Prabhupāda fue inesperada. Otra manera experta de enseñar. Una vez cuando un discípulo solicitó demasiada informa¬ción detallada acerca de la naturaleza del mundo espiritual, Śrīla Prabhupāda respondió que «cuando de hecho vayas al mundo espiritual, entonces po¬drás ver por ti mismo estas cosas». Cuando un devo¬to le preguntó por qué el Señor Śiva apareció como Śaṅkarācārya, Prabhupāda contestó: ¬—No tie¬nes ningún derecho a cuestionar las actividades del Señor Śiva—. De esta manera Prabhupāda detecta¬ba y corregía una mentalidad dudosa en el interrogador. Así como la cascada a veces fluye y a veces no, así el devoto puro a veces puede hablar y otras enmudecer o dar una contestación enigmática. En todos los casos aprendemos de él.
6. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre el prasāda
Sobre el prasāda
Respecto al prasāda, los remanentes siempre de¬ben ser comidos si no se han echado a perder o si no han sido tocados por una persona enferma. Nunca debemos desperdiciar el prasāda de Kṛṣṇa; lo mejor es cocinar sólo lo que se requiere y luego dar a cada persona lo que ella quiere. Ese es el sistema védico, que la gente se siente en filas detrás de sus platos y que los que sirven pa¬sen por las filas y pongan en cada plato una muy pequeña porción de alimento, a menos que haya alguna objeción de parte de alguna persona, en cuyo caso no se le da de ese alimento. Luego, si alguien desea más, los que sir¬ven pasan continuamente de arriba a abajo por las filas y dan más a quien lo solicite. De esta manera no se desperdicia nada y cada uno queda satisfecho.
Carta a Kīrtirāja dāsa (27 noviembre 1971)
En la India, Prabhupāda instruía a los devotos acerca de cómo debe comer un caballe-ro y cómo alimentar a los invitados que vienen al templo. Durante las comidas el anfi¬trión debe estar muy atento a las necesidades de su invitado, suministrándole porciones de purīs calientes, agua fresca y más de cada preparación. Debe también ocupar a su invitado en una conversación ligera y relajante, y no en temas pesados que produzcan ansiedad.
Entrevista con Jayapatākā Swami
Prabhupāda decía que el arroz era inútil a menos que fuera servido caliente. También decía que nunca debía ser recalentado, ya que causa un efecto venenoso.
Entrevista con Pālikā-devī dāsī
En lo que se refiere a ofrecer sidra de manzana a Kṛṣṇa, esto sólo se puede hacer si está preparada por los devotos. Los fabri¬cantes de alimentos no toman las debidas precauciones en la limpieza, ni tienen tampo¬co devoción por Kṛṣṇa en sus labores, por lo que no puede ser una ofrenda aceptable. Si puedes hacerla tú misma, entonces estará bien.
Carta a Rukmiṇī-devī dāsī (19 diciembre 1968)
7. Un mendigo y un palanquín
Śrīla Prabhupāda cuenta una historia
Durante sus últimos días en Vṛndāvana, Śrīla Prabhupāda solía ser llevado sobre una silla palanquín para subir y bajar las escaleras. Era su costumbre descan¬sar durante el día en su cama que se encon¬traba en la terraza. Un día, al subir del primer piso a la terraza por la estrecha esca¬lera, Śatadhanya Mahārāja cargaba por los dos mangos la parte posterior del palanquín de Prabhupāda, y otro devoto cargaba el frente. Tamāla Kṛṣṇa Goswami dirigía el gru¬po, y lo seguía Upendra dāsa, llevando la lotā para beber y el cādar de Prabhupāda. De repente Śrīla Prabhupāda empezó a reírse de manera incontrolada. Los devotos estaban asombrados pues Śrīla Prabhupāda estaba muy enfermo y había estado silencioso y se¬rio.
—¿Quieren oír una historia divertida? —preguntó.
—¡Sí, Prabhupāda! —contestaron todos.
—Vayamos arriba. Allí se la contaré.
Mientras Upendra corría para traer su grabadora, los demás llevaron a Śrīla Prabhupāda a la terraza, lo colocaron sobre su ca¬ma y se sentaron a sus pies. El cuerpo de Śrīla Prabhupāda se encontraba extremadamente delgado por los meses de ayuno; se recostó pero si¬guió riéndose.
—Hay un proverbio bengalí —explicó—: Garīb manuś ca chinga khāi hakta gelo gauḍa jāya—. Sólo el decirlo lo hizo reír más. Los devotos permanecían perplejos y a la expectativa.
—Ahora les explicaré —dijo Śrīla Prabhupāda—. Garīb manu. Garīb significa ‘pobre’, y manu significa ‘hombre’—. De nuevo Śrīla Prabhupāda soltó una carcajada, su delicado cuerpo se sacudía y todo su rostro reía.
—Ca chinga khāi —continuó—. Chinga significa ‘salta¬montes’. Khāi quiere decir ‘come’. Así que este hombre pobre no tiene nada para comer excepto al¬gunos saltamontes que encuentra. Garīb manuś ca chinga khāi hakta gelo. Pero hakta gelo, cuando va a evacuar, gauḍa jāya, monta un gran caballo blanco.
Prabhupāda rió fuertemente y todos los devo¬tos se quedaron asombrados. Entonces Prabhupāda se volvió hacia Upendra y le preguntó: —¿Comprendes?
La cara de Upendra se puso roja de incomprensión. Śatadhanya Mahārāja estaba pensando: «Espero que no me pregunte a mí». Śatadhanya se volvió hacia Tamāla Kṛṣṇa Mahārāja y su¬surró: —¿Tamāla, tú entiendes?—. Tamāla Kṛṣṇa Goswami hizo una señal insegura y dijo: —Sí—. Pero permaneció silencioso.
Prabhupāda dijo: —Sólo vean. Garīb manu. Él es un hombre pobre que come só¬lo saltamontes. Pero cuando va a evacuar, monta un gran caballo blanco.
Cuando Prabhupāda vio que no podían en¬tender, explicó más: —Similarmente, yo soy un sannyāsī. Unsannyāsī es un mendigo, un hombre pobre. Yo soy un hombre pobre y sin embargo cuando tengo que ir a dormir, me tienen que llevar cuatro hombres en un palan¬quín.
De esta manera, todos se rieron y dis¬frutaron de la historia de Prabhupāda, pero no tanto como él mismo lo hizo.
Entrevista con Śatadhanya Swami
Él pudo proporcionarnos el bengalí exacto debi¬do a su destreza en el idioma. Una vez, en presencia de Śrīla Prabhupāda y de algunos invitados, inclu¬yendo un hermano espiritual de Prabhupāda, Akiñcana Kṛṣṇadāsa Bābājī, Śatadhanya Swami pudo complacer a Śrīla Prabhupāda con su uso del bengalí. Śatadhanya Mahārāja le dijo en bengalí a uno de los invitados: —¿No podría irse ya? Es que Guru Mahārāja necesita un poco de descanso. Él no está muy bien. Por favor vuelva el próximo martes—. Al oír a Śatadhanya Mahārāja hablar en bengalí, Akiñcana Kṛṣṇadāsa Bābājī (quien siempre se estaba riendo), casi rodó por el suelo en un ataque de risa incontrolable. Le dio a Prabhupāda una pal¬mada en la espalda, y Prabhupāda también empezó a reír. Entonces Prabhupāda se volvió hacia Kṛṣṇadāsa Bābājī y exclamó: ¡kubh bol bāṅglā jāne! [‘¡habla muy bien el bengalí!’]. Después de esto, Prabhupāda y su hermano espiritual siguieron riendo.
8. Pequeño pero grande
Personal
Su altura
Su altura era aproximadamente de un 1,64 m. Un no devoto hubiese dicho «un hombre pequeño». La mayoría de sus discípulos eran más altos que él. Pero ninguno pensaba que era un hombre peque¬ño. Cuando veíamos a los periodistas describirlo como un hombre pequeño, para nosotros eso no tenía sentido. Era obviamente la visión defectuosa del no devoto. (Su sirviente dijo una vez: —Para alguien que supuestamente es pequeño, requieres de toda tu energía para cubrirle la es¬palda al masajearlo. ¡No lo puedes en¬tender!). Sus zapatos eran de tamaño 8, la talla de su suéter alrededor de 36. Las palmas de sus manos eran suaves, de gesto audaz, las líneas de la vida largas y firmes.
Un sentimiento de protección emanaba de sus discípulos debido a que la altura de Prabhupāda era más corta. Queríamos es¬tar seguros de protegerlo porque era tan gran-de, tan valioso, nuestro maestro espiritual. En compañía de los karmīs o de los devotos era regio al caminar con su bastón, de ninguna manera lo hacía como un hom¬bre «pequeño» o «anciano». Sin pensar en su estatura física, cualquier persona se acercaba a Prabhupāda respetuosamente, sometiéndo¬se a él. Prabhupāda era un caballe¬ro, y era tratado casi siempre en esa forma, muy respetuosamente. Dado que al hablar era muy refinado y correcto, él mismo pro¬clamaba su misión con cada una de sus accio¬nes, y la gente podía ver eso por sí misma.
Sus discípulos occidentales, quienes ve¬neraban a Prabhupāda, lo estaban acompa-ñando casi siempre; eso era también impo¬nente. Él no estaba solo, sino con sus sirvien-tes; si se veía pequeño, no obstante controla¬ba a otros que eran altos; por lo tanto, él era más alto que ellos. Tenía fuerza; decía que su mente era fuerte. Su rostro no era pequeño, tampoco lo eran su nariz aristocrática y su ancha boca; sus ojos eran muy grandes. Una vez más, estos contradecían la idea de «hom¬bre pequeño». Era un santo, un sādhu, no «peque¬ño». No se sentaba como alguien pequeño. Su voz era profunda, podía ser áspera, fuer¬te, autoritaria, no pequeña. Su control sobre hombres grandes como Brahmānanda, Jayapatākā, Bhāvānanda, era completo. Su palabra, la manera en que levantaba las cejas, o el movimiento de su boca podían humillar¬los completamente o impulsarlos a correr ha¬cia la acción. Y escribió tantos libros. Él no era pequeño. Pero si así lo quería podía ser como un niño y uno tenía que ocuparse de él por completo: ese era su amor.
Satsvarūpa dāsa Goswami
9. Visita a casa de hindúes
En la India, Śrīla Prabhupāda era frecuen¬temente invitado para asistir a programas en las casas de las personas. A veces estas personas eran muy piadosas y se convertían en de¬votos por el contacto con Śrīla Prabhupāda. En algunos casos ellos querían principalmen¬te bendiciones materiales, salud y prosperi¬dad, a cambio de hospedar a un sādhu y a sus seguidores. En una ocasión Śrīla Prabhupāda, junto con veinte de sus devotos, esta¬ba sentado en la sala de un hindú mientras el hombre presentaba a cada miembro de su familia.
—Esta es mi esposa —dijo el hombre, y la esposa se adelantó, inclinándose ligera-mente y uniendo sus palmas en señal de reverencia. —Este es mi hijo mayor, esta es mi hija y este es mi hi¬jo menor—. Cada uno se adelantó, dijo su nombre, mientras Prabhupāda asentía afable¬mente. —Este es el esposo de mi hija —conti¬nuó el hombre—, y estos son sus hijos—. Cada grupo apareció y salió rápidamente. Final¬mente, todos los miembros habían sido pre¬sentados y se habían marchado, dejando mo¬mentáneamente a Śrīla Prabhupāda solo en la habitación con sus devotos. Con un gesto confidencial, Prabhupāda en voz baja les dijo a sus discípulos:
—Esta es mi vida sexual.
Entrevista con Daivīśakti-devī dāsī
Si uno piensa que estas palabras de Prabhupāda son demasiado cortantes, debe buscar en el Śrīmad-Bhāgavatam las declaraciones de Jaḍa Bharata, Nārada Muni o Prahlāda Mahārāja, donde se hace una estimación similar de la vida de familia. La vida doméstica y la formación de una familia pueden ser tomados con un espíritu de servicio devocional puro, pero si un sādhu genuino como Śrīla Prabhupāda, en una si¬tuación particular, llama al pan pan y al vino vino, na¬die debe sentirse ofendido.
10. Como si acabara de conquistar un imperio
Śrīla Prabhupāda dijo en una ocasión que cada vez que uno de sus manuscritos era impreso y publicado como libro, él sentía como si acabara de conquistar un imperio. Y así para sus discípulos era también una oportunidad de asociación íntima el poder preparar sus libros para imprimirlos y traerle por adelantado una copia recién salida de la im¬prenta.
Cuando se publicó la segunda parte del Séptimo Canto del Śrīmad-Bhāgavatam, Śrīla Prabhupāda estaba hospedado en el templo de ISKCON de la ciudad de Nueva York. Rā-meśvara Swami y Rādhāvallabha habían ido al aeropuerto y habían recibido las dos pri-meras copias por flete especial. Eran cerca de las 2 de la mañana cuando regresaron al templo. De¬seosos de presentar el libro a Prabhupāda, tomaron el ascensor hasta su habitación en el piso once. Había luz en la sala de estar. Abriendo silenciosamente la puerta, des¬cubrieron que él no estaba ahí. Se dirigie¬ron de nuevo al vestíbulo y vieron la luz encendida en el cuarto de baño. Con regocijo infantil, controlando apenas sus risas, cada uno escondió un libro detrás de su es¬palda y, sonriendo, esperaron para presentárselo a Prabhupāda. Cuando Prabhupāda salió, los vio y dijo: —Oh, ¿están aquí?—. Notó que estaban sosteniendo algo detrás de sus espal¬das y que estaban tratando de controlar sus sonrisas. —¿Tienen algo para mí? —dijo, co-rrespondiendo perfectamente al humor de sus devotos. Entonces caminó hacia la sala de estar, miró sobre su hom¬bro de manera juguetona y los invitó: —¡Ven¬gan!
Cuando le mostraron los libros, Śrīla Prabhupāda exclamó: —¡Aaah!—, tomó uno de inmediato, y tocó su cabeza con él. Miró la cubierta y luego dio vuelta al libro y miró la cobertura de atrás. Abrió la primera página y leyó en voz alta el epígrafe selecciona¬do. Examinó detenidamente la introducción, página por página y luego miró cuidadosamente todas las láminas. Entonces Śrīla Prabhupāda empezó a leer el libro en voz alta, desde el capítulo «Prahlāda apacigua al Señor Nṛsiṁhadeva con oraciones». La jubilosa fiesta de presen¬tación se unió al éxtasis de una lectu¬ra del Bhāgavatam por Śrīla Prabhupāda. Continuó leyendo durante cerca de cuarenta minutos, aparentemente inconsciente de to-do lo demás.
Entrevista con Rāmeśvara Swami
11. No somos doctor-dāsa sino Kṛṣṇa-dāsa
Había muchos inconvenientes a los que Prabhupāda debía hacer frente debi¬do a su edad avanzada y a las enfermedades, pe¬ro nunca fue afectado en su pura conciencia de Kṛṣṇa. Incluso externamente, con frecuencia rehusaba a ceder a los dictados de sus males, diagnosticados como diabetes, mala digestión y muchos otros. Él o sus seguidores hacían venir doctores, pero él rara vez tomaba sus recetas o seguía sus regímenes alimenticios. No era lo que se puede llamar un buen paciente.
Cuando se encontraba en Nueva York un médico alópata de la India lo visitó y le dejó sobre el escritorio medicinas y antibióticos; Prabhupāda fue cortés y agradable. Pero su sir¬viente Hari-śauri estaba dudoso.
—¿De verdad va a tomar esas medicinas? —le pre¬guntó.
Prabhupāda dio unas palmaditas sobre las pastillas y dijo, sin comprometerse: —Ya vere-mos—. Pero nunca las tomó. Los de¬votos empezaron a pensar que Śrīla Prabhupāda consultaba a los médicos sólo para comprometerlos en servicio devocional.
Se rebelaba contra las severidades en su dieta, aun cuando estaba bastante enfermo. En la India, un kavirāja (médico ayurvédico) instruyó que Prabhupāda no podía comer arroz, papas, azúcar y ciertas frutas. Cuando Prabhupāda llamó a su cocinera en Vṛndāvana, Daivīśakti-devī dāsī, y le pidió que hiciese punjāb bolī, (un sabjī picante de papas) ella le recordó respetuosamente: —Pe¬ro Prabhupāda, usted no puede comer papas—. Prabhupāda lo soportó por varios días y luego echó abajo la orden. Exigió su antigua comida de arroz, dāl, capātīs y sabjī. En esa ocasión otro de sus bien intencionados sirvientes, Upendra, intervino: —Prabhupāda, el doctor prescribió que no comiera todas estas cosas. Se va a enfer¬mar.
Prabhupāda contestó: —No somos doctor-dāsa sino kṛṣṇa-dāsa—. Así que a partir de entonces reanudó su dieta normal.
En Māyāpura, su cocinera Pālikā-devī dāsī intentó una disciplina aun más estricta, basada en las instrucciones de un famoso kavirāja de Calcuta. En este caso, Prabhupāda debía seguir un horario complicado por el cual to¬maría pastillas, comería y bebería sólo a ciertas horas. Eso fue en el año 1977, cuando Prabhupāda estaba tan enfermo que rara vez ba¬jaba al templo para dar clases, ni pa¬ra una caminata matutina. Una tarde, Änakadundubhi dāsa —desconocien¬do el ajustado horario de Prabhupāda para comer y beber— le trajo, como de costumbre, un dob (agua de coco) para beber. A pesar de que Prabhupāda sabía muy bien que no de¬bía tomar nada a esa hora, aceptó el dob cal¬madamente y lo vació en su taza. Pero justo cuando empezaba a beberlo, Pālikā llegó y lo amonestó: —Śrīla Prabhupāda, usted no debía tomar nada...
Prabhupāda se volvió desafiante: —¿Quién lo dijo?—, e inmediata¬mente se tomó toda la taza de jugo, aunque normalmente su costumbre era sorberlo lentamen¬te. Y exclamó: —¡Toda mi vida he hecho lo que he querido!
Entrevistas con Daivīśakti-devī dāsī,
Rādhāvallabha dāsa y Änakadundubhi dāsa
12. Cualquier medicina que funcione, úsala.
Varios devotos aconsejaron a Satya nārāyaṇa dāsa que sería importante hacer un serio estudio del Äyur Veda. Satya nārāyaṇa estaba viviendo en Florida, pero planeaba ir a la India para comenzar el estudio de medicina védica. Había escrito a un kavirāja de Calcuta, a quien también Prabhupāda veía a veces, y el kavirāja había contestado consintiendo en aceptar a Satya-nārāyaṇa como su estudiante.
Al llegar a Māyāpura, Satya nārāyaṇa fue a ver a Śrīla Prabhupāda, quien en ese mo¬mento estaba recibiendo un masaje en la terraza del edificio. A los primeros intentos de su discípulo para explicarle el proyecto de Äyur Veda, Śrīla Prabhupāda levantó la mano y dijo: —Oh, ahora estoy muy cansado—. Parecía que no solamente estaba cansa¬do, sino que no estaba particularmente incli¬nado a escuchar. Al cabo de un día o dos, Satya nārāyaṇa logró obtener otra entrevista. Esta vez entró en el cuarto de Śrīla Prabhupāda, le ofreció sus daṇḍavats, y explicó las cosas un poco más. —Puedo quedarme aquí en Calcuta como pūjārī. El doctor se en¬cuentra a sólo dos kilómetros de aquí, y puedo es¬tudiar bajo su dirección. Tengo permiso de mi GBC.
Prabhupāda lo interrumpió: —No, eso no es muy importante—. Y desvió la mirada. Satya nārāyaṇa no podía creer que se daba por supuesto que tenía que aceptarlo sin más comentarios. Que¬ría una respuesta y una razón, así que se sentó silenciosamente mirando a Prabhupāda. Prabhupāda se volvió hacia él amablemente. —No estamos interesados en estudiar estas di¬ferentes ciencias. Cualquier medicina que funcione, úsala. En reali¬dad, la medicina occidental está muy avanza¬da. Así que no hay razón para estudiar es¬ta. Queremos volvernos brāhmaṇas—. Prabhupāda apuntó hacia El Libro de Kṛṣṇa so¬bre su escritorio y dijo: —Tú simplemente lee mis libros. ¡Eso es lo que debes hacer!
Satya nārāyaṇa se sintió satisfecho y di¬jo: —Gracias, Prabhupāda.
Prabhupāda contestó fuertemente: —¡Hare Kṛṣṇa!—. Y ese fue el final de la carrera de Satya nārāyaṇa como médico ayurvédico.
Entrevista con Satya nārāyaṇa dāsa
Satya nārāyaṇa piensa que Prabhupāda elogió la medicina occidental «sólo para empujarme a la con¬ciencia correcta». La verdadera convicción de Prabhupāda era más parecida a la que presenta Prahlāda Mahārāja en el Śrīmad-Bhāgavatam: «Sean cuales fuesen los remedios que acepten, aunque beneficiosos, en realidad son transitorios. Por ejemplo, un padre y una madre no pueden proteger a su hijo, un médico no puede aliviar al pa¬ciente que sufre, y un barco no puede salvar al que se ahoga en medio del océano» (Bhāg. 7.9.19). Y Śrīla Prabhupāda escribe en el significado de este verso: «A me¬nos que uno se encuentre protegido por la miseri¬cordia del Señor, ningún posible remedio dará resultado. Consecuentemente uno debe depender totalmente de la misericordia sin causa del Señor. Es evidente que en la vida cotidiana tenemos que tomar algunas medidas de protección, pero nadie puede proteger a alguien que ha sido desatendido por la Suprema Personalidadde Dios».
13. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre la Educación de los Hijos
Śrīla Prabhupāda dijo
Sobre la Educación de los Hijos
Hablé con Su Divina Gracia Śrīla Prabhupāda sobre el contenido de tu carta. Śrīla Prabhupāda declaró que nuestrosgṛhasthas deben simplemente cantar cincuen¬ta rondas antes de concebir un hijo. Prabhupāda dijo: —No queremos todos esos rituales. Cantar Hare Kṛṣṇa es nuestra única ocupa¬ción. De acuerdo con el Manu-saṁhitā ustedes son todosmlecchas y yavanas. Ustedes no pueden tocar el Manu saṁhitā; qué decir de traducirlo. Así que si tratas de seguir elManu saṁhitā, entonces te volverás un mleccha y un yavana y entonces tu carrera se habrá terminado.
Carta a Madhusūdana dāsa (19 mayo 1977),
escrita por el secretario de Prabhupāda en su nombre
Tengo entendido que estás esperando un hermoso hijo para educarlo en la conciencia de Kṛṣṇa. Con respecto a es¬to, debes evitar cualquier alimento con¬dimentado, mientras el niño se encuen¬tre dentro del vientre. En lo que se refiere al parto natural, un alumbramiento natural es posible si nos mantenemos en forma natural. Y hasta donde yo sé, una mujer encinta no debe comer ali¬mentos picantes, viajar en auto, ni sentarse ociosa. Debe mo¬verse y hacer algún trabajo físico. Estas son las reglas y regulaciones generales que he visto en la India. Allá tienen partos naturales. Pero en lo que respecta a tu país, y especial¬mente a la situación de las mujeres allí, es algo diferente. No puedo decir de manera concluyente lo que debe hacerse. Bajo tales circunstancias, lo mejor que se puede hacer es consultar a un doctor, como lo hacen de costumbre. Y después de todo, Kṛṣṇa es el Amo definitivo, si mantienes hábitos naturales y dependes de Kṛṣṇa, entonces todo será favorable, sin ninguna dificultad.
Carta a Satyabhāmā-devī dāsī (24 mayo 1969)
Preguntas si los niños deben ser lle¬vados a los médicos normales. ¿Por qué no? Claro, no podemos confiar siempre en que estos doctores puedan estar haciendo lo correcto, pero ¿qué se puede ha¬cer? El principio que guíe nuestra actividad debe ser el de hacer lo que sea favorable para complacer a Kṛṣṇa. Así que si tu hija necesita atención médica a fin de estar apta para servir a Kṛṣṇa, entonces re¬sulta simplemente práctico que ella reciba esa atención. Lo mismo que el gobierno te está dan¬do dinero, ¿por qué no usarlo para Kṛṣṇa? Lo único que debes evitar es estafarlos reclamando algo falso para obtener di¬nero. Entonces arriesgaríamos nuestra muy alta reputación como personas piadosas. Pe¬ro si el gobierno está dispuesto a darnos dinero y co¬mida, entonces por supuesto que debemos acep¬tar.
Carta a Lalita-kumāra dāsa (22 noviembre 1971)
Respecto al problema de traer los niños a la clase, me permito informarte que nuestros niños nacidos de padres conscientes de Kṛṣṇa son todos bienvenidos, y que más bien quiero cientos de niños así, por¬que el niño es el padre del hombre y en el futuro pensamos cambiar la superficie del planeta. De todos modos, he visto a M. criar a su hijo con tanto esmero que ella asistía diariamente a mis clases y el niño jugaba, no lloraba. Similar¬mente, el hijo de L. nunca llora ni perturba en la clase. L. siempre estaba pre¬sente con su niño, así es que esto depende de la madre. Debes buscar la manera en que el niño esté confortable, para que no llore. El niño llora solamente cuando se siente incómodo. La comodidad o incomodidad del niño depen¬de de la atención de la madre. Así que la solu¬ción es entrenar a nuestros bebés de tal ma¬nera que se encuentren siempre satisfechos, y entonces no habrá desorden en la clase. Entonces no habrán quejas. Pero no puede haber nin¬guna regla severa y precipitada de que sólo los ni¬ños mayores de siete u ocho años puedan ser admitidos y que ningún otro niño pueda ser aceptado. Eso no es posible, y yo no voy a aprobar ninguna regla semejante. Más bien recibiré con gusto al bebé desde el prin¬cipio, a fin de que la vibración trascendental pueda entrar en su oído, y desde el comienzo mismo de su vida se purifique. Pero por supuesto que no se puede permitir a los niños que perturben la clase con su llanto, y es responsabilidad de las madres el mante-nerlos cómodos y no perturbar la reunión.
[...] ¿Por qué los padres no deben sentir apego por sus hijos? Eso es natural. Pero nuestro afecto no es sentimen¬tal; ofrecemos a nuestros niños la más grande oportunidad de poder ser entrenados desde temprana edad en la conciencia de Kṛṣṇa a fin de garantizar su éxito en esta vida y con seguridad regresar a Dios. Eso es verda¬dero afecto, asegurarme de que mi hijo regre¬se a Dios; esa es mi verdadera responsabili¬dad como padre. Y he visto que el gurukula ofrece esta oportunidad más que ningún otro lugar. Así que pienso que tú eres una chica inteligente, y puedes explicarlo a las demás de esta manera.
Carta a Satyabhāmā-devī dāsī (23 marzo 1973)
14. Cuenta una historia: La lámpara de cristal
Śrīla Prabhupāda cuenta una historia
Cuando Śyāmasundara dāsa estaba a cargo de ISKCON en Inglaterra, compró unas lámparas de cristal muy caras. Costaron tres¬cientas libras, y los devotos tuvieron que devolverlas porque no pudieron hacer tal gasto. En esta ocasión, Prabhupāda habló sobre las lám¬paras de cristal. Dijo: —Esto me recuerda la historia de un nawāb. Nawāb significa ‘rico’. Tiene tanto dinero que no sabe qué ha¬cer con él. Un nawāb hizo que su sirviente limpiara una gran lámpara de cristal. Mientras el sirviente estaba limpiando la lám¬para, se cayó uno de los cristales, y cuando se estrelló contra el suelo de mármol hizo un extraño tintineo, que el nawāb oyó desde su cuarto. El nawāb salió corriendo y pre¬guntó: —¿Qué fue ese sonido?
El sirviente quedó petrificado y pidió perdón.
—Lo siento —se excusó—, cuando estaba limpiando la lámpara, uno de los cristales se cayó y se hizo pedazos en el suelo. Lo siento mucho.
El nawāb dijo: —No, no, ese sonido fue muy agradable. Tira uno más.
Así que el sirviente quebró otro cristal sobre el suelo. —Muy agradable sonido —dijo el nawāb—. Tira otro—. Y así el sirviente fue tirando cada uno de los cristales de la lámpara contra el suelo. Dado que el nawāb tenía tanto dinero a su dispo¬sición, podía hacer cualquier cosa que quisie¬ra.
—Similarmente —dijo Śrīla Prabhupāda—, Śyāmasundara piensa que tiene tanto dine¬ro que simplemente puede tirarlo...
Entrevista con Vicitravīrya dāsa
15. Personal: Su espíritu de prédica
Personal
Su Espíritu de Prédica
Al atardecer quería ver invitados. No¬sotros sugerimos que no viera gente que le hiciera perder su tiempo, y estuvo de acuerdo. Pero entonces se enojaba con noso¬tros porque impedíamos que la gente lo viera, porque él vivía para predicar. Sentía que su de¬ber era predicar. Prabhupāda era autosatisfe¬cho, no una persona inquieta o aburrida. Más bien si el lugar estaba demasiado calmado, sin ninguna prédica, él prefería ir adonde hubiera algo de acción. Esto era también una ma¬nifestación de su deseo por realizar tanto co¬mo fuera posible. Prabhupāda ya estaba rea¬lizado en términos de autorrealización y de amor por Kṛṣṇa; por lo tanto, sus viajes eran sólo para el beneficio de los demás.
Sentía que debía viajar, y siempre se es¬taba moviendo. Cuando llegaba a un lugar, de inmediato estaba listo para ver a la gente de la localidad. El sitio se llenaba, y él predi¬caba durante horas. Este rasgo del compor¬tamiento de Prabhupāda era muy asombro¬so. Día y noche la gente entraba a su habita¬ción, a veces unos cuantos, otras veces mu¬chos. Prabhupāda les hablaba siempre acerca de Kṛṣṇa. Hablaba sobre la base del Bhagavad-gītā, escogiendo algunos versos para citarlos, contestando preguntas, predicando tanto como en sus clases. Las charlas informales eran menos usuales. Muchas de sus charlas en los últimos años fueron grabadas. Él pre¬dicaba, predicaba y predicaba. Durante horas sin interrupción, seguía predicando la filoso¬fía básica, manteniendo el sitio lleno de gen¬te, luego tomando un poco de prasāda y distribuyéndolo.
Cuando viajaba a ciertos lugares como Europa, donde podía hablar con mucha gen¬te y llevarlos hacia el servicio devocional, se encon¬traba especialmente animado para predicar. Predicar significaba estimular a los discípulos del templo que visitaba, y significaba también escribir sus libros. También significaba su espíritu de mantener y expandir ISKCON en todas sus actividades. No podemos describir las glorias completas de su espíritu de prédica. Su entusiasmo era ili¬mitado y todavía hoy está alimen¬tando a todos los predicadores de ISKCON.
Incluso cuando se sentía muy enfermo, o cuando la gente a la que estaba hablan¬do era de clase baja o carecía de interés, o cuan¬do su cuerpo estaba muy gastado, o aunque tuviera que interrumpir su horario para predicar, cuando dentro de su ISKCON había dificultades para continuar, aun así su prédica conti¬nuaba. Sentado en su escritorio bajo, hablan¬do, a veces sus ojos agrandándose, otras veces sus manos gesticulando, tomando agua, cantando japa casi en silencio cuando no hablaba, o poniendo toda su atención en algún invi¬tado especial para desarrollar con él un argumento completo, Prabhupāda estaba ab¬sorto en sus puntos de prédica, a pesar de que había insistido en esos puntos millones de veces. Él no era sólo un erudito, sino un devoto puro que trataba de convencer a todo el mundo de que debían cambiar, el mundo entero tenía que cambiar, o sufrirían las conse¬cuencias.
Satsvarūpa dāsa Goswami
16. Dominado por emociones extáticas
No sucedía frecuentemente, pero a ve¬ces Śrīla Prabhupāda era dominado por emociones extáticas mientras daba una clase. Por ejemplo, había sucedido en el local de San Francisco cuando Prabhupāda estaba describiendo el sentimiento de separación del Señor Caitanya por Kṛṣṇa. También había sucedido en Gorakhpur (India), cuando Prabhupāda estaba sentado ante las Dei¬dades de Rādhā Mādhava, contando pasa¬tiempos de Kṛṣṇa. Una vez más había sucedi¬do en Los Ángeles durante una clase. Estaba diciendo que sus discípulos eran jóvenes y tenían gran oportunidad de predicar, mien¬tras que la vida de él no tenía valor alguno por¬que «soy un hombre viejo que puede morir en cualquier momento». Tan pronto como pronunció estas palabras, Prabhupāda enmudeció y hubo un cambio muy perceptible en su conciencia. A algunos de los devotos que presenciaron estos estados les pareció que de repente el mundo espiritual se había abierto directa¬mente frente a la visión de Prabhupāda y que Kṛṣṇa se estaba comunicando con él de una ma¬nera que le hacía incapaz de hablar.
Una vez, después de que sucedió lo mismo frente a una gran asamblea de devotos en Māyāpura, los devotos le preguntaron a Śrīla Prabhupāda acerca del comportamiento que ellos debían tener en tales ocasiones. En esa ocasión, cuando Prabhupāda se quedó absorto, toda la congregación se quedó silenciosa y sin aliento, esperando una clave de su maestro espiritual. De repente uno de los sannyāsīs rompió el silencio y empezó a cantar «nama oṁ viṣṇu-pādāya...» Al prin¬cipio nadie siguió su canto, pero cuando per¬sistió, gradualmente otros se unieron a él, y en-tonces Prabhupāda salió de su trance medita¬tivo. Más tarde hubo un fuerte desacuerdo entre los devotos sobre el comportamiento del sannyāsī. Algunos decían que había sido ofensi¬vo. Finalmente el asunto llegó hasta el secre¬tario de Prabhupāda, Brahmānanda Swami, a quien se le pidió que pusiese en claro el asunto preguntándole a Prabhupāda.
Brahmānanda Swami le preguntó a Śrīla Prabhupāda si se acordaba de cómo esa mañana se había quedado en un profundo silencio durante la clase. Śrīla Prabhupāda contestó tímidamente, casi avergonzado: —No hago eso muy a menudo.
—Pero cuando sucede —insistió Brahmānanda Swami—, ¿qué debemos hacer?, ¿debemos permanecer en silencio, o cantar japa?
Prabhupāda respondió: —Sí, canten. Simplemente canten Hare Kṛṣṇa. Eso está bien.
Brahmānanda entonces preguntó si lo que había hecho el discípulo sannyāsī esa mañana, cantar, estaba bien.
—Sí —dijo Prabhupāda—, estuvo bien—. Prabhupāda trató toda la ocasión como algo más bien insignificante, y así insinuó a sus devotos que no debían involucrarse en la especulación. Claro está que no podían olvi¬dar lo que habían visto, pero no debían ha¬cer una gran cosa sobre el hecho de que Prabhupāda entrara en éxtasis. Había ocurri¬do, pero ese no era su principal método de precepto o de ejemplo. Y cantar Hare Kṛṣṇa en tal momento estaba bien.
Entrevistas con Satsvarūpa dāsa Goswami,
Śrutakīrti dāsa y otros
17. ¿Por qué ser un kṛpaṇa (avaro)?
Mahābuddhi dāsa habla de la primera vez que se encontró con Śrīla Prabhupāda. En ese entonces su nombre era Randy, y tenía el pelo rubio y largo. Era jugador de fútbol americano en la Universidad de San Diego, y sus padres eran ricos. Había estado partici¬pando en el kīrtana congregacional en Los Ángeles cuando el secretario de Śrīla Prabhupāda lo invitó a subir a la habitación de Prabhupāda. A Randy le agradó la idea, pero cuando entró en la pequeña habitación de Prabhupāda, descubrió que era el único invitado.
Śrīla Prabhupāda estaba sentado en su escritorio, rodeado por sannyāsīs y algunos GBC, y ninguno de ellos conocía a Randy. Mientras Randy trataba de reunir to¬do su ingenio acerca de tal situación, Prabhupāda empezó a predicar, mirándolo directa¬mente, y diciendo: ¬—¿Por qué ser un kṛpaṇa? Y Randy pensó: «¿Qué será un kṛpaṇa?». Śrīla Prabhupāda contestó: —Kṛpaṇa significa ‘avaro’—. Randy pensó en la riqueza de su fami¬lia y en los planes que él y sus padres tenían sobre cómo usarla. Prabhupāda siguió ha¬blando de la mentalidad kṛpaṇa, y para en-tonces Randy tenía la clara impresión de que Prabhupāda estaba hablándole a su mente y derrotando cada uno de sus argumentos desafiantes. Era como una conversación en¬tre los pensamientos rebeldes de Randy y las aplastantes respuestas verbales de Prabhupāda.
—Porque Kṛṣṇa te ha dado algo de habili¬dad, riqueza y opulencia —dijo Prabhupāda mirando a Randy, quien estaba sentado con¬tra la pared— consecuentemente tú lo de¬berías usar en el servicio de Kṛṣṇa. Si lo usas solamente para tu complacencia sensual per¬sonal, eso es simplemente mezquino. Si no tomas la conciencia de Kṛṣṇa arruinarás tu forma humana de vida.
Śrīla Prabhupāda continuó explicando el proceso del servicio devocional, y Randy se las arregló para recuperar un poco de su or¬gullo y de sus medios de defensa. Empezaba a sentirse insultado por el hecho de que Prabhupāda le hubiese dicho avaro. Randy admitía que Prabhupāda parecía haber leído su men¬te. Pero si Prabhupāda fuese en realidad perfecto, debía conocer el futuro. De esta ma¬nera, Randy empezó a sentir que su orgullo acostumbrado regresaba. Pero, como en res¬puesta a estos pensamientos, de repente Prabhupāda pidió su edición completa del Śrīmad-Bhāgavatam y empezó a leer en voz alta las predicciones del Canto Doce para la hu-manidad degradada de la era venidera, la era de Kali.
—Los hombres considerarán que usar el pelo largo significará ser bello —dijo Śrīla Prabhupāda. Cuando Randy oyó eso, empe¬zó a temblar. Se sentía aturdido. Pensó den¬tro de sí: «Me ha vencido por completo».
Entrevista con Mahābuddhi dāsa
18. Gotitas de néctar
Gotitas de néctar
Cuando Śrīla Prabhupāda viajaba en avión sus sirvientes llevaban sus platos de plata y le servían comidas completas. Sus discípulos solían cocinar para sus viajes mucho más de lo que él comía. Una vez Śrīla Prabhupāda pidió el prasādajusto antes de que despegara el avión. Las azafatas estaban haciendo los preparativos para el despegue, pero el sirviente de Śrīla Prabhupāda le trajo su prasāda, que había sido cocinado recientemente en el templo. Prabhupāda estaba sentado solo, impasible; los demás pasajeros lo miraban mientras se abrochaban los cinturones y ponían sus bandejas y asientos en posición vertical. De alguna forma las azafatas no insistieron en que Prabhupāda siguiera las indicaciones, y así continuó comiendo calmadamente mientras que el jet tomaba velocidad sobre la pista. Su sirviente detenía las tazas ansiosamente, mientras Prabhupāda comía su alimento sin la menor advertencia o cuidado por lo que le rodeaba. Solamente cuando el avión estaba ya muy alto en el aire, Prabhupāda terminó de comer. Volviéndose a su sirviente, le dijo: —Está bien, ya te pue¬des llevar esto.
Entrevista con Śrutakīrti dāsa
En uno de los festivales internacionales de ISKCON, en Vṛndāvana, Śrīla Prabhupāda rechazó el canto de uno de sus discípulos. Anteriormente el devoto había sido cantante en un grupo de rock, y sus kīrtanas eran muy apre¬ciados por algunos de los devotos, especial¬mente por los del templo de la ciudad donde él vivía. Pero cuando empezó a conducir el guru pūjāen presencia de Prabhupāda con un profe¬sionalismo ostentoso, ha¬ciendo que la canción sonase como una bala¬da de Rock'nroll, esto no le gustó a Prabhupāda. Movió la cabeza e indicó que algún otro devoto dirigiera el canto. El «gran» cantante de kīrtana fue devastado por el rechazo, otra forma de la misericordia de Prabhupāda.
Entrevista con Bahūdak dāsa
Durante un cierto tiempo en Māyāpura, dos mujeres bengalíes estuvieron cocinando un gran banquete de veinticinco preparacio¬nes y enviándoselo a Śrīla Prabhupāda a la hora de su comida. Pero él estaba tomando muy poco prasāda. —Estoy comiendo con los ojos —reía. Entonces des¬cribió cómo en el pasado, los aristócratas bengalíes se invitaban unos a otros para las comidas. Uno prepara¬ba un enorme y suntuoso banquete, y el otro venía y apreciaba la manera tan agradable en que había sido cocinado y arreglado. El invi¬tado simplemente miraba las preparaciones y de¬cía: ¬
—Oh, muy bien hecho—. Luego los sirvientes se comían el banquete.
Entrevista con Pālikā-devī dāsī
19. Imitando sonidos diversos
Śrīla Prabhupāda era muy bueno para imitar los sonidos de hombres, animales o máquinas. No lo hacía con burdas manipula¬ciones guturales (como lo hacen los imitadores modernos) sino usando sonidos onomatopéyicos y hasta fonemas sánscri¬tos. Y siempre hacía esto para probar un punto de conciencia de Kṛṣṇa.
Una vez, en Beverly Hills, Śrīla Prabhupāda hizo una demostración completa de onomatopeyas. Él estaba solo, escribiendo, cuando su sir¬viente entró en el cuarto. Prabhupāda empe¬zó a hablar: —Existen tantos sonidos materia¬les. Justamente ahora estaba escuchando, y pude oír la autopista—. Entonces Prabhupāda imitó a los automóviles. El sonido que hizo dio una impresión exacta de cómo suenan los autos en la autopista. Podría ser escrito «guoom guoom», pero realmente ni siquiera imitándolo sería posible volver a capturar ese sonido, qué decir escribiéndolo. El sonido de los automóviles de Prabhupāda incluía también una crítica a los esfuerzos ridículos de los apresurados karmīs en las autopistas.
—Y por el callejón viene el camión de la basura —dijo Prabhupāda. Entonces hi¬zo otra imitación perfecta de un camión. —También oigo a esos pájaros —dijo—. Y alguien de por aquí cerca tiene gallos—. Prabhupāda dio entonces una versión totalmente perfecta del «quiquiriquí».
—Pero un día... —dijo Prabhupāda, y se quedó completamente callado. Toda esta conversación se estaba llevando a cabo muy de mañana en el cuarto de Prabhupāda, por lo tanto cuando se quedó en silencio pareció que todo el mundo había enmudecido. Prabhupāda repitió: —Y entonces un día... —y de repente imitó la explosión de una bomba.
—Explotará la bomba atómica y todo se habrá acabado.
Entrevista con Nanda kumāra dāsa
20. Te gusta dejarte el pelo largo: continúa la mentalidad hippie
Una vez, en Vṛndāvana, Prabhupāda no¬tó que algunos de sus discípulos varo¬nes se estaban dejando crecer el pelo. Varios de ellos tenían sus razones para dejárselo cre¬cer, así que Prabhupāda no había dicho nada, pero un día en presencia de su sir¬viente Hari śauri y de Bhāgavata dāsa, Prabhupāda expresó su desagrado.
Volviéndose hacia Bhāgavata le dijo: —Te ves muy hermoso dejándote el pelo largo. ¿Cuál es tu explicación?
—Oh —replicó Bhāgavata—, me aconsejaron que como iría a los países europeos, sería ne-cesario que me lo dejara crecer.
—Pero si han ganado el juicio conservando la cabeza rapada —dijo Prabhupāda, refiriéndose a un caso reciente en la corte de Nueva York.
—Yo les pedí consejo a los devotos —dijo Bhāgavata— sobre si debía raparme o dejarme crecer el pelo—. Bhāgavata estaba a punto de decir más, pero Prabhupāda lo interrumpió.
—¿Qué es ese consejo disparatado? ¿De quién es ese consejo de sinvergüenza? Al dejarte crecer el cabello te vuelves hermoso. Esa mentalidad de dejar crecer mucho el cabello está fuera de todo consejo. Toda la sociedad nos conoce por nuestras cabezas rapadas.
Hari śauri trató de explicar su propio ca¬so: —Hace aproximadamente tres semanas que yo...
Pero Prabhupāda lo inte¬rrumpió: —Por lo menos cada quince días. Por lo menos—. Y Śrīla Prabhupāda se volvió de nuevo hacia Bhāgavata: —Hace seis años antes de ir a Europa, te estabas dejando el pelo así. «Oh, es que debo ir a Europa». Yo lo he visto. Te gusta dejarte el pelo largo: continúa la mentalidad hippie.
Hari śauri dāsa, diario y cintas grabadas
21. El templo en caos extático
Śrīla Prabhupāda siempre repartía galletas desde el vyāsāsana, pero una vez en una de sus visitas a Nueva Vṛndāvana repartió el prasāda completo directa¬mente del plato de las Deidades. Rādhānātha dāsa sentía un fuerte deseo de acercarse a Śrīla Prabhupāda con el plato de las Deida-des, inmediatamente después de haberlo ofrecido a Rādhā Vṛndāvanacandra, así que lo mejor era que se acercara al vyāsāsana de manera decidida. Primero lo detuvo el secretario de Śrīla Prabhupāda, Puṣta Kṛṣṇa, quien le pre¬guntó: —¿Dónde están las galletas?—. Rādhānātha le respondió que no habían, que sólo tenían este plato de las Deidades.
—Olvídalo —repuso Puṣta Kṛṣṇa—, no se pue¬de repartir esa clase de prasāda—. Entonces Rādhānātha se las arregló para acercarse a Prabhupāda desde el otro lado. Cuando Śrīla Prabhupāda vio el plato, sonrió, lo alzó y tomando la cuchara empezó a probar cada preparación. Levantó una cucharada de arroz dulce, lo probó y luego empezó a dis¬tribuirlo, una cucharada en cada mano. Había más de cien devotos presentes, y se precipitaban hacia adelante, a diferencia de sus usuales filas for¬males para recibir una galleta. Prabhupāda fue de preparación en preparación, comien¬do unas cuantas cucharadas de sabjī y luego distribuyéndolo a las manos apremiantes y extendidas. Después de terminar cada prepa¬ración, también regalaba el bol de plata. Finalmente, lo único que quedaba eran dos grandes gulāb-jamūns.
Śrīla Prabhupāda levantó una. Los niños empezaron a gritar: —¡Prabhupāda, Prabhupāda, démela a mí!¬—. Y los adultos: —¡Prabhupāda, a mí, a mí!—. Śrīla Prabhupāda se tomó su tiempo, mirando sonriente a todos los devotos y al final movió la cabeza: —No—, y la mordió. El jugo de la gulāb-jamūn salpicó, mojando a algunos de los devotos que se encontraban cerca, quienes empezaron a bailar y a gritar. Des¬pués de dos mordidas, Śrīla Prabhupāda re¬partió los remanentes de lagulāb-jamūn. Al morder la segunda gulāb-jamūn también se produjo un chorro de jugo, y para entonces todo el templo se encon¬traba en un estado de caos extático. Todo el episodio duró cerca de quince minutos, y ob¬viamente Śrīla Prabhupāda estaba disfrutando, riéndose y viendo a todo el mundo tratando de obtener el mahā-prasāda de su mano.
Entrevista con Rādhānātha Swami
22. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre el Kīrtana y la Música
Śrīla Prabhupāda dijo
Sobre el Kīrtana y la Música
Se puede tocar el armonio durante el bhajana si hay alguien que pueda hacerlo armoniosamente. Pero no es para elkīrtana o el ārati.
Carta de 1976
También Pālīkā recuerda que a Prabhupāda no le gustaba que tocaran el armonio durante los kīrtanas. Su comentario era que los «arrastraría». Prabhupāda también solía decir que su Guru Mahārāja, Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura, siempre tocaba karatālas y quería que en el kīrtana se tocaran solamente karatālas y mṛdaṅga. El punto es que demasiada musicalidad a veces puede distraer el canto del Santo Nombre.
Prabhupāda estaba presente durante un kīrtana realizado por sus discípulos en el templo de Brooklyn (Nueva York). Para los devotos, la perfección de su canto y de tocar instru¬mentos era tocar para el placer personal de Prabhupāda. El devoto que tocaba la mṛdaṅga ha¬bía estado practicando para aprender toques más elaborados, y estaba demostrando sus habilidades rápidas y complicadas en el kīrtana. Pero Prabhupāda paró la música y le dijo al músico —que se llamaba Dhīra Kṛṣṇa dāsa— que debía seguir al líder. Entonces comenzó de nuevo el kīrtana, pero aquello volvió a su¬ceder, y de nuevo Prabhupāda paró el kīrtana y le pidió a la mṛdaṅga que siguiera al líder.
Entrevista con Viṣṇugadā dāsa
En otra ocasión, en Calcuta, Prabhupāda dijo que «el tambor no debe ser más fuerte que la voz».
Recordado de memoria por Abhirāma dāsa
En 1966, en la ciudad de Nueva York, un joven llegó con un disco de un famoso mú¬sico de la India que tocaba la cítara. Tan pronto como comenzó la música, Śrīla Prabhupāda se empezó a reír.
—¿Le gusta esta música? —preguntó el muchacho.
Śrīla Prabhupāda respondió: —Eso es música para la complacencia de los sentidos.
El muchacho se sintió herido y dijo: —¿Qué quiere decir? Esto lo tocan en los templos de la India.
—No —insistió Śrīla Prabhupāda—. Eso es música para la complacencia de los sentidos, y ese músico simple¬mente es un comerciante.
Entonces el joven replicó: —Bueno, usted antes también era un comerciante.
Prabhupāda se rió y aclaró: —Como antes andaba desnudo ¿significa que ahora tengo que andar desnudo?
—Bueno —dijo el chico—, ¿y si este músico quisie¬ra volverse devoto?
—Oh, sería muy bueno si él quisiera venir —replicó Prabhupāda—. Pero esa música es para la complacencia de los sentidos.
Entrevista con Umāpati dāsa
23. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: El conejo y el león
Śrīla Prabhupāda cuenta una historia
En la India Śrīla Prabhupāda dio una vez un consejo a Tejās dāsa sobre cómo obtener ayuda de personas influyentes. Le dijo que usara la filosofía del conejo y el león.
Una vez toda la población de conejos estaban siendo comidos por un león, así que hicieron un acuerdo y se reunieron con él, supli¬cándole que limitara su matanza. Dijeron: —Estamos todos aterrorizados, y además no todos los días estás consiguiendo algo para comer. Así que, ¿por qué no llegamos al siguien¬te acuerdo?: Cada día vendrá uno de nosotros y tú podrás comerlo. De esa manera no estaremos tan aterrorizados, y tú tendrás por lo menos un conejo al día—. El león estuvo de acuerdo con la proposición. Pero un día le tocó a uno de los conejos más inteligen¬tes, que en el camino pensó: —¿Qué es esto? ¿Por qué me estoy apresurando hacia la muerte? Hoy es mi últi¬mo día. Déjenme disfrutar en el camino—. Así, de una manera muy lenta, parándose a veces al lado de un río y luego al lado de un pozo, el conejo finalmente llegó muy tarde a la cita. El león estaba muy enojado y rugió: —¿Por qué has llegado tan tarde?—. El conejo res¬pondió: —No es mi culpa, porque en el cami¬no otro león dijo que me iba a comer y yo hice todo lo posible para escaparme de él.
El león dijo: —¿Quién está desafiando mi autoridad? Deja que lo encuentre—. Así que el conejo condujo al león a la orilla de un po¬zo y dijo: —Está ahí dentro—. El león miró adentro del pozo y vio la sombra de un león. Cuando rugió, el león del reflejo rugió a su vez, y así el león brincó dentro del pozo para ata¬car. De esta manera, el conejo acabó con el león.
Prabhupāda le dijo a Tejās que él también podía hacer lo mismo. Si un hombre de alto nivel te dice cualquier cosa favorable, puedes luego regresar a él y quejarte en su nombre. Le puedes decir que le has comunicado a uno de sus subalternos que el jefe ha ordenado que le otorgue el permiso, pero al empleado no le importó el mandato del jefe. Entonces el superior dirá: —Oh, entonces lo acabaré—. De esta ma¬nera, Prabhupāda aconsejó sobre cómo lo¬grar que un alto funcionario ayude a obtener un permiso.
Entrevista con Tejās dāsa
24. Personal: Su silencio
Personal
Su Silencio
Prabhupāda podía dar toda una caminata matutina en si¬lencio, y de repente romperlo. Aun más sorprendente era su silenciosa respuesta a algo que tú hubieras dicho. Un discípulo podía hacer una pregunta y recibir un largo silen¬cio. En Cleveland, una mujer con una mente un tanto extraña entró en la habita¬ción de Prabhupāda junto con algunos de sus familiares y se sentó en presencia de él du¬rante un largo tiempo mientras nadie habla¬ba. Más tarde ella comentó que todos pensaban que Prabhupāda estaba haciendo algo místico, y que supuestamente no tenían que decir nada. Pero él simplemente estaba correspondiendo sentán¬dose ahí en silencio, a pesar de que pasó un tiempo considerable.
Con sus sirvientes podía viajar grandes distancias sin hablar. Una vez en un largo vuelo de Alemania a Australia estuvo en silencio y dijo sólo unas pocas cosas. (Cuando el avión aterrizó en Australia, Prabhupāda dijo que aquí Australia estaba verde y Alemania también estaba verde, así que ¿cómo pueden decir que no hay vida en la Luna y otros planetas?).
Algunos de sus comentarios estaban ro¬deados por largos silencios. A veces nos reprendía o nos cuestionaba con sus silencios, los cuales se volvían tan intensos que no po¬díamos soportarlos. Y uno no podía pene¬trar su silencio. En El Néctar de la Devoción se define la cualidad de la gravedad: «Una persona que no expresa su mente a todos o cuya actividad mental y plan de ac¬ción son muy difíciles de entender, es llama¬da grave».
A Prabhupāda le gustaba la calma en su habitación. No toleraba los ruidos. Despertaba a sus sir¬vientes para que alejaran a los perros cuando estaban aullando afuera, especialmente cuan¬do estaba tratando de traducir muy tempra¬no en la madrugada. O mandaba a sus sirvien¬tes afuera para que rastrearan cualquier rui¬do extraño en el edificio o en los alrededores. Durante sus conferencias y sus clases de¬tectaba el más mínimo ruido y pedía que fuese parado. Decía que los portazos le rompían el corazón. También las sirenas (en Nueva York), los camiones de la basura, los perros, y el golpeteo de la construcción de edi¬ficios (en la India). Pero podía tolerarlo todo. Sin embargo para Prabhupāda, verdadero silencio era el hecho de que nunca decía ningún desa¬tino. Podía hablar acerca de Kṛṣṇa sin parar. A veces un invitado necio decía alguna ton¬tería mundana y Prabhupāda muy tolerante se quedaba en silencio. Pero era antinatural ver a Prabhupāda silencioso en presencia de otra persona, porque era él el que debía estar hablando. Prabhupāda tenía conocimiento absoluto, y todos los demás se quedaban en silencio para dejarlo hablar, si en ese momento Prabhupāda hubiera deseado hablar. Respetaba los deseos de Kṛṣṇa y también nuestros deseos de que lo hiciera. Hablaba por deber, por amor, por su espíritu de prédica.
Satsvarūpa dāsa Goswami
25. La bocina de Prabhupāda
Cuando Śrīla Prabhupāda regresó por pri¬mera vez a la India con sus discípulos americanos, los llevaba a veces a conocer los lugares santos de Vṛndāvana y Māyāpura. Un día Prabhupāda estaba a punto de irse con algunos devotos en un viejo auto¬móvil Dodge americano, para visitar Bīrnagar, el lugar de nacimiento de Śrīla Bhaktivi¬noda Ṭhākura. Prabhupāda iba en el asiento delantero con el conductor (Śyāmasundara dāsa) y cuatro devotos más se apretujaron en el asiento trasero. Pronto descubrie¬ron que el viejo Dodge no tenía bocina. Con¬ducir en la India sin bocina es casi imposible, y el recorrido duraría dos horas. Śrīla Prabhupāda estaba preocupado acerca de cómo lo iban a lograr. Pero poco después de que arrancaron, Prabhupāda ideó una «bocina» de su propia crea¬ción. Encontró un plato de metal en el coche, y luego hizo que pararan el auto y los mu¬chachos le consiguieron un palo del suelo. Entonces, conforme andaban, Śrīla Prabhupāda sacaba el plato por fuera de la venta¬na del coche y golpeaba éste con el palo cada vez que se necesitaba una bocina para adelantar y para espantar a la gente o a los ani¬males del camino. Los devotos estaban llenos de alegría por la bocina de Prabhupāda, la cual él continuó sonando desde el asiento delante¬ro durante todo el recorrido.
—Los hindúes copiarán esto—dijo Śrīla Prabhupāda—. Pensarán que es un nuevo invento americano. También van a conseguir platos y palos y los van a usar en lugar de la bocina.
Entrevista con Yaduvara dāsa
26. ¿La vida de ca¬sado peligrosa? Dime cuál es el peligro.
Cuando vieron que Tejās dāsa y su esposa reñían frecuentemente, sus hermanos espirituales sugirieron que le pidiera a Prabhupāda que le dejase tomar sannyāsa. Dijeron que sería mejor el permitirle predi¬car. Tejās pensaba también que su matrimo¬nio era difícil, y así decidió pedírselo a Prabhupāda en la próxima oportunidad. En esos tiempos en la India, no era nada difícil para los devotos acercarse a Prabhupāda en la privacidad de su habitación y hacerle preguntas personales de esa índole.
Una tarde, viendo a Prabhupāda solo, Tejās se le acercó.
—Entonces ¿qué quieres? —preguntó Prabhupāda en su típica manera directa.
—Quiero tomar sannyāsa, Prabhupāda —dijo Tejās.
Justo en ese momento, antes de que Prabhupāda diera una contestación, entró su sirviente con el prasāda de la tarde, algunos ve¬getales y frutas.
—Toma algo de prasāda —dijo Prabhupāda, y puso un poco en la mano de Tejās.
Entonces Prabhupāda le dio más y más, has¬ta que el prasāda empezó a caerse de la mano de su discípulo. Tejās puso la otra mano y Prabhupāda se la llenó también. Mientras Tejās se preocupaba por balancear todo el prasāda en sus dos manos, Prabhupāda preguntó: —¿Por qué quieres tomar sannyāsa?
—Para predicar, Prabhupāda.
—Pero eso ya lo estás haciendo —replicó.
—Prabhupāda —argumentó Tejās—, la vida de familia está llena de impedimentos.
—Pero tu esposa es muy agra¬dable —objetó Prabhupāda—. Es muy cooperativa. Además es experta en la adoración de las Deidades, toca muy bien la mṛdaṅga, y también el armonio. Es una chica agra¬dable. ¿Por qué quieres tomar sannyāsa?
Tejās contestó: —Prabhupāda, porque la vida de casado es muy peligrosa.
Prabhupāda respondió: —¿La vida de ca¬sado peligrosa? Dime cuál es el peligro.
Tejās pudo ver la dirección de la instruc¬ción de Prabhupāda. Pensó, «Si el maestro espiritual dice que no hay peligro...» Tejās ya no sentía más ganas de debatir, y Prabhupāda cambió el tema a los asuntos prácticos de prédica en la India.
Entrevista con Tejās dāsa
Puede parecer contradicto¬rio oír a Prabhupāda declarar que no hay peligro en la vida de casado, cuando a menudo en sus significa¬dos del Bhāgavatam dice lo contrario. Uno puede tomarlo como que en el Bhāgavatam está describiendo la vidagṛhamedhī mientras que la vida de gṛhastha consciente de Kṛṣṇa no tiene tales peligros. Pero por otro lado, Śrīla Prabhupāda estaba a veces muy a favor de que un hombre joven decidiese tomar sannyāsa. Esto puede traer a discusión la cuestión tocante a la importancia de presentar anécdotas se¬paradas, como lo estamos haciendo en El Néctar de Prabhupāda. Uno puede arguir que a menos que conozcamos completamente el fondo de cada inci¬dente, no podemos conocer el pensamiento y la in¬tención de Prabhupāda. En este caso ¿pensaba que su discípulo no estaba apto para tomar sannyāsa en aquel momento, o que estaba demasiado apegado a su esposa como para intentar la renuncia, o pensaba Prabhupāda que la esposa de aquel devoto estaba muy apegada y no estaba lista aún, o que el tomar sannyāsa en aquel momen¬to era innecesario para el trabajo de prédica de ambos? Aunque no tengamos respuestas para estas preguntas, no creo que esta anécdota sea superficial o inútil. Los puntos que Prabhupāda señala a Tejās concuerdan con la conclu¬sión śāstrica referente al verdadero sentido de sannyāsa tal como se declara en el Bhagavad-gītā (5.1). Aparte de esto, tenemos un agradable vislum¬bre de Prabhupāda correspondiendo con un discí¬pulo, guiándolo cuidadosamente y enfatizando la prédica como la verdadera renuncia. Aunque investigáramos más en el fondo de cada anécdota en particular, y aun cuando todo está dicho y hecho, todavía nos será imposible conocer el pensamiento del ācārya. A veces el mismo Kṛṣṇadāsa Kavirāja Gosvāmī —cuando presenta los pasatiempos del Señor Caitanya y del Se¬ñor Nityānanda— concluye que nadie puede en¬tender completamente el profundo significado de Sus actividades. Por lo tanto, apreciemos e instruyámo¬nos con las informaciones precisas de lo que hizo y dijo Śrīla Prabhupāda, y a su debido tiempo probablemente comprenderemos más y más los significados.
27. Quiero regresar a Dios. Quiero ir a Māyāpura.
A partir de la década de los setenta, la In¬dia se volvió más y más la base principal de Śrīla Prabhupāda, y sus viajes a Occidente se convirtieron en algo así como giras lejos de su casa. Cuando viajó a América en in¬vierno de 1973, Śrīla Prabhupāda se resfrió y trató de aliviarse yéndose de Los Ángeles hacia Dallas, del cual había oído que estaba soleado y caliente. Pero Da-llas se encontraba también nublado. Prabhupāda empezó a hablar de regresar a Māyāpura como el único lugar donde podía estar có¬modo y curarse. Sería un largo viaje para re¬gresar y por eso no había tomado ninguna deci¬sión definitiva. Pero una noche, como a la una, entró en el cuarto contiguo y despertó a su sirviente y a su secretario.
—Vámonos de regreso a casa, de regreso a Dios —les dijo Prabhupāda, mientras esta¬ba de pie en la oscuridad del cuarto. Sus discípulos se despertaron y ofrecie¬ron sus reverencias a los pies de Prabhupāda, preguntándose qué quería decir.
—¿Cómo dice, Prabhupāda? —preguntaron.
—Sí —repitió—. Quiero regresar a Dios. Quiero ir a Māyāpura.
Así que regresaron tan pronto como les fue posible. Una vez en Māyāpura, la salud de Śrīla Prabhupāda se recuperó. Ahí él era su¬mamente informal y se encontraba muy complacido. En esos primeros años no estaban muy desarrolladas las construcciones y para los devo¬tos el sólo vivir allí era una gran austeridad. Śrīla Prabhupāda se mezclaba li¬bremente con ellos en una forma amisto¬sa. Ellos entraban a su cuarto y a veces él entraba al de ellos. A veces, durante el día, ni siquiera sus sir¬vientes sabían dónde se encontraba exacta¬mente. Podía estar caminando solo por la terraza o por el camino del frente. Los devotos de Māyāpura no po¬dían hacer menos que apreciar el hecho de que Prabhupāda era especial cuando vivía en el dhāma. Sentían que era como la informali¬dad de Kṛṣṇa en Vṛndāvana, en contraste con Su opulencia en Dvārakā. Śrīla Prabhupāda era especial e informal de esa manera.
Entrevista con Jagadīśa Goswami
y Śatadhanya Swami
28. Gotitas de néctar: Pues en realidad yo sí soy un embaucador...
Madhudviṣa dāsa era el presi¬dente del templo de Bombay, pero le expresó su descontento a Prabhupāda, particularmente por tener que trabajar con los hindúes. Quería otro campo de prédica. Dijo que con¬sideraba que los hindúes eran muy solapados y embaucadores y que no le gustaba tratar con ellos.
Prabhupāda dijo: —Yo soy un hindú. ¿Tú piensas que soy un embaucador?
—No, usted no, Śrīla Prabhupāda —se excusó Madhudviṣa.
—Pues en realidad yo sí soy un embaucador —di¬jo Śrīla Prabhupāda—¬; porque los embau¬qué a todos ustedes para que se entregaran a Kṛṣṇa, y ahora están atrapados y ya no se pueden esca-par.
Pañcadraviḍa Swami sufrió en la India un serio absceso de tumores en la piel. El doctor dijo que había estado cerca de la muerte, y había te¬nido que hacer una operación en su es¬palda. Cuando Pañcadraviḍa describió su enfermedad a Śrīla Prabhupāda, Prabhupāda lo miró y dijo: —Esas enfermedades son simplemente imaginarias.
—No, Śrīla Prabhupāda, esta la tengo de ver¬dad —repuso Pañcadraviḍa. Pensó que Prabhupāda estaba diciendo que los forúnculos estaban en su mente. Por lo tanto, levantándose la kurtā le mostró a Prabhupāda una gran cicatriz que tenía en la espalda. Prabhupāda tocó la cicatriz con un dedo pero no dijo nada.
Pronto después de eso, en una clase del Bhāgavatam, Śrīla Prabhupāda estaba descri¬biendo cómo los sufrimientos de todas las entidades vivientes son imaginarios, creados por la identificación con el cuerpo material. Al oír esto, Pañcadraviḍa se dio cuenta del significado de las palabras de Śrīla Prabhupāda. Sí, en el sentido absoluto, incluso su ataque de tumores era imaginario.
Śrīla Prabhupāda viajaba a veces a través de la India por tren, acompañado por sus dis¬cípulos. En una ocasión, el tren paró en un campo lleno de flores moradas. Uno de los devotos bajó, corrió hacia el campo, escogió algunas flores, y corrió de regreso al vagón de Prabhupāda justo cuando el tren empeza¬ba a partir. Luego los devotos llevaron a Prabhupāda un ramo de flores moradas como una ofrenda de devoción. Prabhupāda las aceptó calmadamente pero dijo: —Estas flores las usa el Señor Śiva—. Los devotos estaban afligidos por el temor de haber cometido algún guru--aparādha, pero Prabhupāda sonrió y ajustó una flor detrás de cada una de sus orejas. Abrió grandemente sus ojos e hizo una gran sonrisa. —¿Ven? —mostró, haciendo como si fuese el Señor Śiva con sus flores moradas en el pelo.
Entrevistas con Pañcadraviḍa Swami
29. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre la Producción y Distribución de Libros
Algunas de las muy conocidas máximas de Prabhupāda hacen hincapié en sus libros y en la necesidad de imprimirlos con el más grande cuidado.
1. «Si hay algún error en mis libros, en¬tonces no serán tomados en serio.»
2. «Cada palabra en estos libros es como un documento.» (Y por lo tanto los editores no deben ser descuidados ni especular.)
3. «Estos significados son mis éxtasis devo¬cionales.»
Entrevista con Devāmṛta Swami
Los primeros libros de Prabhupāda fue¬ron impresos por los devotos en su propia imprenta (ISKCON Press). Cuando Prabhupāda recibió la primera copia de una edición en tapa suave de un capítulo del Bhāgavatam, lo abrió y la encuadernación se deshizo en sus manos. Preguntó a los devotos que vieron eso: —¿Qué se necesitará para que mis discí¬pulos aprendan cómo imprimir estos libros de manera tal que no se deshagan?
Brahmānanda respondió: —Sinceridad, Prabhupāda. Si fuésemos más sinceros, en¬tonces podríamos hacerlo.
Śrīla Prabhupāda miró el li¬bro roto en sus manos y dijo:
—No.
Los devotos reunidos estaban sorprendi¬dos. Uno de ellos preguntó: —¿Sinceri¬dad no?
—Sinceridad sí —afirmó Prabhupāda—: más inteligencia.
Satsvarūpa dāsa Goswami y Nara-Nārāyaṇa dāsa
Aquí en Māyāpura mi Guru Mahārāja estaba imprimiendo un periódico. Se vendía por sólo unos cuantos paisas[centavos de rupia]. A veces, cada vez que un brahmacārī iba a Navadvīpa y vendía aunque sea unas pocas copias, yo veía a mi Guru Mahārāja sumamente com¬placido... Así que siempre estoy dando én¬fasis a la distribución de libros. Es el mejor kīrtana. Es mejor que cantar. Claro que el canto no debe ser suspendido, pero la distri¬bución de libros es el mejorkīrtana.
Carta a Śrutadeva dāsa (24 noviembre 1974)
Una vez, hablando a un grupo de saṅkīrtaneros, Śrīla Prabhupāda les explicó que Bhaktivinoda Ṭhākura había querido construir un templo en Māyāpura. —Ustedes serán los cimientos —dijo Prabhupāda a sus distribuidores de libros. Dijo que el templo se construirá gracias a su distribución de libros.
Entrevista con Sañjaya dāsa
30. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: Usted es tan fea que se debería casar con un mono
Cuando se publicó por primera vez el primer volumen del Madhyā-līlā del Caitanya-caritāmṛta de Śrīla Prabhupāda, los de¬votos estaban sorprendidos y complacidos al leer acerca de las bromas que intercambiaban el Señor Nityānanda y Advaita ācārya mien¬tras tomaban prasāda en la casa de este último. Una mañana, durante un paseo en automóvil con Śrīla Prabhupāda, uno de los devo¬tos expresó su aprecio por el nuevo volumen.
—Hay tanto humor en el Caitanya-caritāmṛta, Śrīla Prabhupāda.
—Sí —dijo Prabhupāda—, la vida espiri¬tual también es humor—. Entonces empezó a contar una historia. —Kṛṣṇa le dijo a una da¬ma anciana:
»—Usted es tan fea que se debería casar con un mono.
»—No —dijo la anciana—, he abandonado todos los deseos materiales. ¡Me casaré contigo, Kṛṣṇa!
»—¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!—. Todas las gopīs aplaudieron y rieron.
Mientras Prabhupāda decía esto, sus ojos se iluminaron y se volvió muy animado, rién¬dose de los pasatiempos humorísticos de Kṛṣṇa. —Así que Kṛṣṇa fue vencido por esa risa de las gopīs —dijo Prabhupāda.
Satsvarūpa dāsa Goswami, memoria
31. Śrīla Prabhupāda cuenta otra historia: A nosotros nos aconseja Kṛṣṇa o Sus representan¬tes.
En una conferencia, Śrīla Prabhupāda ob¬servó que la gente necia critica muy a menudo a los devotos como personas débiles e inútiles, pero ellos no com¬prenden su inteligencia. Por lo tanto, los devotos no deben prestar atención a esas personas. Para ilustrar el punto, Śrīla Prabhupāda contó una historia.
Algunos trabajadores estaban criticando al ministro del rey, reclamando que él sólo la pasaba sentado y no hacía nada. El rey les recordó que se necesitaba inteli¬gencia para volverse ministro. Dijo que iba a dar una prueba para todos, incluyendo al mi¬nistro. Quienquiera que pudiese pasar la prueba se volvería el próximo ministro. El rey dijo: —Tomen este gran elefante, pé¬senlo, y háganme saber el peso exacto.
Los hombres ordinarios estaban descon¬certados. ¿Dónde habría una balanza tan grande como para pe¬sar un elefante? No pudieron hacer nada. Regresaron con el rey sin información alguna. Entonces el rey se volvió hacia su ministro y le preguntó: —¿Serías tan amable de pesar este elefante?
En seis minutos el ministro regresó e informó: —El elefante pesa veinte quintales (900 kg)—. Los demás hombres estaban boquiabiertos por la sorpresa.
—¿Cómo fue que hizo eso? —preguntaron—. ¡En seis minutos re¬gresó y dio el peso exacto!
El rey preguntó: —¿Cómo lo pesaste? ¿Conseguiste alguna balanza gigante?
—No, Su Majestad —repuso el ministro—. No es posible pesar al elefante en una balanza. Eso es muy difícil.
—¿Entonces cómo lo pesaste?
—Lo llevé a un barco —respondió el ministro—. Cuando ya lo ha¬bía subido al barco, entonces vi hasta dónde llegaba el nivel del agua y lo marqué. Luego bajé el elefante del barco, añadí peso al barco, y cuando volvió a hundirse hasta llegar a la misma marca del agua, en¬tonces obtuve el peso del elefante.
Así que el rey se dirigió a los trabajado¬res y les advirtió:
—¿Ahora ven la diferencia?
—Sí —asintieron.
Después de contar esta historia, Prabhupāda citó de las Escrituras: —Buddhir yasya balaṁ tasya nirbuddhes tu kuto balam: Aquel que tiene inteligencia tiene fuerza, y el que no tiene inteligencia, el sinvergūenza, no tiene fuerza.
Prabhupāda concluyó: —Los científicos, los ateos y los que critican a los devo¬tos son así, sinvergüenzas y necios. No tomamos consejo de ellos. A nosotros nos aconseja Kṛṣṇa o Sus representan¬tes.
Clase de Śrīla Prabhupāda
32. Personal - El masaje de la tarde
El masaje de la tarde no era tan minucioso como el de antes del mediodía. Era apenas masajear sus piernas desde la rodilla hasta los pies, y luego también los pies y los dedos. Él enseñaba la técnica. Decía que le daba algo de alivio. En esos momentos estaba más inclinado a meditar. ¿Dormía? A veces. O hablaba algo. Era posible que el sirviente tuviese que quedarse despierto un tiempo considerable. Usualmente era en un cuarto oscuro. En Australia, al final del día, des¬pués de que él y los devotos habían marcha¬do una gran distancia con el Ratha-yātrā (el Festival de las Carrozas), Prabhupāda felicitó a su sirviente por su danza tan agradable en el desfile. Fue tam¬bién durante un masaje nocturno que le contó a otro sirviente la historia de cómo de niño recibió, de Inglaterra, un par de zapatos especiales, un regalo de su padre. También traía a discusión temas de filosofía, y la inhabilidad de los mūḍhas (asnos) para entenderla.
Para nosotros, Prabhupāda era un océa¬no de misticismo. Sus declaraciones no estaban bajo nuestro control. Sin embargo, tratábamos de estar tan cerca como nos fuese posible, a su lado, tocando su cuerpo, conectados por el diálogo, de manera que se volviese tangible para nosotros. Y sin embargo era como un océano místico, y su pureza un aislamiento para aquellos que éramos impuros. Uno ni siquiera se atrevía a pensar, «¿En qué estará pen¬sando Prabhupāda?».
En el cuarto oscuro, durante el masaje de la noche, su sirviente solía querer descansar. Ahora probablemente considere qué necio fue. Si tuviese otra oportunidad, ¿sería el mismo necio? A nadie le gusta ser sirviente; todos queremos ser el amo. Pero Prabhupāda nos vigilaba. Nos hizo devotos.
33. Eso no es lo que te concierne preguntar
Una mañana en Berkeley, Śrīla Prabhupāda estaba caminando por el campus universitario. Habían discípulos sannyāsīsy otros, y también estaba Kṛṣṇa dāsa Adhikārī. Kṛṣṇa dāsa había abandonado el movimiento y se había dejado crecer el cabello, pero recientemente estaba empezando a interesarse nuevamente y ahora estaba caminan¬do con Prabhupāda. Sus preguntas estaban llenas de diferentes dudas. Casi al final de la caminata, de alguna manera surgió el tema de sentir separación del maestro espiri¬tual. Kṛṣṇa dāsa afirmó: —Usted siem¬pre debe sentir separación de su maestro espiritual—. La idea era que deseaba incitar a Śrīla Prabhupāda a hablar de sus sentimientos de separación de Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura. Pero Prabhupāda hizo silencio. Así que Kṛṣṇa dāsa volvió a repetir la pregunta:
—Supongo que usted siempre debe sentir se¬paración de su maestro espiritual—.
Śrīla Prabhupāda entonces contestó: —Eso a ti no te co¬rresponde—. (En otras palabras, «Eso no es lo que te concierne preguntar».) Entonces se subió a su automóvil y se fue.
Jayādvaita Swami, memorias
Satsvarūpa dāsa Goswami
34. Yo no soy ISKCON. Yo soy un miembro de ISKCON
Cuando Śrīla Prabhupāda visitó Hawai tuvo que tratar con personas controver¬tidas que reclamaban ser sus seguidores y que sin embargo se declaraban contrarios a ISKCON. Prabhupāda quería animar a todo el mundo a seguir cantando Hare Kṛṣṇa, pero al mismo tiempo quería establecer claramente que su seguidor sincero trabaja dentro de ISKCON. Las preguntas y respuestas después de sus clases en Hawai trataban muy a menudo estos asuntos.
—¿Qué es ISKCON? —preguntó un mu¬chacho de la playa con cabello largo y que llevaba una bolsa de japa.
—¿ISKCON? —contestó Śrīla Prabhupāda—. Es simple, ¿no lo sabes?—. En¬tonces describió lo que significaba cada letra de la sigla ISKCON (la Asociación Internacional para la Conciencia de Kṛṣṇa). —Tenemos una asociación alrededor del mundo, así que decimos «inter¬nacional».
—Bueno, pero ¿usted es ISKCON? —preguntó el muchacho. Era una pregunta capciosa. Los devotos habían estado predicando que Śrīla Prabhupāda era ISKCON, que uno no puede sostener que sirve a Śrīla Prabhupāda y al mismo tiempo negarse a servir a ISKCON. Pero el partido anti lSKCON había argüido que Śrīla Prabhupāda e ISKCON eran dos cosas diferentes. Prabhupāda era puro y trascen¬dental; ISKCON era corrupto, una mera or¬ganización material.
Śrīla Prabhupāda rió: —Yo no soy ISKCON —explicó—. Yo soy un miembro de ISKCON—. Entonces miró a uno de sus discípulos, que era el secretario GBC para Hawai. Prabhupāda apuntó hacia él y dijo: —Él es otro miembro de ISKCON—. Luego apuntó al pre¬sidente del templo de Hawai. —Y él es otro miembro más de ISKCON. Todos somos miembros de ISKCON, la Asociación Interna¬cional para la Conciencia de Kṛṣṇa.
Casi to¬dos los presentes gritaron: —¡Jaya!—. Enton¬ces Prabhupāda miró hacia atrás sonriendo. No hubo más desafíos a su perfecta y humil¬de respuesta.
Entrevista con Praghoṣa dāsa
35. El responsable di¬recto soy yo
En Bombay los devotos podían ver libre¬mente a Śrīla Prabhupāda y hacer sus preguntas. Pero Pañcadraviḍa Swami sentía que a medida que el movimiento creciera no podría mantener una relación tan íntima con su maestro espiritual. Un día entró en las habitaciones de Śrīla Prabhupāda y le reveló su duda.
—Hay algo que no comprendo —dijo Pañcadraviḍa Swami—. ISKCON es una asociación tan grande. ¿Có¬mo puedo entender que tengo una rela¬ción personal con usted? Si estoy en algún sitio del otro lado del mundo y estoy, por ejemplo, barriendo o lavando el piso de un templo, ¿cómo puedo saber que lo estoy sir¬viendo personalmente a usted?
—Sí, ISKCON es tan grande —Prabhupāda contestó simplemente—, pero yo soy tan pequeño—. Pañcadraviḍa de inmediato se sin¬tió satisfecho, pero Śrīla Prabhupāda explicó aún más.
—Estás hablando de que si tú haces servicio en algún templo —dijo Śrīla Prabhupāda—, pero en realidad tú no tienes que hacer nada. El responsable di¬recto soy yo. Yo soy el que debo mantener to¬dos los templos, ver que todos los pisos sean barri¬dos, todas las ollas lavadas, que todo esté limpio en todos los templos de ISKCON, en todas partes del mundo. Pero yo no lo puedo hacer to¬do por mí mismo. Es como una ceremonia ārati. Yo puedo estar ofreciendo el ārati, pero te pido «por favor dame el abanico», a fin de que yo pueda ofrecérselo a Rādhā y Kṛṣṇa. De esta manera, te estoy pidiendo que me ayudes en el templo predicando, o barriendo el suelo, ¿comprendes?
Entrevista con Pañcadraviḍa Swami
36. Gotitas de néctar: Pri¬mero debe lavar todas las ollas
En Hyderabad, después de la conferencia en un paṇḍāl, un muchachito hindú pasó la noche con los devotos. A la mañana siguiente entró a la habitación de Śrīla Prabhupāda junto con los devotos ini¬ciados y se sentó cerca de Prabhupāda. Tan pronto como Prabhupāda lo vio, apuntó hacia la puerta sin decir palabra alguna. El muchacho tampoco dijo nada, pero se levan¬tó y se fue. Entonces Śrīla Prabhupāda se volvió hacia uno de los sannyāsīs y dijo: —Pri¬mero debe lavar todas las ollas—. Explicó que Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura siempre había probado primero la sinceridad de al¬guien que quería unirse pidiéndole que lava¬ra ollas.
Entrevista con Śrutadeva dāsa
En Japón, Śrīla Prabhupāda viajaba en monorriel. Al principio el asiento enfrente de él estaba vacío, y Bhūrijana dāsa invitó a Prabhupāda a que subiese sus pies ahí, ya que los asientos estaban inconfortablemente apretados. El asiento vacío estaba en reali¬dad reservado para otro de los discípulos de Prabhupāda, Bhānu dāsa. Momentos más tarde, las autoridades del monorriel insistieron en que cada quien debía sentarse en su propio asien¬to. Bhūrijana entonces se volvió hacia Śrīla Prabhupāda, esta vez con inquietud.
—Śrīla Prabhupāda, disculpe, el devoto tiene que sentarse. ¿Podría retirar sus pies de loto?
—Sí —respondió Śrīla Prabhupāda—, qui¬taré mis pies para que se pueda sentar el devoto de loto.
Entrevista con Bhūrijana dāsa
Śatadhanya Mahārāja estaba hablando con Śrīla Prabhupāda en su cuarto en Māyāpura, cuando descubrió que habían hormigas en el escritorio de Prabhupāda. Śatadhanya se puso de pie y empezó a aventarlas con su uttarīya (capa desannyāsī). Sentado pacíficamente contra los coji¬nes de la cabecera, Prabhupāda lo miraba, y co¬mentó:
—Antes las hubieras matado, pero ahora no lo has hecho porque estás purificado.
Entrevista con Satya nārāyaṇa dāsa
37. Śrīla Prabhupāda dijo: Acerca del dinero
Una vez, durante una caminata, Prabhupāda estaba explicando que el uso del pa¬pel moneda es un proceso fraudulento. Dijo que el gobierno alienta a la gente a trabajar duramente en las fábricas para desarrollar la economía de la nación, y sin embargo les pa¬gan solamente con pedazos de papel. Cuando el gobierno no tiene suficientes pedazos de papel, imprime más, y así toda la economía está basada en el engaño. Prabhupāda dijo que la economía védica está basada en el sis¬tema del trueque. Si el sistema de trueque no es posible, entonces por lo menos debería usarse la norma del oro, porque el oro tiene un valor y la cantidad de oro es limitada. Después de oír a Prabhupāda describir la economía ideal basada en la civilización védi¬ca, un devoto preguntó:
—Pero si todas las transacciones son hechas en oro, sería muy difícil hacer tratos muy grandes, porque car¬gar el oro y cambiarlo sería muy gravoso.
—Eso está muy bien —respondió Śrīla Prabhupāda—. ¿Por qué tienen que haber gran¬des transacciones? Grandes transacciones significa que la gente está acumulando más de lo que necesita. No queremos grandes transacciones. Queremos que cada persona tenga sólo lo que necesita.
Entrevista con Girirāja Swami
Prabhupāda contó una parábola acerca del dinero. Un hombre le preguntó a su amigo: —¿Tú tienes inteligencia?
Entonces el amigo empezó a hurgarse los bolsillos. El hombre, extrañado, preguntó: —¿Qué estás buscando?
El amigo respondió: —Bueno, si tengo algo de dinero en los bolsillos, significa que tengo inteligencia.
Prabhupāda ex¬plicó: —En realidad, en nuestro movimiento todo está marchando por mi inteligencia y la cooperación de ustedes. Ustedes están predicando de una manera muy inteligente, pero si no hay dinero, ¿dónde está la inteligencia?
Entrevista con Girirāja Swami
Prabhupāda dio la orden de que el 50 por ciento de las entradas debía ir al Fondo Editorial Bhaktivedanta [el Bhaktivedanta Book Trust, o BBT] y el resto debía ir a la construcción de nuevos templos u otros proyectos. Dijo que, en cierto sentido, el movimiento de conciencia de Kṛṣṇa es como una empresa, y que por lo tanto debe ser dirigido de esa manera. En otras palabras, el movimiento está obteniendo sus entradas sobre la base de sus li¬bros (ya fuese por la distribución directa o por los miembros vitalicios); por lo tanto, al igual que en cualquier negocio, el capi¬tal debía ser reinvertido en el mismo nego¬cio.
—Así que tienen que dar el 50 por ciento de su dinero al Fondo de Libros.
Entrevista con Tejās dāsa
Debemos vivir con un ingreso insignifi¬cante, apenas lo que recibamos por la venta de nuestras revistas. Sólo en una necesidad extrema, cuando no haya otro camino, pode¬mos aceptar temporalmente algún otro servicio. Pero como principio, debemos continuar el saṅkīrtana, no trabajar. Así que, basados en ese principio, debemos aceptar solamente lo que nos dé Kṛṣṇa. Tú eres un miembro an¬tiguo del movimiento, ya deberías saber todas estas cosas. De todos modos, envía de nuevo a todo el mundo a saṅkīrtana. Todos los devotos de Amsterdam deben estar ocupados en saṅkīrtana, no en una fábrica de cigarrillos.
Carta a Haṁsadūta dāsa (9 enero 1971)
Śrīla Prabhupāda aprobó que sus discípulos hicieran planes ambiciosos para difundir la conciencia de Kṛṣṇa.
—Pero Prabhupāda —preguntó un devoto—, ¿de dónde vamos a sacar el dinero para hacer todo esto?
—Ustedes hagan los planes —dijo Prabhupāda—: Kṛṣṇa proveerá el dinero.
Entrevista con Nanda-kiśora dāsa
Tú me preguntas acerca de la adoración a Gaṇeśa. En realidad es¬o no es necesario para nosotros. Pero si alguien tiene el sentimiento de querer ob¬tener las bendiciones de Gaṇeśa y así conseguir grandes cantidades de dinero para el servicio de Kṛṣṇa, entonces está bien. Pero cualquiera que adopte esa clase de adoración, cada mes debe en¬viarme por lo menos cien mil dólares. No menos. Si no me puede enviar esa can¬tidad, no puede adorar a Gaṇeśa.
Carta a Bhakta dāsa (1º febrero 1975)
A Śrīla Prabhupāda no le gustaba depositar dinero en un banco.
—Tan pronto como haya dinero en el banco —decía— habrán dolores de cabeza: este impuesto, aquel impuesto...
Entrevista con Rāmeśvara Swami
Prabhupāda decía: —A pesar de que tenemos tanto dinero no tenemos proble¬mas. Incluso si perdiéramos ese dinero, aun así no se nos entorpecería nuestra misión. Ahaituky apratihatā—no podemos ser detenidos. La conciencia de Kṛṣṇa continuará con devoción pura.
—Sí —concordó uno de los devotos—, aunque tuviéramos que escribir los libros a mano y distribuirlos.
Satsvarūpa dāsa Goswami, memorias
38. Śrīla Prabhupāda cuenta historias cortas
En Australia Śrīla Prabhupāda estaba es¬perando en la terminal del aeropuerto por un vuelo retrasado. Le pidió a Amogha dāsa que fuese al mostrador para averiguar la hora de salida. El empleado contestó que la nueva hora para abordar se¬ría en quince minutos. Śrīla Prabhupāda oyó esto, pero después de veinte minutos, como no había ningún aviso, les pidió a los devotos que verificaran otra vez. Una vez más, el abordaje sería en quince minutos. Śrīla Prabhupāda siguió mirando su reloj cada quince minutos y pidiendo a los devotos que averiguaran información adicional.
Después de algún tiempo, Śrīla Prabhupāda contó una historia. Dijo que una vez un hombre atestiguó en un caso de la corte que había tenido sesenta años de edad duran¬te los últimos quince años, y sostuvo que por honestidad no había deseado cambiar su de¬claración. —Así —dijo Śrīla Prabhupāda— to¬davía dicen que faltan quince minutos para abordar. Eso es honestidad. Ha pasado una hora y cuarto, y todavía no cambian su aviso: «quince minutos».
Entrevista con Amogha dāsa
Una de las historias bengalíes de Prabhupāda era acerca de un doctor que visitó una casa para diagnosticar a dos pacientes: una rica ama de casa y su empleada. El doctor dijo: —Su empleada tiene 40° de fiebre, hay que preocuparse un poco. Le daré una medicina. En cambio usted prácticamente no tiene fiebre: 37°, así que no hay ninguna inquietud.
Cuando oyó esto, el ama de casa se enojó y exclamó: —Este doctor no sirve para nada. Yo soy la propietaria. Yo solamente tengo 37° y mi sirvienta 40°. ¡La sirvienta debería te¬ner 36°, y yo debería tener 43°!
Prabhupāda comparó esto con la civili¬zación moderna, la cual está inclinada a in¬crementar el grado de su fiebre hasta 43°. Al igual que en el cuerpo humano sobreviene la muer¬te tan pronto como la temperatura alcanza los 42°, así Prabhupāda dijo que por medio de las armas nucleares, la civilización moderna llegará al punto de 42° y más. En cambio los de¬votos quieren reducir la fiebre, viviendo la vi¬da más elevada e ideal y disminuyendo las demandas del cuerpo.
Clase dada por Śrīla Prabhupāda
39. Más historias cortas: Los en¬vidiosos siempre encontrarán alguna falta
Śrīla Prabhupāda decía que muchos de sus hermanos espirituales estaban envi¬diosos de su éxito en la prédica. No le gusta¬ba señalar esto, pero quería que sus discípu¬los estuviesen conscientes de la índole de las crí¬ticas que sus hermanos espirituales harían para empequeñecer el trabajo de ISKCON. —No pueden hacer nada por sí mismos —dijo Śrīla Prabhupāda—, y si alguien hace al¬go, lo envidian. Esa es la naturaleza de un hombre de tercera clase.
Para ilustrar, Śrīla Prabhupāda contó una historia que había oído de su maestro espiritual. Un hombre le informó a un amigo que un ex-compañero había sido nom¬brado juez de la corte suprema.
—Ah, no —replicó el amigo—. Eso no puede ser verdad.
—Sí, lo han nombrado juez —confirmó el hombre—. Lo he visto sentado en el tribunal.
El amigo replicó: —Bueno, puede ser... Pero yo no creo que reciba salario.
Prabhupāda dijo que los en¬vidiosos siempre encontrarán alguna falta. Incluso si no hay ninguna falta, fabricarán alguna. Esa es su ocupación. Prabhupāda decía que muchas personas esta¬ban envidiosas de su Guru Mahārāja, pero Bhaktisiddhānta Sarasvatī no se preocupaba por ellos.
Extraído de una carta a Yamunā-devī dāsī (18 noviembre 1970)
En la India, Śrīla Prabhupāda siempre ha¬bía viajado en automóviles ruinosos, y a menudo tenía que pedir autos prestados. Pero a me¬dida que su movimiento crecía, sentía que eso no era correcto. —Estamos gastando montones de rupias para acabar esta cons¬trucción en Bombay —dijo—, pero cada vez que llego al aeropuerto, me van a buscar en un auto prestado. ¿Qué clase de impresión tienen los miembros vitalicios, de que siempre nos acercamos a ellos para pedirles prestado su automóvil?
Por años, el carro fue discutido y propuesto, pero nunca apareció. Más tarde, Prabhupāda recibió una carta de un discípu¬lo en Europa quien le dijo que compraría un Mercedes para Prabhupāda y lo conduciría desde Alemania hasta la India. Prabhupāda le en¬vió un telegrama: «Sí, compra Mercedes».
En ese tiempo, los devotos que se encontra¬ban en la India con Prabhupāda dijeron que ha¬bían oído que el devoto iba a comprar el automóvil con dinero del Fondo Editorial Bhaktivedanta (BBT), o sea, con dinero de Prabhupāda. Śrīla Prabhupāda dijo que eso le recordaba una historia famosa. Un guru fue a la casa de un discípulo pobre y fue recibido con gran opulencia. Cuando preguntó cómo era posible que su dis¬cípulo pudiera permitirse tan agradables arre¬glos, el discípulo le dijo: —Gurudeva, todo le pertenece a usted—. Más tarde el guru vio que su cuenta bancaria se había vaciado, y pudo comprender que el discípulo había gastado todo el dinero de su guru.
Prabhupāda dio la orden de que su discí¬pulo no comprara ningún automóvil para él con dinero del BBT para luego afir¬mar «Prabhupāda, todo le pertenece a usted».
Extraído de una carta a Puṣta Kṛṣṇa dāsa (10 enero 1976)
40. Más historias cortas: Su aversión a los cambios caprichosos
En Bengala hay un dicho: «Si puedes ca¬minar sobre tus manos, hazlo, pero cual¬quier cosa que hagas, que sea algo nuevo». Prabhupāda contó esto para ilustrar su aversión a los cambios caprichosos. Estaba especialmente inquieto de que después de su partida sus seguidores se tomaran demasiadas libertades con sus li¬bros o con la adoración de las Deidades y que hiciesen cambios innecesarios y desautori¬zados.
Entrevista con Rādhāvallabha dāsa
Había una historia acerca de la experta artesanía de un yesero que trabajó en la construcción del Taj Mahal. Uno de los directo¬res de obra estaba inspeccionando el edificio en evolución y durante tres días seguidos notó a un cierto yesero que estaba sentado en el mismo lugar mezclando yeso. Al tercer día el inspector se enojó y le gritó: —¡Usted es un perezoso! ¡Está todo el día sin hacer nada, tan sólo mezclando ese yeso!—. El yesero se enojó también, y le lanzó un puñado de su yeso. No alcanzó a pegarle, sino que dio contra la pared. Pero ese yeso estaba tan bien mezclado, tan sólido y duro, que nadie pudo quitarlo de la pared. Y todavía está allí hoy en día.
Prabhupāda contó esta historia para ha¬cer hincapié sobre la importancia de la bue¬na artesanía y de hacer todo con esmero en el servicio de Kṛṣṇa.
Entrevista con Raṇcora dāsa
Uno de los discípulos secretarios de Śrīla Prabhupāda conocía algo de hindi y escribió una carta que Prabhupāda había dictado. Pe¬ro el devoto se disculpó: —Mi letra no es muy buena.
—No importa —respondió Śrīla Prabhupāda—. Nadie puede escribir bien el hindi—. Entonces contó una broma.
Alguien le había escrito una carta en hindi a un amigo, y éste respondió: —La próxima vez que me escribas una carta en hindi, por fa¬vor incluye un pasaje de tren para ir a verte.
—¿Y eso por qué?— inquirió el amigo por carta.
El otro respondió: —Porque tengo que ir a verte para que me descifres tu letra.
Entrevista con Bhūmadeva dāsa
41. Personal: Bebiendo agua
Una vez, después de demostrar su téc¬nica para tomar agua, Prabhupāda le di¬jo a un niño que se encontraba presente: —Tú no puedes hacer eso.
Una razón para be¬ber de esa manera era la limpieza: los labios de uno no tocan el borde del vaso. Prabhupāda vertía el agua dentro de la boca mientras la tragaba, y luego, poniendo la copa vertical, paraba el flujo del agua sin derramar ni una gota.
En la India, el agua se conserva fresca en grandes jarros de barro. En Occidente, a veces le servían el agua con hielo. Una vez, cuando Prabhupāda pidió agua, su sirviente le pregun¬tó:
—¿La quiere fría?
—Agua significa agua fría —respondió Prabhupāda.
Y el agua debía estar cubierta. En la India —contó— dejar descubierto un jarro con agua «es firmar la garantía de tu muerte». En Occidente, la jarra también debía ser cu¬bierta.
Śrīla Prabhupāda podía apreciar diferentes sabores del agua. Hacíamos esfuerzos por obtener para él agua de manantiales especiales, como la del pozo de Bhagatji en Vṛndāvana.
Tomaba bastante agua, para la salud y la digestión. Hacía comentarios al respecto, mientras estábamos sentados en su habita¬ción viéndolo tomar agua. ¡Pero no había que traerle agua de un cuarto de baño! Una vez, Pradyumna dāsa le preguntó cómo es que el agua puede ser diferente si viene del cuarto de baño, en el caso de que uno no sepa de dónde viene. Prabhupāda contestó que aunque uno no sepa de dónde vino el agua, le afectará la men¬te, porque el baño es un sitio contaminado.
Sólo un discípulo podía saber lo dulce que era hablar acerca de esas cosas aparente¬mente mundanas. Consultar con Prabhupāda acerca de sus necesidades o hablar acerca del agua era un alivio a problemas más grandes. Uno pensaba, «ojalá pudiera quedarme aquí y ofrecerle agua toda la vida para que pue¬da seguir predicando y escribiendo libros»; nada más era tan importante como su agua, su salud, su traba¬jo cotidiano en el Bhāgavatam, su satisfacción. No había nada tan hermoso como poder ver su ma¬nera de beber, cuando el agua caía de la copa a su boca.
Satsvarūpa dāsa Goswami
42. Mucho más que un rey
Cuando Śrīla Prabhupāda estaba a punto de dejar Los Ángeles para hacer un viaje por el mundo en 1976, llamó a algunos de los devo¬tos a su habitación.
—Abre mi almirā —le dijo a Rāmeśvara Swami, quien abrió el armario de metal que contenía la ropa de Śrīla Prabhupāda.
—¿Ves esas kurtās? —dijo Prabhupāda—. Saca una.
Rāmeśvara Swami sacó una de un co¬lor naranja brillante.
—¿Te gusta esa?—preguntó Prabhupāda.
—Sí.
—Está bien. Esa es para ti.
Rāmeśvara estaba colmado por recibir el tesoro de un remanente de la ropa de Prabhupāda. Otros devotos también recibieron ropa y regalos de mano de Prabhupāda. Entonces ya era casi la hora de que él partiera para el aeropuerto. Con un elegante talento artístico, Prabhupāda se sentó en su escritorio y aplicó el tilaka vaiṣṇava en su frente. Rāmeśvara Swami pen¬só para sí que todo acerca de Prabhupāda, la forma en que se sentaba o que caminaba, la manera en que se vestía, y la manera en que se ponía su tilaka, era completamente ma¬jestuoso y opulento. Cuando Prabhupāda se levantó para salir de su habitación, Rāmeśvara expresó su apreciación.
—Prabhupāda, para nosotros usted es como un rey.
—Yo soy mucho más que un rey —di¬jo Śrīla Prabhupāda, y subió las escaleras. Ahí lo esperaban cien devotos que lo acom¬pañaron al aeropuerto en el momento en que iniciaba otra vuelta al mundo.
Entrevista con Rāmeśvara Swami
43. Tú eres ignorante
Unos cuantos meses antes de la prime¬ra visita de Śrīla Prabhupāda al templo de Dallas, un fuerte huracán sacudió el área, derribando árboles. Un alto y valioso ár¬bol que daba sombra en el patio del templo también cayó y se quedó apoyado contra el salón de prasāda para los niños. El árbol aún tenía sus raíces en la tierra, pero su opresivo tronco, con sus ramas colgantes, se extendía ahora en un án¬gulo agudo por el medio de la vereda, dejando apenas suficiente espacio para pasar por de¬bajo. Satsvarūpa, el presidente del templo, no actuó inmediatamente, pero varios devo¬tos se le acercaron y le dijeron que el árbol debía ser quitado de inmediato o podría provocar que el edificio en el cual estaba apoyado se derrumbara. Satsvarūpa estuvo de acuer¬do, y uno de los devotos se subió al gran árbol con una motosierra y desmanteló las ramas superiores y el tron-co, hasta que no quedó nada más que los tres metros más bajos del tronco inclinado.
Y así se encontraba el árbol cuando lle¬gó Śrīla Prabhupāda en septiembre de 1972. Tan pronto como entró en el patio, acompa¬ñado por los líderes del templo y guiado por to¬do el grupo de niños y profesores del guru¬kula, Prabhupāda vio los restos del gran ár¬bol y su rostro expresó perturbación. Se salió de la vereda de cemento y caminó por enci¬ma del árbol, y así hicieron todos los demás detrás de él.
—¡¿Quién ha hecho esto?! —reclamó. Sats¬varūpa admitió su responsabilidad y explicó la razón por la cual el árbol había sido destruido. Prabhupāda movió la cabeza con enojo.
—Esa no era una razón para matarlo —dijo. Satsvarūpa trató de explicar las peligro¬sas condiciones y apuntó hacia la abolladura en el techo del edificio. También dijo que el árbol caído de todos modos hubiese muerto pronto.
—No, no está muerto —desafió Prabhupāda—. Mira. Le está creciendo una ramita verde.
Prabhupāda se alejó disgustado, y los devotos se quedaron impresionados ante algo que ahora veían claramente como un acto brutal e innecesario. En su habitación, Prabhupāda continuó criticando la matanza del árbol. Di¬jo que esa era la típica actitud americana —cuando algo está mal, de inmediato córtalo y destrúyelo, sin comprensión o compasión por la presencia del alma.
Más tarde, sintiendo arrepentimiento, Satsvarūpa preguntó si había cometido una ofensa.
—No, ofensa no —dijo Śrīla Prabhupāda—. Tú eres ignorante.
Satsvarūpa dāsa Goswami
44. ¿Por qué cambian las flores cada día?
En un esfuerzo por hacer las habitacio¬nes de Śrīla Prabhupāda en Los Ángeles atractivas y agradables para él, las devotas cambiaban diariamente los floreros, po¬niendo abundante flores frescas. Un día, Śrīla Prabhupāda llegó de su caminata matutina y observó que faltaban los floreros.
—¿Dónde están los floreros? —preguntó.
El sirviente respondió que probablemente las madres los habían tomado para cambiarles las flores.
—Esas flores estaban bien —dijo. Entonces empezó a quejarse: —¿Por qué cambian las flores cada día? ¿Por qué son tan despilfarradores? ¿Quién está haciendo esto? Diles que las cambien solamente cuan¬do se estropeen. ¿Dónde están los floreros? Ve y encuéntralos inmediatamente.
El sirviente bajó a la co¬cina y encontró a las devotas cambiando las flores. —Será mejor que dejen de cambiar estas flores cada día —dijo—. Prabhupāda no quiere. Asegúrense de que el florero no esté nunca fuera de su cuarto.
Cuando el sir¬viente regresó a la habitación con los flore¬ros, Prabhupāda continuó con el mismo te¬ma: —Cámbienlas sólo cuando sea necesario —dijo—. No deben desperdiciar tanto en flores. Esta es la costumbre en América: simple¬mente derrochar. Si tienen un pedazo de tela que les sobra, no lo pueden doblar: lo cortan y lo tiran. Cualquier cosa que anda mal, la resuelven con dinero, ¡y les parece bien! Ocasionan un accidente, y rápidamente lo cubren con di¬nero. No es que sean tan capaces, es que cubren todas sus deficiencias con dinero.
Entrevista con Śrutakīrti dāsa
45. Tu enfermedad es incurable
Girirāja dāsa había estado sirviendo a Śrīla Prabhupāda en Bombay por va¬rios años cuando finalmente regresó de visita a los Estados Unidos para recobrar la salud y visitar a sus padres en Chicago. Cuando de nuevo regresó a Bombay, Prabhupāda le preguntó acerca de su salud y de la visita a la casa de sus padres.
Girirāja le contó que durante la visita de dos días a su familia, su padre había invi¬tado a una amiga psicóloga para que tuviera una conversación con Girirāja. La psicóloga había empezado preguntándole si sentía que en su in¬fancia había tenido alguna carencia afectiva en la re¬lación con sus padres. Girirāja había contes¬tado basándose en el Bhagavad-gītā, que de hecho cada uno de nosotros ha pasado a través de muchos cuerpos en muchas vidas diferentes, y que en cada vida tuvimos dife¬rentes padres, pero que nuestro verdadero padre es Kṛṣṇa. La psicóloga había seguido tratando de hablarle a nivel psicológico, pero Girirāja había seguido respondiéndole desde la plataforma espiritual, así que para ella fue muy difícil hacer algún progreso en su análisis. Después de que ella abandonó la habitación, Girirāja la escuchó hablando con sus padres en el pasillo, diciendo que, hasta donde ella podía ver, no había nada más que ella pudiese hacer.
—Sí —afirmó Prabhupāda—, la llama¬ron para que tratara de curarte, pero en reali¬dad tu enfermedad es incurable. Nunca más po¬drás regresar.
Al oír estas palabras de su maestro espiritual, Girirāja se llenó de rego¬cijo.
Entrevista con Girirāja Swami
46. Él realmente ve a todo el mundo por igual...
Un anciano caballero hindú que visitaba a Śrīla Prabhupāda en su habitación, gradualmente comenzó a ponerse en contra de su prédica.
—Swamiji —dijo el hombre—, usted no debería criticar tanto a las personas. De¬bería ver a todo mundo por igual. ElBhagavad-gītā dice paṇḍitāḥ sama darśinaḥ: debes ver a todo el mundo por igual.
Prabhupāda respondió: —Esa es una fase más elevada. Yo no me encuentro en esa fa¬se. Yo distingo. En la fase más elevada uno no distingue entre la actividad piadosa y la pecaminosa. Pero yo distingo. Yo di¬go: «Usted está pecando y debe detenerse»
A medida que continuaba la discusión, Prabhupāda siguió haciendo referencia a los ācāryas anteriores a fin de respaldar su punto de vista.
—Tengo mi Bhagavad-gītā —dijo Prabhupāda—. Y tengo a mis ācāryas. Me apo¬yo en su autoridad.
Prosiguiendo el argumento, el visitante dijo: —¿Pero qué ha hecho usted además de eso? Usted solamente está repi¬tiendo lo que ellos han dicho. ¿Qué ha he¬cho usted?
Prabhupāda respondió: —Yo no he hecho nada. Estoy simplemente repitiendo. Así que mi contribución es que he puesto este cono¬cimiento a disposición de la gente de todo el mundo. Sin discriminación, he dado con¬ciencia de Kṛṣṇa a todos. Esa es mi contribu¬ción y esa es mi versión de paṇḍitāḥ sama¬-darśinaḥ¬.
Prabhupāda concluyó la entrevis¬ta con esas palabras, y el hombre expresó su agradecimiento. Afuera, en el vestíbulo, el hombre comentaba en voz alta para sí mismo: —Qué interesante... Él realmente ve a todo el mundo por igual...
Entrevista con Girirāja Swami
47. Gotitas de néctar: Bhakta Viśvaretā
Bhāvānanda había sido decorador pro¬fesional antes de conocer a Śrīla Prabhupāda, y así Prabhupāda lo ocupó en esa tendencia pidiéndole que decorase el altar para las primeras Deidades de Rādhā-Kṛṣṇa en Amé¬rica. Bhāvānanda acababa de terminar su tra¬bajo y estaba dando reverencias ante las formas de Rādhā y Kṛṣṇa cuando Śrīla Prabhupāda entró en la habitación.
—Ah, qué bonito —exclamó Prabhupāda—. ¿Quién ha hecho esto?
—Yo, Śrīla Prabhupāda —respondió Bhāvānanda.
—Sí —afirmó Śrīla Prabhupāda—, puedes decorar un club nudista e irte al infierno, o decorar el templo y regresar a Vaikuṇtha.
Entrevista con Bhāvā¬nanda Goswami
Cuando Śrīla Prabhupāda estaba en Los Ángeles, un niño de dos años llamado Bhakta Viśvaretā se apegó mucho a él, y Prabhupāda le mostraba una mise¬ricordia especial. Bhakta Viśvaretā subía gateando las es¬caleras y entraba en la habitación de Prabhupāda sin tocar. Se sentaba frente a Prabhupāda con la espalda recta, y cuando Prabhupāda le daba algo de prasāda, no lo comía hasta que Prabhupāda le pedía que lo hiciera. Prabhupāda estaba muy complaci¬do de que a tan temprana edad, el niño po¬día cantar japa, recitar versos, y cantar y bai¬lar en el kīrtana. Cuando Bhakta Viśvaretā cumplió los cinco años, Prabhupāda le pidió a sus padres que lo enviaran al gurukula de Dallas. Luego en una ocasión, cuando Prabhupāda visitó Dallas, se encontró de nuevo con Bhakta Viśvaretā, y fue como la reunión de dos vie¬jos amigos.
Sin embargo en esta ocasión Bhakta Viśvaretā estaba extremadamente tímido. No hacía reverencias, no decía ni hacía nada en presencia de Prabhupāda. Sólo se quedaba de pie mirando hacia abajo. Prabhupāda em¬pezó a pellizcarlo en varios lugares y tiró de su śikhā, pero el niño no respondía. Finalmente Prabhupāda le preguntó si le gustaría comer una bolita dulce. Bhakta Viśvaretā asintió con la cabeza. Prabhupāda hizo que su sirviente le consiguiera una, y se la dio. Cuando el niño la tomó y se la comió de inmediato, Prabhupāda sonrió y exclamó: —¡Ah, es un de-voto del prasāda!
Entrevistas con Rāmeśvara Swami y Satsvarūpa dāsa Goswami
48. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre el origen de la entidad viviente
Tu siguiente pregunta es desde dónde cae la entidad viviente a este mundo mate¬rial. La exis-tencia en el Brahman impersonal está tam¬bién dentro de la categoría de no concien¬cia de Kṛṣṇa. Aquellos que se encuentran en la refulgencia del Brahman también están en una condición caída, así es que no es cues¬tión de caer de una condición caída. Cuando sucede una caída, significa que uno se cae de una condición no caída.
La condición no caída es la conciencia de Kṛṣṇa. Así que mientras uno pueda conservar pura su conciencia de Kṛṣṇa, no está caído. Tan pronto como uno está fuera de la conciencia de Kṛṣṇa, está caído. No importa dón¬de se aloje una entidad viviente. En el mun¬do material también existen diferentes fases de condiciones de vida, y permanecer en la refulgencia del Brahman es también otro aspecto de esa condición caída. Tal como se declara en el Bhagavad-gītā que las almas condiciona¬das por sus actividades piadosas son elevadas a sistemas planetarios más altos, pero tan pronto como se acaba su reserva de activida¬des piadosas ellos bajan de nuevo al planeta Tierra. Similarmente, aquellos que son eleva¬dos por encima de los sistemas planetarios hasta la refulgencia del Brahman, están tan pro¬pensos a caer como aquellos que están en un sistema planetario más elevado.
Carta a Revatīnandana dāsa (13 junio 1970)
49. Personal: Su actitud informal
A veces Śrīla Prabhupāda usaba el sombrero «swami» de una manera có¬mica, con las alas sobresaliendo a cada lado de la cabeza. A veces se recostaba con el cuerpo tendido atravesado en su asiento, los pies y las piernas suspendidos por encima de los cojines laterales, completamente relajado. A veces dormitaba trascendental¬mente sentado en su habita¬ción. Naturalmente, no se comportaba de manera tan informal cuando habían invitados.
Su caminar con el bastón era aristocráti¬co, como lo era la inclinación de su cabeza. Todo el mundo lo recibía como un caballe¬ro refinado. Usualmente era visto en público con un gran séquito. A menudo cuando esta¬ba solo o por lo menos en grupos más peque¬ños, las casuales y gráciles poses de su cuer¬po, al sentarse o al caminar, sus movimientos al sostener un vaso de agua, con el meñique extendido (un mudrā que significa perfección), el puño de seda de su manga asomándose por debajo de su suéter, y luego las palmas de sus manos delicadas y de líneas suaves ex¬puestas mientras hablaba —todo esto encanta¬ba y apaciguaba el corazón.
A veces Prabhupāda estaba predicando largamente y luego de repente se levantaba y salía de la habitación, mientras todos esperaban su regreso. Al salir y al entrar de vuelta todo el mundo le daba reverencias. Estos pequeños y placenteros aspectos de su presencia eran un segundo plano del serio asunto que era vivir con Śrīla Prabhupāda. Prabhupāda era severo y grave, siempre hablando de planes inmedia¬tos y de difíciles renuncias que les pedía a sus discípulos. Y con todo, la constante alegría de estar con Prabhupāda estaba siempre ahí. Ambas estaban ahí —la alegría de estar cerca de su persona, y la dificultad para seguir sus órdenes. Y en su presencia, la protección de Kṛṣṇa es¬taba siempre ahí.
Satsvarūpa dāsa Goswami
50. El servicio en separación
Nuestro encuentro y separación en el mundo material es como la crecida del río. Durante la crecida del río, tantos diferentes artículos flotantes se encuentran juntos, y con la corriente son de nuevo separados por el movimiento de las olas. Esa es exactamen¬te la dirección de la vida material. Pero nues¬tra separación, aun cuando se asemeja exac¬tamente a la material, es completamente diferente. En el mundo espiritual, la separa¬ción es más gozosa que el encuentro. En otras palabras, en el mundo espiritual no hay separación. La separación es eterna, y el en¬cuentro también es eterno. La separación es simplemente otra característica del encuen¬tro.
Carta a Bhāvānanda Goswami (3 abril 1969)
«El hecho de que Prabhupāda tenía el poder de facultar a chicos y chicas jóvenes para que fueran alrededor de todo el mundo y establecieran este movimiento es una realidad trascendental. Esa era su gloria. Y la gente que no estaba con él fí¬sicamente, estaban teniendo experiencias igualmente intensas, y a veces más intensas. Algunas veces Prabhupāda estaba presente de manera más intensa en aquellos lugares.
»La realidad de la aparición de Prabhupāda en la Tierra se está extendiendo aun hoy en día. No es que sea una persona material, ese es todo el punto. Prabhupāda no era un ser humano confinado solamente adonde se encontraba presente personalmente. Su pre¬sencia personal era especial; y esos eran pa¬satiempos especiales. Pero Prabhupāda era prácticamente como el Sol: expandía su potencia por todos lados. Y todavía lo está haciendo así. Prabhupāda es el jagad-guru que se expande a través de todo el mundo y continúa expandiéndose en los corazones de todo el mundo.
»Eso está declarado en el Bhāgavatam, en el caso de Sūta Gosvāmī: taṁ sarva-bhūta hṛdayaṁ munim ānato ’smi. Sūta dijo acerca de su guru, Śuka, “Ofrezco mis reverencias a mi maestro espiritual, quien entra en el cora¬zón de todo el mundo”. Y similarmente, Vyāsadeva glorificó a su guru, Nārada, di¬ciendo: tvaṁ paryatann arka iva tri-lokīm antaś caro vāyur ivātma sākṣī. “Tú eres como el Sol. Tú vas por todas par¬tes, exactamente como el Sol va por todo el universo”. Así, Vyāsadeva dijo antaś cara: “En realidad tú entras dentro de todo”. Y vāyur iva: “Tú eres exactamente como el viento. Tal como el aire entra y sale de todos los cuerpos, así mi maestro espiritual puede entrar y salir de todo”. Así debería comprenderse que Prabhupāda en realidad estuvo y está expandiéndose a través de todo el universo.»
Hṛdayānanda dāsa Goswami
«Alguien que toma muy en serio el Bhak¬tivedanta Book Trust (BBT o Fondo Editorial Bhaktivedanta), considera que esa es su re¬lación con Prabhupāda. Yo pienso que fui su sirviente personal porque ayudé a mani¬festar sus libros tan rápidamente como fue posible. Mi relación con Prabhupāda ha sido siempre de esa manera, leyendo sus libros, haciéndolos, y distribuyéndolos en saṅkīrtana, y jamás he sentido caren¬cia de asociación. Cuando editaba los libros de Śrīla Prabhupāda me sentía completamente satisfe¬cho con sólo entregar aquellos capítulos ca¬da semana. Eso era todo lo que yo quería en la vida.»
Devāmṛta Swami
«Yo sé que mientras que tratemos de complacer a Prabhupāda predicando dentro de ISKCON, no podemos andar mal. Así que mi refugio —desde que Prabhupāda abandonó el planeta— fue permanecer en su asociación, con los devotos y con la prédica que continúa. Yo sé que Prabhupāda bendecirá a todo aquel que permanezca en esta asociación, es¬pecialmente a sus discípulos.»
Jaya Mādhava dāsa
«Yo sé cómo se sentía Prabhupāda acer¬ca de varios aspectos del proyecto Māyāpura. Un día estaba subiendo por la carretera cuando de repente me vino a la mente que esta carretera es tan sagrada porque Prabhupāda solía tomar su caminata matutina aquí. Sentimientos como ese le dan a uno un afec¬to y una motivación más fuertes en su servi¬cio devocional, en sus proyectos. Ves un grifo goteando, y te acuerdas de cómo reaccionaba Prabhupāda a eso. Esa conciencia de Prabhupāda está ahí.»
Änakadundubhi dāsa
«Los devotos vienen aquí a la casa de Prabhupāda en Vṛndāvana, y se absorben com-pletamente en la modalidad de servicio de aquí. Muchos de ellos sólo vienen y se sientan solitarios y recuerdan a Prabhupāda cuando cantaba. Hubo tantas experien¬cias íntimas aquí para tantos devotos de Prabhupāda, en estas pocas habitaciones. Así que me doy cuenta de que la casa de Prabhupāda es un sitio especial para tantos amorosos discípulos de Prabhupāda quienes tuvieron tantos intercambios personales con él aquí. Si el lugar no está bien cuidado, eso es una ofensa para ellos tam¬bién, porque significa que la memoria de Prabhupāda no está siendo mantenida con esmero.»
Daivī-śakti devī dāsī
«Desde que Prabhupāda abandonó el planeta habré leído todos sus libros unas cuatro o cinco veces, y una cosa que puedo decir es que he empezado a sentir que en rea¬lidad estoy con Prabhupāda cuando leo sus libros. Pienso: “Ahora es el momento de sen¬tarme con Prabhupāda”. Así como si Prabhupāda viniese al templo de uno, si uno pudiera escaparse y escucharle hablar, lo haría con seguridad. Cuando el guru ha¬bla, el discípulo debe venir tan pronto como sea posible. Así, de esa manera, trato cada día de dar tiempo a la lectura de los libros de Śrīla Prabhupāda.»
Rohiṇī-nandana dāsa
«Pienso que mi relación con Prabhupāda gira hasta cierto punto alrededor del deber. Él me dio mi servicio, y pienso que un devo¬to no debe solicitar ningún otro servicio di¬ferente. Debe hacer el servicio que le dio su maestro espiritual hasta que se le pida que haga otra cosa, aun si eso significa que debe hacer el mismo servicio toda la vida. Me tomó cerca de diez años llegar a este punto. Antes de esto, siempre me venían ideas de “Probablemente puedo hacer otra cosa... Quizás no soy adecuado pa¬ra esto y debería hacer algo diferente”. Pero pien¬so que en la mayor parte de los casos eso es māyā. A un devoto se le da un cierto servi¬cio, y al igual que en el ejército, uno debe cumplir con su deber aunque vaya a ser ma¬tado. Este es para mí un princi¬pio muy fuerte en mi conciencia de Prabhupāda: que no puedo abandonar el deber de empujar la conciencia de Kṛṣṇa en mi área.»
Bahūdak dāsa
Muchas gracias a ti y a todos los devo¬tos por ofrecerme diariamente una guirnalda como lo estaban haciendo cuando estaba yo físicamente presente. Si un discípulo está constantemente ocupado en llevar a cabo las instrucciones de su maestro espiritual, se da por supuesto que se encuentra constantemente en compañía de su maestro espiritual. Esto se llama vāṇī-sevā. Así hay dos clases de servi¬cio al maestro espiritual. Uno se llama vāṇī-sevā y el otro se llama vapuḥ-sevā. Vāṇī-sevā significa ‘ejecutar la instrucción’, y vapuḥ-sevā significa ‘prestar servicio personalmente’. Así que cuando el maestro espiritual no está presente físicamente, el vāṇī-sevā es más importante.
Carta a Karan¬dhara dāsa (22 agosto 1970)
Investigación (en EE.UU.)—Baladeva Vidyābhūṣaṇa dāsa, Vidura dāsa, Dattātreya dāsa, Prāṇadā-devī dāsī y Jitaśakti-devī dāsī.
Sánscrito—Gopīparāṇadhana dāsa.
EDICIÓN CASTELLANA
Traducción al castellano (en España)—Bhāgavata Purāṇa dāsa, Devarṣi dāsa, Rādhā-caraṇa devī dāsī y Bhaktin Isabel.
Tipeado (en Costa Rica)—Sāndīpani Muni dāsa, Arjuna dāsa y Arjuna Vhalaba dāsa.
Redacción—Arjuna dāsa.
Edición, montaje y diseño—Arjuna Vhalaba dāsa, Arjuna dāsa y Caitanyadeva dāsa.
RECONOCIMIENTO ESPECIAL
A Murarī dāsī, quien colaboró proporcionando los fondos para la impresión de este libro.
Título del original en Inglés: Prabhupāda Nectar
Editado originalmente en inglés por: Gīta-nāgarī Press
Editado y diseñado en Costa Rica
San José, Costa Rica
© 1996, Editorial Vaiṣṇava-saṅga
Todos los derechos reservados
Impresión y encuadernación: CTS Grafica, Italia
Impreso en Italia. Printed in Italy.
Prólogo a la edición española
Preliminares
Después de escribir la Biografía de Śrīla Prabhupāda o Śrīla Prabhupāda-lilāmṛta, Su Santidad Satsvarūpa Mahārāja comprendió que aun quedaba mucho néctar de Prabhupāda diseminado en los corazones de los devotos que lo conocieron personalmente y tomó la feliz iniciativa de recolectarlo para el deleite de la comunidad vaiṣṇava de todo el mundo.
El presente libro es una compilación de los cinco pequeños volúmenes publicados originalmente en inglés porThe Gītā-nāgarī Press con el título de Prabhupāda Nectar. Según me han dicho, ya existe un libro como éste en inglés pero, en el momento de escribir estas líneas, todavía no hemos tenido la oportunidad de verlo. Nos alegra no ser los únicos en presentar esta ofrenda a Śrīla Prabhupāda durante la conmemoración del Centenario de su auspiciosa y trascendental aparición en el planeta. Por lo que nos concierne (el equipo de laEditorial Vaiṣṇava-saṅga), la publicación de esta obra constituye la realización de un sueño largamente deseado. Desde que publicamos el volúmen I en castellano en 1984, nuestro proyecto más querido con toda el alma era el de publicar uno a uno todos los restantes. Teniendo en cuenta que la lengua más hablada en el mundo después de la inglesa es la española, y que la comunidad de devotos hispanoparlantes es también una de las más extensas e importantes de ISKCON, es fácil comprender la necesidad de contar con esta material tan especialmente nectáreo e instructivo.
Este libro será el más leído
Con el paso del tiempo la obra y la figura de Śrīla Prabhupāda están creciendo de modo impresionante y el número de sus seguidores también. Desde esta perspectiva, el néctar de sus pasatiempos está adquiriendo cada vez más sabor y relevancia. Por otra parte, debido a que anteriormente la barrera del idioma había impedido a los devotos de habla hispana saborear este maravilloso néctar, estamos seguros que ahora este libro marcará un antes y un después en lo más íntimo de sus corazones. Sabemos que de ahora en adelante, el libro más leído en nuestros templos será éste y nos sentimos muy orgullosos de haber sido instrumentos de tan dulce realidad.
Algo de historia
Durante mi visita a España en febrero de 1995, tuve la oportunidad de conversar con Hanumān Prabhu —devoto español encargado de la traducción al castellano del Śrīmad-Bhāgavatam y otros libros de Śrīla Prabhupāda— y acordamos que nos enviaría el material traducido hasta la fecha de este libro. A finales de octubre llegó todo a Costa Rica: una parte en disquetes de computadora y la otra grabada en cintas. Al revisar el trabajo nos dimos cuenta de la difícil tarea que nos esperaba, ya que, debido a que había sido traducido por varios devotos en España, no había mucha homogeneidad en el criterio y el estilo. Además, había que acomodar el lenguaje de manera que —conservando su frescura original— resultase comprensible para todos los países de habla hispana. Arjuna Prabhu, quien ya había ejecutado muy acertadamente otros trabajos similares en Costa Rica, fue quien realizó la titánica labor de revisar y armonizar la redacción de todo el texto en su conjunto durante varios meses de intensa y profunda dedicación. Luego, la madre Sītā devī dāsī hizo una corrección final pocos días antes de enviarlo a Italia para su impresión. Decidimos imprimirlo en Italia porque nos cuesta exactamente la mitad de lo que hubiéramos tenido que pagar en Costa Rica.
Un libro muy especial
Pocos libros resultan tan atractivos como las biografías de personas célebres, los diarios y las historias instructivas o los cuentos. Son libros mágicos que despiertan y recrean el espíritu soñador de los lectores. Los seres humanos somos muy sensibles a los estímulos que evoquen sentimientos iluminantes.
Indudablemente, todos los libros de Śrīla Prabhupāda son ricos en contenido filosófico y sentimiento devocional. Sin embargo, más iluminante y atractivo que sus libros es su personalidad. Escucharlo dialogar con otras personas es sencillamente fascinante. Sus ingeniosas ocurrencias llenan de regocijo. Sus inteligentes analogías y su fino humor al contar historias deleitan y entusiasman. Śrīla Prabhupāda conquistó y arrebató los corazones de quienes tuvieron la fortuna de conocerle y estar cerca de él, y lo sigue haciendo a través de las numerosas publicaciones literarias y audio-visuales surgidas en los años posteriores a su desaparición física de este mundo.
Una personalidad excepcional
Meditando en la personalidad de Śrīla Prabhupāda, uno piensa inevitablemente en Kṛṣṇa y en la asombrosa similitud respecto al comportamiento y el modo de ser que caracterizan a ambos.
En la Bhagavad-gītā Kṛṣṇa habla acerca de la conclusión védica respecto a la ciencia de la acción, y en elŚrīmad-Bhāgavatam se habla de los pasatiempos trascendentales de Kṛṣṇa y de todo lo que contribuye a comprender Su maravillosa personalidad. Aunque ambas obras literarias son de igual importancia espiritual, no obstante, la narración de los pasatiempos e historias de Kṛṣṇa constituyen la parte más nectárea y fascinante. Similarmente, todo lo que Prabhupāda hizo y dijo en los momentos más especiales de su vida resulta particularmente nectáreo y glorioso debido a la incuestionable dosis de profunda significación y trascendencia que lo ha caracterizado.
El fundador-ācārya de la Asociación Internacional para la Conciencia de Kṛṣṇa y escritor más prolífico de la literatura védica de nuestro tiempo (con más de 300 millones de libros vendidos), es un gran sabio y santo extraordinariamente virtuoso a quien —por más proezas que lleguemos a hacer sus seguidores— nunca lograremos retribuir la ayuda recibida. Este gigante de la devoción —estratega insuperable en la prédica, e incomparable maestro en la ciencia de la autorrealización— es conocido como Prabhupāda, maestro a cuyos pies de loto toman refugio los demás maestros. Él fue y sigue siendo para todos nosotros nuestro mejor amigo, padre y salvador y, en el Centenario de su gloriosa aparición (1896 - 1996), y por toda la eternidad, le ofrecemos una y otra vez nuestras más humildes y respetuosas reverencias.
Śrī Padāmbuja dās
Costa Rica, 5 julio 1996
Nota aclaratoria
El primero de los cinco volúmenes de El Néctar de Prabhupāda fue publicado en Costa Rica en el año 1984 (edición limitada de 1000 ejemplares), producido por Śrī Padāmbuja dās y traducido por Bhaktin Adriana Vincent.
Los volúmenes faltantes llegaron en octubre-noviembre de 1995 a Costa Rica en un disquete de computadora, tres cintas de audio y unas cuantas páginas escritas a máquina y a mano.
Como la traducción de este libro fue ideada para ser distribuida especialmente entre la comunidad vaiṣṇava de habla castellana y ésta es más abundante en América Latina, decidimos adaptarlo al español hispanoamericano.
Los cambios más importantes:
•Modismos de España (por ej.: chavalillo por niño, coche por automóvil, granja (generalmente avícola) porfinca, etc.).
•También cambiamos el uso del complemento le, les:
«Prabhupāda le encontró» (leísmo correcto, preferido por la mayoría de los escritores españoles actuales) lo cambiamos por «Prabhupāda lo encontró» (forma preferida por la Real Academia de la Lengua Española, por el uso general hispanoamericano y por el de algunas regiones españolas).
•En España se usa vosotros como segunda persona del plural, mientras que en Latinoamérica se usa ustedes(y esa adaptación provoca un sinfín de cambios en sus respectivas conjugaciones verbales y complementos).
• Para la puntuación de diálogos tratamos de seguir el criterio español más moderno, reemplazando el criterio norteamericano y las comillas inglesas (“ ”) del libro original en inglés, por el uso de guiones largos (—) y comillas españolas (« »).
•El orden de las palabras en una oración varía bastante de España a América.
Seguramente a los devotos españoles les suenen un poco extrañas y artificiales nuestras correcciones, por lo que les pedimos disculpas.
Arjuna dāsa
Una personalidad excepcional
Meditando en la personalidad de Śrīla Prabhupāda, uno piensa inevitablemente en Kṛṣṇa y en la asombrosa similitud respecto al comportamiento y el modo de ser que caracterizan a ambos.
En la Bhagavad-gītā Kṛṣṇa habla acerca de la conclusión védica respecto a la ciencia de la acción, y en elŚrīmad-Bhāgavatam se habla de los pasatiempos trascendentales de Kṛṣṇa y de todo lo que contribuye a comprender Su maravillosa personalidad. Aunque ambas obras literarias son de igual importancia espiritual, no obstante, la narración de los pasatiempos e historias de Kṛṣṇa constituyen la parte más nectárea y fascinante. Similarmente, todo lo que Prabhupāda hizo y dijo en los momentos más especiales de su vida resulta particularmente nectáreo y glorioso debido a la incuestionable dosis de profunda significación y trascendencia que lo ha caracterizado.
El fundador-ācārya de la Asociación Internacional para la Conciencia de Kṛṣṇa y escritor más prolífico de la literatura védica de nuestro tiempo (con más de 300 millones de libros vendidos), es un gran sabio y santo extraordinariamente virtuoso a quien —por más proezas que lleguemos a hacer sus seguidores— nunca lograremos retribuir la ayuda recibida. Este gigante de la devoción —estratega insuperable en la prédica, e incomparable maestro en la ciencia de la autorrealización— es conocido como Prabhupāda, maestro a cuyos pies de loto toman refugio los demás maestros. Él fue y sigue siendo para todos nosotros nuestro mejor amigo, padre y salvador y, en el Centenario de su gloriosa aparición (1896 - 1996), y por toda la eternidad, le ofrecemos una y otra vez nuestras más humildes y respetuosas reverencias.
Śrī Padāmbuja dās
Costa Rica, 5 julio 1996
Introducción
La biografía en seis volúmenes Śrīla Prabhupāda-līlāmṛta no agotó de manera alguna la reserva de historias, reflexiones, elogios y citas acerca de Su Divina Gracia A. C. Bhaktive¬danta Swami Prabhupāda. Así como uno no puede agotar las glorias de la infinita Perso¬nalidad de Dios, similarmente no puede llegar al final de las valiosas descripciones de Su devoto puro. Si existe un límite, éste se encuentra solamente en la capacidad de recordar de sus seguidores, o en el tamaño de la audiencia capaz de saborear los temas tras¬cendentales de Kṛṣṇa y Sus eternos asocia¬dos.
En el Śrīla Prabhupāda līlāmṛta, así como en su sinopsis poética Remembering Śrīla Prabhupāda [Recordando a Śrīla Prabhupāda], me limité en su mayor parte a la secuencia cronológica de los principales eventos en la vida de Prabhupāda. Pero aún hay mucho más. Abramos las compuertas. Ahora, las únicas restricciones son la autenticidad de las anécdotas, las consideraciones de etiqueta y el deseo de presentar las historias y meditaciones en una forma que sea legible y literaria. Por otro lado, todo el prabhupāda kathā es beneficioso para el oyente, y capaz de producir bienaventuranza trascendental.
Por lo tanto, presentamos este volumen de El Néctar de Prabhupāda y espe¬ramos que será seguido por frecuentes colec¬ciones adicionales. Nuestra búsqueda para reunir verdadero néctar de Prabhupāda continúa, y mucho depende de terceros. Las anécdotas y realizaciones son recordadas por discípulos y amigos de Śrīla Prabhupāda, y así so¬licitamos a todos los lectores que conozcan incidentes inéditos acerca de Prabhupāda, que amablemente nos concedan una entrevista o que nos envíen las notas de sus recuerdos. Dentro de este pobre mundo existen relativamente pocas minas de datos acerca de las memorias de Prabhupāda, y por eso volvemos a solicitar a esas personas afortunadas que sean bonda¬dosas para con miles de lectores presentes y futuros, y contribuyan a El Néctar de Prabhupāda con sus memorias. Aun si uno está pla¬neando escribir sus memorias en su vejez, eso no excluye el darnos una entrevista en esta serie. Es mejor que esto quede grabado tan pronto como sea posible, antes de que pueda deteriorarse con el paso del tiempo.
No he tratado de recopilar El Néctar de Prabhupāda en la forma de una enciclopedia agrupando rígidamente los temas bajo numerosas categorías. En la narración optamos por entremezclar las diferentes clases de ma¬terial, proporcionando así más variedad a la lectura y tratando de hacer que se parezca más a la manera en que Prabhupāda en vida distribuía sus enseñanzas. Prabhupāda no ha-blaba en una vez todo sobre política y luego todo sobre yoga y luego todo sobre los semi¬dioses; más bien daba un poco de esto, un poco de lo otro. Para animarme a usar este método, Jayādvaita Swami observó: —De es¬ta manera se parecerá a la vida de Prabhupāda: unas pocas palabras aquí, unos cuantos ges¬tos allá, o a veces todo un tema de una sola vez.
Al presentar las anécdotas no he altera¬do ninguno de los hechos, pero frecuente¬mente los he redactado y pulido en una forma narrativa. Para dar variedad he creado categorías tales como «Prabhupāda Dijo» (que consiste en citas directas sobre te¬mas específicos), «Prabhupāda Cuenta una Historia» y «Personal». Algunos volúmenes posteriores pueden contener variedades adi¬cionales de charlas de Śrīla Prabhupāda o acerca de él.
Al final del libro hay notas.1 Pro¬porcionan una referencia acerca de la fuente de cada pasatiempo, y también añadí co¬mentarios adicionales.
Por más de seis años nuestro equipo de entrevistadores e investigadores del Śrīla Prabhupāda-līlāmṛta ha estado practicando un sistema para averiguar si una anécdota de Prabhupāda es auténtica, y he aplicado las mismas normas en El Néctar de Prabhupāda. En la medida de lo posible, tratamos de dar citas precisas de sus declaraciones, buscando en las grabaciones de Śrīla Prabhupāda. Igualmente, siempre buscamos varios testigos confiables, además del testigo que recuerda un evento particular. Esto lo hace nuestro entrevistador quien trae a discusión un mismo incidente en numerosas entrevis¬tas. Aunque siempre nos sentimos más con¬fiados al oír anécdotas de labios de discípu¬los más antiguos que son líderes y miembros activos del movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa, no excluimos de manera alguna el es¬cuchar de otros discípulos, mientras éstos sean favorables y no sientan envidia de Śrīla Prabhupāda. De hecho, el fenómeno de en¬trevistar a un devoto de Śrīla Prabhupāda es en sí un notable testimonio para calibrar la autenticidad de los recuerdos de Śrīla Prabhupāda. A veces los devotos lloran por primera vez en años, al experimentar fuertes emociones o incluso dolor por el recuerdo y por la separación de Prabhupāda, y muchas veces nos agradecen más tarde por haberlos ayudado a recordar a Prabhupāda. Cuando están absortos en tales entrevistas, parece como si la cobertura de los años de olvido hubiera sido retirada, al menos tem¬poralmente, y el devoto obtiene una vez más la misericordia de la asociación con Prabhupāda a través del recuerdo. Un entrevista¬dor entrenado puede apreciar estos síntomas positivos, pero también aprende a detectar inconsistencias en el contexto cuando los re¬cuerdos son inexactos.
Además, cada devoto parece tener su propio repertorio de historias sobre Prabhupāda que tiende a recordar una y otra vez. Estas memorias fijas nos indican que ciertos recuerdos de Prabhupāda están grabados per¬manentemente en los cerebros de los testi¬gos. Aunque el mismo acontecimiento de la vida de Prabhupāda es visto en una variedad de for¬mas de una persona a otra, los recuerdos aún siguen siendo personales, intercambios dura¬deros entre Prabhupāda y esas personas en particular, quienes inevitablemente recuerdan el acontecimiento en maneras particulares. Mu¬chas de las historias de Prabhupāda han en¬trado ya en una tradición oral, y son trans¬mitidas de un oyente a otro en una sucesión discipular en la cual la fuente original no siempre puede ser recordada. Estas historias pueden también ser aceptadas —así como eva¬luadas en cuanto a su autenticidad se refiere— por perso¬nas familiarizadas con la vida y la filosofía de Śrīla Prabhupāda. Así, aunque hemos dado refe-rencias específicas para la fuente de cada in¬cidente mencionado en este libro, usualmen¬te estos incidentes no dependen sólo de una persona sino que son parte de una tradición co¬lectiva. Aunque no podemos pretender que nuestro sistema de selección sea infalible, frecuentemente nos abstuvimos de contar un incidente aparentemente instructivo, porque tenía una débil autenticidad. Definitivamen¬te estamos en contra de contar cualquier his¬toria inventada acerca de Śrīla Prabhupāda y he¬mos hecho lo mejor que pudimos para ex¬cluir las especulaciones.
Ya existen libros de anécdo¬tas como Anecdotes from Gandhiji’s Life [Anécdotas de la Vida de Gandhiji], Anécdo¬tes from Abraham Lincoln [Anécdotas de Abraham Lincoln] y Lincoln’s Stories [Historias de Lincoln] y colecciones de anéc¬dotas acerca de autores, instituciones y paí¬ses. Tales colecciones son consideradas como especialmente memorables por su capacidad para captar vislumbres de la vida real de grandes personas. Pero El Néctar de Prabhupāda es único en importancia, porque Śrīla Prabhupāda tenía el poder de entregar la más alta ciencia trascendental —amor puro por Kṛṣṇa, basado en las enseñanzas del Señor Caitanya Mahāprabhu— y lo entregó más ex¬tensa y eficazmente que cualquie¬ra de sus predecesores. Notablemente, hizo esto durante la era de más grande falta de fe, la era de riña e hipocresía conocida como Kali-yuga. Por eso, escuchar aún pequeños incidentes de su vida es más beneficioso que escuchar los más grandes actos públicos de todos los héroes y benefactores mundiales. Tal como se declara en los śāstras (las Escrituras reveladas), hasta un solo momento de asociación con un vaiṣṇava puro puede permitir la liberación del ciclo de naci¬miento y muerte. Dado que una simple gota de néctar de la vida de Śrīla Prabhupāda pue¬de salvarlo a uno del sufrimiento, estamos tratando de entregar muchas gotas para irri¬gar este desértico universo.
Satsvarūpa dāsa Goswami
1. En esta edición en castellano cada nota fue reubicada a continuación de la correspondiente anécdota. (N. del R.)
Libro primero
tulayāma lavenāpi
na svargaṁ nāpunar bhavam
bhagavat saṅgi saṅgasya
martyānāṁ kim utāśiṣaḥ
El valor de tener por un momento la compañía del devoto del Señor, ni siquiera se puede comparar con el hecho de alcanzar los planetas celestiales ni con liberarse de la materia, y ni qué hablar de compararlo con bendiciones mundanas en la forma de prosperidad material, que son para aquellos que están destinados a morir.
Śrīmad-Bhāgavatam 1.18.13
1. "Prabhupāda" o "Swamiji"
2. Diamante en el ojo de Prabhupāda
3. Controlar la lengua
4. Uno debe tener la cabeza fresca
5. Pregúntale a la Luna
6. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre el prasāda
7. Historia: Un mendigo y un palanquín
8. Pequeño pero grande
9. Visita a casa de hindúes
10. Como si acabara de conquistar un imperio
11. No somos doctor-dāsa sino Kṛṣṇa-dāsa
12. Cualquier medicina que funcione, úsala
13. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre la Educación de los Hijos
14. Cuenta una historia: La lámpara de cristal
15. Personal: Su espíritu de prédica
16. Dominado por emociones extáticas
17. ¿Por qué ser un kṛpaṇa (avaro)?
18. Gotitas de néctar
19. Imitando sonidos diversos
20. Te gusta dejarte el pelo largo: continúa la mentalidad hippie
21. El templo en caos extático
22. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre el Kīrtana y la Música
23. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: El conejo y el león
24. Personal: Su silencio
25. La bocina de Prabhupāda
26. ¿La vida de ca¬sado peligrosa? Dime cuál es el peligro.
27. Quiero regresar a Dios. Quiero ir a Māyāpura
28. Gotitas de néctar: Pues en realidad yo sí soy un embaucador...
29. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre la Producción y Distribución de Libros
30. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: Usted es tan fea que se debería casar con un mono
31. Śrīla Prabhupāda cuenta otra historia: A nosotros nos aconseja Kṛṣṇa o Sus representan¬tes
32. Personal - El masaje de la tarde
33. Eso no es lo que te concierne preguntar
34. Yo no soy ISKCON. Yo soy un miembro de ISKCON
35. El responsable di¬recto soy yo
36. Primero debe lavar todas las ollas
37. Śrīla Prabhupāda dijo: Acerca del dinero
38. Śrīla Prabhupāda cuenta historias cortas
39. Más historias cortas: Los envidiosos siempre encontrarán faltas
40. Más historias cortas: Su aversión a los cambios caprichosos
41. Personal: Bebiendo agua
42. Mucho más que un rey
43. Tú eres ignorante
44. ¿Por qué cambian las flores cada día?
45. Tu enfermedad es incurable
46. Él realmente ve a todo el mundo por igual...
47. Gotitas de néctar: Bhakta Viśvaretā
48. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre el origen de la entidad viviente
49. Personal: Su actitud informal
50. El servicio en separación
1. "Prabhupāda" o "Swamiji"
Sucedió que sólo después de dos años de dirigir ISKCON en América, Śrīla Prabhupāda estuvo de acuerdo en que se dirigie¬sen a él por el título correcto de Prabhupāda en lugar de Swamiji. Ya en 1960, en su pri¬mer volumen del Śrīmad-Bhāgavatam, él había escrito en un significado, «Los devotos pu¬ros cuya única ocupación es la de servir, son honrados con los nombres de Prabhupāda y Viṣṇupāda, los cuales indican que esos devo¬tos son representantes de los pies de loto del Señor» (Bhāg. 1.1.15). Sin embargo, a pesar de que el nombre Swamiji es común y no muy respetuoso, era el único que co¬nocían sus seguidores y se había convertido en un término muy apreciado para ellos. Se dirigían y le oraban a Prabhupāda por ese nombre, «Querido Swamiji». Así que hubo un pe¬queño choque cuando cambió el nombre.
Un devoto, al oír el nuevo nombre de labios del secretario de Śrīla Prabhupāda, no pudo aceptarlo sin preguntarle personalmente a Śrīla Prabhupāda. En la siguiente caminata matutina inquirió:
—¿Swamiji?
—¿Sí? —contestó Prabhupāda.
—Tengo entendido que usted prefiere ser llama¬do Prabhupāda.
Śrīla Prabhupāda se volvió rápidamente.
—¿Dónde oíste eso? ¿Quién te lo dijo?—. Pareció molesto, y enmudeció. Pero después de unos momen¬tos volvió a hablar:
—En realidad yo no prefiero. Pero es mejor.
Entrevista con Aniruddha dāsa
Aquí apreciamos la distinción que se encuentra entre una preferencia caprichosa (que depende de la opinión de uno) y el elevado principio de hacer lo que sea mejor para la ejecución del servicio devocio-nal amoroso al Señor. Para el Swamiji había resultado mejor aceptar el título más honorable: Śrīla Prabhupāda. «Swamiji» fue un agradable nombre para nuestros inocentes días del principio, pero era más adecuado que el fundador-ācārya del movimiento más importante del mundo fuese conocido por su más glorioso y acertado nombre, como Prabhupāda ‘el maestro a cuyos pies se sientan los otros maestros’.
2. Gotitas de néctar - Diamante en el ojo de Prabhupāda
En San Francisco, en 1967, Śrīla Prabhupāda elevó sólo gradualmente las normas de sus seguidores. La mayoría de ellos no eran más que hippies que lo pasaban bien co-miendo y cantando en el local. Justo al lado del templo había una heladería, y en la esquina una cafetería, ambas frecuentadas por los devotos. A menos que hubiese un programa especial en el templo, muchos de los devotos podían ser encontrados en alguno de los dos locales. Por eso, cuando Prabhupāda bajaba de su apartamento, a veces pasaba muy despacio frente a la heladería para ver si algu¬nos de sus seguidores estaban allí. Luego iba a la cafetería y miraba por la venta¬na. Los «devotos» incluso se escabullían ba¬jo sus asientos para no ser localizados por la mirada de Śrīla Prabhupāda. Más de una vez, en la clase de la tarde, Prabhupāda mencionaba que los devotos no van a heladerías ni comen roscas sino únicamente kṛṣṇa-prasāda.
Desde el principio mismo de su prédica en América, Śrīla Prabhupāda solía animar a sus devotos a tomar parte en el éxtasis devo¬cional del canto y el baile. A veces durante las caminatas de las mañanas, le preguntaba a cada de¬voto:
—¿Cantaste anoche?—, refirién¬dose al kīrtana en el templo.
—Traté de hacerlo, pero no había mucho espacio—contestó un devoto.
Gargamuni dijo: —Yo no, porque tenía mie¬do de llorar.
Sin duda alguna, estas obser¬vaciones de sus discípulos contenían emocio¬nes neófitas, sin embargo Śrīla Prabhupāda las contestó seriamente.
—Cuando estés entre personas corrientes no debes llorar, porque ellos no comprenderían —explicó—. Pero cuando te encuentres entre devotos sí puedes llorar, por¬que sabrán que estás llorando por Kṛṣṇa.
Y Prabhupāda mostró también este llan¬to. En una fiesta de domingo, los devotos representaron la obra de teatro de Nārada Muni rescatando al cazador Mṛgāri. Viṣṇujana dāsa hacía el papel de Nārada, y cuando empezó a recitar los versos del Guru-aṣtaka [las oraciones al maestro espiritual] todo el mundo pudo no¬tar algo que brillaba en el ángulo del ojo de Prabhupāda. Tenía una lágrima en el ojo, pe¬ro era particularmente brillante, como un diamante. Después de que Prabhupāda salió del templo, muchos de los devotos comentaron: —¿No viste el diamante en el ojo de Prabhupāda?
Entrevista con Nandarāṇī devī dāsī y Umāpati dāsa
Prabhupāda dio muchas advertencias enérgicas de que tales emociones lacrimosas nunca deben ser imitadas o inducidas; no debemos llorar como los sahajiyās (seudodevotos), cuyas lágrimas lavan los mandatos de las Escrituras. El verdadero llanto está descrito en El Néctar de la Devoción:
En otras palabras, uno de¬be aprender a llorar por el Señor. Debe aprender esa sencilla técnica, y debe estar muy deseoso —y de hecho llorar— para llegar a estar ocupado en un tipo particular de servicio. Eso es llamado laulyam, y esas lágrimas son el precio de la más elevada perfección.
El Néctar de la Devoción, cap IX
3. Controlar la lengua
El sirviente de Śrīla Prabhupāda estaba te¬niendo dificultades en controlar sus sen¬tidos y le pidió a Prabhupāda que le diera una dieta especial. Cuando corrió la noticia de que Prabhupāda había recomendado una dieta, otro devoto se le acercó para un tratamiento similar.
—Prabhupāda, ¿hay algo que yo pueda hacer para controlar la lengua? ¿Hay ciertas cosas que deba evitar, como el azúcar?
Prabhupāda dijo: —El método para con¬trolar la lengua es cantar y orar.
—Bueno —dijo el devoto—, yo estoy cantan¬do y orando, pero aún tengo dificultad.
Prabhupāda se recostó en su asiento y se rió.
—Sí, lo sé —asintió—. Yo también tengo lengua. Puede ser difícil, pero trata de comer lo más simplemente que puedas.
Śrīla Prabhupāda continuó describiendo que en la segunda guerra mundial había habido un bombardeo en Calcuta, justo cuando él se disponía a honrar el prasāda. Sus amigos habían venido corriendo a su casa para avisarle: —¡Abhay Babu, venga pronto! ¡Está sonando la alarma aérea! ¡Están cayendo las bombas!—. Prabhupāda les respondió diciendo que no po¬día ir porque su esposa acababa de preparar unos kacaurīs. Les dijo a sus amigos: —Vayan al refugio. Yo me quedaré aquí—.
Y así, ofreció los kacaurīs, los comió y cantó Hare Kṛṣṇa.
Entrevista con Nanda kumāra dāsa
Prabhupāda di¬jo que tenía lengua, pero no dijo que la tenía descontrolada. El siddhānta de la conciencia de Kṛṣṇa es que la lengua debe ser utilizada en el servicio de Kṛṣṇa: sevonmukhe hi jihvādau. Con los sentidos burdos uno no puede comprender a Kṛṣṇa, Su nombre, Su forma, sino solamente cuando uno purifi¬ca su conciencia ocupándose en el proceso de bhakti-yoga, que comienza por la lengua. Prabhupāda describe este principio superior de renunciación en El Néctar de la Devoción:
Śrīla Rūpa Gosvāmī recomienda entonces que uno no debe estar apegado al goce de los senti¬dos materiales, sino que debe aceptar todo lo agra¬dable que esté en relación con Kṛṣṇa. Por ejemplo, comer es necesario, y uno quiere algunos platos sa-brosos para satisfacer su sentido del gusto. Así, en ese caso, para la satisfacción de Kṛṣṇa en lugar de la satisfacción de la lengua, se pueden preparar unos cuantos platos sabrosos y ofrecerlos a Kṛṣṇa. Entonces esto es renunciación. Se pueden preparar platos agradables, pero a menos que sean ofre¬cidos a Kṛṣṇa uno no debe aceptarlos para comer. Este gesto de rechazar cualquier cosa que no es ofrecida a Kṛṣṇa es realmente renunciación. Y por tal renunciación uno es capaz de satisfacer las de-mandas de los sentidos.
El Néctar de la Devoción, cap. XIV
4. Uno debe tener la cabeza fresca
Una tarde en el Bhaktivedanta Manor (cerca de Londres), Śrīla Prabhupāda estaba sentado en su cuarto con sus discípulos y unos cuantos invitados, in¬cluyendo a una reportera que había venido para entrevistar a Śrīla Prabhupāda. A pesar de la fresca temperatura del verano in¬glés, la reportera estaba vestida con una esca¬sa minifalda. Sus primeras pocas preguntas revelaban una actitud escéptica y un tanto cínica hacia el movimiento Hare Kṛṣṇa. Como de costumbre, Śrīla Prabhupāda contestó de una manera muy ex¬perta y serena. Exasperada en cierta forma y de un modo desafiante, ella sacó a colación la vieja pregunta:
—¿Por qué se rapan?
Śrīla Prabhupāda replicó inmedia¬tamente: —¿Y usted por qué tiene las piernas desnudas?
Ella quedó desconcertada. Entonces Prabhupāda propuso:
—Es me¬jor tener las piernas calientes y una cabeza fresca.
Todo el mundo, incluyendo la re¬portera, se rieron con deleite.
Prabhupāda añadió: —Para comprender esta filosofía de conciencia de Kṛṣṇa uno debe tener la cabeza fresca.
Entrevista con Yaduvara dāsa
5. Pregúntale a la Luna
Durante una caminata matutina en Vṛndāvana, los devotos estaban pre¬guntando a Śrīla Prabhupāda acerca de la Lu¬na. Un pálido borde de la Luna aún podía verse en el cielo, y varios pájaros estaban piando desde los árboles. Prabhupāda dijo: —La Luna está brillando y por lo tanto tiene calor, y sin embargo su efecto so¬bre la Tierra es refrescante.
Viśākhā-devī dāsī era una de las pocas devotas que acompañaban regularmente a Śrīla Prabhupāda en sus cami¬natas, por su profesión de fotógrafa. En esta ocasión, ella dejó de tomar fotografías y caminó más de cerca, para hacer una pregun¬ta a Prabhupāda acerca de este tema.
—Prabhupāda, en un signi¬ficado del Bhagavad-gītā dice que los vegetales tienen sabor gracias a la luz de la Luna. Pero ¿cómo hace la Luna para darle sabor a los ve-getales?
Prabhupāda dejó de caminar para consi¬derar su pregunta. Su comportamiento era maduro y suave, pero su mirada penetraba hacia el interior de sus ojos.
—¿Por qué no se lo preguntas a ella?
Esa fue su única respuesta, y conti¬nuó caminando.
Entrevista con Viśākhā-devī dāsī
La respuesta de Śrīla Prabhupāda fue inesperada. Otra manera experta de enseñar. Una vez cuando un discípulo solicitó demasiada informa¬ción detallada acerca de la naturaleza del mundo espiritual, Śrīla Prabhupāda respondió que «cuando de hecho vayas al mundo espiritual, entonces po¬drás ver por ti mismo estas cosas». Cuando un devo¬to le preguntó por qué el Señor Śiva apareció como Śaṅkarācārya, Prabhupāda contestó: ¬—No tie¬nes ningún derecho a cuestionar las actividades del Señor Śiva—. De esta manera Prabhupāda detecta¬ba y corregía una mentalidad dudosa en el interrogador. Así como la cascada a veces fluye y a veces no, así el devoto puro a veces puede hablar y otras enmudecer o dar una contestación enigmática. En todos los casos aprendemos de él.
6. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre el prasāda
Sobre el prasāda
Respecto al prasāda, los remanentes siempre de¬ben ser comidos si no se han echado a perder o si no han sido tocados por una persona enferma. Nunca debemos desperdiciar el prasāda de Kṛṣṇa; lo mejor es cocinar sólo lo que se requiere y luego dar a cada persona lo que ella quiere. Ese es el sistema védico, que la gente se siente en filas detrás de sus platos y que los que sirven pa¬sen por las filas y pongan en cada plato una muy pequeña porción de alimento, a menos que haya alguna objeción de parte de alguna persona, en cuyo caso no se le da de ese alimento. Luego, si alguien desea más, los que sir¬ven pasan continuamente de arriba a abajo por las filas y dan más a quien lo solicite. De esta manera no se desperdicia nada y cada uno queda satisfecho.
Carta a Kīrtirāja dāsa (27 noviembre 1971)
En la India, Prabhupāda instruía a los devotos acerca de cómo debe comer un caballe-ro y cómo alimentar a los invitados que vienen al templo. Durante las comidas el anfi¬trión debe estar muy atento a las necesidades de su invitado, suministrándole porciones de purīs calientes, agua fresca y más de cada preparación. Debe también ocupar a su invitado en una conversación ligera y relajante, y no en temas pesados que produzcan ansiedad.
Entrevista con Jayapatākā Swami
Prabhupāda decía que el arroz era inútil a menos que fuera servido caliente. También decía que nunca debía ser recalentado, ya que causa un efecto venenoso.
Entrevista con Pālikā-devī dāsī
En lo que se refiere a ofrecer sidra de manzana a Kṛṣṇa, esto sólo se puede hacer si está preparada por los devotos. Los fabri¬cantes de alimentos no toman las debidas precauciones en la limpieza, ni tienen tampo¬co devoción por Kṛṣṇa en sus labores, por lo que no puede ser una ofrenda aceptable. Si puedes hacerla tú misma, entonces estará bien.
Carta a Rukmiṇī-devī dāsī (19 diciembre 1968)
7. Un mendigo y un palanquín
Śrīla Prabhupāda cuenta una historia
Durante sus últimos días en Vṛndāvana, Śrīla Prabhupāda solía ser llevado sobre una silla palanquín para subir y bajar las escaleras. Era su costumbre descan¬sar durante el día en su cama que se encon¬traba en la terraza. Un día, al subir del primer piso a la terraza por la estrecha esca¬lera, Śatadhanya Mahārāja cargaba por los dos mangos la parte posterior del palanquín de Prabhupāda, y otro devoto cargaba el frente. Tamāla Kṛṣṇa Goswami dirigía el gru¬po, y lo seguía Upendra dāsa, llevando la lotā para beber y el cādar de Prabhupāda. De repente Śrīla Prabhupāda empezó a reírse de manera incontrolada. Los devotos estaban asombrados pues Śrīla Prabhupāda estaba muy enfermo y había estado silencioso y se¬rio.
—¿Quieren oír una historia divertida? —preguntó.
—¡Sí, Prabhupāda! —contestaron todos.
—Vayamos arriba. Allí se la contaré.
Mientras Upendra corría para traer su grabadora, los demás llevaron a Śrīla Prabhupāda a la terraza, lo colocaron sobre su ca¬ma y se sentaron a sus pies. El cuerpo de Śrīla Prabhupāda se encontraba extremadamente delgado por los meses de ayuno; se recostó pero si¬guió riéndose.
—Hay un proverbio bengalí —explicó—: Garīb manuś ca chinga khāi hakta gelo gauḍa jāya—. Sólo el decirlo lo hizo reír más. Los devotos permanecían perplejos y a la expectativa.
—Ahora les explicaré —dijo Śrīla Prabhupāda—. Garīb manu. Garīb significa ‘pobre’, y manu significa ‘hombre’—. De nuevo Śrīla Prabhupāda soltó una carcajada, su delicado cuerpo se sacudía y todo su rostro reía.
—Ca chinga khāi —continuó—. Chinga significa ‘salta¬montes’. Khāi quiere decir ‘come’. Así que este hombre pobre no tiene nada para comer excepto al¬gunos saltamontes que encuentra. Garīb manuś ca chinga khāi hakta gelo. Pero hakta gelo, cuando va a evacuar, gauḍa jāya, monta un gran caballo blanco.
Prabhupāda rió fuertemente y todos los devo¬tos se quedaron asombrados. Entonces Prabhupāda se volvió hacia Upendra y le preguntó: —¿Comprendes?
La cara de Upendra se puso roja de incomprensión. Śatadhanya Mahārāja estaba pensando: «Espero que no me pregunte a mí». Śatadhanya se volvió hacia Tamāla Kṛṣṇa Mahārāja y su¬surró: —¿Tamāla, tú entiendes?—. Tamāla Kṛṣṇa Goswami hizo una señal insegura y dijo: —Sí—. Pero permaneció silencioso.
Prabhupāda dijo: —Sólo vean. Garīb manu. Él es un hombre pobre que come só¬lo saltamontes. Pero cuando va a evacuar, monta un gran caballo blanco.
Cuando Prabhupāda vio que no podían en¬tender, explicó más: —Similarmente, yo soy un sannyāsī. Unsannyāsī es un mendigo, un hombre pobre. Yo soy un hombre pobre y sin embargo cuando tengo que ir a dormir, me tienen que llevar cuatro hombres en un palan¬quín.
De esta manera, todos se rieron y dis¬frutaron de la historia de Prabhupāda, pero no tanto como él mismo lo hizo.
Entrevista con Śatadhanya Swami
Él pudo proporcionarnos el bengalí exacto debi¬do a su destreza en el idioma. Una vez, en presencia de Śrīla Prabhupāda y de algunos invitados, inclu¬yendo un hermano espiritual de Prabhupāda, Akiñcana Kṛṣṇadāsa Bābājī, Śatadhanya Swami pudo complacer a Śrīla Prabhupāda con su uso del bengalí. Śatadhanya Mahārāja le dijo en bengalí a uno de los invitados: —¿No podría irse ya? Es que Guru Mahārāja necesita un poco de descanso. Él no está muy bien. Por favor vuelva el próximo martes—. Al oír a Śatadhanya Mahārāja hablar en bengalí, Akiñcana Kṛṣṇadāsa Bābājī (quien siempre se estaba riendo), casi rodó por el suelo en un ataque de risa incontrolable. Le dio a Prabhupāda una pal¬mada en la espalda, y Prabhupāda también empezó a reír. Entonces Prabhupāda se volvió hacia Kṛṣṇadāsa Bābājī y exclamó: ¡kubh bol bāṅglā jāne! [‘¡habla muy bien el bengalí!’]. Después de esto, Prabhupāda y su hermano espiritual siguieron riendo.
8. Pequeño pero grande
Personal
Su altura
Su altura era aproximadamente de un 1,64 m. Un no devoto hubiese dicho «un hombre pequeño». La mayoría de sus discípulos eran más altos que él. Pero ninguno pensaba que era un hombre peque¬ño. Cuando veíamos a los periodistas describirlo como un hombre pequeño, para nosotros eso no tenía sentido. Era obviamente la visión defectuosa del no devoto. (Su sirviente dijo una vez: —Para alguien que supuestamente es pequeño, requieres de toda tu energía para cubrirle la es¬palda al masajearlo. ¡No lo puedes en¬tender!). Sus zapatos eran de tamaño 8, la talla de su suéter alrededor de 36. Las palmas de sus manos eran suaves, de gesto audaz, las líneas de la vida largas y firmes.
Un sentimiento de protección emanaba de sus discípulos debido a que la altura de Prabhupāda era más corta. Queríamos es¬tar seguros de protegerlo porque era tan gran-de, tan valioso, nuestro maestro espiritual. En compañía de los karmīs o de los devotos era regio al caminar con su bastón, de ninguna manera lo hacía como un hom¬bre «pequeño» o «anciano». Sin pensar en su estatura física, cualquier persona se acercaba a Prabhupāda respetuosamente, sometiéndo¬se a él. Prabhupāda era un caballe¬ro, y era tratado casi siempre en esa forma, muy respetuosamente. Dado que al hablar era muy refinado y correcto, él mismo pro¬clamaba su misión con cada una de sus accio¬nes, y la gente podía ver eso por sí misma.
Sus discípulos occidentales, quienes ve¬neraban a Prabhupāda, lo estaban acompa-ñando casi siempre; eso era también impo¬nente. Él no estaba solo, sino con sus sirvien-tes; si se veía pequeño, no obstante controla¬ba a otros que eran altos; por lo tanto, él era más alto que ellos. Tenía fuerza; decía que su mente era fuerte. Su rostro no era pequeño, tampoco lo eran su nariz aristocrática y su ancha boca; sus ojos eran muy grandes. Una vez más, estos contradecían la idea de «hom¬bre pequeño». Era un santo, un sādhu, no «peque¬ño». No se sentaba como alguien pequeño. Su voz era profunda, podía ser áspera, fuer¬te, autoritaria, no pequeña. Su control sobre hombres grandes como Brahmānanda, Jayapatākā, Bhāvānanda, era completo. Su palabra, la manera en que levantaba las cejas, o el movimiento de su boca podían humillar¬los completamente o impulsarlos a correr ha¬cia la acción. Y escribió tantos libros. Él no era pequeño. Pero si así lo quería podía ser como un niño y uno tenía que ocuparse de él por completo: ese era su amor.
Satsvarūpa dāsa Goswami
9. Visita a casa de hindúes
En la India, Śrīla Prabhupāda era frecuen¬temente invitado para asistir a programas en las casas de las personas. A veces estas personas eran muy piadosas y se convertían en de¬votos por el contacto con Śrīla Prabhupāda. En algunos casos ellos querían principalmen¬te bendiciones materiales, salud y prosperi¬dad, a cambio de hospedar a un sādhu y a sus seguidores. En una ocasión Śrīla Prabhupāda, junto con veinte de sus devotos, esta¬ba sentado en la sala de un hindú mientras el hombre presentaba a cada miembro de su familia.
—Esta es mi esposa —dijo el hombre, y la esposa se adelantó, inclinándose ligera-mente y uniendo sus palmas en señal de reverencia. —Este es mi hijo mayor, esta es mi hija y este es mi hi¬jo menor—. Cada uno se adelantó, dijo su nombre, mientras Prabhupāda asentía afable¬mente. —Este es el esposo de mi hija —conti¬nuó el hombre—, y estos son sus hijos—. Cada grupo apareció y salió rápidamente. Final¬mente, todos los miembros habían sido pre¬sentados y se habían marchado, dejando mo¬mentáneamente a Śrīla Prabhupāda solo en la habitación con sus devotos. Con un gesto confidencial, Prabhupāda en voz baja les dijo a sus discípulos:
—Esta es mi vida sexual.
Entrevista con Daivīśakti-devī dāsī
Si uno piensa que estas palabras de Prabhupāda son demasiado cortantes, debe buscar en el Śrīmad-Bhāgavatam las declaraciones de Jaḍa Bharata, Nārada Muni o Prahlāda Mahārāja, donde se hace una estimación similar de la vida de familia. La vida doméstica y la formación de una familia pueden ser tomados con un espíritu de servicio devocional puro, pero si un sādhu genuino como Śrīla Prabhupāda, en una si¬tuación particular, llama al pan pan y al vino vino, na¬die debe sentirse ofendido.
10. Como si acabara de conquistar un imperio
Śrīla Prabhupāda dijo en una ocasión que cada vez que uno de sus manuscritos era impreso y publicado como libro, él sentía como si acabara de conquistar un imperio. Y así para sus discípulos era también una oportunidad de asociación íntima el poder preparar sus libros para imprimirlos y traerle por adelantado una copia recién salida de la im¬prenta.
Cuando se publicó la segunda parte del Séptimo Canto del Śrīmad-Bhāgavatam, Śrīla Prabhupāda estaba hospedado en el templo de ISKCON de la ciudad de Nueva York. Rā-meśvara Swami y Rādhāvallabha habían ido al aeropuerto y habían recibido las dos pri-meras copias por flete especial. Eran cerca de las 2 de la mañana cuando regresaron al templo. De¬seosos de presentar el libro a Prabhupāda, tomaron el ascensor hasta su habitación en el piso once. Había luz en la sala de estar. Abriendo silenciosamente la puerta, des¬cubrieron que él no estaba ahí. Se dirigie¬ron de nuevo al vestíbulo y vieron la luz encendida en el cuarto de baño. Con regocijo infantil, controlando apenas sus risas, cada uno escondió un libro detrás de su es¬palda y, sonriendo, esperaron para presentárselo a Prabhupāda. Cuando Prabhupāda salió, los vio y dijo: —Oh, ¿están aquí?—. Notó que estaban sosteniendo algo detrás de sus espal¬das y que estaban tratando de controlar sus sonrisas. —¿Tienen algo para mí? —dijo, co-rrespondiendo perfectamente al humor de sus devotos. Entonces caminó hacia la sala de estar, miró sobre su hom¬bro de manera juguetona y los invitó: —¡Ven¬gan!
Cuando le mostraron los libros, Śrīla Prabhupāda exclamó: —¡Aaah!—, tomó uno de inmediato, y tocó su cabeza con él. Miró la cubierta y luego dio vuelta al libro y miró la cobertura de atrás. Abrió la primera página y leyó en voz alta el epígrafe selecciona¬do. Examinó detenidamente la introducción, página por página y luego miró cuidadosamente todas las láminas. Entonces Śrīla Prabhupāda empezó a leer el libro en voz alta, desde el capítulo «Prahlāda apacigua al Señor Nṛsiṁhadeva con oraciones». La jubilosa fiesta de presen¬tación se unió al éxtasis de una lectu¬ra del Bhāgavatam por Śrīla Prabhupāda. Continuó leyendo durante cerca de cuarenta minutos, aparentemente inconsciente de to-do lo demás.
Entrevista con Rāmeśvara Swami
11. No somos doctor-dāsa sino Kṛṣṇa-dāsa
Había muchos inconvenientes a los que Prabhupāda debía hacer frente debi¬do a su edad avanzada y a las enfermedades, pe¬ro nunca fue afectado en su pura conciencia de Kṛṣṇa. Incluso externamente, con frecuencia rehusaba a ceder a los dictados de sus males, diagnosticados como diabetes, mala digestión y muchos otros. Él o sus seguidores hacían venir doctores, pero él rara vez tomaba sus recetas o seguía sus regímenes alimenticios. No era lo que se puede llamar un buen paciente.
Cuando se encontraba en Nueva York un médico alópata de la India lo visitó y le dejó sobre el escritorio medicinas y antibióticos; Prabhupāda fue cortés y agradable. Pero su sir¬viente Hari-śauri estaba dudoso.
—¿De verdad va a tomar esas medicinas? —le pre¬guntó.
Prabhupāda dio unas palmaditas sobre las pastillas y dijo, sin comprometerse: —Ya vere-mos—. Pero nunca las tomó. Los de¬votos empezaron a pensar que Śrīla Prabhupāda consultaba a los médicos sólo para comprometerlos en servicio devocional.
Se rebelaba contra las severidades en su dieta, aun cuando estaba bastante enfermo. En la India, un kavirāja (médico ayurvédico) instruyó que Prabhupāda no podía comer arroz, papas, azúcar y ciertas frutas. Cuando Prabhupāda llamó a su cocinera en Vṛndāvana, Daivīśakti-devī dāsī, y le pidió que hiciese punjāb bolī, (un sabjī picante de papas) ella le recordó respetuosamente: —Pe¬ro Prabhupāda, usted no puede comer papas—. Prabhupāda lo soportó por varios días y luego echó abajo la orden. Exigió su antigua comida de arroz, dāl, capātīs y sabjī. En esa ocasión otro de sus bien intencionados sirvientes, Upendra, intervino: —Prabhupāda, el doctor prescribió que no comiera todas estas cosas. Se va a enfer¬mar.
Prabhupāda contestó: —No somos doctor-dāsa sino kṛṣṇa-dāsa—. Así que a partir de entonces reanudó su dieta normal.
En Māyāpura, su cocinera Pālikā-devī dāsī intentó una disciplina aun más estricta, basada en las instrucciones de un famoso kavirāja de Calcuta. En este caso, Prabhupāda debía seguir un horario complicado por el cual to¬maría pastillas, comería y bebería sólo a ciertas horas. Eso fue en el año 1977, cuando Prabhupāda estaba tan enfermo que rara vez ba¬jaba al templo para dar clases, ni pa¬ra una caminata matutina. Una tarde, Änakadundubhi dāsa —desconocien¬do el ajustado horario de Prabhupāda para comer y beber— le trajo, como de costumbre, un dob (agua de coco) para beber. A pesar de que Prabhupāda sabía muy bien que no de¬bía tomar nada a esa hora, aceptó el dob cal¬madamente y lo vació en su taza. Pero justo cuando empezaba a beberlo, Pālikā llegó y lo amonestó: —Śrīla Prabhupāda, usted no debía tomar nada...
Prabhupāda se volvió desafiante: —¿Quién lo dijo?—, e inmediata¬mente se tomó toda la taza de jugo, aunque normalmente su costumbre era sorberlo lentamen¬te. Y exclamó: —¡Toda mi vida he hecho lo que he querido!
Entrevistas con Daivīśakti-devī dāsī,
Rādhāvallabha dāsa y Änakadundubhi dāsa
12. Cualquier medicina que funcione, úsala.
Varios devotos aconsejaron a Satya nārāyaṇa dāsa que sería importante hacer un serio estudio del Äyur Veda. Satya nārāyaṇa estaba viviendo en Florida, pero planeaba ir a la India para comenzar el estudio de medicina védica. Había escrito a un kavirāja de Calcuta, a quien también Prabhupāda veía a veces, y el kavirāja había contestado consintiendo en aceptar a Satya-nārāyaṇa como su estudiante.
Al llegar a Māyāpura, Satya nārāyaṇa fue a ver a Śrīla Prabhupāda, quien en ese mo¬mento estaba recibiendo un masaje en la terraza del edificio. A los primeros intentos de su discípulo para explicarle el proyecto de Äyur Veda, Śrīla Prabhupāda levantó la mano y dijo: —Oh, ahora estoy muy cansado—. Parecía que no solamente estaba cansa¬do, sino que no estaba particularmente incli¬nado a escuchar. Al cabo de un día o dos, Satya nārāyaṇa logró obtener otra entrevista. Esta vez entró en el cuarto de Śrīla Prabhupāda, le ofreció sus daṇḍavats, y explicó las cosas un poco más. —Puedo quedarme aquí en Calcuta como pūjārī. El doctor se en¬cuentra a sólo dos kilómetros de aquí, y puedo es¬tudiar bajo su dirección. Tengo permiso de mi GBC.
Prabhupāda lo interrumpió: —No, eso no es muy importante—. Y desvió la mirada. Satya nārāyaṇa no podía creer que se daba por supuesto que tenía que aceptarlo sin más comentarios. Que¬ría una respuesta y una razón, así que se sentó silenciosamente mirando a Prabhupāda. Prabhupāda se volvió hacia él amablemente. —No estamos interesados en estudiar estas di¬ferentes ciencias. Cualquier medicina que funcione, úsala. En reali¬dad, la medicina occidental está muy avanza¬da. Así que no hay razón para estudiar es¬ta. Queremos volvernos brāhmaṇas—. Prabhupāda apuntó hacia El Libro de Kṛṣṇa so¬bre su escritorio y dijo: —Tú simplemente lee mis libros. ¡Eso es lo que debes hacer!
Satya nārāyaṇa se sintió satisfecho y di¬jo: —Gracias, Prabhupāda.
Prabhupāda contestó fuertemente: —¡Hare Kṛṣṇa!—. Y ese fue el final de la carrera de Satya nārāyaṇa como médico ayurvédico.
Entrevista con Satya nārāyaṇa dāsa
Satya nārāyaṇa piensa que Prabhupāda elogió la medicina occidental «sólo para empujarme a la con¬ciencia correcta». La verdadera convicción de Prabhupāda era más parecida a la que presenta Prahlāda Mahārāja en el Śrīmad-Bhāgavatam: «Sean cuales fuesen los remedios que acepten, aunque beneficiosos, en realidad son transitorios. Por ejemplo, un padre y una madre no pueden proteger a su hijo, un médico no puede aliviar al pa¬ciente que sufre, y un barco no puede salvar al que se ahoga en medio del océano» (Bhāg. 7.9.19). Y Śrīla Prabhupāda escribe en el significado de este verso: «A me¬nos que uno se encuentre protegido por la miseri¬cordia del Señor, ningún posible remedio dará resultado. Consecuentemente uno debe depender totalmente de la misericordia sin causa del Señor. Es evidente que en la vida cotidiana tenemos que tomar algunas medidas de protección, pero nadie puede proteger a alguien que ha sido desatendido por la Suprema Personalidadde Dios».
13. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre la Educación de los Hijos
Śrīla Prabhupāda dijo
Sobre la Educación de los Hijos
Hablé con Su Divina Gracia Śrīla Prabhupāda sobre el contenido de tu carta. Śrīla Prabhupāda declaró que nuestrosgṛhasthas deben simplemente cantar cincuen¬ta rondas antes de concebir un hijo. Prabhupāda dijo: —No queremos todos esos rituales. Cantar Hare Kṛṣṇa es nuestra única ocupa¬ción. De acuerdo con el Manu-saṁhitā ustedes son todosmlecchas y yavanas. Ustedes no pueden tocar el Manu saṁhitā; qué decir de traducirlo. Así que si tratas de seguir elManu saṁhitā, entonces te volverás un mleccha y un yavana y entonces tu carrera se habrá terminado.
Carta a Madhusūdana dāsa (19 mayo 1977),
escrita por el secretario de Prabhupāda en su nombre
Tengo entendido que estás esperando un hermoso hijo para educarlo en la conciencia de Kṛṣṇa. Con respecto a es¬to, debes evitar cualquier alimento con¬dimentado, mientras el niño se encuen¬tre dentro del vientre. En lo que se refiere al parto natural, un alumbramiento natural es posible si nos mantenemos en forma natural. Y hasta donde yo sé, una mujer encinta no debe comer ali¬mentos picantes, viajar en auto, ni sentarse ociosa. Debe mo¬verse y hacer algún trabajo físico. Estas son las reglas y regulaciones generales que he visto en la India. Allá tienen partos naturales. Pero en lo que respecta a tu país, y especial¬mente a la situación de las mujeres allí, es algo diferente. No puedo decir de manera concluyente lo que debe hacerse. Bajo tales circunstancias, lo mejor que se puede hacer es consultar a un doctor, como lo hacen de costumbre. Y después de todo, Kṛṣṇa es el Amo definitivo, si mantienes hábitos naturales y dependes de Kṛṣṇa, entonces todo será favorable, sin ninguna dificultad.
Carta a Satyabhāmā-devī dāsī (24 mayo 1969)
Preguntas si los niños deben ser lle¬vados a los médicos normales. ¿Por qué no? Claro, no podemos confiar siempre en que estos doctores puedan estar haciendo lo correcto, pero ¿qué se puede ha¬cer? El principio que guíe nuestra actividad debe ser el de hacer lo que sea favorable para complacer a Kṛṣṇa. Así que si tu hija necesita atención médica a fin de estar apta para servir a Kṛṣṇa, entonces re¬sulta simplemente práctico que ella reciba esa atención. Lo mismo que el gobierno te está dan¬do dinero, ¿por qué no usarlo para Kṛṣṇa? Lo único que debes evitar es estafarlos reclamando algo falso para obtener di¬nero. Entonces arriesgaríamos nuestra muy alta reputación como personas piadosas. Pe¬ro si el gobierno está dispuesto a darnos dinero y co¬mida, entonces por supuesto que debemos acep¬tar.
Carta a Lalita-kumāra dāsa (22 noviembre 1971)
Respecto al problema de traer los niños a la clase, me permito informarte que nuestros niños nacidos de padres conscientes de Kṛṣṇa son todos bienvenidos, y que más bien quiero cientos de niños así, por¬que el niño es el padre del hombre y en el futuro pensamos cambiar la superficie del planeta. De todos modos, he visto a M. criar a su hijo con tanto esmero que ella asistía diariamente a mis clases y el niño jugaba, no lloraba. Similar¬mente, el hijo de L. nunca llora ni perturba en la clase. L. siempre estaba pre¬sente con su niño, así es que esto depende de la madre. Debes buscar la manera en que el niño esté confortable, para que no llore. El niño llora solamente cuando se siente incómodo. La comodidad o incomodidad del niño depen¬de de la atención de la madre. Así que la solu¬ción es entrenar a nuestros bebés de tal ma¬nera que se encuentren siempre satisfechos, y entonces no habrá desorden en la clase. Entonces no habrán quejas. Pero no puede haber nin¬guna regla severa y precipitada de que sólo los ni¬ños mayores de siete u ocho años puedan ser admitidos y que ningún otro niño pueda ser aceptado. Eso no es posible, y yo no voy a aprobar ninguna regla semejante. Más bien recibiré con gusto al bebé desde el prin¬cipio, a fin de que la vibración trascendental pueda entrar en su oído, y desde el comienzo mismo de su vida se purifique. Pero por supuesto que no se puede permitir a los niños que perturben la clase con su llanto, y es responsabilidad de las madres el mante-nerlos cómodos y no perturbar la reunión.
[...] ¿Por qué los padres no deben sentir apego por sus hijos? Eso es natural. Pero nuestro afecto no es sentimen¬tal; ofrecemos a nuestros niños la más grande oportunidad de poder ser entrenados desde temprana edad en la conciencia de Kṛṣṇa a fin de garantizar su éxito en esta vida y con seguridad regresar a Dios. Eso es verda¬dero afecto, asegurarme de que mi hijo regre¬se a Dios; esa es mi verdadera responsabili¬dad como padre. Y he visto que el gurukula ofrece esta oportunidad más que ningún otro lugar. Así que pienso que tú eres una chica inteligente, y puedes explicarlo a las demás de esta manera.
Carta a Satyabhāmā-devī dāsī (23 marzo 1973)
14. Cuenta una historia: La lámpara de cristal
Śrīla Prabhupāda cuenta una historia
Cuando Śyāmasundara dāsa estaba a cargo de ISKCON en Inglaterra, compró unas lámparas de cristal muy caras. Costaron tres¬cientas libras, y los devotos tuvieron que devolverlas porque no pudieron hacer tal gasto. En esta ocasión, Prabhupāda habló sobre las lám¬paras de cristal. Dijo: —Esto me recuerda la historia de un nawāb. Nawāb significa ‘rico’. Tiene tanto dinero que no sabe qué ha¬cer con él. Un nawāb hizo que su sirviente limpiara una gran lámpara de cristal. Mientras el sirviente estaba limpiando la lám¬para, se cayó uno de los cristales, y cuando se estrelló contra el suelo de mármol hizo un extraño tintineo, que el nawāb oyó desde su cuarto. El nawāb salió corriendo y pre¬guntó: —¿Qué fue ese sonido?
El sirviente quedó petrificado y pidió perdón.
—Lo siento —se excusó—, cuando estaba limpiando la lámpara, uno de los cristales se cayó y se hizo pedazos en el suelo. Lo siento mucho.
El nawāb dijo: —No, no, ese sonido fue muy agradable. Tira uno más.
Así que el sirviente quebró otro cristal sobre el suelo. —Muy agradable sonido —dijo el nawāb—. Tira otro—. Y así el sirviente fue tirando cada uno de los cristales de la lámpara contra el suelo. Dado que el nawāb tenía tanto dinero a su dispo¬sición, podía hacer cualquier cosa que quisie¬ra.
—Similarmente —dijo Śrīla Prabhupāda—, Śyāmasundara piensa que tiene tanto dine¬ro que simplemente puede tirarlo...
Entrevista con Vicitravīrya dāsa
15. Personal: Su espíritu de prédica
Personal
Su Espíritu de Prédica
Al atardecer quería ver invitados. No¬sotros sugerimos que no viera gente que le hiciera perder su tiempo, y estuvo de acuerdo. Pero entonces se enojaba con noso¬tros porque impedíamos que la gente lo viera, porque él vivía para predicar. Sentía que su de¬ber era predicar. Prabhupāda era autosatisfe¬cho, no una persona inquieta o aburrida. Más bien si el lugar estaba demasiado calmado, sin ninguna prédica, él prefería ir adonde hubiera algo de acción. Esto era también una ma¬nifestación de su deseo por realizar tanto co¬mo fuera posible. Prabhupāda ya estaba rea¬lizado en términos de autorrealización y de amor por Kṛṣṇa; por lo tanto, sus viajes eran sólo para el beneficio de los demás.
Sentía que debía viajar, y siempre se es¬taba moviendo. Cuando llegaba a un lugar, de inmediato estaba listo para ver a la gente de la localidad. El sitio se llenaba, y él predi¬caba durante horas. Este rasgo del compor¬tamiento de Prabhupāda era muy asombro¬so. Día y noche la gente entraba a su habita¬ción, a veces unos cuantos, otras veces mu¬chos. Prabhupāda les hablaba siempre acerca de Kṛṣṇa. Hablaba sobre la base del Bhagavad-gītā, escogiendo algunos versos para citarlos, contestando preguntas, predicando tanto como en sus clases. Las charlas informales eran menos usuales. Muchas de sus charlas en los últimos años fueron grabadas. Él pre¬dicaba, predicaba y predicaba. Durante horas sin interrupción, seguía predicando la filoso¬fía básica, manteniendo el sitio lleno de gen¬te, luego tomando un poco de prasāda y distribuyéndolo.
Cuando viajaba a ciertos lugares como Europa, donde podía hablar con mucha gen¬te y llevarlos hacia el servicio devocional, se encon¬traba especialmente animado para predicar. Predicar significaba estimular a los discípulos del templo que visitaba, y significaba también escribir sus libros. También significaba su espíritu de mantener y expandir ISKCON en todas sus actividades. No podemos describir las glorias completas de su espíritu de prédica. Su entusiasmo era ili¬mitado y todavía hoy está alimen¬tando a todos los predicadores de ISKCON.
Incluso cuando se sentía muy enfermo, o cuando la gente a la que estaba hablan¬do era de clase baja o carecía de interés, o cuan¬do su cuerpo estaba muy gastado, o aunque tuviera que interrumpir su horario para predicar, cuando dentro de su ISKCON había dificultades para continuar, aun así su prédica conti¬nuaba. Sentado en su escritorio bajo, hablan¬do, a veces sus ojos agrandándose, otras veces sus manos gesticulando, tomando agua, cantando japa casi en silencio cuando no hablaba, o poniendo toda su atención en algún invi¬tado especial para desarrollar con él un argumento completo, Prabhupāda estaba ab¬sorto en sus puntos de prédica, a pesar de que había insistido en esos puntos millones de veces. Él no era sólo un erudito, sino un devoto puro que trataba de convencer a todo el mundo de que debían cambiar, el mundo entero tenía que cambiar, o sufrirían las conse¬cuencias.
Satsvarūpa dāsa Goswami
16. Dominado por emociones extáticas
No sucedía frecuentemente, pero a ve¬ces Śrīla Prabhupāda era dominado por emociones extáticas mientras daba una clase. Por ejemplo, había sucedido en el local de San Francisco cuando Prabhupāda estaba describiendo el sentimiento de separación del Señor Caitanya por Kṛṣṇa. También había sucedido en Gorakhpur (India), cuando Prabhupāda estaba sentado ante las Dei¬dades de Rādhā Mādhava, contando pasa¬tiempos de Kṛṣṇa. Una vez más había sucedi¬do en Los Ángeles durante una clase. Estaba diciendo que sus discípulos eran jóvenes y tenían gran oportunidad de predicar, mien¬tras que la vida de él no tenía valor alguno por¬que «soy un hombre viejo que puede morir en cualquier momento». Tan pronto como pronunció estas palabras, Prabhupāda enmudeció y hubo un cambio muy perceptible en su conciencia. A algunos de los devotos que presenciaron estos estados les pareció que de repente el mundo espiritual se había abierto directa¬mente frente a la visión de Prabhupāda y que Kṛṣṇa se estaba comunicando con él de una ma¬nera que le hacía incapaz de hablar.
Una vez, después de que sucedió lo mismo frente a una gran asamblea de devotos en Māyāpura, los devotos le preguntaron a Śrīla Prabhupāda acerca del comportamiento que ellos debían tener en tales ocasiones. En esa ocasión, cuando Prabhupāda se quedó absorto, toda la congregación se quedó silenciosa y sin aliento, esperando una clave de su maestro espiritual. De repente uno de los sannyāsīs rompió el silencio y empezó a cantar «nama oṁ viṣṇu-pādāya...» Al prin¬cipio nadie siguió su canto, pero cuando per¬sistió, gradualmente otros se unieron a él, y en-tonces Prabhupāda salió de su trance medita¬tivo. Más tarde hubo un fuerte desacuerdo entre los devotos sobre el comportamiento del sannyāsī. Algunos decían que había sido ofensi¬vo. Finalmente el asunto llegó hasta el secre¬tario de Prabhupāda, Brahmānanda Swami, a quien se le pidió que pusiese en claro el asunto preguntándole a Prabhupāda.
Brahmānanda Swami le preguntó a Śrīla Prabhupāda si se acordaba de cómo esa mañana se había quedado en un profundo silencio durante la clase. Śrīla Prabhupāda contestó tímidamente, casi avergonzado: —No hago eso muy a menudo.
—Pero cuando sucede —insistió Brahmānanda Swami—, ¿qué debemos hacer?, ¿debemos permanecer en silencio, o cantar japa?
Prabhupāda respondió: —Sí, canten. Simplemente canten Hare Kṛṣṇa. Eso está bien.
Brahmānanda entonces preguntó si lo que había hecho el discípulo sannyāsī esa mañana, cantar, estaba bien.
—Sí —dijo Prabhupāda—, estuvo bien—. Prabhupāda trató toda la ocasión como algo más bien insignificante, y así insinuó a sus devotos que no debían involucrarse en la especulación. Claro está que no podían olvi¬dar lo que habían visto, pero no debían ha¬cer una gran cosa sobre el hecho de que Prabhupāda entrara en éxtasis. Había ocurri¬do, pero ese no era su principal método de precepto o de ejemplo. Y cantar Hare Kṛṣṇa en tal momento estaba bien.
Entrevistas con Satsvarūpa dāsa Goswami,
Śrutakīrti dāsa y otros
17. ¿Por qué ser un kṛpaṇa (avaro)?
Mahābuddhi dāsa habla de la primera vez que se encontró con Śrīla Prabhupāda. En ese entonces su nombre era Randy, y tenía el pelo rubio y largo. Era jugador de fútbol americano en la Universidad de San Diego, y sus padres eran ricos. Había estado partici¬pando en el kīrtana congregacional en Los Ángeles cuando el secretario de Śrīla Prabhupāda lo invitó a subir a la habitación de Prabhupāda. A Randy le agradó la idea, pero cuando entró en la pequeña habitación de Prabhupāda, descubrió que era el único invitado.
Śrīla Prabhupāda estaba sentado en su escritorio, rodeado por sannyāsīs y algunos GBC, y ninguno de ellos conocía a Randy. Mientras Randy trataba de reunir to¬do su ingenio acerca de tal situación, Prabhupāda empezó a predicar, mirándolo directa¬mente, y diciendo: ¬—¿Por qué ser un kṛpaṇa? Y Randy pensó: «¿Qué será un kṛpaṇa?». Śrīla Prabhupāda contestó: —Kṛpaṇa significa ‘avaro’—. Randy pensó en la riqueza de su fami¬lia y en los planes que él y sus padres tenían sobre cómo usarla. Prabhupāda siguió ha¬blando de la mentalidad kṛpaṇa, y para en-tonces Randy tenía la clara impresión de que Prabhupāda estaba hablándole a su mente y derrotando cada uno de sus argumentos desafiantes. Era como una conversación en¬tre los pensamientos rebeldes de Randy y las aplastantes respuestas verbales de Prabhupāda.
—Porque Kṛṣṇa te ha dado algo de habili¬dad, riqueza y opulencia —dijo Prabhupāda mirando a Randy, quien estaba sentado con¬tra la pared— consecuentemente tú lo de¬berías usar en el servicio de Kṛṣṇa. Si lo usas solamente para tu complacencia sensual per¬sonal, eso es simplemente mezquino. Si no tomas la conciencia de Kṛṣṇa arruinarás tu forma humana de vida.
Śrīla Prabhupāda continuó explicando el proceso del servicio devocional, y Randy se las arregló para recuperar un poco de su or¬gullo y de sus medios de defensa. Empezaba a sentirse insultado por el hecho de que Prabhupāda le hubiese dicho avaro. Randy admitía que Prabhupāda parecía haber leído su men¬te. Pero si Prabhupāda fuese en realidad perfecto, debía conocer el futuro. De esta ma¬nera, Randy empezó a sentir que su orgullo acostumbrado regresaba. Pero, como en res¬puesta a estos pensamientos, de repente Prabhupāda pidió su edición completa del Śrīmad-Bhāgavatam y empezó a leer en voz alta las predicciones del Canto Doce para la hu-manidad degradada de la era venidera, la era de Kali.
—Los hombres considerarán que usar el pelo largo significará ser bello —dijo Śrīla Prabhupāda. Cuando Randy oyó eso, empe¬zó a temblar. Se sentía aturdido. Pensó den¬tro de sí: «Me ha vencido por completo».
Entrevista con Mahābuddhi dāsa
18. Gotitas de néctar
Gotitas de néctar
Cuando Śrīla Prabhupāda viajaba en avión sus sirvientes llevaban sus platos de plata y le servían comidas completas. Sus discípulos solían cocinar para sus viajes mucho más de lo que él comía. Una vez Śrīla Prabhupāda pidió el prasādajusto antes de que despegara el avión. Las azafatas estaban haciendo los preparativos para el despegue, pero el sirviente de Śrīla Prabhupāda le trajo su prasāda, que había sido cocinado recientemente en el templo. Prabhupāda estaba sentado solo, impasible; los demás pasajeros lo miraban mientras se abrochaban los cinturones y ponían sus bandejas y asientos en posición vertical. De alguna forma las azafatas no insistieron en que Prabhupāda siguiera las indicaciones, y así continuó comiendo calmadamente mientras que el jet tomaba velocidad sobre la pista. Su sirviente detenía las tazas ansiosamente, mientras Prabhupāda comía su alimento sin la menor advertencia o cuidado por lo que le rodeaba. Solamente cuando el avión estaba ya muy alto en el aire, Prabhupāda terminó de comer. Volviéndose a su sirviente, le dijo: —Está bien, ya te pue¬des llevar esto.
Entrevista con Śrutakīrti dāsa
En uno de los festivales internacionales de ISKCON, en Vṛndāvana, Śrīla Prabhupāda rechazó el canto de uno de sus discípulos. Anteriormente el devoto había sido cantante en un grupo de rock, y sus kīrtanas eran muy apre¬ciados por algunos de los devotos, especial¬mente por los del templo de la ciudad donde él vivía. Pero cuando empezó a conducir el guru pūjāen presencia de Prabhupāda con un profe¬sionalismo ostentoso, ha¬ciendo que la canción sonase como una bala¬da de Rock'nroll, esto no le gustó a Prabhupāda. Movió la cabeza e indicó que algún otro devoto dirigiera el canto. El «gran» cantante de kīrtana fue devastado por el rechazo, otra forma de la misericordia de Prabhupāda.
Entrevista con Bahūdak dāsa
Durante un cierto tiempo en Māyāpura, dos mujeres bengalíes estuvieron cocinando un gran banquete de veinticinco preparacio¬nes y enviándoselo a Śrīla Prabhupāda a la hora de su comida. Pero él estaba tomando muy poco prasāda. —Estoy comiendo con los ojos —reía. Entonces des¬cribió cómo en el pasado, los aristócratas bengalíes se invitaban unos a otros para las comidas. Uno prepara¬ba un enorme y suntuoso banquete, y el otro venía y apreciaba la manera tan agradable en que había sido cocinado y arreglado. El invi¬tado simplemente miraba las preparaciones y de¬cía: ¬
—Oh, muy bien hecho—. Luego los sirvientes se comían el banquete.
Entrevista con Pālikā-devī dāsī
19. Imitando sonidos diversos
Śrīla Prabhupāda era muy bueno para imitar los sonidos de hombres, animales o máquinas. No lo hacía con burdas manipula¬ciones guturales (como lo hacen los imitadores modernos) sino usando sonidos onomatopéyicos y hasta fonemas sánscri¬tos. Y siempre hacía esto para probar un punto de conciencia de Kṛṣṇa.
Una vez, en Beverly Hills, Śrīla Prabhupāda hizo una demostración completa de onomatopeyas. Él estaba solo, escribiendo, cuando su sir¬viente entró en el cuarto. Prabhupāda empe¬zó a hablar: —Existen tantos sonidos materia¬les. Justamente ahora estaba escuchando, y pude oír la autopista—. Entonces Prabhupāda imitó a los automóviles. El sonido que hizo dio una impresión exacta de cómo suenan los autos en la autopista. Podría ser escrito «guoom guoom», pero realmente ni siquiera imitándolo sería posible volver a capturar ese sonido, qué decir escribiéndolo. El sonido de los automóviles de Prabhupāda incluía también una crítica a los esfuerzos ridículos de los apresurados karmīs en las autopistas.
—Y por el callejón viene el camión de la basura —dijo Prabhupāda. Entonces hi¬zo otra imitación perfecta de un camión. —También oigo a esos pájaros —dijo—. Y alguien de por aquí cerca tiene gallos—. Prabhupāda dio entonces una versión totalmente perfecta del «quiquiriquí».
—Pero un día... —dijo Prabhupāda, y se quedó completamente callado. Toda esta conversación se estaba llevando a cabo muy de mañana en el cuarto de Prabhupāda, por lo tanto cuando se quedó en silencio pareció que todo el mundo había enmudecido. Prabhupāda repitió: —Y entonces un día... —y de repente imitó la explosión de una bomba.
—Explotará la bomba atómica y todo se habrá acabado.
Entrevista con Nanda kumāra dāsa
20. Te gusta dejarte el pelo largo: continúa la mentalidad hippie
Una vez, en Vṛndāvana, Prabhupāda no¬tó que algunos de sus discípulos varo¬nes se estaban dejando crecer el pelo. Varios de ellos tenían sus razones para dejárselo cre¬cer, así que Prabhupāda no había dicho nada, pero un día en presencia de su sir¬viente Hari śauri y de Bhāgavata dāsa, Prabhupāda expresó su desagrado.
Volviéndose hacia Bhāgavata le dijo: —Te ves muy hermoso dejándote el pelo largo. ¿Cuál es tu explicación?
—Oh —replicó Bhāgavata—, me aconsejaron que como iría a los países europeos, sería ne-cesario que me lo dejara crecer.
—Pero si han ganado el juicio conservando la cabeza rapada —dijo Prabhupāda, refiriéndose a un caso reciente en la corte de Nueva York.
—Yo les pedí consejo a los devotos —dijo Bhāgavata— sobre si debía raparme o dejarme crecer el pelo—. Bhāgavata estaba a punto de decir más, pero Prabhupāda lo interrumpió.
—¿Qué es ese consejo disparatado? ¿De quién es ese consejo de sinvergüenza? Al dejarte crecer el cabello te vuelves hermoso. Esa mentalidad de dejar crecer mucho el cabello está fuera de todo consejo. Toda la sociedad nos conoce por nuestras cabezas rapadas.
Hari śauri trató de explicar su propio ca¬so: —Hace aproximadamente tres semanas que yo...
Pero Prabhupāda lo inte¬rrumpió: —Por lo menos cada quince días. Por lo menos—. Y Śrīla Prabhupāda se volvió de nuevo hacia Bhāgavata: —Hace seis años antes de ir a Europa, te estabas dejando el pelo así. «Oh, es que debo ir a Europa». Yo lo he visto. Te gusta dejarte el pelo largo: continúa la mentalidad hippie.
Hari śauri dāsa, diario y cintas grabadas
21. El templo en caos extático
Śrīla Prabhupāda siempre repartía galletas desde el vyāsāsana, pero una vez en una de sus visitas a Nueva Vṛndāvana repartió el prasāda completo directa¬mente del plato de las Deidades. Rādhānātha dāsa sentía un fuerte deseo de acercarse a Śrīla Prabhupāda con el plato de las Deida-des, inmediatamente después de haberlo ofrecido a Rādhā Vṛndāvanacandra, así que lo mejor era que se acercara al vyāsāsana de manera decidida. Primero lo detuvo el secretario de Śrīla Prabhupāda, Puṣta Kṛṣṇa, quien le pre¬guntó: —¿Dónde están las galletas?—. Rādhānātha le respondió que no habían, que sólo tenían este plato de las Deidades.
—Olvídalo —repuso Puṣta Kṛṣṇa—, no se pue¬de repartir esa clase de prasāda—. Entonces Rādhānātha se las arregló para acercarse a Prabhupāda desde el otro lado. Cuando Śrīla Prabhupāda vio el plato, sonrió, lo alzó y tomando la cuchara empezó a probar cada preparación. Levantó una cucharada de arroz dulce, lo probó y luego empezó a dis¬tribuirlo, una cucharada en cada mano. Había más de cien devotos presentes, y se precipitaban hacia adelante, a diferencia de sus usuales filas for¬males para recibir una galleta. Prabhupāda fue de preparación en preparación, comien¬do unas cuantas cucharadas de sabjī y luego distribuyéndolo a las manos apremiantes y extendidas. Después de terminar cada prepa¬ración, también regalaba el bol de plata. Finalmente, lo único que quedaba eran dos grandes gulāb-jamūns.
Śrīla Prabhupāda levantó una. Los niños empezaron a gritar: —¡Prabhupāda, Prabhupāda, démela a mí!¬—. Y los adultos: —¡Prabhupāda, a mí, a mí!—. Śrīla Prabhupāda se tomó su tiempo, mirando sonriente a todos los devotos y al final movió la cabeza: —No—, y la mordió. El jugo de la gulāb-jamūn salpicó, mojando a algunos de los devotos que se encontraban cerca, quienes empezaron a bailar y a gritar. Des¬pués de dos mordidas, Śrīla Prabhupāda re¬partió los remanentes de lagulāb-jamūn. Al morder la segunda gulāb-jamūn también se produjo un chorro de jugo, y para entonces todo el templo se encon¬traba en un estado de caos extático. Todo el episodio duró cerca de quince minutos, y ob¬viamente Śrīla Prabhupāda estaba disfrutando, riéndose y viendo a todo el mundo tratando de obtener el mahā-prasāda de su mano.
Entrevista con Rādhānātha Swami
22. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre el Kīrtana y la Música
Śrīla Prabhupāda dijo
Sobre el Kīrtana y la Música
Se puede tocar el armonio durante el bhajana si hay alguien que pueda hacerlo armoniosamente. Pero no es para elkīrtana o el ārati.
Carta de 1976
También Pālīkā recuerda que a Prabhupāda no le gustaba que tocaran el armonio durante los kīrtanas. Su comentario era que los «arrastraría». Prabhupāda también solía decir que su Guru Mahārāja, Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura, siempre tocaba karatālas y quería que en el kīrtana se tocaran solamente karatālas y mṛdaṅga. El punto es que demasiada musicalidad a veces puede distraer el canto del Santo Nombre.
Prabhupāda estaba presente durante un kīrtana realizado por sus discípulos en el templo de Brooklyn (Nueva York). Para los devotos, la perfección de su canto y de tocar instru¬mentos era tocar para el placer personal de Prabhupāda. El devoto que tocaba la mṛdaṅga ha¬bía estado practicando para aprender toques más elaborados, y estaba demostrando sus habilidades rápidas y complicadas en el kīrtana. Pero Prabhupāda paró la música y le dijo al músico —que se llamaba Dhīra Kṛṣṇa dāsa— que debía seguir al líder. Entonces comenzó de nuevo el kīrtana, pero aquello volvió a su¬ceder, y de nuevo Prabhupāda paró el kīrtana y le pidió a la mṛdaṅga que siguiera al líder.
Entrevista con Viṣṇugadā dāsa
En otra ocasión, en Calcuta, Prabhupāda dijo que «el tambor no debe ser más fuerte que la voz».
Recordado de memoria por Abhirāma dāsa
En 1966, en la ciudad de Nueva York, un joven llegó con un disco de un famoso mú¬sico de la India que tocaba la cítara. Tan pronto como comenzó la música, Śrīla Prabhupāda se empezó a reír.
—¿Le gusta esta música? —preguntó el muchacho.
Śrīla Prabhupāda respondió: —Eso es música para la complacencia de los sentidos.
El muchacho se sintió herido y dijo: —¿Qué quiere decir? Esto lo tocan en los templos de la India.
—No —insistió Śrīla Prabhupāda—. Eso es música para la complacencia de los sentidos, y ese músico simple¬mente es un comerciante.
Entonces el joven replicó: —Bueno, usted antes también era un comerciante.
Prabhupāda se rió y aclaró: —Como antes andaba desnudo ¿significa que ahora tengo que andar desnudo?
—Bueno —dijo el chico—, ¿y si este músico quisie¬ra volverse devoto?
—Oh, sería muy bueno si él quisiera venir —replicó Prabhupāda—. Pero esa música es para la complacencia de los sentidos.
Entrevista con Umāpati dāsa
23. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: El conejo y el león
Śrīla Prabhupāda cuenta una historia
En la India Śrīla Prabhupāda dio una vez un consejo a Tejās dāsa sobre cómo obtener ayuda de personas influyentes. Le dijo que usara la filosofía del conejo y el león.
Una vez toda la población de conejos estaban siendo comidos por un león, así que hicieron un acuerdo y se reunieron con él, supli¬cándole que limitara su matanza. Dijeron: —Estamos todos aterrorizados, y además no todos los días estás consiguiendo algo para comer. Así que, ¿por qué no llegamos al siguien¬te acuerdo?: Cada día vendrá uno de nosotros y tú podrás comerlo. De esa manera no estaremos tan aterrorizados, y tú tendrás por lo menos un conejo al día—. El león estuvo de acuerdo con la proposición. Pero un día le tocó a uno de los conejos más inteligen¬tes, que en el camino pensó: —¿Qué es esto? ¿Por qué me estoy apresurando hacia la muerte? Hoy es mi últi¬mo día. Déjenme disfrutar en el camino—. Así, de una manera muy lenta, parándose a veces al lado de un río y luego al lado de un pozo, el conejo finalmente llegó muy tarde a la cita. El león estaba muy enojado y rugió: —¿Por qué has llegado tan tarde?—. El conejo res¬pondió: —No es mi culpa, porque en el cami¬no otro león dijo que me iba a comer y yo hice todo lo posible para escaparme de él.
El león dijo: —¿Quién está desafiando mi autoridad? Deja que lo encuentre—. Así que el conejo condujo al león a la orilla de un po¬zo y dijo: —Está ahí dentro—. El león miró adentro del pozo y vio la sombra de un león. Cuando rugió, el león del reflejo rugió a su vez, y así el león brincó dentro del pozo para ata¬car. De esta manera, el conejo acabó con el león.
Prabhupāda le dijo a Tejās que él también podía hacer lo mismo. Si un hombre de alto nivel te dice cualquier cosa favorable, puedes luego regresar a él y quejarte en su nombre. Le puedes decir que le has comunicado a uno de sus subalternos que el jefe ha ordenado que le otorgue el permiso, pero al empleado no le importó el mandato del jefe. Entonces el superior dirá: —Oh, entonces lo acabaré—. De esta ma¬nera, Prabhupāda aconsejó sobre cómo lo¬grar que un alto funcionario ayude a obtener un permiso.
Entrevista con Tejās dāsa
24. Personal: Su silencio
Personal
Su Silencio
Prabhupāda podía dar toda una caminata matutina en si¬lencio, y de repente romperlo. Aun más sorprendente era su silenciosa respuesta a algo que tú hubieras dicho. Un discípulo podía hacer una pregunta y recibir un largo silen¬cio. En Cleveland, una mujer con una mente un tanto extraña entró en la habita¬ción de Prabhupāda junto con algunos de sus familiares y se sentó en presencia de él du¬rante un largo tiempo mientras nadie habla¬ba. Más tarde ella comentó que todos pensaban que Prabhupāda estaba haciendo algo místico, y que supuestamente no tenían que decir nada. Pero él simplemente estaba correspondiendo sentán¬dose ahí en silencio, a pesar de que pasó un tiempo considerable.
Con sus sirvientes podía viajar grandes distancias sin hablar. Una vez en un largo vuelo de Alemania a Australia estuvo en silencio y dijo sólo unas pocas cosas. (Cuando el avión aterrizó en Australia, Prabhupāda dijo que aquí Australia estaba verde y Alemania también estaba verde, así que ¿cómo pueden decir que no hay vida en la Luna y otros planetas?).
Algunos de sus comentarios estaban ro¬deados por largos silencios. A veces nos reprendía o nos cuestionaba con sus silencios, los cuales se volvían tan intensos que no po¬díamos soportarlos. Y uno no podía pene¬trar su silencio. En El Néctar de la Devoción se define la cualidad de la gravedad: «Una persona que no expresa su mente a todos o cuya actividad mental y plan de ac¬ción son muy difíciles de entender, es llama¬da grave».
A Prabhupāda le gustaba la calma en su habitación. No toleraba los ruidos. Despertaba a sus sir¬vientes para que alejaran a los perros cuando estaban aullando afuera, especialmente cuan¬do estaba tratando de traducir muy tempra¬no en la madrugada. O mandaba a sus sirvien¬tes afuera para que rastrearan cualquier rui¬do extraño en el edificio o en los alrededores. Durante sus conferencias y sus clases de¬tectaba el más mínimo ruido y pedía que fuese parado. Decía que los portazos le rompían el corazón. También las sirenas (en Nueva York), los camiones de la basura, los perros, y el golpeteo de la construcción de edi¬ficios (en la India). Pero podía tolerarlo todo. Sin embargo para Prabhupāda, verdadero silencio era el hecho de que nunca decía ningún desa¬tino. Podía hablar acerca de Kṛṣṇa sin parar. A veces un invitado necio decía alguna ton¬tería mundana y Prabhupāda muy tolerante se quedaba en silencio. Pero era antinatural ver a Prabhupāda silencioso en presencia de otra persona, porque era él el que debía estar hablando. Prabhupāda tenía conocimiento absoluto, y todos los demás se quedaban en silencio para dejarlo hablar, si en ese momento Prabhupāda hubiera deseado hablar. Respetaba los deseos de Kṛṣṇa y también nuestros deseos de que lo hiciera. Hablaba por deber, por amor, por su espíritu de prédica.
Satsvarūpa dāsa Goswami
25. La bocina de Prabhupāda
Cuando Śrīla Prabhupāda regresó por pri¬mera vez a la India con sus discípulos americanos, los llevaba a veces a conocer los lugares santos de Vṛndāvana y Māyāpura. Un día Prabhupāda estaba a punto de irse con algunos devotos en un viejo auto¬móvil Dodge americano, para visitar Bīrnagar, el lugar de nacimiento de Śrīla Bhaktivi¬noda Ṭhākura. Prabhupāda iba en el asiento delantero con el conductor (Śyāmasundara dāsa) y cuatro devotos más se apretujaron en el asiento trasero. Pronto descubrie¬ron que el viejo Dodge no tenía bocina. Con¬ducir en la India sin bocina es casi imposible, y el recorrido duraría dos horas. Śrīla Prabhupāda estaba preocupado acerca de cómo lo iban a lograr. Pero poco después de que arrancaron, Prabhupāda ideó una «bocina» de su propia crea¬ción. Encontró un plato de metal en el coche, y luego hizo que pararan el auto y los mu¬chachos le consiguieron un palo del suelo. Entonces, conforme andaban, Śrīla Prabhupāda sacaba el plato por fuera de la venta¬na del coche y golpeaba éste con el palo cada vez que se necesitaba una bocina para adelantar y para espantar a la gente o a los ani¬males del camino. Los devotos estaban llenos de alegría por la bocina de Prabhupāda, la cual él continuó sonando desde el asiento delante¬ro durante todo el recorrido.
—Los hindúes copiarán esto—dijo Śrīla Prabhupāda—. Pensarán que es un nuevo invento americano. También van a conseguir platos y palos y los van a usar en lugar de la bocina.
Entrevista con Yaduvara dāsa
26. ¿La vida de ca¬sado peligrosa? Dime cuál es el peligro.
Cuando vieron que Tejās dāsa y su esposa reñían frecuentemente, sus hermanos espirituales sugirieron que le pidiera a Prabhupāda que le dejase tomar sannyāsa. Dijeron que sería mejor el permitirle predi¬car. Tejās pensaba también que su matrimo¬nio era difícil, y así decidió pedírselo a Prabhupāda en la próxima oportunidad. En esos tiempos en la India, no era nada difícil para los devotos acercarse a Prabhupāda en la privacidad de su habitación y hacerle preguntas personales de esa índole.
Una tarde, viendo a Prabhupāda solo, Tejās se le acercó.
—Entonces ¿qué quieres? —preguntó Prabhupāda en su típica manera directa.
—Quiero tomar sannyāsa, Prabhupāda —dijo Tejās.
Justo en ese momento, antes de que Prabhupāda diera una contestación, entró su sirviente con el prasāda de la tarde, algunos ve¬getales y frutas.
—Toma algo de prasāda —dijo Prabhupāda, y puso un poco en la mano de Tejās.
Entonces Prabhupāda le dio más y más, has¬ta que el prasāda empezó a caerse de la mano de su discípulo. Tejās puso la otra mano y Prabhupāda se la llenó también. Mientras Tejās se preocupaba por balancear todo el prasāda en sus dos manos, Prabhupāda preguntó: —¿Por qué quieres tomar sannyāsa?
—Para predicar, Prabhupāda.
—Pero eso ya lo estás haciendo —replicó.
—Prabhupāda —argumentó Tejās—, la vida de familia está llena de impedimentos.
—Pero tu esposa es muy agra¬dable —objetó Prabhupāda—. Es muy cooperativa. Además es experta en la adoración de las Deidades, toca muy bien la mṛdaṅga, y también el armonio. Es una chica agra¬dable. ¿Por qué quieres tomar sannyāsa?
Tejās contestó: —Prabhupāda, porque la vida de casado es muy peligrosa.
Prabhupāda respondió: —¿La vida de ca¬sado peligrosa? Dime cuál es el peligro.
Tejās pudo ver la dirección de la instruc¬ción de Prabhupāda. Pensó, «Si el maestro espiritual dice que no hay peligro...» Tejās ya no sentía más ganas de debatir, y Prabhupāda cambió el tema a los asuntos prácticos de prédica en la India.
Entrevista con Tejās dāsa
Puede parecer contradicto¬rio oír a Prabhupāda declarar que no hay peligro en la vida de casado, cuando a menudo en sus significa¬dos del Bhāgavatam dice lo contrario. Uno puede tomarlo como que en el Bhāgavatam está describiendo la vidagṛhamedhī mientras que la vida de gṛhastha consciente de Kṛṣṇa no tiene tales peligros. Pero por otro lado, Śrīla Prabhupāda estaba a veces muy a favor de que un hombre joven decidiese tomar sannyāsa. Esto puede traer a discusión la cuestión tocante a la importancia de presentar anécdotas se¬paradas, como lo estamos haciendo en El Néctar de Prabhupāda. Uno puede arguir que a menos que conozcamos completamente el fondo de cada inci¬dente, no podemos conocer el pensamiento y la in¬tención de Prabhupāda. En este caso ¿pensaba que su discípulo no estaba apto para tomar sannyāsa en aquel momento, o que estaba demasiado apegado a su esposa como para intentar la renuncia, o pensaba Prabhupāda que la esposa de aquel devoto estaba muy apegada y no estaba lista aún, o que el tomar sannyāsa en aquel momen¬to era innecesario para el trabajo de prédica de ambos? Aunque no tengamos respuestas para estas preguntas, no creo que esta anécdota sea superficial o inútil. Los puntos que Prabhupāda señala a Tejās concuerdan con la conclu¬sión śāstrica referente al verdadero sentido de sannyāsa tal como se declara en el Bhagavad-gītā (5.1). Aparte de esto, tenemos un agradable vislum¬bre de Prabhupāda correspondiendo con un discí¬pulo, guiándolo cuidadosamente y enfatizando la prédica como la verdadera renuncia. Aunque investigáramos más en el fondo de cada anécdota en particular, y aun cuando todo está dicho y hecho, todavía nos será imposible conocer el pensamiento del ācārya. A veces el mismo Kṛṣṇadāsa Kavirāja Gosvāmī —cuando presenta los pasatiempos del Señor Caitanya y del Se¬ñor Nityānanda— concluye que nadie puede en¬tender completamente el profundo significado de Sus actividades. Por lo tanto, apreciemos e instruyámo¬nos con las informaciones precisas de lo que hizo y dijo Śrīla Prabhupāda, y a su debido tiempo probablemente comprenderemos más y más los significados.
27. Quiero regresar a Dios. Quiero ir a Māyāpura.
A partir de la década de los setenta, la In¬dia se volvió más y más la base principal de Śrīla Prabhupāda, y sus viajes a Occidente se convirtieron en algo así como giras lejos de su casa. Cuando viajó a América en in¬vierno de 1973, Śrīla Prabhupāda se resfrió y trató de aliviarse yéndose de Los Ángeles hacia Dallas, del cual había oído que estaba soleado y caliente. Pero Da-llas se encontraba también nublado. Prabhupāda empezó a hablar de regresar a Māyāpura como el único lugar donde podía estar có¬modo y curarse. Sería un largo viaje para re¬gresar y por eso no había tomado ninguna deci¬sión definitiva. Pero una noche, como a la una, entró en el cuarto contiguo y despertó a su sirviente y a su secretario.
—Vámonos de regreso a casa, de regreso a Dios —les dijo Prabhupāda, mientras esta¬ba de pie en la oscuridad del cuarto. Sus discípulos se despertaron y ofrecie¬ron sus reverencias a los pies de Prabhupāda, preguntándose qué quería decir.
—¿Cómo dice, Prabhupāda? —preguntaron.
—Sí —repitió—. Quiero regresar a Dios. Quiero ir a Māyāpura.
Así que regresaron tan pronto como les fue posible. Una vez en Māyāpura, la salud de Śrīla Prabhupāda se recuperó. Ahí él era su¬mamente informal y se encontraba muy complacido. En esos primeros años no estaban muy desarrolladas las construcciones y para los devo¬tos el sólo vivir allí era una gran austeridad. Śrīla Prabhupāda se mezclaba li¬bremente con ellos en una forma amisto¬sa. Ellos entraban a su cuarto y a veces él entraba al de ellos. A veces, durante el día, ni siquiera sus sir¬vientes sabían dónde se encontraba exacta¬mente. Podía estar caminando solo por la terraza o por el camino del frente. Los devotos de Māyāpura no po¬dían hacer menos que apreciar el hecho de que Prabhupāda era especial cuando vivía en el dhāma. Sentían que era como la informali¬dad de Kṛṣṇa en Vṛndāvana, en contraste con Su opulencia en Dvārakā. Śrīla Prabhupāda era especial e informal de esa manera.
Entrevista con Jagadīśa Goswami
y Śatadhanya Swami
28. Gotitas de néctar: Pues en realidad yo sí soy un embaucador...
Madhudviṣa dāsa era el presi¬dente del templo de Bombay, pero le expresó su descontento a Prabhupāda, particularmente por tener que trabajar con los hindúes. Quería otro campo de prédica. Dijo que con¬sideraba que los hindúes eran muy solapados y embaucadores y que no le gustaba tratar con ellos.
Prabhupāda dijo: —Yo soy un hindú. ¿Tú piensas que soy un embaucador?
—No, usted no, Śrīla Prabhupāda —se excusó Madhudviṣa.
—Pues en realidad yo sí soy un embaucador —di¬jo Śrīla Prabhupāda—¬; porque los embau¬qué a todos ustedes para que se entregaran a Kṛṣṇa, y ahora están atrapados y ya no se pueden esca-par.
Pañcadraviḍa Swami sufrió en la India un serio absceso de tumores en la piel. El doctor dijo que había estado cerca de la muerte, y había te¬nido que hacer una operación en su es¬palda. Cuando Pañcadraviḍa describió su enfermedad a Śrīla Prabhupāda, Prabhupāda lo miró y dijo: —Esas enfermedades son simplemente imaginarias.
—No, Śrīla Prabhupāda, esta la tengo de ver¬dad —repuso Pañcadraviḍa. Pensó que Prabhupāda estaba diciendo que los forúnculos estaban en su mente. Por lo tanto, levantándose la kurtā le mostró a Prabhupāda una gran cicatriz que tenía en la espalda. Prabhupāda tocó la cicatriz con un dedo pero no dijo nada.
Pronto después de eso, en una clase del Bhāgavatam, Śrīla Prabhupāda estaba descri¬biendo cómo los sufrimientos de todas las entidades vivientes son imaginarios, creados por la identificación con el cuerpo material. Al oír esto, Pañcadraviḍa se dio cuenta del significado de las palabras de Śrīla Prabhupāda. Sí, en el sentido absoluto, incluso su ataque de tumores era imaginario.
Śrīla Prabhupāda viajaba a veces a través de la India por tren, acompañado por sus dis¬cípulos. En una ocasión, el tren paró en un campo lleno de flores moradas. Uno de los devotos bajó, corrió hacia el campo, escogió algunas flores, y corrió de regreso al vagón de Prabhupāda justo cuando el tren empeza¬ba a partir. Luego los devotos llevaron a Prabhupāda un ramo de flores moradas como una ofrenda de devoción. Prabhupāda las aceptó calmadamente pero dijo: —Estas flores las usa el Señor Śiva—. Los devotos estaban afligidos por el temor de haber cometido algún guru--aparādha, pero Prabhupāda sonrió y ajustó una flor detrás de cada una de sus orejas. Abrió grandemente sus ojos e hizo una gran sonrisa. —¿Ven? —mostró, haciendo como si fuese el Señor Śiva con sus flores moradas en el pelo.
Entrevistas con Pañcadraviḍa Swami
29. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre la Producción y Distribución de Libros
Algunas de las muy conocidas máximas de Prabhupāda hacen hincapié en sus libros y en la necesidad de imprimirlos con el más grande cuidado.
1. «Si hay algún error en mis libros, en¬tonces no serán tomados en serio.»
2. «Cada palabra en estos libros es como un documento.» (Y por lo tanto los editores no deben ser descuidados ni especular.)
3. «Estos significados son mis éxtasis devo¬cionales.»
Entrevista con Devāmṛta Swami
Los primeros libros de Prabhupāda fue¬ron impresos por los devotos en su propia imprenta (ISKCON Press). Cuando Prabhupāda recibió la primera copia de una edición en tapa suave de un capítulo del Bhāgavatam, lo abrió y la encuadernación se deshizo en sus manos. Preguntó a los devotos que vieron eso: —¿Qué se necesitará para que mis discí¬pulos aprendan cómo imprimir estos libros de manera tal que no se deshagan?
Brahmānanda respondió: —Sinceridad, Prabhupāda. Si fuésemos más sinceros, en¬tonces podríamos hacerlo.
Śrīla Prabhupāda miró el li¬bro roto en sus manos y dijo:
—No.
Los devotos reunidos estaban sorprendi¬dos. Uno de ellos preguntó: —¿Sinceri¬dad no?
—Sinceridad sí —afirmó Prabhupāda—: más inteligencia.
Satsvarūpa dāsa Goswami y Nara-Nārāyaṇa dāsa
Aquí en Māyāpura mi Guru Mahārāja estaba imprimiendo un periódico. Se vendía por sólo unos cuantos paisas[centavos de rupia]. A veces, cada vez que un brahmacārī iba a Navadvīpa y vendía aunque sea unas pocas copias, yo veía a mi Guru Mahārāja sumamente com¬placido... Así que siempre estoy dando én¬fasis a la distribución de libros. Es el mejor kīrtana. Es mejor que cantar. Claro que el canto no debe ser suspendido, pero la distri¬bución de libros es el mejorkīrtana.
Carta a Śrutadeva dāsa (24 noviembre 1974)
Una vez, hablando a un grupo de saṅkīrtaneros, Śrīla Prabhupāda les explicó que Bhaktivinoda Ṭhākura había querido construir un templo en Māyāpura. —Ustedes serán los cimientos —dijo Prabhupāda a sus distribuidores de libros. Dijo que el templo se construirá gracias a su distribución de libros.
Entrevista con Sañjaya dāsa
30. Śrīla Prabhupāda cuenta una historia: Usted es tan fea que se debería casar con un mono
Cuando se publicó por primera vez el primer volumen del Madhyā-līlā del Caitanya-caritāmṛta de Śrīla Prabhupāda, los de¬votos estaban sorprendidos y complacidos al leer acerca de las bromas que intercambiaban el Señor Nityānanda y Advaita ācārya mien¬tras tomaban prasāda en la casa de este último. Una mañana, durante un paseo en automóvil con Śrīla Prabhupāda, uno de los devo¬tos expresó su aprecio por el nuevo volumen.
—Hay tanto humor en el Caitanya-caritāmṛta, Śrīla Prabhupāda.
—Sí —dijo Prabhupāda—, la vida espiri¬tual también es humor—. Entonces empezó a contar una historia. —Kṛṣṇa le dijo a una da¬ma anciana:
»—Usted es tan fea que se debería casar con un mono.
»—No —dijo la anciana—, he abandonado todos los deseos materiales. ¡Me casaré contigo, Kṛṣṇa!
»—¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!—. Todas las gopīs aplaudieron y rieron.
Mientras Prabhupāda decía esto, sus ojos se iluminaron y se volvió muy animado, rién¬dose de los pasatiempos humorísticos de Kṛṣṇa. —Así que Kṛṣṇa fue vencido por esa risa de las gopīs —dijo Prabhupāda.
Satsvarūpa dāsa Goswami, memoria
31. Śrīla Prabhupāda cuenta otra historia: A nosotros nos aconseja Kṛṣṇa o Sus representan¬tes.
En una conferencia, Śrīla Prabhupāda ob¬servó que la gente necia critica muy a menudo a los devotos como personas débiles e inútiles, pero ellos no com¬prenden su inteligencia. Por lo tanto, los devotos no deben prestar atención a esas personas. Para ilustrar el punto, Śrīla Prabhupāda contó una historia.
Algunos trabajadores estaban criticando al ministro del rey, reclamando que él sólo la pasaba sentado y no hacía nada. El rey les recordó que se necesitaba inteli¬gencia para volverse ministro. Dijo que iba a dar una prueba para todos, incluyendo al mi¬nistro. Quienquiera que pudiese pasar la prueba se volvería el próximo ministro. El rey dijo: —Tomen este gran elefante, pé¬senlo, y háganme saber el peso exacto.
Los hombres ordinarios estaban descon¬certados. ¿Dónde habría una balanza tan grande como para pe¬sar un elefante? No pudieron hacer nada. Regresaron con el rey sin información alguna. Entonces el rey se volvió hacia su ministro y le preguntó: —¿Serías tan amable de pesar este elefante?
En seis minutos el ministro regresó e informó: —El elefante pesa veinte quintales (900 kg)—. Los demás hombres estaban boquiabiertos por la sorpresa.
—¿Cómo fue que hizo eso? —preguntaron—. ¡En seis minutos re¬gresó y dio el peso exacto!
El rey preguntó: —¿Cómo lo pesaste? ¿Conseguiste alguna balanza gigante?
—No, Su Majestad —repuso el ministro—. No es posible pesar al elefante en una balanza. Eso es muy difícil.
—¿Entonces cómo lo pesaste?
—Lo llevé a un barco —respondió el ministro—. Cuando ya lo ha¬bía subido al barco, entonces vi hasta dónde llegaba el nivel del agua y lo marqué. Luego bajé el elefante del barco, añadí peso al barco, y cuando volvió a hundirse hasta llegar a la misma marca del agua, en¬tonces obtuve el peso del elefante.
Así que el rey se dirigió a los trabajado¬res y les advirtió:
—¿Ahora ven la diferencia?
—Sí —asintieron.
Después de contar esta historia, Prabhupāda citó de las Escrituras: —Buddhir yasya balaṁ tasya nirbuddhes tu kuto balam: Aquel que tiene inteligencia tiene fuerza, y el que no tiene inteligencia, el sinvergūenza, no tiene fuerza.
Prabhupāda concluyó: —Los científicos, los ateos y los que critican a los devo¬tos son así, sinvergüenzas y necios. No tomamos consejo de ellos. A nosotros nos aconseja Kṛṣṇa o Sus representan¬tes.
Clase de Śrīla Prabhupāda
32. Personal - El masaje de la tarde
El masaje de la tarde no era tan minucioso como el de antes del mediodía. Era apenas masajear sus piernas desde la rodilla hasta los pies, y luego también los pies y los dedos. Él enseñaba la técnica. Decía que le daba algo de alivio. En esos momentos estaba más inclinado a meditar. ¿Dormía? A veces. O hablaba algo. Era posible que el sirviente tuviese que quedarse despierto un tiempo considerable. Usualmente era en un cuarto oscuro. En Australia, al final del día, des¬pués de que él y los devotos habían marcha¬do una gran distancia con el Ratha-yātrā (el Festival de las Carrozas), Prabhupāda felicitó a su sirviente por su danza tan agradable en el desfile. Fue tam¬bién durante un masaje nocturno que le contó a otro sirviente la historia de cómo de niño recibió, de Inglaterra, un par de zapatos especiales, un regalo de su padre. También traía a discusión temas de filosofía, y la inhabilidad de los mūḍhas (asnos) para entenderla.
Para nosotros, Prabhupāda era un océa¬no de misticismo. Sus declaraciones no estaban bajo nuestro control. Sin embargo, tratábamos de estar tan cerca como nos fuese posible, a su lado, tocando su cuerpo, conectados por el diálogo, de manera que se volviese tangible para nosotros. Y sin embargo era como un océano místico, y su pureza un aislamiento para aquellos que éramos impuros. Uno ni siquiera se atrevía a pensar, «¿En qué estará pen¬sando Prabhupāda?».
En el cuarto oscuro, durante el masaje de la noche, su sirviente solía querer descansar. Ahora probablemente considere qué necio fue. Si tuviese otra oportunidad, ¿sería el mismo necio? A nadie le gusta ser sirviente; todos queremos ser el amo. Pero Prabhupāda nos vigilaba. Nos hizo devotos.
33. Eso no es lo que te concierne preguntar
Una mañana en Berkeley, Śrīla Prabhupāda estaba caminando por el campus universitario. Habían discípulos sannyāsīsy otros, y también estaba Kṛṣṇa dāsa Adhikārī. Kṛṣṇa dāsa había abandonado el movimiento y se había dejado crecer el cabello, pero recientemente estaba empezando a interesarse nuevamente y ahora estaba caminan¬do con Prabhupāda. Sus preguntas estaban llenas de diferentes dudas. Casi al final de la caminata, de alguna manera surgió el tema de sentir separación del maestro espiri¬tual. Kṛṣṇa dāsa afirmó: —Usted siem¬pre debe sentir separación de su maestro espiritual—. La idea era que deseaba incitar a Śrīla Prabhupāda a hablar de sus sentimientos de separación de Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura. Pero Prabhupāda hizo silencio. Así que Kṛṣṇa dāsa volvió a repetir la pregunta:
—Supongo que usted siempre debe sentir se¬paración de su maestro espiritual—.
Śrīla Prabhupāda entonces contestó: —Eso a ti no te co¬rresponde—. (En otras palabras, «Eso no es lo que te concierne preguntar».) Entonces se subió a su automóvil y se fue.
Jayādvaita Swami, memorias
Satsvarūpa dāsa Goswami
34. Yo no soy ISKCON. Yo soy un miembro de ISKCON
Cuando Śrīla Prabhupāda visitó Hawai tuvo que tratar con personas controver¬tidas que reclamaban ser sus seguidores y que sin embargo se declaraban contrarios a ISKCON. Prabhupāda quería animar a todo el mundo a seguir cantando Hare Kṛṣṇa, pero al mismo tiempo quería establecer claramente que su seguidor sincero trabaja dentro de ISKCON. Las preguntas y respuestas después de sus clases en Hawai trataban muy a menudo estos asuntos.
—¿Qué es ISKCON? —preguntó un mu¬chacho de la playa con cabello largo y que llevaba una bolsa de japa.
—¿ISKCON? —contestó Śrīla Prabhupāda—. Es simple, ¿no lo sabes?—. En¬tonces describió lo que significaba cada letra de la sigla ISKCON (la Asociación Internacional para la Conciencia de Kṛṣṇa). —Tenemos una asociación alrededor del mundo, así que decimos «inter¬nacional».
—Bueno, pero ¿usted es ISKCON? —preguntó el muchacho. Era una pregunta capciosa. Los devotos habían estado predicando que Śrīla Prabhupāda era ISKCON, que uno no puede sostener que sirve a Śrīla Prabhupāda y al mismo tiempo negarse a servir a ISKCON. Pero el partido anti lSKCON había argüido que Śrīla Prabhupāda e ISKCON eran dos cosas diferentes. Prabhupāda era puro y trascen¬dental; ISKCON era corrupto, una mera or¬ganización material.
Śrīla Prabhupāda rió: —Yo no soy ISKCON —explicó—. Yo soy un miembro de ISKCON—. Entonces miró a uno de sus discípulos, que era el secretario GBC para Hawai. Prabhupāda apuntó hacia él y dijo: —Él es otro miembro de ISKCON—. Luego apuntó al pre¬sidente del templo de Hawai. —Y él es otro miembro más de ISKCON. Todos somos miembros de ISKCON, la Asociación Interna¬cional para la Conciencia de Kṛṣṇa.
Casi to¬dos los presentes gritaron: —¡Jaya!—. Enton¬ces Prabhupāda miró hacia atrás sonriendo. No hubo más desafíos a su perfecta y humil¬de respuesta.
Entrevista con Praghoṣa dāsa
35. El responsable di¬recto soy yo
En Bombay los devotos podían ver libre¬mente a Śrīla Prabhupāda y hacer sus preguntas. Pero Pañcadraviḍa Swami sentía que a medida que el movimiento creciera no podría mantener una relación tan íntima con su maestro espiritual. Un día entró en las habitaciones de Śrīla Prabhupāda y le reveló su duda.
—Hay algo que no comprendo —dijo Pañcadraviḍa Swami—. ISKCON es una asociación tan grande. ¿Có¬mo puedo entender que tengo una rela¬ción personal con usted? Si estoy en algún sitio del otro lado del mundo y estoy, por ejemplo, barriendo o lavando el piso de un templo, ¿cómo puedo saber que lo estoy sir¬viendo personalmente a usted?
—Sí, ISKCON es tan grande —Prabhupāda contestó simplemente—, pero yo soy tan pequeño—. Pañcadraviḍa de inmediato se sin¬tió satisfecho, pero Śrīla Prabhupāda explicó aún más.
—Estás hablando de que si tú haces servicio en algún templo —dijo Śrīla Prabhupāda—, pero en realidad tú no tienes que hacer nada. El responsable di¬recto soy yo. Yo soy el que debo mantener to¬dos los templos, ver que todos los pisos sean barri¬dos, todas las ollas lavadas, que todo esté limpio en todos los templos de ISKCON, en todas partes del mundo. Pero yo no lo puedo hacer to¬do por mí mismo. Es como una ceremonia ārati. Yo puedo estar ofreciendo el ārati, pero te pido «por favor dame el abanico», a fin de que yo pueda ofrecérselo a Rādhā y Kṛṣṇa. De esta manera, te estoy pidiendo que me ayudes en el templo predicando, o barriendo el suelo, ¿comprendes?
Entrevista con Pañcadraviḍa Swami
36. Gotitas de néctar: Pri¬mero debe lavar todas las ollas
En Hyderabad, después de la conferencia en un paṇḍāl, un muchachito hindú pasó la noche con los devotos. A la mañana siguiente entró a la habitación de Śrīla Prabhupāda junto con los devotos ini¬ciados y se sentó cerca de Prabhupāda. Tan pronto como Prabhupāda lo vio, apuntó hacia la puerta sin decir palabra alguna. El muchacho tampoco dijo nada, pero se levan¬tó y se fue. Entonces Śrīla Prabhupāda se volvió hacia uno de los sannyāsīs y dijo: —Pri¬mero debe lavar todas las ollas—. Explicó que Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura siempre había probado primero la sinceridad de al¬guien que quería unirse pidiéndole que lava¬ra ollas.
Entrevista con Śrutadeva dāsa
En Japón, Śrīla Prabhupāda viajaba en monorriel. Al principio el asiento enfrente de él estaba vacío, y Bhūrijana dāsa invitó a Prabhupāda a que subiese sus pies ahí, ya que los asientos estaban inconfortablemente apretados. El asiento vacío estaba en reali¬dad reservado para otro de los discípulos de Prabhupāda, Bhānu dāsa. Momentos más tarde, las autoridades del monorriel insistieron en que cada quien debía sentarse en su propio asien¬to. Bhūrijana entonces se volvió hacia Śrīla Prabhupāda, esta vez con inquietud.
—Śrīla Prabhupāda, disculpe, el devoto tiene que sentarse. ¿Podría retirar sus pies de loto?
—Sí —respondió Śrīla Prabhupāda—, qui¬taré mis pies para que se pueda sentar el devoto de loto.
Entrevista con Bhūrijana dāsa
Śatadhanya Mahārāja estaba hablando con Śrīla Prabhupāda en su cuarto en Māyāpura, cuando descubrió que habían hormigas en el escritorio de Prabhupāda. Śatadhanya se puso de pie y empezó a aventarlas con su uttarīya (capa desannyāsī). Sentado pacíficamente contra los coji¬nes de la cabecera, Prabhupāda lo miraba, y co¬mentó:
—Antes las hubieras matado, pero ahora no lo has hecho porque estás purificado.
Entrevista con Satya nārāyaṇa dāsa
37. Śrīla Prabhupāda dijo: Acerca del dinero
Una vez, durante una caminata, Prabhupāda estaba explicando que el uso del pa¬pel moneda es un proceso fraudulento. Dijo que el gobierno alienta a la gente a trabajar duramente en las fábricas para desarrollar la economía de la nación, y sin embargo les pa¬gan solamente con pedazos de papel. Cuando el gobierno no tiene suficientes pedazos de papel, imprime más, y así toda la economía está basada en el engaño. Prabhupāda dijo que la economía védica está basada en el sis¬tema del trueque. Si el sistema de trueque no es posible, entonces por lo menos debería usarse la norma del oro, porque el oro tiene un valor y la cantidad de oro es limitada. Después de oír a Prabhupāda describir la economía ideal basada en la civilización védi¬ca, un devoto preguntó:
—Pero si todas las transacciones son hechas en oro, sería muy difícil hacer tratos muy grandes, porque car¬gar el oro y cambiarlo sería muy gravoso.
—Eso está muy bien —respondió Śrīla Prabhupāda—. ¿Por qué tienen que haber gran¬des transacciones? Grandes transacciones significa que la gente está acumulando más de lo que necesita. No queremos grandes transacciones. Queremos que cada persona tenga sólo lo que necesita.
Entrevista con Girirāja Swami
Prabhupāda contó una parábola acerca del dinero. Un hombre le preguntó a su amigo: —¿Tú tienes inteligencia?
Entonces el amigo empezó a hurgarse los bolsillos. El hombre, extrañado, preguntó: —¿Qué estás buscando?
El amigo respondió: —Bueno, si tengo algo de dinero en los bolsillos, significa que tengo inteligencia.
Prabhupāda ex¬plicó: —En realidad, en nuestro movimiento todo está marchando por mi inteligencia y la cooperación de ustedes. Ustedes están predicando de una manera muy inteligente, pero si no hay dinero, ¿dónde está la inteligencia?
Entrevista con Girirāja Swami
Prabhupāda dio la orden de que el 50 por ciento de las entradas debía ir al Fondo Editorial Bhaktivedanta [el Bhaktivedanta Book Trust, o BBT] y el resto debía ir a la construcción de nuevos templos u otros proyectos. Dijo que, en cierto sentido, el movimiento de conciencia de Kṛṣṇa es como una empresa, y que por lo tanto debe ser dirigido de esa manera. En otras palabras, el movimiento está obteniendo sus entradas sobre la base de sus li¬bros (ya fuese por la distribución directa o por los miembros vitalicios); por lo tanto, al igual que en cualquier negocio, el capi¬tal debía ser reinvertido en el mismo nego¬cio.
—Así que tienen que dar el 50 por ciento de su dinero al Fondo de Libros.
Entrevista con Tejās dāsa
Debemos vivir con un ingreso insignifi¬cante, apenas lo que recibamos por la venta de nuestras revistas. Sólo en una necesidad extrema, cuando no haya otro camino, pode¬mos aceptar temporalmente algún otro servicio. Pero como principio, debemos continuar el saṅkīrtana, no trabajar. Así que, basados en ese principio, debemos aceptar solamente lo que nos dé Kṛṣṇa. Tú eres un miembro an¬tiguo del movimiento, ya deberías saber todas estas cosas. De todos modos, envía de nuevo a todo el mundo a saṅkīrtana. Todos los devotos de Amsterdam deben estar ocupados en saṅkīrtana, no en una fábrica de cigarrillos.
Carta a Haṁsadūta dāsa (9 enero 1971)
Śrīla Prabhupāda aprobó que sus discípulos hicieran planes ambiciosos para difundir la conciencia de Kṛṣṇa.
—Pero Prabhupāda —preguntó un devoto—, ¿de dónde vamos a sacar el dinero para hacer todo esto?
—Ustedes hagan los planes —dijo Prabhupāda—: Kṛṣṇa proveerá el dinero.
Entrevista con Nanda-kiśora dāsa
Tú me preguntas acerca de la adoración a Gaṇeśa. En realidad es¬o no es necesario para nosotros. Pero si alguien tiene el sentimiento de querer ob¬tener las bendiciones de Gaṇeśa y así conseguir grandes cantidades de dinero para el servicio de Kṛṣṇa, entonces está bien. Pero cualquiera que adopte esa clase de adoración, cada mes debe en¬viarme por lo menos cien mil dólares. No menos. Si no me puede enviar esa can¬tidad, no puede adorar a Gaṇeśa.
Carta a Bhakta dāsa (1º febrero 1975)
A Śrīla Prabhupāda no le gustaba depositar dinero en un banco.
—Tan pronto como haya dinero en el banco —decía— habrán dolores de cabeza: este impuesto, aquel impuesto...
Entrevista con Rāmeśvara Swami
Prabhupāda decía: —A pesar de que tenemos tanto dinero no tenemos proble¬mas. Incluso si perdiéramos ese dinero, aun así no se nos entorpecería nuestra misión. Ahaituky apratihatā—no podemos ser detenidos. La conciencia de Kṛṣṇa continuará con devoción pura.
—Sí —concordó uno de los devotos—, aunque tuviéramos que escribir los libros a mano y distribuirlos.
Satsvarūpa dāsa Goswami, memorias
38. Śrīla Prabhupāda cuenta historias cortas
En Australia Śrīla Prabhupāda estaba es¬perando en la terminal del aeropuerto por un vuelo retrasado. Le pidió a Amogha dāsa que fuese al mostrador para averiguar la hora de salida. El empleado contestó que la nueva hora para abordar se¬ría en quince minutos. Śrīla Prabhupāda oyó esto, pero después de veinte minutos, como no había ningún aviso, les pidió a los devotos que verificaran otra vez. Una vez más, el abordaje sería en quince minutos. Śrīla Prabhupāda siguió mirando su reloj cada quince minutos y pidiendo a los devotos que averiguaran información adicional.
Después de algún tiempo, Śrīla Prabhupāda contó una historia. Dijo que una vez un hombre atestiguó en un caso de la corte que había tenido sesenta años de edad duran¬te los últimos quince años, y sostuvo que por honestidad no había deseado cambiar su de¬claración. —Así —dijo Śrīla Prabhupāda— to¬davía dicen que faltan quince minutos para abordar. Eso es honestidad. Ha pasado una hora y cuarto, y todavía no cambian su aviso: «quince minutos».
Entrevista con Amogha dāsa
Una de las historias bengalíes de Prabhupāda era acerca de un doctor que visitó una casa para diagnosticar a dos pacientes: una rica ama de casa y su empleada. El doctor dijo: —Su empleada tiene 40° de fiebre, hay que preocuparse un poco. Le daré una medicina. En cambio usted prácticamente no tiene fiebre: 37°, así que no hay ninguna inquietud.
Cuando oyó esto, el ama de casa se enojó y exclamó: —Este doctor no sirve para nada. Yo soy la propietaria. Yo solamente tengo 37° y mi sirvienta 40°. ¡La sirvienta debería te¬ner 36°, y yo debería tener 43°!
Prabhupāda comparó esto con la civili¬zación moderna, la cual está inclinada a in¬crementar el grado de su fiebre hasta 43°. Al igual que en el cuerpo humano sobreviene la muer¬te tan pronto como la temperatura alcanza los 42°, así Prabhupāda dijo que por medio de las armas nucleares, la civilización moderna llegará al punto de 42° y más. En cambio los de¬votos quieren reducir la fiebre, viviendo la vi¬da más elevada e ideal y disminuyendo las demandas del cuerpo.
Clase dada por Śrīla Prabhupāda
39. Más historias cortas: Los en¬vidiosos siempre encontrarán alguna falta
Śrīla Prabhupāda decía que muchos de sus hermanos espirituales estaban envi¬diosos de su éxito en la prédica. No le gusta¬ba señalar esto, pero quería que sus discípu¬los estuviesen conscientes de la índole de las crí¬ticas que sus hermanos espirituales harían para empequeñecer el trabajo de ISKCON. —No pueden hacer nada por sí mismos —dijo Śrīla Prabhupāda—, y si alguien hace al¬go, lo envidian. Esa es la naturaleza de un hombre de tercera clase.
Para ilustrar, Śrīla Prabhupāda contó una historia que había oído de su maestro espiritual. Un hombre le informó a un amigo que un ex-compañero había sido nom¬brado juez de la corte suprema.
—Ah, no —replicó el amigo—. Eso no puede ser verdad.
—Sí, lo han nombrado juez —confirmó el hombre—. Lo he visto sentado en el tribunal.
El amigo replicó: —Bueno, puede ser... Pero yo no creo que reciba salario.
Prabhupāda dijo que los en¬vidiosos siempre encontrarán alguna falta. Incluso si no hay ninguna falta, fabricarán alguna. Esa es su ocupación. Prabhupāda decía que muchas personas esta¬ban envidiosas de su Guru Mahārāja, pero Bhaktisiddhānta Sarasvatī no se preocupaba por ellos.
Extraído de una carta a Yamunā-devī dāsī (18 noviembre 1970)
En la India, Śrīla Prabhupāda siempre ha¬bía viajado en automóviles ruinosos, y a menudo tenía que pedir autos prestados. Pero a me¬dida que su movimiento crecía, sentía que eso no era correcto. —Estamos gastando montones de rupias para acabar esta cons¬trucción en Bombay —dijo—, pero cada vez que llego al aeropuerto, me van a buscar en un auto prestado. ¿Qué clase de impresión tienen los miembros vitalicios, de que siempre nos acercamos a ellos para pedirles prestado su automóvil?
Por años, el carro fue discutido y propuesto, pero nunca apareció. Más tarde, Prabhupāda recibió una carta de un discípu¬lo en Europa quien le dijo que compraría un Mercedes para Prabhupāda y lo conduciría desde Alemania hasta la India. Prabhupāda le en¬vió un telegrama: «Sí, compra Mercedes».
En ese tiempo, los devotos que se encontra¬ban en la India con Prabhupāda dijeron que ha¬bían oído que el devoto iba a comprar el automóvil con dinero del Fondo Editorial Bhaktivedanta (BBT), o sea, con dinero de Prabhupāda. Śrīla Prabhupāda dijo que eso le recordaba una historia famosa. Un guru fue a la casa de un discípulo pobre y fue recibido con gran opulencia. Cuando preguntó cómo era posible que su dis¬cípulo pudiera permitirse tan agradables arre¬glos, el discípulo le dijo: —Gurudeva, todo le pertenece a usted—. Más tarde el guru vio que su cuenta bancaria se había vaciado, y pudo comprender que el discípulo había gastado todo el dinero de su guru.
Prabhupāda dio la orden de que su discí¬pulo no comprara ningún automóvil para él con dinero del BBT para luego afir¬mar «Prabhupāda, todo le pertenece a usted».
Extraído de una carta a Puṣta Kṛṣṇa dāsa (10 enero 1976)
40. Más historias cortas: Su aversión a los cambios caprichosos
En Bengala hay un dicho: «Si puedes ca¬minar sobre tus manos, hazlo, pero cual¬quier cosa que hagas, que sea algo nuevo». Prabhupāda contó esto para ilustrar su aversión a los cambios caprichosos. Estaba especialmente inquieto de que después de su partida sus seguidores se tomaran demasiadas libertades con sus li¬bros o con la adoración de las Deidades y que hiciesen cambios innecesarios y desautori¬zados.
Entrevista con Rādhāvallabha dāsa
Había una historia acerca de la experta artesanía de un yesero que trabajó en la construcción del Taj Mahal. Uno de los directo¬res de obra estaba inspeccionando el edificio en evolución y durante tres días seguidos notó a un cierto yesero que estaba sentado en el mismo lugar mezclando yeso. Al tercer día el inspector se enojó y le gritó: —¡Usted es un perezoso! ¡Está todo el día sin hacer nada, tan sólo mezclando ese yeso!—. El yesero se enojó también, y le lanzó un puñado de su yeso. No alcanzó a pegarle, sino que dio contra la pared. Pero ese yeso estaba tan bien mezclado, tan sólido y duro, que nadie pudo quitarlo de la pared. Y todavía está allí hoy en día.
Prabhupāda contó esta historia para ha¬cer hincapié sobre la importancia de la bue¬na artesanía y de hacer todo con esmero en el servicio de Kṛṣṇa.
Entrevista con Raṇcora dāsa
Uno de los discípulos secretarios de Śrīla Prabhupāda conocía algo de hindi y escribió una carta que Prabhupāda había dictado. Pe¬ro el devoto se disculpó: —Mi letra no es muy buena.
—No importa —respondió Śrīla Prabhupāda—. Nadie puede escribir bien el hindi—. Entonces contó una broma.
Alguien le había escrito una carta en hindi a un amigo, y éste respondió: —La próxima vez que me escribas una carta en hindi, por fa¬vor incluye un pasaje de tren para ir a verte.
—¿Y eso por qué?— inquirió el amigo por carta.
El otro respondió: —Porque tengo que ir a verte para que me descifres tu letra.
Entrevista con Bhūmadeva dāsa
41. Personal: Bebiendo agua
Una vez, después de demostrar su téc¬nica para tomar agua, Prabhupāda le di¬jo a un niño que se encontraba presente: —Tú no puedes hacer eso.
Una razón para be¬ber de esa manera era la limpieza: los labios de uno no tocan el borde del vaso. Prabhupāda vertía el agua dentro de la boca mientras la tragaba, y luego, poniendo la copa vertical, paraba el flujo del agua sin derramar ni una gota.
En la India, el agua se conserva fresca en grandes jarros de barro. En Occidente, a veces le servían el agua con hielo. Una vez, cuando Prabhupāda pidió agua, su sirviente le pregun¬tó:
—¿La quiere fría?
—Agua significa agua fría —respondió Prabhupāda.
Y el agua debía estar cubierta. En la India —contó— dejar descubierto un jarro con agua «es firmar la garantía de tu muerte». En Occidente, la jarra también debía ser cu¬bierta.
Śrīla Prabhupāda podía apreciar diferentes sabores del agua. Hacíamos esfuerzos por obtener para él agua de manantiales especiales, como la del pozo de Bhagatji en Vṛndāvana.
Tomaba bastante agua, para la salud y la digestión. Hacía comentarios al respecto, mientras estábamos sentados en su habita¬ción viéndolo tomar agua. ¡Pero no había que traerle agua de un cuarto de baño! Una vez, Pradyumna dāsa le preguntó cómo es que el agua puede ser diferente si viene del cuarto de baño, en el caso de que uno no sepa de dónde viene. Prabhupāda contestó que aunque uno no sepa de dónde vino el agua, le afectará la men¬te, porque el baño es un sitio contaminado.
Sólo un discípulo podía saber lo dulce que era hablar acerca de esas cosas aparente¬mente mundanas. Consultar con Prabhupāda acerca de sus necesidades o hablar acerca del agua era un alivio a problemas más grandes. Uno pensaba, «ojalá pudiera quedarme aquí y ofrecerle agua toda la vida para que pue¬da seguir predicando y escribiendo libros»; nada más era tan importante como su agua, su salud, su traba¬jo cotidiano en el Bhāgavatam, su satisfacción. No había nada tan hermoso como poder ver su ma¬nera de beber, cuando el agua caía de la copa a su boca.
Satsvarūpa dāsa Goswami
42. Mucho más que un rey
Cuando Śrīla Prabhupāda estaba a punto de dejar Los Ángeles para hacer un viaje por el mundo en 1976, llamó a algunos de los devo¬tos a su habitación.
—Abre mi almirā —le dijo a Rāmeśvara Swami, quien abrió el armario de metal que contenía la ropa de Śrīla Prabhupāda.
—¿Ves esas kurtās? —dijo Prabhupāda—. Saca una.
Rāmeśvara Swami sacó una de un co¬lor naranja brillante.
—¿Te gusta esa?—preguntó Prabhupāda.
—Sí.
—Está bien. Esa es para ti.
Rāmeśvara estaba colmado por recibir el tesoro de un remanente de la ropa de Prabhupāda. Otros devotos también recibieron ropa y regalos de mano de Prabhupāda. Entonces ya era casi la hora de que él partiera para el aeropuerto. Con un elegante talento artístico, Prabhupāda se sentó en su escritorio y aplicó el tilaka vaiṣṇava en su frente. Rāmeśvara Swami pen¬só para sí que todo acerca de Prabhupāda, la forma en que se sentaba o que caminaba, la manera en que se vestía, y la manera en que se ponía su tilaka, era completamente ma¬jestuoso y opulento. Cuando Prabhupāda se levantó para salir de su habitación, Rāmeśvara expresó su apreciación.
—Prabhupāda, para nosotros usted es como un rey.
—Yo soy mucho más que un rey —di¬jo Śrīla Prabhupāda, y subió las escaleras. Ahí lo esperaban cien devotos que lo acom¬pañaron al aeropuerto en el momento en que iniciaba otra vuelta al mundo.
Entrevista con Rāmeśvara Swami
43. Tú eres ignorante
Unos cuantos meses antes de la prime¬ra visita de Śrīla Prabhupāda al templo de Dallas, un fuerte huracán sacudió el área, derribando árboles. Un alto y valioso ár¬bol que daba sombra en el patio del templo también cayó y se quedó apoyado contra el salón de prasāda para los niños. El árbol aún tenía sus raíces en la tierra, pero su opresivo tronco, con sus ramas colgantes, se extendía ahora en un án¬gulo agudo por el medio de la vereda, dejando apenas suficiente espacio para pasar por de¬bajo. Satsvarūpa, el presidente del templo, no actuó inmediatamente, pero varios devo¬tos se le acercaron y le dijeron que el árbol debía ser quitado de inmediato o podría provocar que el edificio en el cual estaba apoyado se derrumbara. Satsvarūpa estuvo de acuer¬do, y uno de los devotos se subió al gran árbol con una motosierra y desmanteló las ramas superiores y el tron-co, hasta que no quedó nada más que los tres metros más bajos del tronco inclinado.
Y así se encontraba el árbol cuando lle¬gó Śrīla Prabhupāda en septiembre de 1972. Tan pronto como entró en el patio, acompa¬ñado por los líderes del templo y guiado por to¬do el grupo de niños y profesores del guru¬kula, Prabhupāda vio los restos del gran ár¬bol y su rostro expresó perturbación. Se salió de la vereda de cemento y caminó por enci¬ma del árbol, y así hicieron todos los demás detrás de él.
—¡¿Quién ha hecho esto?! —reclamó. Sats¬varūpa admitió su responsabilidad y explicó la razón por la cual el árbol había sido destruido. Prabhupāda movió la cabeza con enojo.
—Esa no era una razón para matarlo —dijo. Satsvarūpa trató de explicar las peligro¬sas condiciones y apuntó hacia la abolladura en el techo del edificio. También dijo que el árbol caído de todos modos hubiese muerto pronto.
—No, no está muerto —desafió Prabhupāda—. Mira. Le está creciendo una ramita verde.
Prabhupāda se alejó disgustado, y los devotos se quedaron impresionados ante algo que ahora veían claramente como un acto brutal e innecesario. En su habitación, Prabhupāda continuó criticando la matanza del árbol. Di¬jo que esa era la típica actitud americana —cuando algo está mal, de inmediato córtalo y destrúyelo, sin comprensión o compasión por la presencia del alma.
Más tarde, sintiendo arrepentimiento, Satsvarūpa preguntó si había cometido una ofensa.
—No, ofensa no —dijo Śrīla Prabhupāda—. Tú eres ignorante.
Satsvarūpa dāsa Goswami
44. ¿Por qué cambian las flores cada día?
En un esfuerzo por hacer las habitacio¬nes de Śrīla Prabhupāda en Los Ángeles atractivas y agradables para él, las devotas cambiaban diariamente los floreros, po¬niendo abundante flores frescas. Un día, Śrīla Prabhupāda llegó de su caminata matutina y observó que faltaban los floreros.
—¿Dónde están los floreros? —preguntó.
El sirviente respondió que probablemente las madres los habían tomado para cambiarles las flores.
—Esas flores estaban bien —dijo. Entonces empezó a quejarse: —¿Por qué cambian las flores cada día? ¿Por qué son tan despilfarradores? ¿Quién está haciendo esto? Diles que las cambien solamente cuan¬do se estropeen. ¿Dónde están los floreros? Ve y encuéntralos inmediatamente.
El sirviente bajó a la co¬cina y encontró a las devotas cambiando las flores. —Será mejor que dejen de cambiar estas flores cada día —dijo—. Prabhupāda no quiere. Asegúrense de que el florero no esté nunca fuera de su cuarto.
Cuando el sir¬viente regresó a la habitación con los flore¬ros, Prabhupāda continuó con el mismo te¬ma: —Cámbienlas sólo cuando sea necesario —dijo—. No deben desperdiciar tanto en flores. Esta es la costumbre en América: simple¬mente derrochar. Si tienen un pedazo de tela que les sobra, no lo pueden doblar: lo cortan y lo tiran. Cualquier cosa que anda mal, la resuelven con dinero, ¡y les parece bien! Ocasionan un accidente, y rápidamente lo cubren con di¬nero. No es que sean tan capaces, es que cubren todas sus deficiencias con dinero.
Entrevista con Śrutakīrti dāsa
45. Tu enfermedad es incurable
Girirāja dāsa había estado sirviendo a Śrīla Prabhupāda en Bombay por va¬rios años cuando finalmente regresó de visita a los Estados Unidos para recobrar la salud y visitar a sus padres en Chicago. Cuando de nuevo regresó a Bombay, Prabhupāda le preguntó acerca de su salud y de la visita a la casa de sus padres.
Girirāja le contó que durante la visita de dos días a su familia, su padre había invi¬tado a una amiga psicóloga para que tuviera una conversación con Girirāja. La psicóloga había empezado preguntándole si sentía que en su in¬fancia había tenido alguna carencia afectiva en la re¬lación con sus padres. Girirāja había contes¬tado basándose en el Bhagavad-gītā, que de hecho cada uno de nosotros ha pasado a través de muchos cuerpos en muchas vidas diferentes, y que en cada vida tuvimos dife¬rentes padres, pero que nuestro verdadero padre es Kṛṣṇa. La psicóloga había seguido tratando de hablarle a nivel psicológico, pero Girirāja había seguido respondiéndole desde la plataforma espiritual, así que para ella fue muy difícil hacer algún progreso en su análisis. Después de que ella abandonó la habitación, Girirāja la escuchó hablando con sus padres en el pasillo, diciendo que, hasta donde ella podía ver, no había nada más que ella pudiese hacer.
—Sí —afirmó Prabhupāda—, la llama¬ron para que tratara de curarte, pero en reali¬dad tu enfermedad es incurable. Nunca más po¬drás regresar.
Al oír estas palabras de su maestro espiritual, Girirāja se llenó de rego¬cijo.
Entrevista con Girirāja Swami
46. Él realmente ve a todo el mundo por igual...
Un anciano caballero hindú que visitaba a Śrīla Prabhupāda en su habitación, gradualmente comenzó a ponerse en contra de su prédica.
—Swamiji —dijo el hombre—, usted no debería criticar tanto a las personas. De¬bería ver a todo mundo por igual. ElBhagavad-gītā dice paṇḍitāḥ sama darśinaḥ: debes ver a todo el mundo por igual.
Prabhupāda respondió: —Esa es una fase más elevada. Yo no me encuentro en esa fa¬se. Yo distingo. En la fase más elevada uno no distingue entre la actividad piadosa y la pecaminosa. Pero yo distingo. Yo di¬go: «Usted está pecando y debe detenerse»
A medida que continuaba la discusión, Prabhupāda siguió haciendo referencia a los ācāryas anteriores a fin de respaldar su punto de vista.
—Tengo mi Bhagavad-gītā —dijo Prabhupāda—. Y tengo a mis ācāryas. Me apo¬yo en su autoridad.
Prosiguiendo el argumento, el visitante dijo: —¿Pero qué ha hecho usted además de eso? Usted solamente está repi¬tiendo lo que ellos han dicho. ¿Qué ha he¬cho usted?
Prabhupāda respondió: —Yo no he hecho nada. Estoy simplemente repitiendo. Así que mi contribución es que he puesto este cono¬cimiento a disposición de la gente de todo el mundo. Sin discriminación, he dado con¬ciencia de Kṛṣṇa a todos. Esa es mi contribu¬ción y esa es mi versión de paṇḍitāḥ sama¬-darśinaḥ¬.
Prabhupāda concluyó la entrevis¬ta con esas palabras, y el hombre expresó su agradecimiento. Afuera, en el vestíbulo, el hombre comentaba en voz alta para sí mismo: —Qué interesante... Él realmente ve a todo el mundo por igual...
Entrevista con Girirāja Swami
47. Gotitas de néctar: Bhakta Viśvaretā
Bhāvānanda había sido decorador pro¬fesional antes de conocer a Śrīla Prabhupāda, y así Prabhupāda lo ocupó en esa tendencia pidiéndole que decorase el altar para las primeras Deidades de Rādhā-Kṛṣṇa en Amé¬rica. Bhāvānanda acababa de terminar su tra¬bajo y estaba dando reverencias ante las formas de Rādhā y Kṛṣṇa cuando Śrīla Prabhupāda entró en la habitación.
—Ah, qué bonito —exclamó Prabhupāda—. ¿Quién ha hecho esto?
—Yo, Śrīla Prabhupāda —respondió Bhāvānanda.
—Sí —afirmó Śrīla Prabhupāda—, puedes decorar un club nudista e irte al infierno, o decorar el templo y regresar a Vaikuṇtha.
Entrevista con Bhāvā¬nanda Goswami
Cuando Śrīla Prabhupāda estaba en Los Ángeles, un niño de dos años llamado Bhakta Viśvaretā se apegó mucho a él, y Prabhupāda le mostraba una mise¬ricordia especial. Bhakta Viśvaretā subía gateando las es¬caleras y entraba en la habitación de Prabhupāda sin tocar. Se sentaba frente a Prabhupāda con la espalda recta, y cuando Prabhupāda le daba algo de prasāda, no lo comía hasta que Prabhupāda le pedía que lo hiciera. Prabhupāda estaba muy complaci¬do de que a tan temprana edad, el niño po¬día cantar japa, recitar versos, y cantar y bai¬lar en el kīrtana. Cuando Bhakta Viśvaretā cumplió los cinco años, Prabhupāda le pidió a sus padres que lo enviaran al gurukula de Dallas. Luego en una ocasión, cuando Prabhupāda visitó Dallas, se encontró de nuevo con Bhakta Viśvaretā, y fue como la reunión de dos vie¬jos amigos.
Sin embargo en esta ocasión Bhakta Viśvaretā estaba extremadamente tímido. No hacía reverencias, no decía ni hacía nada en presencia de Prabhupāda. Sólo se quedaba de pie mirando hacia abajo. Prabhupāda em¬pezó a pellizcarlo en varios lugares y tiró de su śikhā, pero el niño no respondía. Finalmente Prabhupāda le preguntó si le gustaría comer una bolita dulce. Bhakta Viśvaretā asintió con la cabeza. Prabhupāda hizo que su sirviente le consiguiera una, y se la dio. Cuando el niño la tomó y se la comió de inmediato, Prabhupāda sonrió y exclamó: —¡Ah, es un de-voto del prasāda!
Entrevistas con Rāmeśvara Swami y Satsvarūpa dāsa Goswami
48. Śrīla Prabhupāda dijo: Sobre el origen de la entidad viviente
Tu siguiente pregunta es desde dónde cae la entidad viviente a este mundo mate¬rial. La exis-tencia en el Brahman impersonal está tam¬bién dentro de la categoría de no concien¬cia de Kṛṣṇa. Aquellos que se encuentran en la refulgencia del Brahman también están en una condición caída, así es que no es cues¬tión de caer de una condición caída. Cuando sucede una caída, significa que uno se cae de una condición no caída.
La condición no caída es la conciencia de Kṛṣṇa. Así que mientras uno pueda conservar pura su conciencia de Kṛṣṇa, no está caído. Tan pronto como uno está fuera de la conciencia de Kṛṣṇa, está caído. No importa dón¬de se aloje una entidad viviente. En el mun¬do material también existen diferentes fases de condiciones de vida, y permanecer en la refulgencia del Brahman es también otro aspecto de esa condición caída. Tal como se declara en el Bhagavad-gītā que las almas condiciona¬das por sus actividades piadosas son elevadas a sistemas planetarios más altos, pero tan pronto como se acaba su reserva de activida¬des piadosas ellos bajan de nuevo al planeta Tierra. Similarmente, aquellos que son eleva¬dos por encima de los sistemas planetarios hasta la refulgencia del Brahman, están tan pro¬pensos a caer como aquellos que están en un sistema planetario más elevado.
Carta a Revatīnandana dāsa (13 junio 1970)
49. Personal: Su actitud informal
A veces Śrīla Prabhupāda usaba el sombrero «swami» de una manera có¬mica, con las alas sobresaliendo a cada lado de la cabeza. A veces se recostaba con el cuerpo tendido atravesado en su asiento, los pies y las piernas suspendidos por encima de los cojines laterales, completamente relajado. A veces dormitaba trascendental¬mente sentado en su habita¬ción. Naturalmente, no se comportaba de manera tan informal cuando habían invitados.
Su caminar con el bastón era aristocráti¬co, como lo era la inclinación de su cabeza. Todo el mundo lo recibía como un caballe¬ro refinado. Usualmente era visto en público con un gran séquito. A menudo cuando esta¬ba solo o por lo menos en grupos más peque¬ños, las casuales y gráciles poses de su cuer¬po, al sentarse o al caminar, sus movimientos al sostener un vaso de agua, con el meñique extendido (un mudrā que significa perfección), el puño de seda de su manga asomándose por debajo de su suéter, y luego las palmas de sus manos delicadas y de líneas suaves ex¬puestas mientras hablaba —todo esto encanta¬ba y apaciguaba el corazón.
A veces Prabhupāda estaba predicando largamente y luego de repente se levantaba y salía de la habitación, mientras todos esperaban su regreso. Al salir y al entrar de vuelta todo el mundo le daba reverencias. Estos pequeños y placenteros aspectos de su presencia eran un segundo plano del serio asunto que era vivir con Śrīla Prabhupāda. Prabhupāda era severo y grave, siempre hablando de planes inmedia¬tos y de difíciles renuncias que les pedía a sus discípulos. Y con todo, la constante alegría de estar con Prabhupāda estaba siempre ahí. Ambas estaban ahí —la alegría de estar cerca de su persona, y la dificultad para seguir sus órdenes. Y en su presencia, la protección de Kṛṣṇa es¬taba siempre ahí.
Satsvarūpa dāsa Goswami
50. El servicio en separación
Nuestro encuentro y separación en el mundo material es como la crecida del río. Durante la crecida del río, tantos diferentes artículos flotantes se encuentran juntos, y con la corriente son de nuevo separados por el movimiento de las olas. Esa es exactamen¬te la dirección de la vida material. Pero nues¬tra separación, aun cuando se asemeja exac¬tamente a la material, es completamente diferente. En el mundo espiritual, la separa¬ción es más gozosa que el encuentro. En otras palabras, en el mundo espiritual no hay separación. La separación es eterna, y el en¬cuentro también es eterno. La separación es simplemente otra característica del encuen¬tro.
Carta a Bhāvānanda Goswami (3 abril 1969)
«El hecho de que Prabhupāda tenía el poder de facultar a chicos y chicas jóvenes para que fueran alrededor de todo el mundo y establecieran este movimiento es una realidad trascendental. Esa era su gloria. Y la gente que no estaba con él fí¬sicamente, estaban teniendo experiencias igualmente intensas, y a veces más intensas. Algunas veces Prabhupāda estaba presente de manera más intensa en aquellos lugares.
»La realidad de la aparición de Prabhupāda en la Tierra se está extendiendo aun hoy en día. No es que sea una persona material, ese es todo el punto. Prabhupāda no era un ser humano confinado solamente adonde se encontraba presente personalmente. Su pre¬sencia personal era especial; y esos eran pa¬satiempos especiales. Pero Prabhupāda era prácticamente como el Sol: expandía su potencia por todos lados. Y todavía lo está haciendo así. Prabhupāda es el jagad-guru que se expande a través de todo el mundo y continúa expandiéndose en los corazones de todo el mundo.
»Eso está declarado en el Bhāgavatam, en el caso de Sūta Gosvāmī: taṁ sarva-bhūta hṛdayaṁ munim ānato ’smi. Sūta dijo acerca de su guru, Śuka, “Ofrezco mis reverencias a mi maestro espiritual, quien entra en el cora¬zón de todo el mundo”. Y similarmente, Vyāsadeva glorificó a su guru, Nārada, di¬ciendo: tvaṁ paryatann arka iva tri-lokīm antaś caro vāyur ivātma sākṣī. “Tú eres como el Sol. Tú vas por todas par¬tes, exactamente como el Sol va por todo el universo”. Así, Vyāsadeva dijo antaś cara: “En realidad tú entras dentro de todo”. Y vāyur iva: “Tú eres exactamente como el viento. Tal como el aire entra y sale de todos los cuerpos, así mi maestro espiritual puede entrar y salir de todo”. Así debería comprenderse que Prabhupāda en realidad estuvo y está expandiéndose a través de todo el universo.»
Hṛdayānanda dāsa Goswami
«Alguien que toma muy en serio el Bhak¬tivedanta Book Trust (BBT o Fondo Editorial Bhaktivedanta), considera que esa es su re¬lación con Prabhupāda. Yo pienso que fui su sirviente personal porque ayudé a mani¬festar sus libros tan rápidamente como fue posible. Mi relación con Prabhupāda ha sido siempre de esa manera, leyendo sus libros, haciéndolos, y distribuyéndolos en saṅkīrtana, y jamás he sentido caren¬cia de asociación. Cuando editaba los libros de Śrīla Prabhupāda me sentía completamente satisfe¬cho con sólo entregar aquellos capítulos ca¬da semana. Eso era todo lo que yo quería en la vida.»
Devāmṛta Swami
«Yo sé que mientras que tratemos de complacer a Prabhupāda predicando dentro de ISKCON, no podemos andar mal. Así que mi refugio —desde que Prabhupāda abandonó el planeta— fue permanecer en su asociación, con los devotos y con la prédica que continúa. Yo sé que Prabhupāda bendecirá a todo aquel que permanezca en esta asociación, es¬pecialmente a sus discípulos.»
Jaya Mādhava dāsa
«Yo sé cómo se sentía Prabhupāda acer¬ca de varios aspectos del proyecto Māyāpura. Un día estaba subiendo por la carretera cuando de repente me vino a la mente que esta carretera es tan sagrada porque Prabhupāda solía tomar su caminata matutina aquí. Sentimientos como ese le dan a uno un afec¬to y una motivación más fuertes en su servi¬cio devocional, en sus proyectos. Ves un grifo goteando, y te acuerdas de cómo reaccionaba Prabhupāda a eso. Esa conciencia de Prabhupāda está ahí.»
Änakadundubhi dāsa
«Los devotos vienen aquí a la casa de Prabhupāda en Vṛndāvana, y se absorben com-pletamente en la modalidad de servicio de aquí. Muchos de ellos sólo vienen y se sientan solitarios y recuerdan a Prabhupāda cuando cantaba. Hubo tantas experien¬cias íntimas aquí para tantos devotos de Prabhupāda, en estas pocas habitaciones. Así que me doy cuenta de que la casa de Prabhupāda es un sitio especial para tantos amorosos discípulos de Prabhupāda quienes tuvieron tantos intercambios personales con él aquí. Si el lugar no está bien cuidado, eso es una ofensa para ellos tam¬bién, porque significa que la memoria de Prabhupāda no está siendo mantenida con esmero.»
Daivī-śakti devī dāsī
«Desde que Prabhupāda abandonó el planeta habré leído todos sus libros unas cuatro o cinco veces, y una cosa que puedo decir es que he empezado a sentir que en rea¬lidad estoy con Prabhupāda cuando leo sus libros. Pienso: “Ahora es el momento de sen¬tarme con Prabhupāda”. Así como si Prabhupāda viniese al templo de uno, si uno pudiera escaparse y escucharle hablar, lo haría con seguridad. Cuando el guru ha¬bla, el discípulo debe venir tan pronto como sea posible. Así, de esa manera, trato cada día de dar tiempo a la lectura de los libros de Śrīla Prabhupāda.»
Rohiṇī-nandana dāsa
«Pienso que mi relación con Prabhupāda gira hasta cierto punto alrededor del deber. Él me dio mi servicio, y pienso que un devo¬to no debe solicitar ningún otro servicio di¬ferente. Debe hacer el servicio que le dio su maestro espiritual hasta que se le pida que haga otra cosa, aun si eso significa que debe hacer el mismo servicio toda la vida. Me tomó cerca de diez años llegar a este punto. Antes de esto, siempre me venían ideas de “Probablemente puedo hacer otra cosa... Quizás no soy adecuado pa¬ra esto y debería hacer algo diferente”. Pero pien¬so que en la mayor parte de los casos eso es māyā. A un devoto se le da un cierto servi¬cio, y al igual que en el ejército, uno debe cumplir con su deber aunque vaya a ser ma¬tado. Este es para mí un princi¬pio muy fuerte en mi conciencia de Prabhupāda: que no puedo abandonar el deber de empujar la conciencia de Kṛṣṇa en mi área.»
Bahūdak dāsa
Muchas gracias a ti y a todos los devo¬tos por ofrecerme diariamente una guirnalda como lo estaban haciendo cuando estaba yo físicamente presente. Si un discípulo está constantemente ocupado en llevar a cabo las instrucciones de su maestro espiritual, se da por supuesto que se encuentra constantemente en compañía de su maestro espiritual. Esto se llama vāṇī-sevā. Así hay dos clases de servi¬cio al maestro espiritual. Uno se llama vāṇī-sevā y el otro se llama vapuḥ-sevā. Vāṇī-sevā significa ‘ejecutar la instrucción’, y vapuḥ-sevā significa ‘prestar servicio personalmente’. Así que cuando el maestro espiritual no está presente físicamente, el vāṇī-sevā es más importante.
Carta a Karan¬dhara dāsa (22 agosto 1970)